Historia de una pasiĆ³n y su testigo

Odi et amo: las cartas a Helena. EdiciĆ³n de Guillermo Sheridan

Octavio Paz

Siglo XXI Editores

Ciudad de MĆ©xico, 2021, 472 pp.

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El 9 de noviembre de 1997, en Proceso apareciĆ³ la noticia de que la Universidad de Princeton abrirĆ­a al pĆŗblico la correspondencia entre Elena Garro y Adolfo Bioy Casares. En ese mismo nĆŗmero, JosĆ© Alberto Castro publicĆ³ una entrevista que titulĆ³ ā€œElena Garro: el regreso sin gloria, sus ocho gatos, la ā€˜miseria insoportableā€™ y el ā€˜amor imposibleā€™ con Bioyā€. En la muy dramĆ”tica nota podĆ­a leerse a una mujer desesperada por dinero pese a que, tanto ella como Helena Paz, no pagaban renta y contaban con el estipendio mensual del entonces cnca, ademĆ”s de la pensiĆ³n que les enviaba Octavio Paz, segĆŗn Garro reconociĆ³. Pero mĆ”s allĆ” de sus eternas pesadumbres econĆ³micas, la entrevista girĆ³ tambiĆ©n alrededor de la noticia sobre sus papeles en Princeton y sobre el que llamĆ³ ā€œel amor loco de mi vida y por el cual casi muero, aunque ahora reconozca que todo fue un mal sueƱo que durĆ³ muchos aƱosā€.

En la Casa de Alvarado en CoyoacĆ”n, donde Octavio Paz se encontraba ya muy enfermo, Guillermo Sheridan lo entrevistĆ³ dos semanas despuĆ©s (Proceso 1099) y, a propĆ³sito de las declaraciones de Garro, Paz comentĆ³:

Los amorĆ­os de otras personas me tienen sin cuidado. OjalĆ” que esa correspondencia tenga un valor literario. Mire usted, esa seƱora fue la plaga de mi vida. Ā”QuĆ© lĆ”stima que Adolfito no se la llevĆ³! Ā”Otro gallo me hubiera cantado! Siempre esperaba que alguien se pudiese enamorar de ella, pero siempre, para mi gran fastidio, ella reaparecĆ­a y recomenzaba la persecuciĆ³n.

QuizĆ”s en esa entrevista Paz hablĆ³, por Ćŗltima vez pĆŗblicamente, sobre la mujer a la que empezĆ³ a tratar el 11 de abril de 1935 en una tardeada. Bailan ese dĆ­a y, ā€œen un ensayo anticipatorio de lo que serĆ”n los siguientes veinticinco aƱos, la pareja se atrae y se repele por igualā€. La cita corresponde a la ā€œEntradaā€ con la que Sheridan anuncia el inicio de la primera de tres tandas de cartas ā€“cada una con entrada y comentarios del crĆ­ticoā€“ que componen Odi et amo: las cartas a Helena, una preciosa ediciĆ³n a dos tintas (negro, para Paz; azul, para Sheridan) que incluye 84 cartas y varios poemas.

Es este el mĆ”s rico de cuantos epistolarios del poeta se han publicado. Su valor no solo reside en la importancia misma de la correspondencia o en la anotaciĆ³n, sino en que Sheridan ā€“el intruso-testigoā€“ cumple sobradamente su propĆ³sito: ā€œapreciar la forma en que las dificultades del amor trasminan hacia el substrato poĆ©tico y crĆ­tico de Pazā€. AsĆ­, por ejemplo, leemos al joven locamente enamorado de las primeras misivas (ā€œCiudad de MĆ©xico, 1935ā€) cuyo fulgor se extiende hasta RaĆ­z del hombre o Bajo tu clara sombra pero, sobre todo, son base inexcusable de las ā€œVigiliasā€En las cartas de ā€œMĆ©rida, 1937ā€, despuntan nuevamente las ā€œVigiliasā€, ā€œHenequĆ©nā€ (que se transformarĆ” despuĆ©s en el mil veces corregido ā€œEntre la piedra y la florā€) e incluso aparece la idea de ā€œAmar es combatirā€ de Piedra de Sol. Nos asomamos tambiĆ©n a su vida de joven marxista en YucatĆ”n y su desprecio por los ContemporĆ”neos, a los preparativos del famoso viaje a EspaƱa y al paroxismo de los celos, lejos de su Helena. En la tercera parte (ā€œCalifornia, 1944-1945ā€) vemos a Paz en Berkeley y San Francisco, cuidando devotamente a su cuƱada Estrella, con enormes dificultades econĆ³micas y advirtiendo poco a poco, nos dice el crĆ­tico, ā€œque se cumple en su matrimonio la maldiciĆ³n del culto provenzal del amor: tenerla es perderlaā€. Con las dos Helenas en MĆ©xico se reanudan las cartas y sabemos asĆ­ de sus contactos con los miembros de El Hijo PrĆ³digo o con Cernuda, los proyectos de ambos para escribir guiones cinematogrĆ”ficos y los poemas que Paz envĆ­a a varias revistas y que formarĆ”n parte de Libertad bajo palabra. Sheridan tambiĆ©n encuentra en una carta el germen de El arco y la lira.

Estas particularidades se hallan en las notas, que si bien apuntan lo que comĆŗnmente encontramos en este tipo de ediciones, van mĆ”s allĆ” y en ellas leemos las zozobras del investigador (ā€œNo sĆ© quiĆ©n era ā€˜Aguilarā€™, ĀæquizĆ”s el ā€˜ingenieroā€™ que aparece mĆ”s tarde?ā€), las referencias a las lecturas e influencias de Paz (Nietzsche, Dostoievski, LĆ³pez Velarde, Scheler, Freud, Engels, Marx y un amplio etcĆ©tera), pero sobre todo su poĆ©tica inicial, que Sheridan reconstruye bajo el nombre de creencias profundas, sobre las que ya nos habĆ­a hablado en Los idilios salvajes (2016). Gracias a sus afanes, comprobamos en las misivas varias de estas creencias: ā€œel carĆ”cter espiral del amorā€; la mĆŗsica o la danza ā€œcomo vehĆ­culo en llamas del deseoā€, la idea, en el enamorado, de que ā€œcada dĆ­a es siempre ā€˜el primer dĆ­aā€™ā€; que ā€œlas palabras son actosā€ y ā€œla mujer es la forma visible del mundoā€, o la convicciĆ³n de que ā€œel amor suspende al tiempo y anula el espacioā€.

En una de las mĆŗltiples cartas de reconciliaciĆ³n (abril de 1937), Paz le dice a Garro: ā€œTe amo, Helen, por la misma razĆ³n por la que te odio: por tu desnudez, por tu heroica, absurda, terrible desnudez: por tu desnudez moral, que te deja indefensa, entregada a ti. Y tambiĆ©n por la desnudez de tu carne, del pelo sobre tus senos, de tu boca en las cartas, tan desgarrada, tan tensa y viviente, como aspirando poderosos vegetales, por todo lo que en este momento toca de nuevo a mi cuerpo y, gradualmente, lo exalta y estremece.ā€

ĀæCĆ³mo hablar de la pasiĆ³n ante la pasiĆ³n misma? El testigo ā€“porque, ademĆ”s de un intruso, el lector de cartas ajenas es tambiĆ©n un testigo sui generisā€“ nos narra una historia, nos cuenta sus episodios mayores y nos hace evidentes pequeƱos pero importantes gestos. Pese a conocer el triste final de esa historia, Sheridan aventura hipĆ³tesis sobre los enamorados, los critica, se pregunta y nos pregunta sobre sus conjeturas y, al hacerlo, nos convierte tambiĆ©n en testigos o en cĆ³mplices de esa pasiĆ³n.

Es verdad que ā€œsolo una mente confundida cambia la obra de un autor por su biografĆ­aā€. El apunte nos habla a los lectores, pero tambiĆ©n a otros protagonistas de esta historia: ā€œlas diaconisasā€ de Garro y los periodistas Ć”vidos de escĆ”ndalo. Sheridan sabe bien que ā€œPaz era un joven pigmaliĆ³nico, celoso y posesivo e inseguro y arbitrario y un prolongado etcĆ©teraā€, pero nos previene sobre la obligaciĆ³n de saber leer cartas ajenas: ā€œMe apenarĆ­a que una historia compleja atizara el bobo auto sacramental o el alboroto de las revistas de modas, en el que dos personas difĆ­ciles se convierten en objeto de las nuevas autoridades con capirote.ā€ Es por eso, entre otras razones, que uno de los aspectos mĆ”s notables de este libro sea la uniĆ³n del rigor acadĆ©mico, la charla del testigo e incluso sus apuntes de humor (ā€œUna carta de Helena, la inconstante Helena, le provoca a su novio la que quizĆ” sea la respuesta mĆ”s iracunda del periodo, escrita en confeso estado de ebriedad grado mariachiā€).

De la adoraciĆ³n al inicio peligroso de la rutina y el tedio, las misivas son prueba de una pasiĆ³n que parecĆ­a concluir en ā€œcartas de negocios, pues los negocios son lo Ćŗnico concreto, lo Ćŗnico que no duele y lo Ćŗnico que tiene principio y, gracias a Dios, fin. Lo nuestro no tiene principio ni fin. Es un estado de Ć”nimo, mĆ”s que una situaciĆ³n. Podemos hablar hasta el dĆ­a del Juicio y nunca podremos desembrollar la madejaā€, le dice Paz a una evasiva Elena.

A la muerte del poeta, Garro afirmĆ³ que Paz se le habĆ­a adelantado: ā€œĆ‰l va a esperarme allĆ” arriba. La muerte es para vivir siempre.ā€ Cuatro meses despuĆ©s lo habrĆ” buscado ā€“infructuosamente, quiero creerā€“, dando asĆ­ por terminado el acoso al que sometiĆ³ al poeta en vida, pues una vez terminada su relaciĆ³n ā€“nos dice Sheridan en su ā€œEpĆ­logoā€ā€“ prefiriĆ³ dedicarse ā€œa combatir contra Ć©l; atizar un infierno repetitivo y circular que se hizo legendario por su intensidad, su duraciĆ³n y su exhibiciĆ³n pĆŗblicaā€. ~

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(Ciudad de MĆ©xico, 1961) es poeta, ensayista y editora de poesĆ­a en Letras Libres. Este aƱo su libro Estrella de dos puntas. Octavio Paz y Carlos Fuentes: crĆ³nica de una amistad (Ariel, 2020) recibiĆ³ los premios MazatlĆ”n de Literatura y Xavier Villaurrutia.


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