Los kumiai (antes diegueños) viven en el sur de California y el norte de Baja Califor-nia (municipios de Tecate y Ensenada) separados por la frontera, que pasa por su cerro sagrado Cuchumá. Son quizá 3,000 (aunque ni la décima parte habla la lengua), y no eran muchos más. Las estimaciones para el siglo xviii varían entre 3,000 y 9,000. La mayor parte vive del otro lado, donde tienen reservaciones y un Kumeyaay Community College. Más que agricultores, son recolectores, cazadores, vaqueros y tejedores de cestas.
El Museo del Hombre de San Diego tiene una exposición permanente sobre los kumiai. Hay vestigios de su presencia en Baja California desde hace 12,000 años: petroglifos y pinturas rupestres con ma- pas astronómicos. Una figura humana con cuernos (El Diablito) marca exactamente el equinoccio de invierno cada año.
Llegaron del norte, como recolectores y cazadores. Fueron costeños, lo cual explica que uno de los significados de kumiai es ‘los que ven el agua desde el acantilado’. El otro es ‘gente’. Son pacíficos y fueron evangelizados en la Nueva España.
Pero el México independiente los despojó de sus tierras y se replegaron a los encinares cercanos a su cerro sagrado. El despojo continúa, tanto de tierras como de yerbas medicinales, en particular salvia.
La salvia divinorum (‘de los adivinos’) es una especie nativa de México, como la salvia hispánica, que llamamos chía. Hay una página de la Wikipedia sobre la salvia divinorum. Explica que es psicoactiva y está prohibida en varios países. Era usada por los chamanes para la adivinación. No es precisamente alucinógena, sino onirógena: induce el estado de sueño, sin perder la conciencia.
Los kumiai la queman en sus ritos para saludar a los espíritus (salud, saludo, ¡salve! y salvia son palabras relacionadas etimológicamente). Además de la salvia, veneran el encino, cuyas bellotas, molidas en molcajete, consumen como atole.
Están emparentados con los cocopa, los kiliwa y otras etnias californianas. Su lengua es parte de la familia yumana. Uno de sus cantos (“El pajarito”) es idéntico a otro de los kiliwa. Cantan y bailan salmodias repetitivas acompañados de maracas (guajes con bellotas de encino).
Sobre los kumiai, hay páginas de la Wikipedia en varios idiomas, videos en YouTube y libros, sobre todo en inglés. En español:
Miguel Olmos Aguilera, Kumiais. Homenaje a Gloria Castañeda Silva, cantante kumiai con disco, México: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2008.
Everardo Garduño, De lugares con historia a historias sin lugar. Geografía simbólica del pueblo kumiai, Phoenix, Arizona: School of Transborder Studies, Arizona State University, 2014.
Entre los videos, hay uno con el testimonio de la anciana Teodora Cuero Robles. Habla español, pero, al final, se pone de pie con solemnidad y hace una declaración en kumiai (con subtítulos en español), salmodiada como si fuera una liturgia. Terminando, se persina:
TESTIMONIO
Aquí en el cerro grande había muchos indios. Todos se acabaron. Nomás quedamos nosotros los kumiai. Nosotros creemos y sabemos lo sagrado que es el cerro. Pero la juventud no cree en la tradición y no sabe escuchar a nosotros los mayores. A otros mexicanos les interesa más la tradición de nosotros. Así como tú me pides que hable porque conozco la historia de nuestros antepasados.
Fuente: Kumiai de Baja California, video de 13 minutos de José Luis Velázquez, Coordinación de Educación Intercultural de la Secretaría de Educación Pública, 2003. Puede verse en YouTube.
OSCURIDAD
Tiña miya
En el oscuro cielo,
en el oscuro cielo,
el tecolote canta.
Canta el tecolote
en la oscuridad.
(Se repite once veces.)
EL PAJARITO
Xakwilmet
Cuántas veces
vino el pajarito y se fue.
Cuántas veces
vino el pajarito y se fue.
Cuántas veces
vino el pajarito.
(Se repite diez veces.)
LA CARGA
Ampaya ampaya
Ya me voy con mi carga,
ya me voy.
Ya me voy con mi carga.
(Se repite doce veces.)
Fuente: Alonso Vidal, Los testimonios de la llamarada. Cantos y poemas indígenas del noroeste de México y de Arizona, Hermosillo: Fondo para la Cultura y las Artes de Sonora, 1997, p. 18.
EL CENZONTLE
Xakwilawa
El cenzontle canta.
El cenzontle canta.
Canta parado en su nido.
(Se repite siete veces.)
Fuente: Música de las fronteras Norte y Sur de México, con disco, Ciudad de México: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2007, p. 43.
INVITACIÓN
Sonana soj honana ni
¡Vengan a bailar!
(Se repite dieciocho veces.)
HOGUERA
Aau kakapa
Baila dando vueltas al fuego.
(Se repite ocho veces.)
ATARDECER
Ña oja may japu
Cuando se mete el sol,
se esconde tras el encino.
(Se repite nueve veces.)
LA MEDIANOCHE
Tina skap
La viejita lloró en la medianoche.
Cantó el pájaro.
Aulló el coyote.
(Se repite siete veces.)
PAJARITO ABANDONADO
Xaa xin kwcth
Llora arriba del sauce
porque lo abandonaron.
(Se repite dieciocho veces.)
LIEBRE
Kunau
La liebre peludita se metió en su cueva.
(Se repite seis veces.)
CANTO EQUIVOCADO
Xakuilawa
Se equivocó el cenzontle
y cantó de noche.
(Se repite tres veces.)
DESDÉN
U mi u mi
El enamorado
jaloneaba a la muchacha,
y ella no le hacía caso.
(Se repite cuatro veces.)
ARRULLO
Jomai ulil
El niño está llorando
y su padre lo arrulla.
(Se repite once veces.)
Fuente: Juan Bernardo Madrid Aldama y Gregorio Guadalupe Montes Castañeda, “Cantos indígenas nativos kumiai” en Cantos, cuentos y juegos indígenas de Baja California, Mexicali: Instituto de Cultura de Baja Ca- lifornia, 2006, pp. 134, 151, 135, 137, 145, 147, 155, 158 y 163.
ATARDECER
Ña ojap mashuña
Al ocultarse el sol,
al ocultarse el sol,
se ven los rayos.
DESPEDIDA
Amj me yawen
Me quiero ir, me quiero ir,
ando buscando la salida.
Me quiero ir.
Fuente: José Luis Sagredo Castillo, V Festival de Música y Danza Indígena, Ciudad de México, 16 al 25 de abril de 1993, dos discos y folleto con transcripciones, p. 11. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.