San Francisco estรก lleno de anuncios de apps estilo Glovo para pedir marihuana. Creo que la gente usa mรกs Lyft que Uber. Es un pequeรฑo gesto de protesta contra Uber, que es demasiado establishment o algo asรญ. En las oficinas de WeWork hay unas cinco personas protestando con pancartas. El metro es una combinaciรณn de techbros, estudiantes asiรกticos, trabajadores negros y vagabundos. Hay carteles de bancos (Citi, BNP Paribas) con eslรณganes sobre conciencia ecolรณgica y transparencia bancaria. Prometen no invertir en gas, petrรณleo y la industria del tabaco. En la librerรญa City Lights junto a Chinatown hay secciones tituladas โCommodity Aestheticsโ (ยฟalgo asรญ como Estรฉtica de la mercancรญa?), โGuerra de clasesโ, โAnarquismoโ, โTopographies & Somalogisticsโ (aquรญ hay libros de tecnologรญa y de Solnit y de urbanismo, ยฟquรฉ es la โsomalogรญsticaโ?).
Hay miles de vagabundos en la ciudad. Segรบn Bloomberg, ha aumentado un 14% su nรบmero de 2016 a 2017. La desigualdad es la mรกs alta de EEUU. En una cervecerรญa, un chico que trabaja en una empresa de energรญas renovables dice que ve a Jack Dorsey, el CEO de Twitter, caminar cada maรฑana hacia el trabajo y pasar por delante de decenas de vagabundos. โยฟNo siente en algรบn momento que es responsable de esa situaciรณn?โ Dorsey tiene 4.000 millones de dรณlares.
Gotham es Oslo en comparaciรณn con San Francisco. Es la ciudad del futuro.
Intentamos aparcar la furgoneta en una zona residencial de Berkeley pero solo pueden hacerlo los que viven allรญ. Una seรฑora nos ve parados frente a su casa y nos pregunta quรฉ hacemos. Le decimos que venimos a ver a un amigo pero que no podemos aparcar. Rรกpidamente entra a su casa y sale de nuevo con unos tickets de parking para residentes. No sabemos cรณmo agradecรฉrselo. Su casa debe costar mรกs o menos 2 o 3 millones de dรณlares, que es lo que valen los chalets en la zona. Probablemente sea profesora. La Universidad de Berkeley da prรฉstamos altรญsimos a sus docentes para poder permitirse vivir en la ciudad y seguir dando clase. En muchas de las casas hay carteles de Black Lives Matter. En un felpudo pone โMi perro no muerde a no ser que seas republicanoโ. Hay iglesias y residencias catรณlicas de estudiantes. Un chico de unos veinte aรฑos intenta arreglar su patinete elรฉctrico en el portal de una casa.
En una cervecerรญa a las afueras de San Francisco, cuando el sol del fin de la tarde calienta un poco la frialdad de la ciudad, tras beber varias IPAs y hablar con un chico que trabaja en el sector tecnolรณgico sobre lo distรณpica que es la ciudad, recibo una llamada que altera todo el viaje: โCreo que me estoy enamorando de รฉlโ. San Francisco da miedo. Quiero volver a los bosques de secuoyas, a la furgoneta. Llevamos una semana viajando por Oregรณn y el norte de California. Somos tres tipos, dos de ellos despechados. Es como una versiรณn millennial y viejoven de Entre copas, de Alexander Payne. Vรกmonos de San Francisco.
En dos dรญas estamos en el parque nacional de Yosemite. Madrugamos mucho, entramos a las 6 de la maรฑana. A las 8, con los primeros rayos de sol, nos baรฑamos en un rรญo con agua glaciar. El parque es tan grande que las rutas que nos ofrecen los park rangers son de 5 horas en coche. Hay gente escalando El Capitรกn, una roca inmensa que conocรญ en el documental Free solo, sobre un escalador con Asperger (lo que le ayuda a no tener miedo, parece ser) que no usa cuerdas. Todo es tan gigantesco y surrealista que te entra la risa.
Al salir del parque, tras otro viaje muy largo, encontramos un sitio excelente para pasar la noche. En los picos hay todavรญa un poco de nieve. Estamos cerca de la carretera pero no se oye apenas nada. Hay un grupo de ciervos pastando. Dos de ellos se asustan cuando me acerco, otro se queda un poco despistado y rezagado. Empieza a oscurecer y no es capaz de verme ni de olerme. Tampoco me oye porque suena un riachuelo. Entro en una zona encharcada y pone cara de susto al oรญr mis chapoteos, pero sigue masticando hierba como un imbรฉcil. De pronto M., que viene detrรกs de mรญ, le dice โHey, buddyโ, y finalmente se va corriendo.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacciรณn de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemรกn' (Libros del Asteroide, 2023).