El pacifismo es una virtud hasta que deja de serlo. Poner la otra mejilla es una prueba teรณrica de la solidez espiritual, pero difรญcilmente funciona en la realidad. โAmen a sus enemigos, hagan bien a los que los aborrecen; bendigan a quienes los maldicen, y oren por los que los calumnian. Al que te hiera en una mejilla, presรฉntale tambiรฉn la otra; y al que te quite la capa, ni aun la tรบnica le niegues.โ La fรณrmula justa para ser sometido y humillado. Habrรญa que cuestionar hasta dรณnde la mejilla es solo la mejilla o si es metรกfora que se extiende a otras partes del cuerpo, de hombre o de mujer. Aquรญ me alejo del cristianismo y me acerco a โmas si osare un extraรฑo enemigoโ y supongo que esta cita de Lucas no es a la que acude el himno colombiano cuando se dice comprender โlas palabras del que muriรณ en la cruzโ.
Nuestros himnos nacionales nunca son un llamado a ofrecer mejillas o marchar dรณciles al matadero, sino a morir con gloria en la lucha, a combatir en el campo de honor, a lanzarse a la guerra a morir, a estar siempre cebando el caรฑรณn, a aprestar el acero y el bridรณn o el hierro y el plomo fulmรญneo, a convertir la tosca herramienta en arma, a jurar mil veces morir antes que ver humillado de la patria el augusto pendรณn, a clamar โla patria o la tumbaโ, โrepรบblica o muerteโ, โmuera la opresiรณnโ.
Ya en los primeros textos griegos se enaltece la guerra en aras de la libertad, el honor de morir en la batalla, no enfermo y viejo en casa. La guerra de Troya fue escenario de esos hombres que estรกn dispuestos a matar y morir por ciertos valores mรกs personales que colectivos. En cambio las guerras contra los persas llevan una carga menos individual y mรกs โnacionalโ. Estรก bien declarada la idea de defender la libertad. Podemos decir que los caรญdos en Maratรณn โmurieron por la patriaโ; no asรญ los aqueos caรญdos en Troya.
Leemos en Herรณdoto arengas como: โNo hay duda, jonios, de que nuestro destino se halla sobre el filo de una navaja: nos jugamos ser libres o esclavosโฆ si estรกn dispuestos a afrontar ciertas penalidades, de momento la pasarรกn mal, pero conseguirรกn imponerse a sus adversarios y alcanzar la libertadโ. O bien: โCalรญmaco, en tus manos estรก en estos instantes sumir a Atenas en la esclavitud o bien conservar su libertad y dejar, para toda la eternidad, un recuerdo de tu persona superior, incluso, al de Harmodio y Aristogitรณn.โ
Hay mucho mรกs estatura moral en el invadido que en el invasor. Por eso decimos โguerra, guerra sin tregua al que intente de la patria manchar los blasonesโ, y lo mismo contra quien profane con su planta nuestro suelo. Pero los himnos no suelen cantar: โMas si antojรกsesenos el petrรณleo ajeno lucharemos con vigorโ ni โOh jardรญn del vecino, moriremos con tal de hacerlo nuestroโ. Eppur, se hace lo que no se canta y la defensa brota porque hay un ataque.
De todos es conocida la arenga de Pericles, cuando habla de los hombres audaces, conocedores de su deber, que โdaban su vida por la comunidad recibiendo a cambio cada uno de ellos el elogio que no envejece y la tumba mรกs insigne, que no es aquella en la que yacen, sino aquella en la que su gloria sobrevive para siempre en el recuerdoโฆ Estimando que la felicidad se basa en la libertad y la libertad en el coraje, no miren con inquietud los peligros de la guerraโ.
Aquรญ se enaltece la guerra; pero cuando las cosas van mal, cambia el modo de verla. Tucรญdides nos dice pรกginas despuรฉs: โLos atenienses habรญan cambiado de sentimientos; acusaban a Pericles de haberlos persuadido a hacer la guerra y de ser el responsable de que hubieran caรญdo en aquellas desgracias, y anhelaban llegar a un acuerdo con los lacedemoniosโ.
Muy distintas emociones sobre la guerra quedan en el lector cuando termina de leer a Herรณdoto que tras leer a Tucรญdides. Si bien, pese a que el primero narra una historia con sabor a triunfo, y el segundo, lo contrario, Herรณdoto no deja de escribir: โNadie es tan estรบpido que prefiera la guerra a la paz, pues en รฉsta los hijos sepultan a los padres, mientras que, en aquella, son los padres quienes sepultan a los hijosโ.
Suele llamรกrsele antibรฉlica a la literatura que muestra el lado crudo de la guerra. Otra vez los griegos lo hicieron antes que nadie con piezas como Las troyanas, Los persas o Lisรญstrata. A muchas novelas fascinantes se les colgรณ esta etiqueta. Ahรญ estรกn algunas sobre la Primera Guerra Mundial, como Sin novedad en el frente, Bajo fuego y Hombres en guerra. Me cuesta trabajo aceptar el prefijo anti. En ellas vemos tragedia y heroรญsmo, cobardรญa y virilidad; el triunfo de la muerte, pero tambiรฉn el triunfo de la vida. Acaso a la que mejor le va el mote es a Johnny tomรณ su fusil, pero este texto de Dalton Trumbo se aleja de la literatura para echar por delante el discurso.
โยฟDe modo que todos esos chavales murieron pensando en la democracia y la libertad y el honor y la seguridad de la patria y para que vivan para siempre las estrellas y las franjas? โฆ Murieron llorando como niรฑosโฆ Murieron aรฑorando el rostro de un amigoโ, escribe Trumbo y comienza a brincarse la puntuaciรณn. โMurieron sollozando por la voz de una madre un padre una mujer un hijo. Murieron con el corazรณn destrozado deseando mirar una vez mรกs el lugar donde habรญan nacido por favor una รบltima mirada. Murieron gimiendo y suspirando por la vida. Sabรญan quรฉ era lo importante. Sabรญan que la vida lo era todo y murieron en medio de gritos y llantos. Murieron con una sola idea. La idea quiero vivir quiero vivir quiero vivir.โ
Palabras ordinarias por sinceras, superficiales por ordinarias.
En cambio estuve ayer revisando mis notas y subrayados en los pasajes bรฉlicos de Guerra y paz, Caballerรญa roja , Doctor Zhivago y Vida y destino. Vasili Grossman escribe: โPasรณ la noche. Entre la maleza quemada yacรญan los cuerpos de los caรญdos. Sin alegrรญa, lรบgubremente, el agua jadeaba en la orilla. La melancolรญa se adueรฑaba del corazรณn ante la visiรณn de la tierra devastada, los esqueletos de las casas quemadas. Daba inicio un nuevo dรญa, y la guerra estaba dispuesta a llenarlo con abundancia de humo, cascajos, hierro, vendas sucias ensangrentadasโ.
La guerra no es bella, pero sรญ, a veces, el relato de la guerra.
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.