Tomer Strolight nunca había creído en Dios, pero en 2013 descubrió el bitcoin.
Inmediatamente quedó fascinado. “Cuanto más lo estudiaba, más me daba cuenta de que es un sistema incorruptible”, dice, “un sistema que tiene integrada la justicia a través de las matemáticas y la verdad”. Y cuanto más aprendió sobre el bitcoin, más se convenció Strolight –un hombre de 52 años que vive en Toronto y que ahora trabaja como educador de bitcoin– de que la primera criptomoneda del mundo no fue solamente obra del hombre. “Esto es el genio de Dios”, afirma.
Es por eso que hace poco, un día de primavera en Miami, Strolight decidió bautizarse. Cuando se puso el sol, se zambulló en las cálidas aguas de South Beach. Patrick Melder, antiguo cirujano de oído, nariz y garganta, y cristiano evangélico de Atlanta, se metió con él al océano. Mirando a la playa y hacia una multitud de espectadores, Melder, de 54 años, colocó una mano detrás de la espalda de Strolight, otra sobre su pecho y lo sumergió en el agua. Strolight estaba nervioso. Más tarde me dijo que en ese momento se cuestionó si sentía dudas.
Mientras Strolight cuestionaba sus creencias por última vez, Melder lo sumió en el agua salada del mar. “Ahora te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” entonó con un sutil acento sureño. Luego sacó a Strolight del agua, se abrazaron y los espectadores en la playa aplaudieron. La fe de Strolight en Cristo fue reafirmada. A través del bitcoin había encontrado a Dios.
Ese mismo día, Strolight participó en un panel de conversos que habían encontrado a Cristo a través de las criptomonedas. Ese panel fue parte de Thank God for Bitcoin (Gracias a Dios por el bitcoin), la primera conferencia anual de cristianos adeptos al bitcoin, entre cuyos participantes estuvieron un prolífico escritor sobre bitcoin con más de 300 mil seguidores en Twitter, el fundador de la ahora famosa Bitcoin Beach en El Salvador y, Tim Tebow, un devoto evangélico y exfutbolista profesional. Los autores del libro Thank God for Bitcoin organizaron la conferencia.
Dado que el precio de bitcoin se ha desplomado más de 40 mil dólares en el último año, en algunos casos más del 70 por ciento de lo que llegó a valer en su punto máximo, algunos han profetizado la muerte de las criptomonedas. Quizás no haya mejor refutación a estas predicciones de criptocalipsis que esta secta de bitcoiners cristianos, cuya criptoconvicción hace eco de una fe religiosa inquebrantable.
“Adoptar el bitcoin se convierte en una convicción” escribe Melder, quien bautizó a Strolight, en el libro The Christian case for Bitcoin, que escribió y publicó él mismo. “Una convicción basada en la verdad y en los hechos. Y al igual que nuestra fe, la convicción nos sostendrá en tiempos de volatilidad o duda”.
Para Joseph Laycock, profesor de Estudios Religiosos de la Texas State University que recientemente escribió sobre el Bitcoin y la religión, el surgimiento de una comunidad cristiana de bitcoin no es sorprendente. “En Estados Unidos tenemos versiones cristianas de todo”, dice en entrevista y agrega: “Tenemos pelotas de golf cristianas además de pelotas de golf normales. Tenemos álbumes de rap cristianos además de álbumes de rap normales”.
Sin embargo, Laycock sugiere que la unión del bitcoin y el cristianismo no es una mera coincidencia. Él ve similitudes entre la creencia en ese medio de intercambio y una “vertiente paranoica del evangelismo estadounidense” que percibe el mundo como una batalla entre el bien y el mal. Los devotos de bitcoin también creen que la criptomoneda es “dinero bueno“, una corrección necesaria de un corrupto sistema monetario internacional.
Y Laycock también identifica una resonancia entre el bitcoin y el “evangelio de la prosperidad”, un movimiento cristiano que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial, cuyos predicadores argumentan que Jesús quiere que su rebaño sea rico. Del mismo modo, los evangelistas de bitcoin como Patrick Melder argumentan que este mejorará la situación de sus compradores y los ayudará a vencer la inflación. “En un futuro no muy lejano”, escribe, “aquellos que adquirieron bitcoin desde el principio serán inmensamente ricos”.
Melder, quien se describe a sí mismo como un evangélico con una “inclinación fundamentalista”, supo por primera vez del bitcoin en 2018. Luego cayó en el “proverbial agujero de conejo”, una expresión común que usan los bitcoiners para describir su conversión de personas normales a devotos de las criptomonedas.
Melder comenzó a creer tan firmemente en el poder de esta criptomoneda que decidió difundir su evangelio en el extranjero. Durante años, él y su familia habían viajado a Panajachel, Guatemala, un pueblo frente al lago, popular entre los turistas, para organizar un campamento de arte para estudiantes de una pequeña escuela cristiana. Una vez que se convirtió en un bitcoiner devoto reflexionó sobre cómo la criptomoneda podría ayudar a la escuela y a la comunidad en torno de esta.
Por esa época, Bitcoin Beach, una iniciativa en El Salvador liderada por otro cristiano evangélico estadounidense, alcanzó fama mundial. El proyecto, financiado por un donante anónimo, tenía como objetivo crear una “economía circular de bitcoin” (es decir, un mercado donde se compra o vende exclusivamente con criptomonedas) en la pequeña ciudad costera de El Zonte. Bitcoin Beach llamó la atención y, en 2021 cuando el presidente de El Salvador anunció que el país se convertiría en el primero del mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal, citó el pequeño pueblo como inspiración.
El aparente éxito de Bitcoin Beach dio validez a la creencia de Melder en cuanto al poder de la criptomoneda para ayudar a los pobres. A partir del otoño de 2021 viajó varias veces a Panajachel para establecer una economía circular de criptomonedas. En un proyecto que ha denominado Bitcoin Lake, Melder imparte clases sobre bitcoin a los niños, convence a los propietarios de negocios locales para que lo acepten como pago e invita al municipio a utilizar energía renovable para extraer la criptomoneda. “El bitcoin brinda una solución en la que le das a la persona la capacidad de ser libre para tomar sus propias decisiones, de no ser esclavizado por la corrupción”, dice.
Melder también cree que el bitcoin tiene “todas los elementos de la religión”, algo que ya han señalado otros comentaristas. Hay un profeta, Satoshi Nakamoto, que es el todavía anónimo fundador del bitcoin. Hay un texto sagrado, el libro blanco de Nakamoto, el primer modelo publicado para la criptomoneda. Y hay un día festivo, el Bitcoin Pizza Day, que celebra la primera vez que alguien usó bitcoin para comprar algo (en este caso, dos pizzas grandes).
Hay incluso una autoproclamada Iglesia del bitcoin, una pequeña comunidad en línea establecida por Henry Romp, un desarrollador de software de 30 años que vive en Middlebury, Vermont. Algunas veces, Romp da sermones en Twitter en los cuales lee el famoso libro blanco de Nakamoto de 2008. Su casa en Vermont tiene el logotipo de la Iglesia del bitcoin en la puerta de entrada y una biblioteca de libros sobre bitcoin que le da a los criptocuriosos. “Considero que cuando Satoshi Nakamoto creó el bitcoin, tuvo inspiración divina “, dice, “que un Dios benevolente de algún tipo lo envió a él o le envió la idea”.
Al igual que Strolight y Melder, Romp es cristiano. Sin embargo, rápidamente insiste en aclarar que la Iglesia del bitcoin no es cristiana y es lo suficientemente amplia en su interpretación de la divinidad del bitcoin para incluir a personas de otras religiones. Asistió a la conferencia Thank God for Bitcoin en Miami a principios de este año. Como su fe en Dios, su fe en el Bitcoin es inquebrantable. “No me preocupa la caída actual”, afirma, y señala que el precio de la criptomoneda se ha desplomado muchas veces antes.
De hecho, Romp no prevé un futuro en el que bitcoin esté muerto o en el que su valor sea prácticamente nulo. “Yo y literalmente miles y miles de personas creemos en el bitcoin y siempre estaremos dispuestos a pagar por más bitcoin”, dice. “Mientras yo esté vivo, su valor nunca podrá llegar a cero porque siempre pagaré algo”.
La creencia inquebrantable de Romp, Melder y Strolight en medio del reciente colapso de las criptomonedas es algo familiar para los estudiosos de las religiones. Varios profesores de religión señalan el conocido libro When profecy fails, que detalla cómo los fieles refuerzan sus creencias cuando, por ejemplo, Cristo no viene en la fecha prevista. “Algunas personas perderán la fe y seguirán adelante con sus vidas” dice Catherine Wessinger, profesora de Historia de las Religiones en la Universidad Loyola de Nueva Orleans, que se especializa en nuevos movimientos religiosos. “Pero personas seguirán creyendo en la profecía, la reinterpretarán y simplemente reforzarán su fe”.
Quizás una parte del proceso de fortalecer la fe es desarrollar nuevos rituales para refrendar ante el mundo las creencias propias. Al preguntarle a Melder qué diría si estuviera bautizando a un nuevo bitcoiner devoto en las cálidas aguas de South Beach, el evangélico improvisó: “¿crees en el bitcoin como la única verdadera moneda?” dijo, riendo. “Ahora te alzo para vivir una nueva vida bajo los preceptos del bitcoin”.
Este artículo es publicado gracias a la colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America, y Arizona State University.
es un escritor radicado en Queens, Nueva York. Actualmente estudia una maestría en Periodismo y Relaciones Internacionales en la NYU.