Como ha señalado Luis González de Alba, uno de los temas urgentes a tratar en el futuro Congreso Universitario es, justamente, el de legislar el derecho a huelga de los estudiantes. En esencia se trata de un derecho que no les corresponde. Siguiendo el hilo de argumentación de Guillermo Sheridan, es como dejar a un pequeño grupo de pasajeros decidir, por asambleas, la ruta y el itinerario del avión en vuelo. Es más, los alumnos son eso: eventuales en un viaje que los trasciende. Pero la realidad es que la UNAM seguirá siendo botín político, y frente a ello una forma de protegerla es legislando que cualquier paro estudiantil del futuro sólo pueda declarase cuando el 50% más uno de los estudiantes lo apoyen, en una elección con patrón y garantías. Además, se deberán saber los motivos del paro antes de que estalle, y, una vez resueltas o negociadas las exigencias estudiantiles, que sólo podrán relacionarse con medidas de carácter administrativo, nunca académico, el paro deberá terminar ipso facto. Así los alumnos escaparán a las trampas mortales tipo CGH, con su falsa legitimidad en asambleas y cuya única razón de ser era la huelga por la huelga. Protagonismo social, primeras planas, impunidad colectiva son, para una minoría que a veces puede travestirse de mayoría, más redituables que una sólida carrera académica que requiere tiempo y, sobre todo, honesto esfuerzo individual. El riesgo de esta proposición es obvio: huelga contra las reglas de la huelga.-
(ciudad de México, 1969) ensayista.