¿Y Venezuela qué?

La precampaña de las elecciones del 26J está protagonizada por la crisis en Venezuela, lo que perjudica a Podemos. 
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La precampaña de las elecciones del 26J está protagonizada por Venezuela. Las protestas contra el gobierno, la crisis económica, el estado de excepción y la existencia de presos políticos en el país han monopolizado el debate político, que se ha convertido pronto en un debate sobre deontología periodística: muchos critican que los medios de comunicación se centren en Venezuela en lugar de otros países, o en lugar de los problemas de España. Es una adaptación del clásico debate sobre la cobertura mediática de tragedias en el mundo. Cuando ocurre una tragedia en Europa, muchos se quejan de que se atiende poco a otras tragedias en otros continentes. Los que critican la excesiva cobertura sobre Venezuela suelen quejarse de lo contrario: hay demasiados problemas en España como para tener que atender a Venezuela.

También se suele utilizar el argumento del aburrimiento: ya cansan las menciones a Venezuela. Y a veces cansan. Los medios más críticos con Podemos explotan constantemente, y a veces injustamente, la conexión bolivariana del partido, y han conseguido que no se pueda hablar de ello. Venezuela se ha convertido en un cliché, en un tabú que explotan casi más quienes lo ridiculizan. La mayoría de las menciones a Venezuela en el debate público son ya de quienes critican que se mencione tanto a Venezuela en el debate público. Es habitual en internet: muere un artista famoso y hay más gente diciendo “ahora todo el mundo resulta que es fan” que realmente gente presumiendo de lo fan que era.

El caso de Venezuela tiene interés periodístico porque los miembros de un partido español asesoraron a Hugo Chávez y Nicolás Maduro. En programas y tertulias alabaron su modelo. Parece natural que ante su fracaso se les pidan explicaciones. Quien mejor ha sabido explotar esto es Albert Rivera, que viajó a Venezuela esta semana. Es un viaje oportunista, que ha tenido momentos ridículos, pero no es más que otro viaje de un político al extranjero. La diferencia es que ha servido para marcar la agenda tras un silencio mediático del partido.

Durante mucho tiempo, Podemos secuestró los conceptos populismo y Venezuela. Estaban vetados. La acusación de populistas se despachaba con ironía y desdén. Era un discurso de la caverna mediática. Más adelante comenzó a ser una palabra aceptada. Iglesias presentó un libro llamado En defensa del populismo y Errejón mencionaba la palabra en sus análisis.

Venezuela, en cambio, sigue vetada. En un documento interno de abril de 2015, el partido se lamentaba de que la gestión mediática respecto a Venezuela había sido “difícil y pésima”. El partido se ha distanciado del debate de Venezuela y cuando reaparece lo bloquea como hizo con el tema del populismo. Construye un relato que convierte el tema en tabú para no tener que enfrentarse a él.

El bloqueo es efectivo. Muchas veces, gracias a la ironía. Cuando a un votante intolerante del PP se le mencionaba la corrupción del partido, solía responder con la corrupción del PSOE: “¿Y los ERE qué?” La izquierda explotó bien ese meme como ejemplo de intolerancia e infantilismo: sí, vale, pero los tuyos también son corruptos. Ahora se aplica a Venezuela. Gracias en parte a medios que manipulan y ensucian el debate, las menciones a Venezuela y Podemos, muchas veces necesarias y fundadas, se enmarcan ahora como otro caso de “¿Y los ERE qué?”. ¿Y Venezuela qué?

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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).


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