Cultura condensada

Un recorrido semanal por noticias, polémicas y hechos curiosos del mundo de la cultura.
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Cuando la historia y la ficción se encuentran

El último éxito de HBO –tras la controversial última temporada de Game of Thrones–,es Chernobyl, una serie que retoma un hecho histórico para ofrecer el punto de vista de las víctimas. En términos de producción, Chernobyl ofrece una recreación fidedigna de los lugares y personajes involucrados en el desastre nuclear. Sin embargo, han surgido algunas críticas sobre el manejo de los hechos históricos con la finalidad de favorecer el dramatismo, desarrollar los arcos heroicos de los personajes y mantener la expectativa de los espectadores. A tal grado que Vladimir Putin desea que una cadena rusa produzca su versión de los hechos

Chernobyl es una coproducción británica y estadounidense, lo cual explica que los personajes hablen en inglés y no ruso. Además, a diferencia de hechos históricos sobre los cuales sobreviven archivos y obras culturales numerosos y extensos,  el gobierno soviético destruyó los expedientes sobre el desastre nuclear de Chernobyl y permaneció en silencio durante muchos años. Ni siquiera los medios locales estaban al tanto de lo que había sucedido y los medios extranjeros compartieron la noticia con ciertas imprecisiones, como que la explosión había provocado una nube radioactiva sobre toda Europa. 

En el campo literario, el único texto que ha abordado la explosión de la planta es el libro de Svetlana Alexiévich, Voces de Chernóbil, para el cual la autora recuperó a lo largo de diez años los testimonios de más de quinientos sobrevivientes y testigos del desastre. 

A pesar de la extensiva búsqueda de información que realizaron los guionistas de la serie, quedaron algunas lagunas que narrativamente debían resolver. Ante esto, ¿cómo construir una historia exitosa para la televisión que no pierda de vista su referente histórico? La solución fue la ficcionalización. Pero para Masha Gessen, quizá esto no fue algo bueno. 

Como analiza Gessen, los realizadores fueron sumamente cuidadosos en reproducir la vestimenta y los comportamientos de los ciudadanos del régimen soviético, pero cometieron algunas imprecisiones, como no distinguir entre las clases sociales o no describir el manejo del poder al interior de la Unión Soviética. Su principal falla fue que en un intento por hacer la distinción entre héroes y villanos, la tragedia se resume a una película hollywoodense de desastres donde al final el culpable fue “el sistema”. 

Se suele pensar que la historia y ficción son términos antitéticos, bajo el supuesto de que la primera tiene que presentar una verdad y la segunda corresponde al orden de lo imaginado o supuesto. Pero ambas comparten estrategias narrativas que les permiten presentar, cada una a su manera, la realidad. Finalmente, cabría recordar el postulado de Hayden White: “La distinción más antigua entre ficción e historia […] debe dar lugar al reconocimiento de que solo podemos conocer lo real al contrastarlo o compararlo con lo imaginable”. 

 

La precariedad laboral en el mundo editorial

Esta semana, la traductora Ana Flecha denunció en redes sociales que Lince Ediciones, perteneciente al grupo editorial Malpaso, no le había pagado tres trabajos que realizó en 2017. La discusión se viralizó cuando el presidente de Malpaso, Bernardo Domínguez, la llamó “ridícula” por exigir el pago de 4 mil euros. A manera de apoyo, traductores de diferentes países se sumaron a una campaña para exigir que las editoriales cumplan con los contratos. Más tarde, Malpaso emitió un comunicado para aclarar la situación y comprometerse a saldar sus pagos retrasados. 

Los freelance o empleados independientes ofrecen sus servicios profesionales pero carecen de un sueldo fijo y de prestaciones. Muchos de los trabajadores de la industria editorial, como los traductores y correctores, se sitúan en este régimen. La falta de pagos es una muestra de la precariedad laboral, es decir, de la presencia masiva de contratos temporales con una baja remuneración que actualmente existe en el sector editorial.

Esto no es un fenómeno reciente. Un estudio realizado entre 2011 y 2012 por las investigadoras Kristin Carls y Emiliana Armano, en conjunto con la periodista Cristina Morini, reveló que a pesar de que el periodismo y el trabajo editorial son considerados sectores creativos, sus trabajadores experimentan una alta inseguridad laboral. Al analizar la experiencia profesional de once periodistas y editores italianos, llegaron a la conclusión de que aquellos que tenían más años dentro del mundo editorial gozaban de mejores salarios y contratos, mientras que los más jóvenes se enfrentaban a la explotación laboral y sueldos bajos, lo que provocaba altos niveles de frustración. 

En nuestro país, los salarios de los profesionales del libro no son los más altos. De acuerdo con una estadística del Instituto Mexicano para la Competitividad, el 99.1% de las personas que estudiaron letras están empleadas, pero 34.6% trabajan en el sector informal. La mayoría se dedican a los servicios educativos y solo 2.7% labora en servicios culturales. Por otro lado, el 2% trabaja sin remuneración, mientras que el 14.2% trabaja por su cuenta. El sueldo mensual promedio es de 9 mil pesos. 

En algunos países han surgido iniciativas para obligar a las empresas culturales y editoriales a pagar puntualmente sueldos justos a sus colaboradores. Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana, tras los resultados de una encuesta que revelaba que los periodistas freelance ganaban entre 500 y 1000 euros mensuales, se publicó un manual con obligaciones y derechos para empleadores y trabajadores freelance. Y en el Reino Unido, algunas casas editoriales, como HarperCollins y Verso, firmaron acuerdos para pagar a todos sus colabores, incluidos los internos y becarios, sueldos superiores al salario mínimo. 

 

Adiós a Dr. John

Fgura clave de la música de Nueva Orleans, Dr. John, falleció el pasado 6 de junio a causa de un infarto. 

Malcolm John Rebennack Jr. escribió su primera canción a los 14 años e inició su carrera poco después en los bares de su natal Nueva Orleans. La cultura vudú influyó en su carrera musical. Rebennack descubrió que un familiar lejano fue arrestado junto con un príncipe senegalés llamado John Montanet, o Dr. John, por realizar una operación vudú en un prostíbulo en el siglo XIX. Antes de lanzar su primer disco a los 30 años, decidió transformarse en Dr. John Creaux The Night Tripper. A partir de entonces empezó a vestir de manera estrafalaria con cuentas, collares, plumas y un sombrero de copa, a la manera de los carnavales de Mardi Gras. Su primer disco, Gris-Gris, lleva el mismo nombre que los amuletos que Montanet vendía. 

Más allá de su apariencia física, Dr. John inauguró un nuevo estilo musical que mezclaba al R&B, rock, jazz y funk con cantos vudús y frases en creole. Su música no sonaba como nada que se estuviera produciendo en la década de los 60. Para Alexis Petridis, crítico musical de The Guardian, su música “presumía una síntesis innovadora, brillante y en ocasiones desconcertante de las tradiciones musicales de Nueva Orleans hecha por un hombre impregnado tanto de la cultura de la ciudad como del lado más oscuro de la vida”. En entrevista a El País, Dr. John en 2014 confesó: “Me encanta abordar cualquier estilo y sentirme libre y relajado”. Uno de sus temas más famosos es “Right Place, Wrong Time”. 

Su inspiración traspasó el mundo musical. Jim Henson, creador de los Muppets, diseñó a Dr. Teeth, pianista de la banda Electric Mayhem donde Animal tocaba la batería, basándose en él. Fue el primer artista en recibir un Blues Music Award y en seis ocasiones se ganó el premio Grammy. Entre sus colaboraciones musicales destacan las que realizó con Frank Zappa, Sonny & Cher, Van Morrison, B.B King y Aretha Franklin.  

A través de redes sociales, algunos músicos se despidieron del pianista, guitarrista, cantante, actor y compositor. John Fogerty tuiteó que la música y legado de Dr. John estarán por siempre grabados en su alma y Ringo Starr deseó amor y paz a su familia. 

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estudió literatura latinoamericana en la Universidad Iberoamericana, es editora y swiftie.


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