Habrá quien recuerde que, en 1996, el físico Alan Sokal envió un artículo académico (paper) a la prestigiada revista académica Social Text que publicaba una importante universidad estadounidense (Duke). El paper –que era una refinada pantomima de las ideologías y la jerga de los “estudios culturales posmodernos”– tenía como objeto investigar si un journal sería capaz de publicar “un artículo lleno de sinsentidos si a) sonaba bien y b) halagaba las preconcepciones ideológicas de los editores”.
“Transgrediendo fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica” (en “estudios culturales” se suele titular con gerundio) argumentaba en esencia que la “gravedad cuántica”, entre otras cosas, es un “constructo” social y lingüístico y que “la crítica feminista y posestructuralista […] han revelado que la ‘objetividad’ es una fachada tras la cual repta la ideología de la dominación”. Y así por el estilo.
Y se publicó. Y el mismo día en que salió publicado, Sokal reveló que el paper carecía de base científica y era no más que un montón de rollo. Todo mundo se puso furioso con la revista, o con Sokal, o con los estudios culturales posmodernos, o con todos los anteriores. Pero también sirvió para dudar y pensar: puede guglearse “La tomadura de pelo de Alan Sokal” de Steven Weinberg –Nobel de física y autor del fascinante The first three minutes– que publicó Vuelta en 1996.
La nueva versión es más cínica y paródica, pero aún más exitosa.*1El matemático James A. Lindsay, la editora Helen Pluckrose y el filósofo Peter Boghossian redactaron veinte papers saturados de jerga (sobre todo de lo que llaman discurso del agravio), abstracts sandios y conclusiones babiecas, y los enviaron a otros tantos journals de prestigio, internacionales, arbitrados por pares y todas esas cosas que dan bastantes puntos académicos. Varios ya fueron publicados, otros aún esperan dictamen y uno hasta se ganó un premio.
Hay un paper que propone que “los prejuicios masculinistas y occidentalistas” en astronomía deben corregirse a la luz de la importancia de la astronomía feminista, la queer y la de los pobladores originarios. Uno más se titula “Luchando con la masculinidad hegemónica: masculinidad y heteronormatividad en el jiu-jitsu brasileño”. Otro es “Una defensa autoetnográfica de la autoetnografía”, etc… Otro, “Nuestra lucha es mi lucha: el feminismo solidario como respuesta interseccional al feminismo electivo neoliberal”, apareció en una revista de trabajo social, Affilia, cuyos editores no se percataron de que era el capítulo 12 de Mein Kampf “traducido” a jerga critical studies. (Puede guglearse en línea, en Scribd, firmado por Maria Gonzalez, Ph.D., y Lisa A. Jones, Ph.D.)
La revista Gender, Place & Culture. A Journal of Feminist Geography publicó “Reacciones humanas ante la cultura de la violación y performatividad queer en parques caninos urbanos en Portland”. Está en línea aunque ya lo tacha el letrero retractado. La razón, explican las editoras, es porque la autora “Helen Wilson” violó el contrato de edición al “fingir su personalidad”, no porque ellas hayan caído en un timo tan impecablemente tonto. El paper tachado lleva doce mil consultas. El que lo precede, “Cámaras usables, pechos invisibles: espacialidades íntimas de investigación feminista con videograbadoras en Estambul”, lleva veintiocho, y no está tachado.
¿Que por qué lo hicieron? Los autores responden: “Porque somos racistas, sexistas, prejuiciosos, misóginos, homofóbicos, transfóbicos, transhistéricos, antropocéntricos, problemáticos; porque somos unos hombres blancos privilegiados, bullies, ultraderechistas, heteros (y una mujer blanca que demuestra su misoginia internalizada en su afán de aprobación masculina). Nada de eso es cierto, pero no importa: de eso seremos acusados.” ~
1* Los autores narran el proyecto y describen los papers en este sitio: bit.ly/2zObwaX.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.