George Charles Beresford, via Wikimedia Commons

Reflexiones sobre la escritura

Joseph Conrad reflexionรณ ampliamente sobre la ficciรณn. Esta selecciรณn de su correspondencia muestra que, para รฉl, el arte de narrar era un viaje a los rincones mรกs oscuros del corazรณn.
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Joseph Conrad (1857-1924) fue un corresponsal infatigable, como lo prueba la compilaciรณn de sus cartas, The collected letters of Joseph Conrad; nueve volรบmenes publicados durante mรกs de veinte aรฑos โ€“el primero apareciรณ en 1983 y el รบltimo en 2007.

Para celebrar el centenario luctuoso del gran escritor de expresiรณn inglesa, que se cumpliรณ el pasado 3 de agosto, ofrecemos esta breve crestomatรญa1 espigada de su correspondencia que nos permite atisbar el taller del escritor tal como un visitante curioso lo harรญa observando a un diestro artesano.

En estas cartas, dirigidas a jรณvenes que se iniciaban en la literatura โ€“como el futuro Premio Nobel de Literatura, John Galsworthyโ€“; crรญticos โ€“como Richard Curle, autor de los primeros estudios sobre el autor de Corazรณn de las tinieblasโ€“; y amigos personales, como Robert Bontine Cunninghame Graham y Edward Nobleโ€“, Conrad aborda cuestiones relacionadas con la escritura y la dimensiรณn estรฉtica. Entre ellas, la necesidad de recurrir a la expresiรณn correcta para fraguar una obra de arte; su mรฉtodo de composiciรณn en el cual resultaron cruciales la disposiciรณn de los episodios y la perspectiva con que se enfocan; los procedimientos plรกsticos que otorgan a su narrativa una atmรณsfera de ambigรผedad y sugerencia; y sobre todo, la condiciรณn simbรณlica inherente a toda gran obra de arte. Son, a un tiempo, consejos literarios, principios de una poรฉtica personal, y reflexiones sobre la naturaleza humana y sobre la importancia de que los acontecimientos y los personajes trasmitan la sensaciรณn de vida antes que servir a un esquema.

*

Hay en ti un gran talento, pero, en mi opiniรณn, todavรญa no has encontrado tu camino. Te recuerdo que la muerte no es el asunto mรกs patรฉtico, ni el mรกs conmovedor, y hay que tratar los acontecimientos รบnicamente para ilustrar las emociones humanas, como el signo exterior de los sentimientos interiores, de los sentimientos vivos, que son los รบnicos verdaderamente conmovedores e interesantes. Eres dueรฑo de una gran imaginaciรณn; mucha mรกs de la que tendrรญa, incluso si viviera hasta los cien aรฑos. Para mรญ, eso estรก muy claro. Bien, esta imaginaciรณn โ€“que ojalรก yo tuvieraโ€“ la debes encauzar a la creaciรณn de almas humanas; para revelar el corazรณn humano, y no para inventar sucesos que, hablando con franqueza, son meros accidentes. Para conseguirlo, es necesario que cultives tus dones poรฉticos, que te dejes embargar por la emociรณn โ€“tarea nada fรกcilโ€“, y exprimir de tu interior cada emociรณn, cada pensamiento, cada imagen, sin piedad, sin reservas y sin remordimientos. Necesitas buscar en los rincones mรกs oscuros de tu corazรณn, en los rincones mรกs recรณnditos de tu cerebro. Es ahรญ donde debes buscar la imagen, el glamour, la expresiรณn correcta. Y tienes que hacerlo con total sinceridad, sin importar el precio. Con un esfuerzo tan grande que al final de la jornada te sientas exhausto, despojado de cualquier emociรณn y pensamiento, con la mente en blanco y dolor en el corazรณn, consciente de que no te has guardado nada, que te vaciaste totalmente. Para mรญ, es el รบnico camino para conseguir la excelencia, la รบnica forma, incluso, de acercarse.

A Edward Garnett3, 19 de junio de 1896

Desde que te enviรฉ esa primera parte4 (con fecha del dรญa once de este mes) he escrito una pรกgina. รšnicamente una pรกgina. No he dejado de pensar y descartar, sentado frente a la pรกgina en blanco, y al final me he confesado incapaz de formular ni siquiera una oraciรณn. Ser capaz de imaginar pero no poderlo expresar es una refinada tortura. No veo la hora de que termine; no tengo paciencia para soportarla. Me parece una cosa sumamente ridรญcula y terrible. Ahora que finalmente he reunido a mis personajes, no sรฉ quรฉ hacer con ellos. De este caos emocional no saldrรกn los capรญtulos que faltan. No tengo la capacidad para sentir las cosas con claridad. Me paralizo de tan solo pensar que todo he de extraerlo de mi interior. Otros escritores parten de algรบn punto, tienen algo a lo que agarrarse. Su base puede ser una anรฉcdota, un pรกrrafo de periรณdico (hasta de una frase cualquiera en un viejo almanaque puede salir un libro). Pueden encontrar apoyo en los giros dialectales, o en la tradiciรณn, o en la historia, o en el prejuicio o la moda del momento; su comercio se funda en un vรญnculo o en alguna de las creencias de su รฉpoca โ€“o en la ausencia de estasโ€“, a las cuales pueden explotar o ensalzar. En todo caso, saben por dรณnde empezar, mientras que yo no. En su momento, tuve algunas impresiones y emociones; impresiones y emociones que, en mi tiempo, eran comunes. Pero todo se ha desvanecido; mi propio ser parece tan tenue y espectral como el fantasma de una mujer rubia y sentimental que se apareciera en unas ruinas invadidas por las ratas. Me siento tan miserablemente. Mi meta me parece tan sensata como levantar el mundo sin ese punto de apoyo que hasta un idiota petulante como Arquรญmedes reconociรณ como necesario.

A John Galsworthy5, 11 de noviembre de 1901

Cierta reticencia nos predispone contra la popularidad. Despuรฉs de todo, si se quiere complacer al pรบblico โ€“en el caso de que uno no sea un imbรฉcil empalagoso o un impostor petulanteโ€“ es necesario abordar su tema con una gran intimidad. La mera familiaridad no basta. No serรก el autor sino los demรกs quienes reparen en tal falta al advertir ciertas contradicciones y detalles con respecto a la concepciรณn general del personaje (o personajes) y del tema. Aunque digan lo contrario, el hombre vive solo de sus โ€œexcentricidadesโ€, por llamarlas de alguna manera. Confieren a su personalidad un vigor que la mera lรณgica serรญa incapaz de lograr. Para encontrar las pocas partรญculas de verdad que nadan en el ocรฉano de la insignificancia, deberรกs estar dispuesto a explorar las profundidades y a creer en lo increรญble. Sobre todo, resulta primordial despojarse de nuestros escrรบpulos. Abordar personajes de dudosa respetabilidad te permitirรก alcanzar una mayor profundidad y acercarte mรกs al gran arte. Por ejemplo, los personajes secundarios en Villa Rubein6. Debo reconocer que en este volumen el mejor es Forsyte. Lo admito con cierta reticencia porque indudablemente hay mรกs belleza (y mรกs felicidad de estilo tambiรฉn) en The man of Devon and other stories7. La historia de la mina resulta el ejemplo mรกs claro de tus fortalezas y flaquezas. Hay pocas palabras que cambiarรญa; y tiene cosas por las que darรญa un dedo por haberlas escrito. Te lo digo sinceramente. Que tu director de mina resulte poco convincente se debe a que es demasiado perfecto hasta en sus defectos. El hecho es que buscas fundamentar tu obra mediante un gran escepticismo. Escepticismo: el tรณnico de las mentes, el tรณnico de la vida, el agente de la verdadโ€ฆ el camino del arte y la salvaciรณnโ€ฆ En un libro, debes amar el concepto y ser escrupulosamente fiel a tu visiรณn de la vida. Es ahรญ donde reside el honor del escritor, no en ser fiel a sus personajes. No dejes nunca que te aparten de tu esencia. Frente a tu grey, conserva ante todo una actitud de total indiferencia, la cual es un atributo del poder de la creaciรณn. Todo creador ha de ser indiferente porque directamente es รฉl quien pronunciรณ โ€œยกFiat!โ€, y siendolas criaturas hechas a su imagen y semejanza, se empeรฑarรกn en arrastrarlo por debajo de su potestad y degradarlo con su adoraciรณn. Tu comportamiento hacia estas deberรก asumir un papel estrictamente intelectual, comportรกndote de una manera mรกs independiente, mรกs libre y menos rigurosa de como acostumbras. Por su propio bien, habrรกs de mostrarte tan inflexiblemente apegado a los conceptos del bien y el mal. Tus cuentos poseen una atmรณsfera exquisita, lo รบnico que necesitan es mรกs aire.

A Edward Garnett, 28 de agosto de 1908

En todo caso, considero que siempre he escrito con dignidad, con mรกs dignidad de la que jamรกs podrรญa tener la mariposa a la que aludimos anteriormente8. Y no ciertamente a causa de una ausencia de convicciones, la forma exterior suele adoptar. Lo cierto es que he abordado la materia humana con un espรญritu de piedad desconocido para aquellos benefactores de la humanidad que quisieran que la vida fuera un paseo guiado por el propio Cook, desde la cuna hasta la tumba. Nunca he degradado ese sentimiento casi religioso vertiendo lรกgrimas, gemidos y suspiros, ni me he carcajeado con la boca abierta ni enseรฑado los dientes. En una palabra, me he comportado decentemente, lo cual โ€“si exceptuamos la mรกs burda de sus acepcionesโ€“ no es tan sencillo como parece. Por ello, hay quienes me acusan de brutalidad, de carecer de delicadeza, corazรณn-simpatรญa-emociones-idealismo. Incluso una criatura extraviada afirma que soy un neoplatรณnico, ยฟquรฉ demonios es eso?

A Helen Sanderson9, septiembre de 1910

โ€œAlgo verdaderamente paganoโ€ resulta demasiado vago. Fue lo que quise decir cuando afirmรฉ (en la carta) que su expresiรณn, aunque directa, habรญa ocasiones en que no era del todo exacta. En la literatura, la capacidad de sugerencia โ€“en sรญ, una gran virtudโ€“ solo se logra mediante la precisiรณn en la expresiรณn. Coincido con usted que hay “algo verdaderamente pagano en el misterio, etc., etc., etc.”, pero la frase por sรญ sola no significa nada. Para provocar una reacciรณn es necesario decir las cosas de manera precisa. ยฟQuรฉ es el paganismo? La piedad pagana era una emociรณn suscitada por el asombro, la aflicciรณn y el temor hacia el mundo visible. En este caso particular, su intenciรณn es sugerir el miedo y el pavor “en el misterio de los desiertos”, etc., etc. Quizรก me equivoque. Sin duda, no se trata de una buena frase pero como ejemplo funciona. Al escribir, en especial en la escritura descriptiva, es necesario protegerse contra el “ร  peu prรจs”, el horrible peligro de lo “aproximado”.

A Sir Sidney Colvin10, 18 de marzo de 1917

Quizรกs no tomes como presunciรณn que diga que, despuรฉs de 22 aรฑos de trabajo, no he sido bien comprendido. Me han llamado escritor del mar, de los trรณpicos, escritor descriptivo, escritor romรกntico… y tambiรฉn realista. Pero, de hecho, mi รบnico interรฉs ha sido el valor “ideal” de las cosas, los acontecimientos y las personas. Eso y nada mรกs. Los aspectos humorรญsticos, patรฉticos, apasionados y sentimentales surgieron por sรญ solos, pero en vรฉritรฉ c’est les valeurs idรฉales des faits et gestes humains qui se sont imposรฉs ร  mon activitรฉ artisticique.

Cualesquiera que sean mis talentos dramรกticos y narrativos, siempre los he usado, instintivamente, con ese objetivo: alcanzar, sacar a relucir les valeurs idรฉales.

A Barrett H. Clark11, 4 de mayo de 1918

Con respecto al tema de su consulta, me gustarรญa proponer, en primer tรฉrmino, una premisa general: que una obra de arte rara vez se resuelve en una conclusiรณn definitiva, ni se limita a un solo significado. El motivo de ello es que entre mรกs cercana estรฉ del arte, mรกs acentuada resultarรก su naturaleza simbรณlica. Tal afirmaciรณn podrรญa parecerle sorprenderle e inducirle a pensar que me refiero al movimiento simbolista de poetas o prosistas. El suyo, sin embargo, es รบnicamente un recurso literario sobre el que me abstengo de dar mi opiniรณn. El asunto que me interesa posee mayor amplitud. Pero seguramente sobre este tema y otros semejantes usted mismo tendrรก sus propias reflexiones.

Por ello, sรณlo llamarรฉ su atenciรณn hacia el hecho de que concebir simbรณlicamente la obra de arte presenta esta ventaja: su capacidad para efectuar un tripe reclamo que abarca todos los campos de la existencia. No casualmente, todas las grandes obras de la literatura han sido simbรณlicas, pues con ello han ganado en complejidad, en potencia, en profundidad y en belleza.

No creo que su cuestionamiento tenga que ver con mi falta de precisiรณn; en lo que a mรญ respecta, en cuanto a precisiรณn de imรกgenes y anรกlisis, mi conciencia artรญstica estรก tranquila. He brindado toda la verdad que poseรญa en mรญ; y nada de lo que digan los crรญticos aumentarรก o disminuirรก mi honestidad. Pero el asunto del โ€œpropรณsito finalโ€ no es asunto de mi consciencia. Serรก tarea del crรญtico aportar a su reflexiรณn sus propios criterios de honestidad, sensibilidad e inteligencia. Un buen juicio es todo lo que debe interesar a su consciencia. Si su consciencia estรก anegada de escrรบpulos mezquinos y obstruida por fรณrmulas superficiales, entonces su razonamiento serรก superficial y mezquino. Pero un artista no tiene derecho a cuestionar la inspiraciรณn de otro espรญritu, sin importar si es sublime o rastrera.

A Richard Curle12, 24 de abril de 1922

Esta maรฑana recibรญ la colaboraciรณn para el Blue Peter. Me parece que ya te habรญa manifestado la naturaleza de mis sentimientos. De hecho, fui muy franco al expresar cuรกl era mi principal objeciรณn al sesgo que piensas darle. En ningรบn momento he tenido la intenciรณn de que mis palabras influyan o cambien tu parecer. Y, ciertamente, tampoco tengo ni el deseo ni el derecho de imponer mi autoridad. รšnicamente he querido seรฑalarte que mis sentimientos al respecto resultan tan vรกlidos como los tuyos. Resulta un extraรฑo destino que todo aquello que, siguiendo una intenciรณn artรญstica definida, elaborรฉ mediante sugerencias y me esmerรฉ en mantener indefinido, en esa penumbra de la inspiraciรณn inicial, deba ser colocado bajo la luz, y su insignificancia โ€“en relaciรณn con lo que calificarรญa, sin ningรบn asomo de megalomanรญa, como la magnitud de mis conceptosโ€“ expuesta para que cualquier tonto comente sobre ella o incluso para que las mentes comunes expresen su disgusto. ยฟNunca se te ocurriรณ, mi querido Curle, que dejar en un segundo plano los hechos de mi vida e incluso de mis relatos era una elecciรณn consciente? La explicaciรณn, querido amigo, resulta letal para el glamur de la inspiraciรณn artรญstica, pues al privarla de su capacidad de sugerencia, destruye toda ilusiรณn. Das la impresiรณn de creer en la literalidad y la claridad de los hechos y tambiรฉn de la expresiรณn. Sin embargo, la mayor claridad es la total nimiedad de una declaraciรณn explรญcita y su capacidad para desviar la atenciรณn de las cosas verdaderamente importantes en el terreno del arte.

A Richard Curle, 14 de julio de 1923

Te regreso el artรญculo13 con dos correcciones sobre el contenido y una sobre el estilo.

No tengo nada que objetar a la manera en que estรก escrito. En lo que se refiere a mis sentimientos, es otro asunto; y me parece que, en consideraciรณn al carรกcter รญntimo de nuestra amistad y confiando en la indulgencia de tu afecto, te los puedo expresar sin reservas.

En mi perspectiva, esta era una oportunidad, si no รบnica, sรญ una que difรญcilmente volverรก a presentarse en mi vida. Albergaba la esperanza de que un anรกlisis general fuera la oportunidad que me liberara de esa cola infernal de barcos y de esa obsesiรณn por mi vida como marinero, la cual tiene tanta relaciรณn con mi condiciรณn literaria, con mi calidad de escritor, como enumerar los salones frecuentados por Thackeray la tendrรญa para explicar sus virtudes como novelista. Despuรฉs de todo, no importa que haya sido marinero porque ahora soy un escritor. A decir verdad, la naturaleza de mi escritura corre el riesgo de verse opacada por la naturaleza de mi temรกtica. Admito que es algo inherente, pero solo el juicio de una inteligencia รบnica y excepcional podrรญa contrarrestar la opiniรณn superficial de la inteligencia inferior de la masa de lectores y crรญticos. Incluso Doubleday se mostrรณ bastante alborotado por esta caracterรญstica, como evidencian las gacetillas publicadas en los periรณdicos de Estados Unidos, donde abundaban tรญtulos como โ€œEl tejedor de tramas marinas/ El maestro del mar/El escritor marineroโ€ y demรกs. Debo admitir que los comentarios fueron menos enfรกticos que los titulares, pero esto se debiรณ รบnicamente a que no conocรญan el contenido. Es innegable que la conexiรณn entre esos barcos y mis escritos se traza en tu libro โ€“aclaro que con mi consentimientoโ€“, pero es mรกs una cuestiรณn biogrรกfica que literaria. Y como tal no puede causar daรฑo. Desde entonces, sin embargo, se le ha concedido una importancia inmerecida; y, sin embargo, sabes muy bien que dentro del conjunto de mi obra, la temรกtica marinera no ocuparรญa ni la dรฉcima parte, e incluso de esta, la mayor parte, que representan El negro del โ€œNarcissusโ€ y El espejo del mar, responden a un propรณsito especial el cual me encarguรฉ de destacar en mi Nota del autor.

Por supuesto, en la mayorรญa de mis libros aparecen marineros. Pero eso no las convierte en historias marรญtimas, como tampoco la presencia de De Barral en Suerte โ€“al que le dedico tanto espacio como al Capitรกn Anthonyโ€“ convierte a esa novela en una historia del mundo de las finanzas. ยกCรณmo me gustarรญa que todos esos barcos mรญos pudieran finalmente descansar! Me temo, sin embargo, que en cuanto los americanos reparen en ellos nunca, nunca, nunca lograrรกn descansar.

Tu resumen de Nota del autor, si bien es muy satisfactorio, tiene el inconveniente de que no aprehende su atmรณsfera, aunque ciertamente no podrรญa trasmitirla por la sencilla razรณn de que en estas pรกginas me he expresado de una manera intensamente personal, mucho mรกs que en toda mi obra, con excepciรณn quizรกs de Crรณnica personal. Ahรญ plantearรญa una cuestiรณn de polรญtica: ยฟEs algo bueno separar la carne, por asรญ decirlo? ยฟNo se les quitarรก el apetito? Soy consciente, mi querido Richard, de que cuando platicamos sobre este artรญculo que pensabas escribir, utilicรฉ la palabra โ€œhistรณricoโ€ para referirme a mi mรฉtodo o a mi narrativa, no lo sรฉ bien. Me expresรฉ mal porque ciertamente no pensaba en el trasfondo histรณrico de esos libros. En ese momento rondaba por mi cabeza una frase de un artรญculo muy extenso que apareciรณ en el Seccolo. El crรญtico seรฑalรณ que no encontraba ninguna diferencia entre mi narrativa y mi material manifiestamente autobiogrรกfico, ni de tรฉcnica ni de temperamento, como resultaba evidente en Crรณnica personal. Su conclusiรณn fue que mi narrativa no era histรณrica, por supuesto, pero que tenรญa una autรฉntica cualidad en su desarrollo y estilo, cuyo efecto en conjunto recordaba al de la perspectiva histรณrica.

Tengo la impresiรณn de que lo que realmente quiso decir es que mi manera de contar, la cual no favorece la familiaridad entre autor y lector, apuntaba esencialmente a la intimidad de una comunicaciรณn personal, sin reparar en ningรบn otro fin. De hecho, la reflexiรณn sobre los efectos estรก presente de todos modos (a menudo, a costa de la sencilla claridad narrativa), como se puede apreciar en mis poco convencionales maneras de composiciรณn y perspectiva, que son totalmente peliagudas, y en las que consiste casi todo mi “arte”. Sospecho que fue este el escollo que encontraron los crรญticos para calificar mi obra de romรกntica o realista. En realidad, los cambios que efectรบo en la disposiciรณn (la secuencia en que aparecen) y en la luz, me permiten brindar mayor fluidez y realizar unos efectos de perspectiva muy variados.

La historia de mis libros consiste, realmente, en el dominio gradual, aunque nunca por completo, de tales aspectos. Por supuesto, la cualidad plรกstica de esa disposiciรณn y de esa iluminaciรณn tiene su importancia, ya que sin ella no se percibirรญa la realizaciรณn de esa disposiciรณn e iluminaciรณn, como tampoco se percibirรญan las ondas elรฉctricas de Marconi de no existir los instrumentos adecuados para la emisiรณn y la recepciรณn. En otras palabras, sin la humanidad, mi arte, el cual resulta infinitamente pequeรฑo, no existirรญa.


Selecciรณn, traducciรณn y notas de Josรฉ Homero


  1. Tal selecciรณn parte de la antologรญa Joseph Conrad on fiction, editada por Walter F. Wright, en la Editorial de la Universidad de Nebraska (Lincoln, 1964). โ†ฉ๏ธŽ
  2. Edward Noble (1857-1949) fue un escritor inglรฉs que, como Conrad, primeramente se dedicรณ al comercio marรญtimo. La carta, escrita apenas seis meses despuรฉs de la publicaciรณn de La locura de Almayer, se refiere a un manuscrito que McMillan le habรญa rechazado a Noble, por entonces un aspirante a escritor. โ†ฉ๏ธŽ
  3. Edward William Garnett (1868-1937) fue un escritor, editor y crรญtico inglรฉs, quien le animรณ en su escritura. โ†ฉ๏ธŽ
  4. Se refiere a la primera parte de The rescuer, cuya versiรณn final se intitulรณ The rescue (El rescate), la cual apareciรณ en 1920. โ†ฉ๏ธŽ
  5. John Galsworthy (1867-1933) fue un novelista y dramaturgo inglรฉs, cuya obra mรกs notable es La saga de los Forsyte, una serie de novelas y relatos que comenzรณ a escribir en 1900, como se advierte por la menciรณn de Conrad. En 1932 ganรณ el Premio Nobel de Literatura. โ†ฉ๏ธŽ
  6. Villa Rubein and other stories, libro de cuentos de John Galsworthy publicado en 1900. Conrad se refiere al cuento โ€œSalvation of a Forsyteโ€. โ†ฉ๏ธŽ
  7. Libro de cuentos publicado en 1900. Posteriormente, algunos relatos de este volumen se integraron a Villa Rubein. En Devon se encuentra el primer episodio de lo que serรญa conocido como La saga de los Forsyte. โ†ฉ๏ธŽ
  8. Conrad llamaba a Carlyle, โ€œbutterflyโ€, valiรฉndose de esa rima caracterรญstica de la jerga cockney โ€“con la que se familiarizรณ durante su etapa como marineroโ€“ en la que los nombres se sustituyen merced a la consonancia. โ†ฉ๏ธŽ
  9. Edward Lancelot Sanderson (1867-1939), poeta menor hoy totalmente olvidado, fue uno de los mejores amigos de Conrad. Helen Sanderson, su esposa, fue autora de unos โ€œBocetos africanosโ€, aquรญ comentados. โ†ฉ๏ธŽ
  10. Sidney Colvin (1845-1927) fue un crรญtico literario y especialista en arte. Amigo tambiรฉn de R. L. Stevenson, escribiรณ una biografรญa de John Keeps y fue conservador del Museo Britรกnico. โ†ฉ๏ธŽ
  11. Barrett H. Clark (1890-1953) fue un escritor, editor, traductor, crรญtico y acadรฉmico norteamericano, cuyos afanes se enfocaron al teatro. Esta carta es en respuesta a una consulta que efectuรณ a Conrad respecto a cuรกles eran sus principios estรฉticos. โ†ฉ๏ธŽ
  12. Richard Curle (1883-1968) fue un escritor, crรญtico y periodista escocรฉs. Especialista en la obra de Conrad, de quien se volviรณ รญntimo amigo, su primer libro al respecto fue Joseph Conrad: A study, publicado en 1914, al que el novelista harรก referencia en la siguiente carta aquรญ traducida. โ†ฉ๏ธŽ
  13. Reseรฑa de Curle, โ€œUniform edition of Joseph Conradโ€™s workโ€, publicada en The Times Literary Suplement, que analiza la publicaciรณn de la obra completa de Conrad en veintiรบn volรบmenes por J. M. Dent & Sons. โ†ฉ๏ธŽ
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(1857-2912) fue un escritor polaco-britรกnico, considerado uno de los mรกximos exponentes de la literatura en lengua inglesa.


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