Cuando el presidente Donald Trump realizó un anuncio sorpresivo y controvertido en el que decía que iba prohibir que las personas transgénero entraran al ejército, no lo hizo en una conferencia de prensa o a través de una declaración oficial. Lo hizo mediante tres tweets en 13 minutos con el típico estilo irreverente y confuso propio de sus publicaciones de Twitter. Ahora bien, la prohibición a la participación de las personas transgénero en el ejército es claramente un tema que debe ser debatido. Afortunadamente, ya se está debatiendo. Sin embargo, también debemos hablar sobre la necesidad de moderar las publicaciones de Twitter para evitar que el mundo sufra una catástrofe nuclear por accidente.
Al anunciar su decisión, el presidente hizo que a muchas personas se les helara la sangre, entre ellas, los miembros de la cúpula directiva del Pentágono, según informó BuzzFeed.
Nada grave. Solo provocó que los miembros de la oficina central del Departamento de Defensa se preguntaran si estábamos a punto de atacar a Corea del Norte.
Las recientes publicaciones del presidente en Twitter deberían ser una llamada de atención para la empresa y para Jack Dorsey, su CEO. ¿Qué sucedería si el presidente escribiera una publicación en Twitter con la cota de malla puesta y con ello pusiera en riesgo la seguridad del país al presionar la tecla equivocada? Por suerte, los errores de tecleo de Trump como “covfefe” no han sido letales o ya estaríamos todos muertos, pero esto no quiere decir que un error de escritura no pueda causar mucho daño. Imaginemos que Trump escribe: “Después de consultarlo con mis generales, comunico que he redoblado los ataques militares a Siria”, en lugar de: “Después de consultarlo con mis generales, comunico que he reducido los ataques militares a Siria”. Una palabra puede marcar una gran diferencia.
¿Qué pasaría si perdiera los estribos y escribiera algo que pueda interpretarse como una amenaza militar, incluso su intención solo era lanzar una amenaza rimbombante y vacía? ¿O qué sucedería si alguien hackeara su cuenta y publicara que estamos a punto de, por ejemplo, bombardear a un aliado? Ya sabemos que los tweets de Trump pueden impactar a los mercados financieros. ¿Realmente queremos averiguar si también pueden provocar ataques aéreos militares?
Mucha gente ya pidió que Twitter elimine la cuenta de Trump por violar las normas comunitarias contra las expresiones de odio y el acoso. Incluso hay una petición en línea que ya cuenta con miles de firmas. El representante Keith Ellison (D-Minnesota) dijo que la cuenta del presidente debería ser eliminada porque actúa como un típico “bravucón de las redes sociales.”* Después de las elecciones, cuando se empezó a debatir este tema, Twitter dijo que era posible eliminar la cuenta de Trump, ya que “las reglas de Twitter se aplican a todas las cuentas, incluso las que están verificadas”. Pero la empresa todavía no la ha eliminado y dudo mucho que lo haga. Twitter tendría que pelear por mantener su relevancia (después de todo, el presidente es una gran atracción) y probablemente recibiría mucha presión para revertir esta decisión.
Sin embargo, por más preocupantes que sean, las expresiones de odio y el acoso no son problemas tan graves como el tema de la seguridad. Un error de tecleo o un arranque de enojo pueden causar un enorme incidente internacional y, por eso, necesitamos alguna protección. Por suerte, hay solución. Premoderar los contenidos es la única forma de garantizar que los tweets no autorizados (o particularmente peligrosos) del presidente no lleguen a publicarse. La implementación de este sistema significaría una batalla difícil y polémica. Sin embargo, sería benéfico para todos.
Este sistema de premoderación se inclinaría bastante en favor de la publicación de tweets. De hecho, si funciona como debe, Twitter no se tendría que meter nunca, o lo haría muy raras veces. No se trataría de un sistema como la moderación de comentarios en el que cada frase debe ser aprobada antes de poder publicarse. Sería mucho más pasivo. Habría una demora de aproximadamente 30 segundos antes de que un tweet sea publicado (un poco más tiempo que la demora de la televisión en vivo). Durante ese tiempo, un miembro del equipo de Twitter lo revisaría. No sería una tarea realizada por algoritmos. Se requieren seres humanos inteligentes para realizar el trabajo (por supuesto, Twitter debería pagarle un buen salario a estas personas y rotarlos con frecuencia: pasar todo el día mirando una pantalla a la espera de un puñado de tweets de Trump suena como un trabajo terrible).
Si no hay nada evidentemente peligroso, el tweet se publicaría normalmente. Pero si hay algún problema grave, como una amenaza de ataque militar o algo que sugiera que la cuenta fue vulnerada, el representante de Twitter tendría que asegurarse de que el tweet no se publique. Twitter necesitaría un plan detallado de comunicaciones de emergencia y clasificación para medios sociales que indique cómo escalar y manejar estos casos.
Por ejemplo, digamos que el presidente escribe algo así como: “Alguien debería invadir Corea del Norte… Tienen mi consentimiento”. El atento moderador de Twitter vería el tweet, lo retendría y llamaría a un contacto predeterminado de la administración para revisar el asunto.
Si bien debería aplicarse únicamente a un grupo pequeño para que sea viable, podría incluir algunas otras cuentas que tienen mucha influencia mundial, aparte de la de Trump. Si Kim Jong-un alguna vez decide abrir una cuenta de Twitter, espero que sus tweets también sean premoderados.
Probablemente, Dorsey cree que hizo lo correcto al confirmar recientemente que el presidente Trump debe respetar las mismas reglas de Twitter que cualquier otra persona. Pero el hecho de tratar al presidente como si fuera cualquier otro usuario normal es una actitud irresponsable (Twitter ya ha señalado que algunas cuentas son más importantes que otras y obtienen un trato diferente. Se llaman cuentas verificadas). Sin premoderación, Twitter puede usarse como un arma, ya sea voluntariamente (como cuando Trump amenaza con un ataque o cuando un grupo de hackers compromete su ataque) o involuntariamente (a través de errores de tecleo).
Es hora de que Twitter reconozca su responsabilidad. Es su deber premoderar los tweets del presidente y eliminar o retener cualquier tweet que pudiera provocar consecuencias graves para el país y para la raza humana. La mejor analogía histórica es la del Ministro de Defensa del presidente Richard Nixon, que tenía que evitar que el presidente ordenara un ataque nuclear por su cuenta cuando estaba ebrio. Excepto que en este caso, Dorsey no estaría deslegitimando la autoridad del presidente, porque, como es el dueño de la empresa, él es quien manda. Moderar al presidente es un poder que espero que Twitter nunca tenga que ejercer. Sin embargo, es necesario que la empresa tenga un plan para gestionar los tweets que ponen en riesgo la seguridad nacional.
Si te preocupa el tema de amordazar a Trump, no lo olvides: esto no entra en conflicto con la Primera Enmienda. Como empresa, Twitter determina sus propias reglas y términos de servicio. Además, el gobierno tiene miles de maneras para comunicarse con el público. Puede emitir un comunicado de prensa oficial con toda la información de una vez, en vez de ir deslizando la información de a poco en puñados de 140 caracteres. Pude realizar un anuncio a través de la Secretaria de Prensa, en el que ella pueda responder a las preguntas importantes de manera oportuna. Trump también puede dar un discurso televisado desde el Despacho Oval. No estoy segura si el presidente recuerda que hay varias opciones además de Twitter, pero sería útil recordárselo.
Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
profesora adjunta de comunicaciones (medios sociales) en la Newhouse School de la Universidad de Syracuse.