Dos poemas

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La imagen se ha movido.
Mejor dicho: los rostros y figuras
que la llenaban, que éramos
nosotros.
Nos hemos deslizado hacia los márgenes
y ahora el centro es una luz nerviosa,
una bruma en relieve
donde se gestan bultos familiares,
rugosos brotes.
Un instante únicamente
y serán estallido, multitud,
una foto de grupo
que nos habla con desvergüenza.
Jugamos a hacer tiempo junto al marco.
A veces respondemos
o miramos atrás, fuera de plano,
mientras las nubes pasan.
Tuvimos la ocasión y la desperdiciamos.
La tarde se hace fuerte
en los párpados entreabiertos. ~


Es seguro aquí dentro,
en el ojo prensil de las continuidades,
en el cuerpo que calla y acompaña.
Es segura la celda
donde los sueños parpadean
como viejas películas.
Días perfectos.
Una escoba despeja
los últimos rescoldos de la noche.
Todo se dobla y se retira
para pasar inadvertido,
todo quiere ser lecho
bajo el agua que fluye
o se pudre entre rocas.
Rendir tributo al árbol
de cada día.
Inclinarse un instante
que dura todo el día
y lo preserva.
Una cierta delicadeza
en la desolación.
La bicicleta avanza por la calle
haciendo eses ligeras
que la piel va leyendo
como una partitura. ~

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(Gijón, 1967) es poeta, crítico y traductor. Ha publicado recientemente 'Perros en la playa' (La Oficina, 2011).


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