Las increíbles investigaciones de Craig Venter

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En 2001, con financiamiento privado, el grupo de Craig Venter logró secuenciar la totalidad del genoma humano, requiriendo para ella tan sólo tres años y adelantándose al equipo de casi mil científicos en todo el mundo que, financiado por órganos oficiales, trabajaban en ello desde 1990. Este año, Venter consiguió construir la primera célula artificial, y actualmente se encuentra en altamar, a bordo del Sorcerer II, a la caza de genes desconocidos.

Publicamos a continuación sus declaraciones más recientes, aparecidas en la edición del Spiegel de la semana pasada, a propósito de:

– La enemistad de la comunidad científica internacional hacia su persona tras secuenciar el genoma humano, de quien ha recibido apelativos tales como “Frankenstein”, “vampiro” y “Darth Venter”:

Bueno, ¿pues a quién le gusta ser vencido? Vencido gracias a una mejor planeación, una mejor tecnología y más inteligencia. Eso enfada naturalmente a la gente.

Se trataba del mayor proyecto en la historia de la biología. Nunca antes se había dado un fomento estatal de miles de millones de dólares para un solo proyecto. Y luego viene un individuo aislado y vence a los científicos que habían trabajado en él durante años. No es ningún milagro que les haya sentado como un trago amargo.

– El miedo que produce en muchos la transparencia genética y sus consecuencias éticas:

Bien, hay personas que quieren saber algo sobre su vida y otras que prefieren enterrar la cabeza en la arena. Aunque ese miedo se basa en la falsa creencia de que quien conoce la secuencia del ADN conoce también cada aspecto de la vida. Esas pamplinas fueron difundidas por los mismos genetistas que conjuraron el miedo a la comercialización. Cuando encontraron los primeros defectos genéticos, por ejemplo en el mal de Huntington, pensaron: Quien conoce el genoma de una persona, sabe también de qué va a morir. Pero eso es una soberana tontería. Todavía no sabemos como leer correctamente el genoma, así que ¿qué caso tiene todo ese debate ético?

– Las grandes esperanzas depositadas en el desciframiento de los genes:

Hace once años ni siquiera sabíamos cuántos genes tenemos los seres humanos. Muchos estimaban que eran 100,000, algunos, incluso, 300,000. Fuimos hostilizados cuando afirmamos que posiblemente eran muchos menos, alrededor de 40,000. Y, entonces, se confirmó que eran, incluso, la mitad de eso […] esta década debe ser recordada por lo poco y -no por lo mucho- que se ha alcanzado en este campo.

Porque a través del genoma no averiguamos nada más que probabilidades. ¿Y de qué manera se puede aplicar clínicamente el saber que tenemos un tres por ciento de riesgo de tener algo? Esa información es inservible.

Tomemos como ejemplo el síndrome Louis-Bar, una enfermedad terrible, en la que el sistema nervioso degenera y los enfermos mueren frecuentemente siendo adolescentes. La causa es un defecto en un solo gen, pero se trata de un gen del desarrollo. Y cuando el cuerpo está construido de una manera defectuosa, no se puede simplemente tomar una píldora mágica y remodelarlo. Cuando el cerebro está mal cableado, está mal cableado.

– La información que realmente nos proporciona el desciframiento del genoma:

¿Por qué creía la gente que existen tantos genes? Porque pensaban que para cada característica humana había un gen responsable. Y si se quiere curar la avaricia, entonces se tiene que modificar el gen de la avaricia. Y si se quiere curar la envidia -que, por cierto, es mucho más peligrosa que la avaricia-, tienen que alterar el gen de la envidia. Pero no es tan sencillo. Si se quiere saber por qué uno enferma de Alzheimer o de cáncer, no basta con mirar los genes aislados. Para eso debe contemplarse el cuadro completo. De otro modo, es como si se quisiera conocer la ciudad de Valencia y todo lo que se ve es esta mesa. Sólo se ve un poco de herrumbre, pero eso dice poco sobre Valencia, excepto, quizás, que hay una alta concentración de salinidad en el aire. Lo mismo pasa con nuestro saber acerca del genoma: No sabemos nada. La utilidad es casi igual a cero, para decirlo con todas sus palabras.

– Las esperanzas de la medicina personalizada, en la que, con base en su genoma, podrían diseñarse medicamentos ad hoc para cada individuo:

¡Qué tontería! Eso no es más que otra idea insensata: ‘Oh, ahora que conocemos su genoma, podemos hacer una píldora para usted’. Así nunca funcionará. Más importante es leer las zonas de riesgo en el genoma y, mediante un comportamiento inteligente, reducir los riesgos. Eso es lo que entiendo por medicina personalizada.

– La recurrente acusación de jugar a ser Dios, poniendo en marcha la Creación 2.0 al generar nuevas formas de vida sintética:

Sí, y me atemoriza. Ciertamente, yo puedo leer su genoma, algo que nadie en la historia había podido hacer. Y puedo producir nueva vida, una cosa que nunca nadie antes pudo. Pero no se trata de un poder divino sino científico. Y que eso no sea comprendido en nuestra sociedad es realmente un problema. Si queremos tener suficiente agua, suficiente comida y suficiente energía, sin destruir completamente nuestro planeta, tenemos una sola alternativa: buena ciencia.

– El intento de conciliar la fe con la ciencia, que algunos científicos, como Francis Collins, pregonan:

Es cosa de Collins el modo en que reconcilia la fe con la ciencia. En mi opinión se trata de una alternativa: O fe o ciencia. Las dos no.

– El futuro de sus experimentos con formas de vida artificiales:

Por lo menos contamos ahora con un nuevo -el más importante- instrumento para interpretar el genoma humano: la célula artificial. Ella nos permitirá responder preguntas que hasta ahora nos eran inaccesibles.

Primero queremos tratar de construir una célula mínima. Una célula humana es demasiado compleja para poder comprenderla. Ni siquiera sabemos cómo funciona la célula más simple de una bacteria. Por eso, queremos averiguar cuál es el equipamiento mínimo de una célula, extrayéndole todos los genes que no son indispensables. Pero, después, queremos diseñar nuevas formas de vida, para obtener energía, neutralizar el dióxido de carbono o producir sustancias químicas.

No sólo gasolina. También plástico, asfalto, fuel combustible: Todo lo que hoy se obtiene del petróleo será producido algún día por bacterias u otras células. No es todavía claro si eso ocurrirá en 5, 10 ó 20 años.

– Su odisea en altamar en busca de nuevos genes:

El dinero estatal que se invirtió en el Proyecto Genoma Humano fue creado por una burocracia gigantesca e inflexible. Y sólo con inversiones privadas podemos surcar los mares en este velero y tomar pruebas. Hemos descubierto 40 millones de genes, de los 41 millones que conocía la ciencia hasta ahora. Todo lo que se necesita son un par de ideas innovadoras y ayuda económica independiente que permita hacer cosas con las que otros sólo pueden soñar.

– El proyecto de construir, algún día, un ser humano totalmente sintético:

No hay ninguna razón para producir células humanas. Yo soy, por ejemplo, un admirador de los trabajos que acaban de conducir al desciframiento del genoma del Neandertal. Pero ¿para qué crear nuevos Neandertales? Ya tenemos suficientes en el planeta.

– Salomón Derreza

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Escritor mexicano. Es traductor y docente universitario en Alemania. Acaba de publicar “Los fragmentos infinitos”, su primera novela.


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