Pocas pelรญculas mรกs engaรฑosas que Rain Man, de Barry Levinson. Ganadora de cuatro รscares en 1988, la cinta reviviรณ la carrera de Dustin Hoffman y cimentรณ aรบn mรกs la reputaciรณn de estrella de cine de Tom Cruise. A primera vista, Rain Man luce por la simpleza de su argumento: una road movie acerca de dos hermanos que no solo no se conocen sino que parecen, a primera vista, polos opuestos. Charlie Babbit (Cruise) es un vendedor de coches que vive para hacer dinero. Un dรญa, antes de emprender un viaje con su novia (Valeria Golino), Charlie se entera de que su padre, al que no ha visto en mรกs de diez aรฑos, ha muerto. Sin embargo, el testamento no lo nombra a รฉl como el destinatario de la cuantiosa fortuna del Sr. Babbit. El dinero estรก destinado a una persona que Charlie no conoce, pero que pronto rastrea: su hermano Raymond (Hoffman), casi veinte aรฑos mayor que รฉl, autista. Con el afรกn de apoderarse de la fortuna de su padre, Charlie rapta a Raymond y atraviesa gran parte de Estados Unidos con รฉl. Lo que empieza como una treta para saldar viejas cuentas con su fallecido padre se convierte en una odisea en la que la vida de un hermano le cambia la vida al otro.
Al premiar a Dustin Hoffman como mejor actor, la academia norteamericana reflejรณ el error comรบn que comete aquel que ve Rain Man por primera vez: pensar que la historia gira en torno a Raymond; que es el hermano autista el verdadero protagรณnico de la cinta. Es ahรญ donde opera la naturaleza engaรฑosa de la pelรญcula de Levinson: en dirigir la atenciรณn del pรบblico a la brillante y barroca actuaciรณn de Hoffman en vez de a la interpretaciรณn elegante y sutil de Cruise, que jamรกs ha vuelto a dar una actuaciรณn de este calibre. El verdadero protagonista de Rain Man es Charlie: niรฑo congelado en el cuerpo de un hombre adusto, de emociones limitadas, de resentimientos de larga zancada.
No es coincidencia que Levinson haya escogido el autismo como la enfermedad de la que sufre Raymond. La caracterรญstica principal del autista es su apego, casi militar, a la rutina: su incapacidad para variar, para probar cosas nuevas, para relacionarse con lo que lo rodea de manera diferente. Mรกs que opuestos, Raymond y Charlie empiezan la cinta como autรฉnticos gemelos. Ambos son autistas de una manera u otra. Mientras que uno enloquece si cena algo diferente a un pudรญn de tapioca, el otro no puede ver la vida a travรฉs de un tamiz diferente al de un signo de dรณlares. El genio de la cinta de Levinson es que solo uno de ellos puede cambiar. Solo uno de ellos debe cambiar. Es ahรญ, despuรฉs de esa conclusiรณn, que Rain Man devela su significado escondido. Mรกs que una road movie fraternal, la cinta nos embarca en el viaje paradรณjico de Charlie: un hombre que finalmente aprende a querer cuando entra en contacto, no solo con su hermano, sino con un hombre que estรก genรฉticamente incapacitado para el cambio.
Quizรกs el mayor logro de Levinson es su reticencia frente al melodrama. Despuรฉs de todo esta es una pelรญcula de Hollywood estelarizada por el actor que, una dรฉcada despuรฉs, nos darรญa personajes como Jerry Maguire (creados con el รบnico propรณsito de alcanzar una redenciรณn casi apoteรณsica). Vรฉase, entonces, la secuencia en la que Raymond y Charlie bailan frente al ventanal de su cuarto de hotel en Las Vegas. Cรณmo se antoja que ese encuentro acabe en un abrazo fraternal y cรกlido. Y, sin embargo, Levinson tuerce las expectativas del espectador y nos da un instante incรณmodo en el que Raymond rechaza el tacto de su hermano. Queda claro: si esperamos que Raymond milagrosamente deje de ser autista, si esperamos que pueda ver a Charlie con el mismo cariรฑo con el que el vendedor de coches ha aprendido a verlo a รฉl, estamos encarrilados hacia una decepciรณn mayรบscula. Rain Man no es una cinta de respuestas cรณmodas, de finales felices. Es, en el fondo, una cinta que explora rincones luminosos abordando a sus personajes sin un resquicio de pensamiento mรกgico. Raymond jamรกs serรก distinto. Por lo tanto, nos basta ver a Charlie, sintiendo por primera vez el dolor de esa despedida en el andรฉn, despojรกndose de su disfraz de cรญnico. Cambiando.
– David Andreu