Hacia un movimiento estudiantil simple

El nuevo rector interino de la UACM tiene una idea muy simple sobre cómo organizar una universidad. 
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Hace un par de semanas me referí aquí al Congreso de Córdoba, Argentina, que en 1918 se propuso convertir a las universidades de América Latina en vehículos para la lucha política y social. En México, hoy, algunos ideólogos de los movimientos estudiantiles actuales que juran aún por ese Congreso ya hablan de su interés por crear “sindicatos de estudiantes” que, como los de otros países, serían “internacionalistas, de clase y anticapitalistas”.  

Las universidades como escenarios alternativos del combate de la lucha del proletariado ofrecen cómodas facilidades. Ya no es necesario meterse a las fábricas ni organizar campesinos: una universidad puede convertirse en un frente de “acción ciudadana” prefabricado, de manejo sencillo y buena plusvalía política. En México la puesta en escena más visible y ruidosa de este reciclaje de universidad en herramienta de acción es la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), pero obviamente hay otros frentes en las escuelas normales e indicios de que otras, medias y superiores, procuran sumarse.

Ahora una fracción de la UACM ha decidido substituir (o suplantar: lo que ocurra primero) a la rectora Esther Orozco con el filósofo Enrique Dussel, marxista sui generis, hombre ufano de haber sido carpintero en Nazaret (es en serio). Confieso, aficionado que soy a la historia de las religiones, conocer sólo un libro suyo, interesante, que postula que El humanismo semita (1969) de Israel es la raíz de la cultura latinoamericana.     

Otros escritos del Dr. Dussel son más prácticos. Tal el que explicó hace poco cómo organizar una universidad. Se titula “#YoSoy132 y la universidad posible” (en línea). Es muy simple, dice. Se trata de crear en cada facultad o escuela un “Centro de Estudiantes” gobernado por una asamblea (por ejemplo, el “Centro de Estudiantes de Derecho”: CED). Estos centros constituyen luego la “Federación de Estudiantes” de cada universidad (por ejemplo, “la Federación de Estudiantes de la UNAM: FEUNAM”). En seguida, las federaciones de cada universidad crean una “Federación Universitaria” en cada estado de la república (por ejemplo, en el DF, “la Federación Universitaria del DF: FUDEF”). Estas federaciones tendrán dos funciones: hacia dentro de las universidades operan como “organización estudiantil” y, hacia afuera, se articulan con “otros movimientos sociales apartidistas pero políticos” (así dice). Se trata, en resumen, de crear un movimiento estudiantil que sea “catalizador de otros movimientos sociales” para, juntos, obtener por fin la justicia.

¿Por qué los estudiantes? Responde Dussel: porque “los estudiantes tienen la capacidad intelectual, teórica y ética, de poder enfrentar al Estado representativo, y tienen la generosidad reconocida por los adultos que les consagra en el liderazgo, pero, además, los mismos adultos ven en ellos a sus hijas e hijos y por ello los respetan y hasta le dan la autoridad que se han ganado en las calles, con la complicidad amable de sus progenitores que sufren quizá más que los propios jóvenes las injusticias del sistema. Por eso tienen un protagonismo incuestionable que deben saber usar.”

Supongo que los padres estarán muy orondos de mirar a sus hijas e hijos aumentando su –el parecer innata– capacidad intelectual teórica y ética autoridad en las calles, más que en las aulas.

Y supongo que, de formalizarse el nombramiento del Dr. Dussel como rector de una universidad pública, dedicará sus afanes a lograr que sus estudiantes sepan emplear bien ese protagonismo.

Y supongo que, de no formalizarse, continuará haciéndolo de todos modos. Será formidable observar cómo se van organizando las democráticas asambleas para erigir esa fantástica pirámide de activistas estudiantiles que por fin enfrentarán a México con su destino latinoamericano. 

La otra cosa sería ver cómo se relacionan los abundantes CEDs, FEUNAMs y FUDEFs y sus disciplinadas asambleas con la odontología, la veterinaria, la física, la contaduría, la filosofía y, en una de esas, hasta con el derecho constitucional.

Pero eso ya no sería interesante: sería solamente irrelevante. 

 

 

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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