Hace más de un siglo, Nikola Tesla soñaba con un mundo donde la energía fluyera libremente, como el aire que respiramos: limpia, gratuita e inagotable. Para él, el acceso universal a la electricidad era más que un ideal; era un derecho universal capaz de redefinir el progreso en la civilización humana. Sus visiones parecían entonces propias de un genio incomprendido o de un científico excéntrico cuyas ideas transitaban en el límite entre la realidad y la ficción.
Esa utopía retratada en cómics, novelas de ciencia ficción y películas, donde Tesla es figura recurrente y se le representa como un mago de la electricidad, alguien capaz de canalizar energías misteriosas, un defensor de un futuro idílico, ya no está tan lejos de convertirse en realidad. Recientes descubrimientos han puesto a científicos en todo el mundo más cerca de masificar la fusión nuclear, una tecnología que promete transformar la estructura energética del planeta y llevarnos a una versión del mundo revolucionario que Tesla imaginó.
Algunas empresas se han puesto la meta de desbloquear la fusión nuclear para uso comercial en la próxima década, lo que podría cumplir la tan ansiada promesa de una fuente de energía ilimitada, limpia y segura. De desplegarse a gran escala, esta tecnología representaría un punto de inflexión: ofrecería una fuente de energía abundante y económica, amenazando de manera significativa a la industria de los combustibles fósiles.
La ciencia detrás de la fusión es extraordinariamente compleja, ya que implica recrear en la Tierra la misma reacción nuclear que alimenta a las estrellas. Científicos de todo el mundo han logrado avances notables; los laboratorios del MIT –por citar un ejemplo– han alcanzado temperaturas que duplican las del núcleo solar. Sin embargo, la fusión nuclear implica desafíos importantes y hay voces que dudan que la producción de energía por este medio a escala comercial sea posible algún día.
Según los optimistas, la fusión comercial podría llegar al mercado en menos de una década. Microsoft –por citar otro ejemplo actual– ya ha firmado un acuerdo para comprarle a Helion Energy la energía generada por la planta de fusión nuclear que, asegura la empresa, estará en funcionamiento en 2028. Con el crecimiento de la demanda energética impulsado por gigantescos centros de datos necesarios para el desarrollo de la IA, y a medida que los mayores consumidores de energía del mundo comiencen a construir reactores en los próximos años, estos avances generarían un cambio sistémico en la industria global de energía.
Es probable que pasen décadas antes de que suficientes países construyan la cantidad de reactores necesaria para ocupar una parte significativa de la producción energética proveniente de combustibles fósiles. Sin embargo, en el mejor escenario, la seguridad y accesibilidad de la fusión la convertirían en una fuente de energía competitiva, capaz de amenazar la supremacía de los hidrocarburos.
Al igual que la fusión nuclear, la idea de “cosechar” energía solar en el espacio mediante celdas solares ha sido vista durante mucho tiempo como una tecnología futurista, distante de la realidad. Sin embargo, especialistas indican que su implementación podría estar apenas a un par de décadas de convertirse en una realidad tangible.
La idea de capturar energía solar en el espacio y transmitirla a la Tierra puede parecer una idea chiflada, digna de un villano histriónico protagonista de una película de James Bond. Sin embargo, ya existe una compañía que busca materializar esta visión. Aetherflux propone comenzar en la órbita terrestre baja, a unos 500 km sobre la superficie. Su primer paso será el lanzamiento de un satélite capaz de generar aproximadamente 1 kilovatio de energía, la cual se transmitirá mediante un láser infrarrojo hacia una estación receptora móvil en la Tierra. Este proceso experimental será crucial para probar la viabilidad de capturar, convertir y transmitir energía solar desde el espacio.
Si los resultados son positivos, el siguiente paso será construir una constelación de satélites, lo cual permitiría una transmisión continua de energía en cantidades cada vez mayores. Con esto, Aetherflux apunta a aplicaciones en zonas remotas, áreas de desastres y operaciones fuera de la red, y podría sentar las bases para ofrecer energía renovable en contextos complejos como el transporte marítimo y la generación de electricidad en zonas donde las fuentes terrestres son intermitentes o inexistentes.
Otro increíble botón de muestra está en Bélgica, que está llevando la energía renovable a un nuevo horizonte con la construcción de una isla artificial en el Mar del Norte, diseñada para integrar energía eólica y marina en su red eléctrica. La isla, llamada Princesa Elisabeth y situada a 45 kilómetros de la costa, estará en operación para 2027 y generará suficiente electricidad limpia para abastecer a más de tres millones de hogares. Además de su función como generadora de energía, actuará como un centro de intercambio energético europeo, con líneas de transmisión híbridas que facilitarán flujos bidireccionales de electricidad renovable entre países. Este proyecto es clave en el plan europeo para reducir la dependencia de los combustibles fósiles provenientes de Rusia.
En esta transición, las baterías están desempeñando un rol revolucionario. Las baterías con celdas de estado sólido, una tecnología emergente y radical, ya están llegando al mercado. Reemplazan el electrolito líquido tradicional por uno sólido, lo que permite ventajas como una mayor densidad energética, menor costo y menor peso. Un futuro con baterías de estado sólido es posible a corto plazo. Con materiales avanzados como el silicio de alta densidad, estas baterías permitirán a los vehículos eléctricos recorrer miles de kilómetros con una sola carga, o recargarse en apenas minutos. Empresas como Factorial y QuantumScape, por citar dos ejemplos, están a punto de superar los límites de las baterías actuales, transformando no solo el transporte, sino el almacenamiento energético en el hogar, las empresas y las ciudades. Las nuevas generaciones de baterías podrían cambiarlo todo, permitiendo una red de energía descentralizada, capaz de almacenar y distribuir la electricidad de forma autónoma, incluso en lugares remotos.
¿Podrán estas tecnologías acabar con nuestra dependencia de los combustibles fósiles? ¿Cambiará la economía global cuando la energía deje de ser un recurso escaso? ¿Estamos listos para un mundo en el que la energía fluya de manera inagotable, redefiniendo nuestras ciudades, industrias y estilo de vida? Las respuestas a estas preguntas parecen estar cada vez más cerca, en un futuro que, en la vida de Nikola Tesla, parecía un sueño inalcanzable
P.D. Mientras el mundo avanza hacia las energías limpias, el gobierno de México ha optado por construir una refinería con un enorme sobrecosto. Este proyecto, además de no ser rentable, refuerza la dependencia de los combustibles fósiles en lugar de alinearse con la transición energética global. Un recordatorio de que, mientras algunos países miran al futuro, otros parecen quedarse atrapados en la ineficiencia del pasado remoto. ~
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es abogado y analista político. Fundador de News Sensei, una newsletter diaria sobre innovación, tendencias, recomendaciones bursátiles y futurología.