Un (mal) videojuego en cine

Luis Reséndiz reseña Sucker Punch de Zach Snyder: una película que apenas si califica como tal.
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Que no quede lugar a dudas: Sucker punch no es un filme en forma. Parece una cinta – comparte con los filmes promedio la duración, el hecho de que tiene actores y actrices, director y productores o su estreno en la pantalla grande – pero finalmente no lo es. El último trabajo de Zack Snyder (ajá, a quién se le colgó el título de 'visionario del cine' en el trailer de Watchmen) es más una serie de clips de videojuego en esteroides que una película real.

Snyder parte de un estereotipo para comenzar su trabajo: una niña huérfana (Emily Browning con evidentes síntomas de estreñimiento) en medio de una tormenta eléctrica queda a merced de su malvado padrastro, que busca quedarse con la herencia. Accidentalmente, al tratar de evitar la violación de su pequeña hermana, la chica termina asesinándola. El malvado padrastro, en el colmo del ingenio, la lleva a un manicomio dirigido por un enfermero corrupto, con el que acuerda la pronta lobotomía de la chica.

Lo que sigue a continuación es un derrame de imaginería visual que padece una alarmante carencia de sustancia. Todos sabemos que Zack Snyder es un esteta hábil, un tipo capaz de generar atmósferas barrocas pero convincentes. Lo demostró en300, y en menor medida, en Watchmen.  No obstante, aquí se encuentra en su filme más personal, y lo que exhibe es decepcionante: sin el soporte de un guión adaptado, concebido por autores de narrativa e ingenio superiores (ha adaptado ya a Romero, a Frank Miller, a Alan Moore y Kathryn Lasky), el director pierde el rumbo y se encierra en un laberinto de referencias forzadas.

La cinta avanza torpemente, narrando la historia de Babydoll y sus amigas: 'Blondie', 'Little Pea', 'Rocket'. En un segundo nivel de la realidad, Babydoll convierte al psiquiátrico en un burdel. Las chicas bailan para hombres poderosos. Y el personaje de Browning está bendecido con un don inusual para el baile (o al menos esto es lo que nos dicen, porque nunca vemos el baile de Babydoll). Cuando comienza la música, entra en un trance particular que la sumerge en otro nivel de la realidad (y de alguna ilógica manera, también a sus amigas), donde asumen las identidades de  un grupo de guerreras de diversas habilidades. Esto se convertirá en las 'secuencias de acción', donde es posible encontrar referencias a Captain Sky and the World of Tomorrow, Dead Snow, Kill Bill, Lord of the Rings, Sailor Moon, y principalmente, Assault Girls de Mamoru Oshii.  

 

 

La cinta de Oshii cuenta las hazañas de tres chicas al interior de un videojuego llamado Avalon. Las tres se enfrentan a monstruos gigantescos con armas de grueso calibre, vehículos aéreos y una fuerte dosis de artes marciales. ¿Suena familiar? Por supuesto, pero la estética del filme de Oshii es consecuente con su premisa: estas chicas de asalto viven dentro de un videojuego, y esto es dicho abiertamente. Sucker punch calca la forma de Assault girls y Scott Pilgrim (episodios de peleas al estilo del videojuego, con una trama que las une y justifica), pero sin los toques de humor y autoparodia de su narrativa.

El resultado final es lamentable: un experimento que se nutre de los elementos de la subcultura del cine B, pero sin un toque de humor o ironía (que es lo que hace tremendamente disfrutables a otras exponentes del género como Planet Terror de Rodriguez). El enredo en el que se mete Snyder es tal que termina resolviendo su cinta casi a la fuerza, metiendo con calzador frases dignas del peor filósofo de banqueta. Un cine que se toma demasiado en serio a sí mismo en medio de su vacío y banalidad, incapaz de ser disfrutado. Annalee Newitz, de io9, habla de Sucker Punch como 'un comentario sobre la muerte de la cinematografía'. Quizá exagera, porque el asunto es que el filme de Snyder se apropia de todos los elementos del videojuego (niveles, jefes finales, balas infinitas, fin de los niveles al matar al jefe final) para pretender contar una historia en el cine. No obstante, eso jamás será un filme. Sus mecanismos y fines no son los mismos: es por eso que Sucker Punch no es una película. Fallida, no termina por decidir entre a cuál de sus padres quiere parecerse más, y en el proceso, extravía su identidad totalmente. El último trabajo de Snyder es un videojuego al que no se le encuentra jamás el botón de start.  

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Luis Reséndiz (Coatzacoalcos, 1988) es crítico de cine y ensayista.


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