En entregas anteriores me referí a la relación entre el presidente López Obrador (AMLO) y la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas (CONFRATERNICE) que preside el pastor y licenciado Arturo Farela, quien se ostenta como guía espiritual del presidente y quien presume coordinar a 35 millones de fieles. Exagera cifras y reviste a su cargo de un exceso de representatividad, asumiéndose como una suerte de papa evangélico. (Pero el presidente parece creerle. Las estadísticas sobre cómo el voto evangélico favoreció a Bolsonaro en Brasil –uno de cada cuatro votos emitidos– no parecen un dato desdeñable.)
Lo bueno de estos líos con “La Luz del Mundo” y con los evangélicos (no digo que sean lo mismo) han aumentado la discusión en México. Colaboro anotando –de nuevo, sin orden ni concierto– algunas de las notas que fui recogiendo por inmiscuirme en el tema.
CONFRATERNICE reduce el laicismo a la “libertad de creer o no creer” y a que no haya una religión privilegiada por el Estado. AMLO coincide. En una mañanera reciente dijo: “Es muy importante definir qué es el Estado laico. En esencia es que no haya una religión oficial o predilecta, que el Estado no tenga preferencias por ninguna religión.” Pero eso fue todo: ni una palabra sobre la separación de la iglesia (las iglesias) y el Estado que dispone el artículo 130 constitucional.
Por lo pronto, en tanto que AMLO le encarga diversas tareas a CONFRATERNICE, las relacionadas con sus “programas sociales”, está violando el inciso “b” de ese artículo, que dispone que “Las autoridades no intervendrán en la vida interna de las asociaciones religiosas”. AMLO la interviene, supongo, en tanto que ha acordado con CONFRATERNICE la distribución de la Cartilla moral en sus templos y casa por casa, mientras reclutan seguidores; ha negociado la difusión de “palabra de Dios” en el Sistema Penitenciario Federal para enderezar almas perdidas; ha pactado que coadyuve en la educación moral de los “Jóvenes construyendo el futuro” (proyecto al que CONFRATERNICE ofrece sumar 200 mil jóvenes) y les ha otorgado la administración de los cajeros automáticos del Banco del Bienestar (por medio de los cuales el gobierno federal entregará dinero) en las poblaciones aisladas.
El pastor Farela y su iglesia, por su parte, supongo que violan el inciso “e” que ordena que “Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna.”
Reformar moralmente a la sociedad mexicana, imagino, bien vale una constitución. Se trata, como anunció el Pastor Farela en Palacio Nacional, de que “las iglesias puedan ser permisionarios y concesionarios (sic) para la difusión de los principios y valores cristianos y evangélicos”.
A cambio de estos servicios religioso-políticos, CONFRATERNICE espera que el gobierno modifique las leyes que restauran todos los derechos ciudadanos a los ministros de culto; las que modifican el pago de impuestos a las asociaciones religiosas; las que les permitan recibir concesiones de radio y TV. Desde el pasado mes de marzo, por lo menos, estos asuntos ya se discuten en la Secretaría de Gobernación con su titular, Olga Sánchez Cordero.
RESTAURAR ALMAS
En el centro de sus creencias, además del amor al prójimo y todo eso, la idea de la redención parece ocupar un sitio preponderante en la iglesia evangélica. Es una fe de segundas oportunidades, de enderezar el camino y restaurar el orden. En la misma referida reunión en Palacio en febrero, declaró el pastor Farela:
De los 30 millones de cristianos evangélicos la mayoría fuimos adictos a algún tipo de droga o a algún otro tipo de pecado, pero encontramos libertad y perdón en Jesucristo. Lo que queremos es expresarle nuestra felicidad de que va a empezar esta campaña pero también testificarle cómo mediante la fe en Jesucristo encontramos esa libertad, esa salvación, esa restauración.
Ignoro si AMLO consideró necesario restaurarse de algún “pecado”, ni me interesa tampoco. Más interesante es el contagio de la restauración individual con la obsesión por restaurar a la patria, esa Jerusalén pecadora. AMLO es el único presidente que ha predicado en público la necesidad de buscar “el bienestar del alma” (es decir, salvarlas) y ha integrado tal misión en sus planes de gobierno.
EL SACRIFICADO
A AMLO parece atraerle también el aspecto sacrificial de “Jesús Cristo”, como le dice (enfatizando su naturaleza mesiánica). La idea de morir por un ideal le parece irresistible. Un sacrificio que asocia más a las ideas sociales de Cristo que a su teleología; más a la justicia en la tierra que a la “salvación” en el más allá. En 2006 declaró:
[Jesús Cristo es] un gran revolucionario porque enfrentó a los poderosos de su época; por eso lo seguían, lo espiaban. Esto está en los Evangelios, le llamaban alborotador. ¡Bueno, por eso lo crucifican! Él estaba de lado de los humildes, de los pobres. Otros cristianos: Martí, era un gran; el Che. No necesariamente que hayan sido seguidores de Jesús. Ricardo Flores Magón. O sea, ¿por qué? Porque hay una filosofía humanista que es lo que los guía, y estoy hablando de una filosofía, pueden ser ideas. No estamos hablando necesariamente de ideología, que es otra cosa. Es una idea humana fundamental. Entonces, soy también muy respetuoso de las creencias, porque, yo no tengo por qué estar en contra de la fe, de las creencias de la gente, y también soy respetuoso de los libres pensadores, de los agnósticos y de los ateos. Yo estoy planteando la creación de una nueva corriente de pensamiento porque la crisis no solo es material… Hace falta otra cosa.
CONTRA LA DIOSA
Un ingrediente peculiar en México es que lo único más intenso que el tradicional anticatolicismo protestante (anti-Roma, anti-papa, etc.), sea el anti-guadalupanismo. (Cuando AMLO era jefe de gobierno, CONFRATERNICE le tundió por regalar los terrenos de la “Plaza Mariana”). Hay osadía en querer erradicar a la Virgen de Guadalupe de la devoción popular y reencausar ese fervor al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, los varones de la familia; en querer erradicar a la Morenita del Tepeyac hasta del nacionalismo mexicano.
En Tijuana nadie parece haber reparado en que, luego del discurso de Farela, el cura católico Solalinde comenzó el suyo declarando que México “es un espacio bendito y maravilloso bendecido por una gran señora que es la Virgen de Guadalupe”. Proclamaba una creencia de su fe, pero a la vez, poniendo al frente a la Gran Madre, reivindicaba el control católico del territorio anímico nacional. ¿Lo lograrán? Estadísticamente hay cada vez menos católicos y más evangélicos…
JUÁREZ NO DEBIÓ DE MORIR
Contra la mirada escéptica (que mira en la Reforma si acaso que “el feudalismo eclesiástico se hizo laico”, como escribe Octavio Paz), el benemérito es el padre fundador evangelicalista. Los evangélicos organizan una “Marcha de la Fe” para celebrarlo cada 21 de marzo. Desfilan con sus biblias hasta los monumentos laicos que hay en toda población y celebran su decreto de libertad de cultos y su lucha contra los obispos. Les gusta recordar que Juárez dio la bienvenida al estadounidense Henry Riley en 1868, a quien le dijo que “Hubiera sido bueno que el protestantismo conquistara a los indios: estos necesitan una religión que los obligue a leer y no gastar en cirios para los santos”. La primera iglesia bautista en México la abrió en Matamoros el estadounidense James Hickey en 1860. La reforma de Juárez aceleró el proceso: para 1875 ya habían llegado de Estados Unidos los episcopalianos, los cuáqueros, los presbiterianos y los congregacionales. Iniciaban una restauración espiritual con un fervor similar al de los mendicantes católicos que llegaron con los conquistadores.
ALGUNAS LECTURAS
• En The scandal of the evangelical mind, Mark A. Noll explica el intenso antintelectualismo de los evangélicos. Es una iglesia de actos y acción: “el ethos evangélico es activista, populista, pragmático, utilitarista. Permite poco espacio al esfuerzo intelectual de fondo porque está dominado por la urgencia del momento”. Es incapaz de entender la complejidad y tiende a la simplificación intelectual, a oponer la “inspiración” al análisis crítico. Su forma más radical es el creacionismo (nada que ver con Huidobro) cuya teoría es que la Tierra fue creada hace exactamente diez mil años. (Esto me lleva a recordar a Joseph Campbell, quien decía que las religiones son mitología mal entendida…)
Cita Noll a Ronald Numbers y Paul Boyer (de Harvard), que analizan la creciente popularidad entre “cristianos bíblicos” (que es como Farela define a AMLO) de la “radical apocalyptic speculation”, la fascinación con el fin del mundo, como se vio en E.U. con la interpretación apocalíptica durante la guerra del Golfo. Desdeñan la hermenéutica y aun se vanaglorian de su ignorancia: “son incapaces de autocrítica, de sutileza intelectual y de conciencia de la complejidad, tienden a lo apocalíptico y a la ciencia populista.” Lo que importa es el alma: el cerebro es secundario.
Páginas sobre cómo en E.U. fueron, o son, muy poderosos los pastores televisivos, multimillonarios como Jerry Falwell, Oral Roberts, Pat Robertson… El gran jefe fue Billy Graham (1918-2018), consejero espiritual de Richard Nixon, quien acuñó el sentido actual de “iglesia evangélica”: una fe dominical ingenua que genera enormes riquezas que pueden inclinar balanzas electorales y modificar leyes, como cuando lograron que George W. Bush limitara la investigación basada en células de embriones humanos.
El antiintelectualismo evangélico se sustenta en las sagradas escrituras como compendio de sencillez. San Mateo alaba a Jesucristo por poder revelar grandes verdades a los niños sin la intermediación de “sabios” (11:25). San Pablo dice que “Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios” y que no hay mayor sabiduría que la palabra de Cristo. La cita completa (Corintios 1:26):
Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; para que nadie se jacte delante de Dios.
El dogma es que no puede haber nada más sabio ni verdadero que “la palabra de Dios” revelada en la Biblia, que es infalible e incuestionable. Dios hizo al “hombre”, a la naturaleza, al orden –incluyendo el orden social y gubernamental– como reflejo de su propia belleza, armonía y creatividad ordenadas. Dudar intelectualmente, razonar fuera de las Escrituras, es cometer pecado de orgullo.
• Joseph Contreras (Rutgers, 2009) publicó In the shadow of the giant: The americanization of modern Mexico (con una portada, por cierto, idéntica a la de un libro mío). Es muy rico su relato de la historia de la llegada a México de los primeros misioneros estadounidenses en tiempos de Juárez, y luego el contagio de pentecostalismo de los mexicanos exiliados durante la revolución que propagaron al volver a México, como harían luego los braceros. Sostiene que el PRI siempre “disfrutó el apoyo de la minoría evangélica”. Que Moisés Sáenz, el presbiteriano secretario de Educación, se trajo de California a un señor Cameron Townsend a las comunidades indígenas del sur para traducir la Biblia a sus lenguas (¿sería el origen del Instituto Lingüístico de Verano?). Y que todo iba muy bien hasta que Salinas prefirió apoyar a la iglesia católica.
Narra Contreras que el pastor Farela fundó en 2005 una agrupación llamada “Verdad, Integridad, Democracia” diseñada para “movilizar seglares evangélicos interesados en participar activamente en política”. Farela se basa en el libro de los Proverbios, donde el rey Salomón sostiene que “cuando gobierna el justo, el pueblo es feliz”. (Una idea con la que AMLO estaría claramente de acuerdo.) Farela sostiene que el activismo político no es “pecado”, sino que antes bien, “es orden de Dios participar en política para santificarla”. Como AMLO, Farela celebra, como ha hecho AMLO, el cristianismo de E.U.: “Los Estados Unidos se fundaron en la Biblia y creemos que fue buena fortuna que hayan sido conquistados por gente que traía la buena nueva de Dios en vez de por una religión única” (es decir la católica, que tanto molestó a Juárez). Agrega Farela: “En cambio lo que llegó a América Latina no fue la palabra de Dios sino el catolicismo, que es una religión impuesta desde arriba”.
Y en 2009 Farela le profetizó a Contreras que llegaría el día en que un evangélico sería elegido presidente en México…
• Otro libro, Progressive evangelicals and the pursuit of social justice de Brantley W. Gasaway, analiza el aspecto sociopolítico de las iglesias protestantes modernas, sobre todo en E.U. Argumenta que la idea evangélica nodal de nuestros días es que los cristianos deben perseguir no solo una vida íntima perfecta, sino la sociedad perfecta que sea su reflejo. “La labor de la iglesia de Cristo es reformar al mundo, deshacerse de toda clase de pecado”.
• Paul Freston, editor del volumen Evangelical christianity and democracy in Latin America
(Oxford, 2008), aporta algunos datos: la tercera parte de la población mundial es cristiana: 19% católica y 11% protestante. En 2002 el 4% de la población mundial es pentecostalista, y aumenta velozmente. De entrada, pues, el cristianismo ya no es la religión dominante del Occidente “desarrollado”. El cristianismo se organiza “desde abajo” y con gran diversidad en tanto que no gira alrededor de un centro como Roma. “En términos absolutos, el corazón del protestantismo está ahora en el Tercer Mundo (Brasil, Nigeria, Sudáfrica, China y Corea)”. La tendencia al sincretismo cultural favorece el eclesial, que aprovecha bien el evangelicalismo. Una fe pentecostalista que realmente cree en las profecías, en la curación milagrosa, en el don de lenguas y la expulsión de los demonios, es “una entusiasta y muy sobrenaturalista versión del protestantismo”. La iglesia católica, por su parte, está en recesión: no recluta nuevos fieles ni nuevos curas y está plagada de escándalos. En el año 2000, el 12% de los latinoamericanos eran evangélicos: el 15% de los brasileños y el 20% de los guatemaltecos.
Al evangelicalismo y variantes les encanta la cultura migrante, no solo por su capacidad de impregnación cultural, sino porque la idea de ser una iglesia perseguida y discriminada va con su espíritu, en tanto que se identifica con las agresiones contra Cristo. Por todo eso, también, es una iglesia fascinada por la idea del martirologio.
Cree que en Latinoamérica, aunque se llamen evangélicos, están más en sintonía con el pentecostalismo estadounidense. Se trata “no solo de democracia deliberativa, sino liberativa”. El ideólogo podría ser Haynes y su idea de “democracia sustantiva”: disminuir la desigualdad, empoderar por medio del voto a las clases bajas, aumentar la participación ciudadana…
El capítulo de este libro dedicado a México es de Felipe Vázquez Palacios (CIESAS): “Democratic activity and religious practices of evangelicals in Mexico”. Es muy interesante, rico y lleno de información. En 1910 solo el 0.5% de la población es protestante en México, sobre todo en el norte del país y de clase media. Luego de la represión religiosa de los años treintas, el número bajó. Los presbiterianos y metodistas dejaron su sitio a los pentecostales. El TLCAN fortaleció al evangelicalismo por los cambios al artículo 130 y la nueva libertad religiosa. Escribe que los evangélicos suelen apoyar a los políticos anticlericales, liberales y masones, y suelen favorecer al partido en el poder.
Según el censo del 2000, el 5.2% de la población en México es protestante, una presencia de las más débiles en América Latina. El estado con más fieles es Veracruz. Describe una localidad, Mecayapan, en la que el 92% habla náhuatl: en 1970, el 97% era católica; en 2000, el 75% ya era evangélica y solo el 10% católica. “Esto es similar a lo que ocurre en localidades indígenas de Chiapas y Tabasco”. Se les ha discriminado y reprimido, como en Ixmiquilpan. Escribe que los pentecostales llegaron a Veracruz en 1932 y en el año 2000 ya tienen 250 iglesias; las Asambleas de Dios llegaron en 1964 y tienen 250 iglesias. Los neopentecostales llegaron en 1990 y tienen fieles sobre todo entre las clases media y alta.
Explica Vázquez que “el protestantismo es hoy proporcionalmente mayor entre los indios que entre el resto de la población mexicana, algo que se debe más a las iniciativas endógenas que a los misioneros mestizos o extranjeros”. Y menciona que CONFRATERNICE se opuso al zapatismo.
Vázquez propone que para los protestantes en México la oración tiene una función política, y que esta especie de nuevo pentecostalismo va de la mano con ideas de comunidad, voluntarismo y actitudes políticas que lo hacen pensar en Habermas y su teoría de la esfera pública y la acción comunicativa.
• Por último, Jordi Diez en The politics of gay marriage in Latin America, narra que AMLO se opuso al matrimonio gay cuando era jefe de gobierno de la Ciudad de México pues, además de ser un “conservador de izquierda”, necesitaba a los católicos para llegar a la presidencia. Según él, AMLO “se ha opuesto invariablemente a la expansión de los derechos sexuales y reproductivos y se le asocia con las corrientes ideológicas más tradicionales de la izquierda mexicana”. (El largo combate de CONFRATERNICE contra el matrimonio gay, el aborto y la adopción de niños por parejas homoparentales coincide con esto.)
Y así sucesivamente…
Termino con una oración que recogió Vázquez en una comunidad indígena pentecostal en Chiapas (donde en 1997 el 25% de la población era evangélica, según Human Rights America). Habla Yolanda, ama de casa, con ocho años de conversa, quien dice tener don de hablar en lenguas:
Dios, sabemos que estamos viviendo en los tiempos finales y que por esa razón el mal se multiplica. Señor, nos sentimos muy tristes por los males que pesan sobre nuestra sociedad. Así que esta vez te pedimos, en nombre de Jesús Cristo, que cambies esos corazones que contienen injusticia, corrupción, violencia, odio y maldad. ¡Cámbialos! ¡Tú tienes el poder para hacerlo, Señor! Tú nos hiciste perfectos, pero por nuestros pecados y nuestra voluntad caprichosa, por olvidar tu palabra, sufrimos estas consecuencias como seres humanos. ¡Ten piedad, Señor! Ayúdanos a predicar tu palabra y así, poco a poco, a combatir el pecado.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.