El norteamericano Jack Kerouac (1922-1969), adalid de la generaciรณn beat y autor de la mรญtica En el camino (1957), practicรณ el haiku desde muy temprano. Segรบn nos informa el poeta Marcos Canteli, traductor y prologuista de esta ediciรณn, desde 1953, a resultas de una confluencia de circunstancias, vinculadas a su adscripciรณn al budismo: โel descubrimiento de A Buddhist Bible en la biblioteca de San Josรฉ; el magisterio de uno de los principales introductores del budismo zen en Estados Unidos, Daisetz T. Suzuki, y la amistad con su gran divulgador, Alan Watts; lecturas de la utopรญa proto-ecologista de Thoreau; la relaciรณn magnรฉtica con Gary Snyder [โฆ] y el resto de beats, sobre todo Ginsberg y Whalen; o las traducciones de jaikus de Blythโ. La concepciรณn del haiku de Kerouac no difiere, en sustancia, de la clรกsica, formulada en el siglo XVII por su creador, el japonรฉs Matsuo Bashรด: โEl haiku es simplemente lo que estรก pasado en este lugar, en este momentoโ. Como una manifestaciรณn mรกs de su nociรณn de escritura espontรกnea, Kerouac defiende un haiku sencillo como unas gachas, exento de artificios poรฉticos, grรกcil como una pastoral de Vivaldi, que capte, gracias a su abrasadora levedad, the real thing, esto es, el nรบcleo de lo vivido, la plenitud de la experiencia. El buen haiku, en efecto, no exige enjoyamiento retรณrico alguno, sino la simple aprehensiรณn del instante, mediante un trazo delicado y vigoroso. Es menester, pues, eludir la tentaciรณn de la metรกfora, pero tambiรฉn la de la insignificancia, para no incurrir en lo que Borges denominaba โla charlatanerรญa de la brevedadโ. Ser lacรณnico no implica ser banal, y practicar la desnudez no autoriza a entronizar la vaciedad. El lenguaje del haiku, pese a su ligereza, ha de contener la suficiente fibra semรกntica como para que el poema signifique. Kerouac respeta sin dificultad la primera interdicciรณn, pero vulnera a veces la segunda. Muchos de sus haikus, sobre todo los contenidos en la primera secciรณn del libro, que le da tรญtulo, presentan una estructura enjuta, sostenida por airosas pilastras sensoriales, que acierta a apresar un meollo de transitoriedad, una molรฉcula de vida. Asรญ dice el primero del conjunto: โEl gorrioncillo/ en el canalรณn/ mira a los ladosโ; o el sexto, uno entre tantos que tienen a los gatos por protagonistas: โEn la escarcha de la maรฑana/ los gatos/ Pisaban despacioโ. A esta visiรณn acrรณnica, atenta a los acaecimientos de la naturaleza โque respeta, por lo tanto, las convenciones del gรฉneroโ, Kerouac aรฑade numerosos poemas surgidos de su inmersiรณn en la cultura de un paรญs y una รฉpoca; y รฉste es, de hecho, uno de sus rasgos mรกs atractivos. En estos pop-haikus americanos, como รฉl mismo los bautizรณ, bulle el cosmos heterรณclito de la vida en los Estados Unidos de los sesenta, zarandeado por fraseos jazzรญsticos, alfilerazos expresionistas y desgarros cromรกticos propios del action painting. Asรญ, nos hablan de los molinos de Oklahoma; de Jerรณnimo, Caballo Loco y Cochise (y de su archienemigo, el general Custer); de las hamburguesas de Coney Island; de un autobรบs Greyhound traqueteando por Virginia; de Gary Snyder y Jimmy Durante; de Kennedy, Coolidge, Hoover, Truman y Roosevelt; y de deportes: โCampo de bรฉisbol vacรญo/ โun petirrojo,/ a saltitos por el banquilloโ. La influencia del jazz es perceptible en las sutiles sรญncopas, subrayadas por los guiones y las barras que salpican las composiciones, y en la rugosidad de las melodรญas, zigzagueantes a veces, o acuchilladas por delgados silencios. Kerouac llegรณ a grabar un disco titulado Blues y haikus, en el que รฉl leรญa los poemas y los mรบsicos improvisaban, entre un texto y otro, piezas de jazz.
A la vista de sus numerosas heterodoxias e irreverencias, podrรญa considerarse a Kerouac un iconoclasta: un subvertidor del gรฉnero. Pero no es asรญ: el quebrantamiento del haiku forma parte tambiรฉn de su esencia. Kerouac, sabedor de que la disposiciรณn silรกbica del inglรฉs no puede reproducir la fluidez de los onji japoneses, desdeรฑa la pauta mรฉtrica del haiku โtres versos de cinco, siete y cinco sรญlabas, respectivamenteโ y escribe versos breves, sin rima, que a veces infringen tambiรฉn la estructura tripartita y se configuran en pareados o cuartetas. Ademรกs, gusta de incorporar ciertos recursos de la vanguardia a sus poemas, como la onomatopeya o el neologismo fantรกstico: โEspaldarrota buenamierda/ pila pecesgordos/ entre los alcornoquesโ. En cuanto a los temas, el autor de Los vagabundos del Dharma se interna a menudo en lo escatolรณgico, algo en lo que le precedieron autores tan respetables como Gaki o Tosui Unkei, y habla sin ambages de la orina y la mierda: โEnsimismada, la vaca/ cagando, girรกndose/ para mirarmeโ. Aunque el sexo no abunda en este Libro de jaikus, sรญ asoma, con desvergรผenza, en algunas composiciones: โTarde de primaveraโ/ un mendigo empalmado/ como un bambรบโ. Cabe asimismo la burla en los poemas, con un humor onรญrico y, en ocasiones, cercano a lo surreal: โDespertรฉ quejumbroso/ con el sueรฑo de un cura/ que comรญa pescuezos de polloโ. Alguna parodia constituye, a la vez, un homenaje, como esta recreaciรณn del cรฉlebre poema de Bashรด: โLa vieja charca, ยกsรญ!/ โel agua a la que saltรณ/ una ranaโ. Finalmente, los haikus de Kerouac reparan en lo mรกs vulgar, en lo mรกs anodino: revelan asรญ su preocupaciรณn por todo lo humano y reivindican el brillo ceniciento de la vida, frente al anonadante esplendor del cosmos: โLuna de agosto โoh,/ tengo un grano/ en el musloโ.
Pero, con todos sus aciertos, Kerouac tambiรฉn se equivoca. Quizรก sea inevitable. Reginald H. Blyth โcuyas traducciones tanto ayudaron a que el de Massachussets se interesara por el gรฉneroโ seรฑalรณ que, de los 2.000 haikus documentados de Bashรด, sรณlo un centenar eran realmente buenos. Libro de jaikus recoge mรกs de 500 del norteamericano, y muchos de ellos โescritos acaso con demasiada facilidad y poca felicidadโ resultan prescindibles. Algunos son abstractos, deshilachados o insustanciales: โEscuchar cรณmo los pรกjaros usan/ voces diferentes, perder/ mi perspectiva de la Historiaโ. Otros se escudan en la metรกfora para disimular su oquedad: โRosa fantasma/ la lascivia/ es un leopardoโ. Otros, escritos en una suerte de lenguaje privado, se nos antojan incomprensibles: โAbbid abbayd ingrato/ โel faro/ de las Azoresโ. Unos cuantos, en fin, se repiten, con variaciones irrelevantes, como si el poeta no hubiese dado con la fรณrmula precisa para expresar lo que desea: โAnocheceโdemasiado oscuro/ para leer la pรกgina,/ demasiado frรญoโ, leemos en la pรกgina 19; y en la 25: โCae la nocheโdemasiado oscuro/ para leer el libro,/ demasiado oscuroโ.
La traducciรณn de Marcos Canteli es buena: interpreta correctamente el original y mantiene un adecuado equilibrio entre literalidad y musicalidad. Ademรกs, atina a verter al castellano los abundantes coloquialismos de Kerouac, y unos referentes culturales โen los que se incrustan tรฉrminos e ideas provenientes del budismo zenโ no siempre prรณximos al lector en espaรฑol. Con algunos ajustes, sin embargo, serรญa aรบn mejor. Por ejemplo, Canteli abusa del pretรฉrito indefinido, que es la forma de pasado preferida del inglรฉs, en lugar del pretรฉrito perfecto, mรกs natural en castellano. Por ejemplo, traduce โGray spring rain/ โI never clipped/ My hedgesโ por โLluvia gris de primavera/ โy nunca podรฉ/ los setosโ (pรกg. 43). Parece mรกs fluido, y mรกs acorde con el lamento formulado: โโy no he podado / los setosโ. ~
(Barcelona, 1962) es poeta, traductor y crรญtico literario. En 2011 publicรณ el libro de poemas El desierto verde (El Gato Gris).