A fines del año pasado nos enteramos de que en 2021 el gobierno conmemoraría, además del quinto centenario de la caída de Tenochtitlan en 1521, el bicentenario de la Independencia de México en 1821 y el centenario de la Secretaría de Educación Pública, también el séptimo centenario de la fundación de la Ciudad de México, en 1321. El agregado de esta última celebración causó desconcierto, porque no se sabía de la supuesta fecha fundacional.
De hecho, el asunto había sido debidamente tratado, porque, en respuesta a una petición de las autoridades de la Ciudad de México, el INAH organizó el lunes 23 de septiembre de 2019, en el Museo del Templo Mayor, un simposio dedicado a la cuestión de la fecha de la fundación de la Ciudad de México. En él, presentaron ponencias varios investigadores de la UNAM –María Castañeda de la Paz, Patrick Johansson y Federico Navarrete–, del INAH –Luis Barjau, Eduardo Matos Moctezuma, Rafael Tena y yo mismo– y el propio director del INAH, Diego Prieto.
El historiador y nahuatlato Rafael Tena resumió que son escasas las fuentes que dan una fecha, nahua o cristiana, de la fundación. Los manuscritos en náhuatl (y en español) que nos llegaron a través de Domingo Chimalpahin (incluyendo la Crónica Mexicáyotl de don Hernando de Alvarado Tezozómoc) coinciden en la fecha 2 Calli, 1325, lo mismo que los Anales de Tlatelolco y un glifo en el Códice Mendocino, cuyo texto da como fecha el año anterior, 1 Técpatl, 1324. El Códice Mexicanus, agregó María Castañeda de la Paz, también da la fecha de 1325. Pero los Anales de Cuauhtitlan dan 8 Tochtli, que es 1318, y el Códice Aubin da la fecha 2 Técpatl, que es 1312 o más bien 1364, si se acepta la corrección a las correspondencias de fechas del Códíce Aubin que propuso Tena, al advertir un salto en el texto. Ninguna fuente, por lo demás, precisa el mes ni el día.
((Rafael Tena, por cierto, quien resumió estas fechas, lo hizo casi enteramente con textos en náhuatl que él mismo tradujo y editó (salvo el Códice Mendocino). Son muy valiosas sus ediciones bilingües con aparato crítico de las Ocho relaciones y el Memorial de Colhuacan de Chimalpahin, de su Diario, de sus Crónicas, incluyendo la Crónica Mexicáyotl de Alvarado Tezozómoc, que conocemos reescrita por Chimalpahin (en los Manuscritos Mexicanos de la Bible Society en la Cambridge University Library y rescatados por México antes de que fuesen subastados en 2014). Son valiosas también las traducciones de Tena de los Anales de Cuauhtitlan y de los de Tlatelolco, editados todos los anteriores en la Colección Cien de México de la Secretaría de Cultura, y el Códice Aubin, editado por el INAH.
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Algunas fuentes españolas, señala Tena, mencionan la fundación de México Tenochtitlan (Sahagún y sus colaboradores, y las relaciones derivadas de la hipotética Crónica X según Robert H. Barlow: Durán, Tovar, Acosta, Alvarado Tezozómoc…), pero no dan ninguna fecha. El único en hacerlo fue José Mariano de Echeverría y Veytia en el siglo XVIII, que da “el geroglífico de cuatro cañas, que corresponde al de 1327”. Pero nadie en el encuentro mencionó, que yo recuerde, la fecha de 1321, ni la posibilidad de adelantar la conmemoración a 2021.
Varios expositores señalaron, además, que estas fechas son míticas y simbólicas, adscritas a posteriori, acaso durante la reescritura de la historia que realizaron los emperadores Itzcóatl y Moteuczoma Ilhuicamina y su consejero Tlacaélel, como lo mostró Miguel León-Portilla en Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. Y Eduardo Matos, como buen arqueólogo que es, señaló que no hubo una fecha particular de fundación, porque el poblamiento de la isla de México fue un proceso largo y gradual. (Leonardo López Luján señaló recientemente la presencia de asentamientos aztecas desde 1200.)
En cuanto a la posible conmemoración en 2025, varios ponentes sugerimos ingenuamente que se apoyara la investigación, la edición de fuentes y estudios, la difusión de conferencias y cápsulas y la promoción de discusiones sobre la Ciudad de México y su desarrollo histórico. También se pidió evitar darle un carácter patriotero a la conmemoración, que no se identificara la fundación de la ciudad con la fundación de la nación, como una reencarnación del imperio mexica, visto como un pasado glorioso, intocable, ajeno a la crítica.
Nos pidieron las ponencias para publicarlas en un libro, que finalmente no se hizo, acaso porque no coincidía con la idea que se estaba cocinando en el gobierno de adelantar la conmemoración a 2021, con la ocurrencia de una fundación de la Ciudad de México en 1321. La iniciativa, al parecer, salió del gobierno de la Ciudad de México. Héctor de Mauleón dio a conocer las explicaciones de la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum, quien dijo que “para cumplimentar las leyes cósmicas que regían el universo náhuatl”, la Ciudad tuvo dos fundaciones, una lunar, en 1321, y otra solar, en 1325. La fundación lunar sucedió cuando (según la Crónica Mexicáyotl, en náhuatl, de don Hernando Alvarado Tezozómoc) “la señora Quetzalmoyahuatzin” dio a luz en el pueblo Mixiuhca a un hijo llamado Contzallan, quien fue “el primer culhua-mexica de una generación libre del yugo de los colhuas dominadores”. Esta supuesta “fundación lunar” de la Ciudad de México, que representa la participación de las mujeres en la fundación de la Ciudad, tendría como fin combatir la visión patriarcal y occidental de la historia, que “ha negado sistemáticamente la presencia de las mujeres y su quehacer”.
((Héctor de Mauleón, “La fundación de Tenochtitlan: demagogia, charlatenería y mentira”, El Universal, 17 de marzo de 2021.
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El agregado de la conmemoración del séptimo centenario del parto en 1321 de Contzallan por la señora Quetzalmoyahuatzin, la primera mexica culhua libre de los culhuas, como supuesta “fundación lunar”, feminista, de la Ciudad de México, junto a las conmemoraciones de fechas tan importantes, fundacionales y arraigadas como la caída de Tenochtitlan en 1521 y la consumación de la Independencia en 1821, ha sido cuestionado por la mayor parte de los estudiosos del tema. Se expresa aquí nuevamente el fatal rompimiento del gobierno con la comunidad intelectual, su desprecio al diálogo y a la verdad histórica, o verdad a secas, que está haciendo tanto daño en el país. Se trata de un “ataque a la razón”, para usar el título del libro de Georg Lukács sobre “La trayectoria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler”. Porque toda esta cosa aztequista new age de fundación lunar y solar tiene sus resonancias ultraderechistas, y la mezcla de religión y política nunca augura nada bueno. Bien lo sabían los mexicas: por la religión se da la muerte y la vida.
(ciudad de México, 1954) es historiador. Autor, entre otros títulos, de Convivencia y utopía.