The Lovely Bones

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Desde antes de que realizara la exitosa trilogía de The Lord of the Rings(2001-2003) o su romántica versión de King Kong (2005), Peter Jackson ya ocupaba un lugar importante entre los geeks cinéfilos, esto gracias a dos películas de manufactura independiente, irreverente y gore: Bad Taste (1987) y Meet the Feebles (1989), platillos recurrentes en cualquier menú cinematográfico de culto.

Bad Taste fue filmada durante cuatro años usando sólo los fines de semana como días de rodaje, y financiada completamente por el director, características que hablaban de un cineasta dispuesto a arriesgarse por su arte. Meet the Feebles deslumbró y calló más de una boca por su crudeza y desfachatez. La figura de Jackson era la de un director que, antes que cualquier otra cosa, estaría al servicio de sus historias y sus personajes, un cineasta que no se doblegaría ante peticiones de los grandes estudios.

Después filmó las menores, pero no por eso menos personales, Dead Alive (1992) y The Frighteners (1996) —originalmente solicitada por Robert Zemeckis para un capítulo de Tales from the Crypt— pero entre estas dos rodó la que será recordada como su obra maestra: Heavenly Creatures, la historia verdadera de la amistad lésbica entre Pauline Parker (Melanie Lynskey antes de ser la amante intensa de Charlie en Two & Half Men) y Juliet Hulme (Kate Winslet, que muestra grandes tablas desde el principio de su carrera), quienes envueltas en su propio mundo de fantasía y desenfreno (explotando en estas escenas los primeros vestigios del emporio de los efectos especiales Weta Digital) deciden matar a la madre de Pauline cuando esta amenaza con separarlas al percatarse hacía donde se dirige la relación.

En Heavenly Creatures, Peter Jackson tuvo las agallas para contar la historia como era necesario, sin sacarle a los tabúes sexuales que esta contenía —presentado sin pudores la escena sexual (no explícita) donde Pauline tiene las primeras visiones de su mundo fantástico y mostrando también desde la infidelidad de la madre de Juliet al asesinato brutal de la madre de Pauline. En suma, Heavenly Creatures es el trabajo de un director que le es fiel a su material, que no protege a sus personajes ni a la audiencia.

Adaptando la larguísima saga de The Lord of the Rings, Peter Jackson (y su inseparable equipo de escritores Fran Walsh –su esposa- y Phillipa Boyens) hizo un trabajo por demás decoroso. Sí, algunos detalles de la tercia de libros de J.R.R. Tolkien quedaron fuera —incluyendo el gran capítulo de Tom Bombadil—, pero los 682 minutos de duración de la trilogía completa (en su versión extendida), le hacen justicia a los libros y a sus personajes.

Desgraciadamente, The Lovely Bones es otra cosa: una cinta difusa y acartonada, lejos, muy lejos de ser el companion piece de Heavenly Creatures.

La razón esencial por la que The Lovely Bones falla es, precisamente, por cómo difiere del resto de la filmografía de Jackson. A diferencia de cómo contó la historia de Heavenly Creatures, aquí Jackson omite el alma de la historia, el núcleo de sus personajes y el horror que el crimen central significa, con el –sospecho- único afán de conseguir una clasificación PG-13 (una B en el sistema mexicano). Siendo esta una característica que comparte con su nuevo colega, Steven Spielberg, de un tiempo para acá tan políticamente correcto.

Para ejemplo de lo taimado que se ha vuelto Jackson basta un botón: La violación sexual y ultraje del cuerpo de Susie Salmon era imperativa para entender el dolor del “alma” de la víctima, y, sin embargo, la cinta del neozelandés omite estos detalles; el affaire entre Abigail (la mamá) y Len (el detective) era también necesario, así como las dos estadías en el hospital de Jack (el papá), la inclusión del personaje de la mamá de Ray (el enamorado) y la bisexualidad de Ruth Connors (la chica dark). Todos estos temas, presentes en el libro, desaparecen en la cinta.

En pocas palabras, uno de los reyes del gore y la tripa fílmica, eliminó la verdad dolorosa pero palpable de su nueva película.

La decisión de no mostrar a la menor siendo violada y obligada a decirle a su atacante que lo ama (por más crudo que esto fuera) presupone que la audiencia adolece de visión puritana y estómago débil. Es, además, una decisión que parece haber sido pactada frente a un mercadólogo de estudio: bajemos la cuota de violencia y más gente vendrá al cine.

La situación del affaire Detective/Mamá, casi a manera de transferencia Terapeuta/Paciente, es parte fundamental del libro. Nos ayuda a entender el egoísmo y personalidad hedonista de la madre y lo inadecuada que se siente como tal. Aquí Rachel Weisz (más insípida que nunca) interpreta a una casi abnegada joven-señora que no tiene otra motivación en la vida más que su familia, lo cual se derrumba con la desaparición de Susie. Así que cuando decide huir parece más un berrinche pueril (sin justificación en el arco dramático del personaje) que un acto de introspección y búsqueda propia.

La nunca mencionada (ni siquiera sugerida) bisexualidad de Ruth Connors es la estocada final a la cobardía del otrora osado Peter Jackson: no confrontar ningún tema incómodo para no alterar las buenas costumbres. Y es difícil no concluir que el Jackson de Heavenly Creatures no le habría dado la media vuelta a esta temática.

Lástima, el texto de Sebold daba tela suficiente para confeccionar una obra de la misma calidad y honestidad que Heavenly Creatures, cruda y desafiante, filmada con la misma urgencia –el mismo cariño- con el que filmó su versión de Kong. Sin embargo, parece que al final del día todos los artistas tienen un precio y a Jackson le llegaron al suyo. Después de todo, que Spielberg sea tu productor no suena nada mal para un director que filmaba los fines de semana y hacía sus propios prostéticos en la cocina de su mamá.

-Joseduardo Giordano

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