El pijama azul marino que brillaba mรกs que un traje de noche es lo primero que recuerda el joven Pablo Neruda de รlvaro Yรกnez, alias Pilo Yรกรฑez, alias Juan Emar. La sucesiรณn de nombres es, junto con el pijama en pleno horario laboral, una seรฑal de quiรฉn fue ese hombre de muchos nombres, direcciones postales, aficiones artรญsticas, esposas, ese hombre de una sola y prolongada vocaciรณn: perder el tiempo o hacer que este se pierda, marearlo, vencerlo como el toro a la verรณnica, domesticarlo como esas moscas a las que les quitaba las alas para hacerlas competir.
Toda la literatura de Juan Emar se puede resumir tambiรฉn en esa carrera de moscas sin alas, el uso metรณdico, preciso, paciente del absurdo con una punta de refinada crueldad al final, mosca sin vuelo que convierte la siesta, la tarde, la cocina polvorienta de la casa de campo en un espectรกculo sin casi espectadores que no se parece a nada en el mundo. Juego de niรฑo prolongado hasta una adultez incierta. Juan Emar, el vanguardista, el cubista mรกs austral del mundo, el dadaรญsta de provincia, emprendiรณ la mayor rebeldรญa de todas, la que pocos o nadie se han atrevido a intentar: rebelarse contra su nacimiento mismo. Nunca salir del todo del vientre de su adorada madre, evitar ver la luz del dรญa, llorar, patalear, moverse, ¿para quรฉ, para quiรฉn?
El nonato รlvaro Yรกรฑez Bianchi, alias Pilo Yรกรฑez, alias Juan Emar, su cabeza enorme sobrevolando un cuerpo que apenas se movรญa de donde lo sentaban, su rostro enorme escasamente poblado de pelo, los ojos casi siempre ausentes de la conversaciรณn y los labios finos invariablemente callados tuvieron siempre algo de feto. El mundo de sus relatos, el de sus personajes, pertenece tambiรฉn a un universo uterino, un mundo de placenta y cordรณn umbilical, donde todo funciona de otra manera que en el mundo real. Un universo sin psicologรญa o sociologรญa alguna, guiado por encuentros y cifras mรกgicas. Impulsos gratuitos, delirios tambiรฉn sin control.
Todos los dรญas en sus libros son el primer dรญa del mundo. Sus personajes, sus escenarios pertenecen a ese mundo anterior o posterior a lo que solemos llamar realidad. Juegan con el rigor con el que juegan los niรฑos a ser personajes de una novela, un cuento o un diario de vida. Se disfrazan con la ropa que dejaron los mayores sobre el sillรณn, la cรณmoda, la cama. Viven, como viven los niรฑos, estableciendo las reglas del juego para cambiarlas en la mitad del juego, una y otra vez. El relato es casi siempre el andamiaje de ese juego, la invenciรณn y destrucciรณn de las reglas, interrumpido de manera brusca y total por una guillotina o un loro que destroza la calva del tรญo Josรฉ. La violencia, que parece tan ajena al mundo mรกs bien primaveral de Emar, nunca falta sin embargo a la cita. La sangre, las vรญsceras, es decir el nacimiento, el parte amenazante que termina con el paraรญso nonato.
La obra de Emar no hace otra cosa que empezar una y otra vez, incesantemente. El diario de vida que es la base de Un aรฑo registra solo las anotaciones del primer dรญa de cada mes de un solo aรฑo. Los acontecimientos asรญ no tienen ni consecuencia ni desenlace, no hacen otra cosa que empezar. Dietario improbable donde un telรฉfono ataca la oreja de quien lo usa, dejรกndola ensangrentada y pegoteada a la carne de la victima, o un gusano recorre Los cantos de Maldoror de atrรกs para adelante. Imagen, esta รบltima, que bien puede ser la clave de cรณmo debemos leer los libros de Juan Emar. Libros que no quieren contar una historia, libros que no quieren ser leรญdos sino habitados, convertidos en medio de subsistencia, un alimento en que el gusano elige, en un azar que es cualquier cosa menos azarosa, comer una letra u otra para asรญ cambiar el sentido del texto.
Ninguno de los libros de Juan Emar estรก completamente cerrado en sรญ mismo, todos piden a gritos un lector cรณmplice que los complete. Es quizรกs lo que explique su รฉxito entre profesores y estudiantes de literatura, que contrasta con sus ventas mรกs bien fantasmales. Todo en sus libros estรก oculto, aunque su prosa sea diรกfana. Hasta los nรบmeros, sobre todo los nรบmeros de las casas, los objetos, parecen contarnos algo mรกs de lo que cuentan. Todo en Emar sugiere secretos ocultos, rituales esotรฉricos, iniciaciรณn que no inicia nunca a nadie, porque el lector y el escritor estรกn condenados, una condena que es tambiรฉn un premio, a quedarse en el umbral, vislumbrar el misterio, el secreto pero sin entrar para no interrumpirlo.
Emar querรญa, como el gusano de Ayer, vivir en sus libros. De alguna manera lo logrรณ. Consagrรณ la mayor parte de su vida a escribir Umbral, un mamotreto de cinco mil pรกginas, que serรญa su propia En busca del tiempo perdido. Una fabulosa pรฉrdida de tiempo tambiรฉn, un libro que pretendรญa no terminar ni publicar nunca, una especie de excrecencia, de cuerpo aparte al que iban a parar todas sus experiencias, pensamientos, sueรฑos, ideas mรกs dispares y disparatadas. A la vez novela de ciencia, ensayo, ficciรณn, metanovela, memoria, novela total que continuamente vuelve sobre sรญ misma contรกndonos una y otra vez su propio proyecto de novela.
Consagrado sin ninguna interrupciรณn a su obra, casado y vuelto a casar con primas y vecinas (una timidez y una pereza invencible no le permitรญan buscar sus conquistas mรกs allรก de su propia casa), fue perdiendo amigos y conocidos a un ritmo lento pero seguro. Arruinado a pesar de haber nacido millonario, viviendo en la casa de sus hermanas, desesperadas por que mostrara alguna seรฑal de amabilidad con los invitados a sus tรฉs, Juan Emar terminรณ como empezรณ, como siempre quiso terminar, confinado al รกmbito de su familia, perfectamente inรบtil e inutilizable, en un pijama mรกs raรญdo y menos azul que el que le conociรณ Neruda, pero atareado en esta misma voluntaria falta de cualquier trabajo rentable. Cumpliรณ asรญ la promesa que le hizo a su padre a los veinte aรฑos, no trabajar en nada, no ganar ni un peso, acabar asรญ con cualquier ilusiรณn de linaje, de herencia, de continuidad.
La rebeldรญa de Juan Emar era cualquier cosa menos un capricho adolescente. Nacer en su caso era algo mรกs que solo salir del vientre de su madre. Heredero de un padre desheredado, un verdadero milagro chileno: Eliodoro Yรกรฑez, abogado hecho a sรญ mismo a partir de un origen oscuro y pobre, casi presidente dos veces, embajador el resto del tiempo, pero sobre todo y ante todo el dueรฑo de La Naciรณn, el diario que intentรณ cambiar para siempre la forma de hacer periodismo en Chile.
Un derroche de energรญa, de transformaciรณn, de ambiciรณn que su hijo intentรณ evitar como la peste. ¿Lo logrรณ? No del todo y es quizรกs el eje mismo de la tragedia de Juan Emar, el hombre que pretendiรณ ser cualquier cosa menos el hijo de su padre y fue como รฉl castigado, acallado, castrado por lo que los chilenos llamamos “el peso de la noche”, es decir el conservadurismo y el resentimiento unidos contra cualquiera que sea nuevo, que venga de otra parte, que quiera llegar mรกs lejos que los demรกs.
Al nonato le tocรณ nacer muchas veces, al flojo que vivรญa en pijama le tocรณ encarnar su propia pesadilla, la de un incesante combate sin freno ni tiempo donde le esperaba, como a su padre, el exilio. Pintor mรกs bien modesto, promotor de la vanguardia parisiense a travรฉs de algunos artรญculos publicados en el diario del papรก, un dรญa el hijo dandy de Eliodoro Yรกรฑez se inventรณ un nombre de batalla para ir a pelear su propia guerra. รlvaro Yรกรฑez se convirtiรณ del todo en Juan Emar (transposiciรณn chilena de J’en ai marre, “ya no puedo mรกs” en francรฉs) y publicรณ en un solo aรฑo (1935) tres libros que no eran otra cosa que pedradas, bombazos en la cara de todas las convenciones literarias nacionales: las novelas Miltรญn 1934, Un aรฑo y el falso diario de vida Ayer. Libros que evitaban militantemente ser lo que se esperaba que fuesen: prosa bella, testimonio personal, novela social o confesiรณn รญntima. No hay pรกgina de estos libros que no sea un desafรญo al buen gusto, e incluso al mal gusto imperante.
Novelas que evitan la denuncia polรญtica pero que desde sus tรญtulos (Miltรญn 1934) aluden a los acontecimientos recientes, los golpes de militares populistas, socialistas, la restauraciรณn conservadora de esos aรฑos, la ruina del padre, la censura, el militarismo y el peso del clero sobre la vida de esos personajes que respetan de manera irrestricta unas convenciones que sin cesar cambian y enloquecen. Su novedad reside ahรญ, en las raรญces que estos relatos aรฉreos no pueden dejar de esconder. Libros anticriollistas y antirrealistas que suceden sin embargo en un campo abiertamente chileno, San Agustรญn del Tango, poblado de personajes con apellido de localidades chilenas (el doctor Hualaรฑรฉ, Rubรฉn de Loa, Martรญn Quilpuรฉ) que se comportan con una mezcla inesperada de cortesรญa y moderaciรณn con raptos de violencia o irracionalidad contada con una imparcial flema tambiรฉn muy chilena.
Las novelas de Juan Emar, en toda su indescriptible audacia, estaban condenadas a ser realistas. No podรญan dejar de ser denuncias y testimonios de un mundo en completa descomposiciรณn y reconstrucciรณn. Eran las novelas del hijo del hombre que quiso modernizar Chile y terminรณ traicionado y expropiado por sus hombres de confianza. Eran el testimonio de esa modernidad a medias, de esa vanguardia montada sobre un secreto andamiaje colonial que permanece detrรกs de todos los intentos de transformaciรณn. Eran, con todo su humor chaplinesco, con todo su colorido de carnaval, una insolencia. Asรญ la leyeron sus enemigos. El mรกs temible de ellos, el crรญtico literario Alone (el que inspirรณ el Farewell de Bolaรฑo), tratรณ a Emar y sus libros con un desprecio que helรณ para siempre la sangre de por sรญ frรญa del escritor de Un aรฑo. Al resto de la crรญtica no quedรณ mรกs que seguir al maestro. Hasta su amigo Vicente Huidobro confesaba a quien quisiera escucharlo que “Pilo escribe con las patas.” Nada sacรณ Neruda con compararlo con Kafka en el prologo de Diez, su libro de cuentos, el รบnico que obtuvo a la hora de publicarse algo parecido al รฉxito; Emar quedรณ confinado para tirios y troyanos a la categorรญa de raro, millonario que escribe cosas raras, ermitaรฑo semienloquecido que deberรญa haberse dedicado a la pintura.
El intento de nacer a la vida literaria del eterno nonato Juan Emar lo convenciรณ aรบn mรกs de la necesidad de recluirse en algรบn feto materno. Sospechoso para los salones aristocrรกticos por ser el hijo rico de un reciรฉn llegado, demasiado francรฉs y millonario para cualquier otro cรญrculo, se inventรณ en Umbral su propio mundo, pueblo, sociedad, amigos y enemigos, calles, iglesias, en un proyecto que consumiรณ lo que le quedรณ de vida. Distraรญdo en este intento, apenas se enterรณ de que los nuevos lo leรญan. Escondido lejos, en el silencio y el campo, solo, completamente solo en ese vientre de palabras y simetrรญas inesperadas, muriรณ el 8 de abril de 1964, casi treinta aรฑos despuรฉs de que en una fiebre arrebatadora decidiera publicar de una sola vez tres libros en un aรฑo. La audacia habรญa quedado, con treinta aรฑos de relativo silencio, compensada. Nadie sabe si muriรณ en paz o no. Pablo Neruda predijo que no, Chile no le mezquinarรญa a Emar la posteridad. No era este el destino mรกs singular para Juan Emar, que mirรณ siempre de reojo la vida, empezar reciรฉn muerto a nacer. ~