La californización de Estados Unidos

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La administración de Obama actuó bajo la lógica de que el colosal gasto federal permitiría que la crisis no llegara a los estados. Contrario a lo esperado, descubrimos que a los estados y municipios les faltan cientos de miles de millones de dólares para saldar sus déficits presupuestales. Los casos más desesperados –como el de California– han dado lugar a propuestas absurdas, como pedir prestado contra los ingresos que obtendrán por medio de la lotería estatal en los próximos años.

California ofrece un microcosmos perfecto de lo que las políticas de Obama pueden provocar. Como dice el comentarista conservador George Will[1], Arnold Schwarzenegger ha probado que es el mejor gobernador posible para los estados vecinos a California, pues 1.4 millones de californianos y un gran número de empresas han abandonado el estado para evitar el incremento de impuestos corporativos y ambientales que han elevado en 20% los costos de operación.

Como dice el mismo Will, si el presupuesto del estado hubiera crecido a una tasa equivalente a la tasa de inflación y, considerando el incremento en la población desde 1990, el estado tendría ahora un superávit de 15 mil millones de dólares. Su déficit, por el contrario, es de más de 42 mil millones, cifra superior al presupuesto total de 40 de los estados de la unión.

En California, el impuesto sobre la renta para los más ricos hace que el uno por ciento que más gana pague 48% de la recaudación total. El resultado es que ocupan el cuarto lugar en desempleo del país: 11.2%. En un panorama que se asemeja al futuro soñado por Obama, el 57% de los trabajadores estatales están sindicalizados (comparado con el 37% a nivel nacional) y los salarios de sus maestros son 25% superiores al promedio nacional, mientras que el desempeño de sus estudiantes es inferior a la media.

A pesar de ser la cuna de al menos dos de las industrias más destacadas en Estados Unidos, la cinematográfica y la de tecnología (en Silicon Valley), el excesivo gasto del gobierno estatal puede llevar a que la crisis fiscal californiana provoque despidos de decenas de miles de trabajadores estatales, y una severa contracción de los servicios públicos.

Según la revista The Economist[2], se han acabado los efectos positivos de la revolución tecnológica sobre la productividad de los trabajadores estadounidenses. Además, habrá una menor tasa de crecimiento de la base laboral (que se redujo de 1.1% por año a un estimado de 0.6% para la próxima década). Lo que puede complicar las cosas aún más es que los estratosféricos déficits fiscales que está generando la keynesiana administración de Obama pueden provocar un alza importante en las tasas de interés en los próximos años (en mi opinión, este es el tema más subestimado en todo lo que leo y oigo). La revista cita un estudio de Robert Gordon, profesor de Northwestern University, quien cree que esa combinación provocará que el crecimiento potencial de la economía estadounidense se reduzca de entre 3% y 3.5% al año, a alrededor de 2.25%.

¿En un entorno así, a cuántas veces utilidades hay que pagar la acción de una empresa que cotiza hoy en bolsa? Esa es la pregunta relevante, más que intentar adivinar si mañana el mercado abrirá al alza o a la baja.

La respuesta, para mí, es que hay que pagar menos de lo que hoy estamos pagando. ¿Implica esto salirse del mercado o no? Depende de la tolerancia al riesgo, del horizonte de inversión, y de la composición total del portafolio. De lo que no me preocuparía es de que el mercado “se nos vaya” o de que estemos frente a una recuperación definitiva. Eso sí que de verdad no lo veo.

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[1] Will, George. “California Sagging”. The Buffalo News, mayo 17, 2009.

[2] “How much will the financial crisis hurt America’s economic potential”. The Economist, mayo 16-22, 2009.

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Es columnista en el periódico Reforma.


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