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Cine para bailar

Dice Anthony Quinn en Zorba el Griego que dios nos dio manos para aplaudir. A esto yo agregaría: y piernas para bailar. Porque la vida sería infinitamente mejor si ante cualquier circunstancia –llamémosle triste, alegre o macabra- pudiéramos perder un poco la compostura y mover el cuerpo como si no existiera el concepto del ridículo. Por fortuna existen el cine y la televisión, donde la combinación de música y tiempo y movimientos de cámara hace del baile algo poderoso. Hemos visto a Gene Kelly aventar su paraguas y zapatear bajo la lluvia, a Rita Moreno girar su crinolina al ritmo del mambo, a Fred Astaire cantarle a Ginger Rogers mientras bailan de cachetito, y, gracias a la magia de Disney, hemos sido testigos de un ballet de hipopótamos, cocodrilos y avestruces en un palacio. Son muchos los que nos han cautivado. Pero eso es de esperarse cuando la cinta en cuestión es un musical o una historia de bailarines. ¿Qué hay de aquellos bailes que no se planearon (al menos dentro de la ficción de la película o programa de televisión)?, ¿qué hay de las sorpresas, de la ilusión de espontaneidad? He aquí, una lista de diez bailes memorables. La única regla: que los bailes sean –o parezcan- al menos un poco realistas. Es decir, las coreografías “espontáneas” de cien personas quedan descalificadas. No fue fácil elegir: hay casi tantos bailes en pantalla como nombres en el directorio telefónico de China. Sean bienvenidas las sugerencias.

 

Pulp Fiction (1994) de Quentin Tarantino

Concurso de twist

 

Porque a pesar de los kilos y la edad y la caída del pelo, John Travolta no pierde el estilo. Porque sólo Uma Thurman puede moverse como si tuviera los hombros a punto de dislocarse y seguir destellando sensualidad. Porque bailan en pareja, pero cada uno sigue en su mundo y en su burbuja a pesar de la evidente coreografía. No pierden la concentración; tampoco sonríen. La cámara se acerca para que veamos la escena como si estuviéramos ahí con ellos bailando, se mueve con ellos por toda la pista, y sube y baja para que no perdamos detalle de los pies descalzos limpiando el suelo. Esto, señores, es lo que se conoce como aflojar el cuerpo y dejar que el ritmo haga su trabajo.  Ahora, estrictamente hablando, no es el baile más espontáneo que existe, pero sería un crimen no incluirlo. Además, ¿a qué hora tuvieron tiempo de practicar Vincent Vega (John Travolta) y Mia Wallace (Uma Thurman) si apenas hoy  se conocieron?

 

 

Bande àpart (1964) de Jean Luc Godard

El Madison

 

Dicen que Quentin Taratino –quien nombró su casa productora, A Band Apart, en honor a Godard- se inspiró en esta escena de delincuentes (o pseudo delincuentes) con estilo bailando en un restaurante para el twist de Pulp Fiction. Y es que después de ver bailar a Franz, a Arthur y a la hermosa Odile con su sombrero, muchos quisimos ser como ellos: jóvenes despreocupados, desocupados y a la moda que pasan las tardes aspirando el humo de cigarro en un café parisino, pensando en el ser y el no ser, y planeando un robo clandestino. El tipo de baile se conoce como “el Madison”. Fue popularizado en los cincuentas en Ohio, y más tarde en la versión fílmica de Hairspray en 1988. Es fácil y bobo. Y el hecho de que este trío no baile del todo sincronizado, le da un no sé qué a la escena. Pero quizás mejor que el baile (que ya es mucho decir cuando hablamos de uno de los momentos más cool de la Nueva Ola Francesa) es el principio de la escena, cuando Odile y Arthur simulan que sus dedos son piernas y planean su rutina. No hace falta la traducción del francés.

 

 

The Gold Rush (1925) de Charlie Chaplin

La danza de los panes

 

The Gold Rush era la película favorita de Chaplin. También era la cinta por la que quería que lo recordaran. Lo logró. La escena de la danza de los panes es una de las más memorables –y elegantes- de la historia del cine. Varios daríamos un dedo por tener la gracia de esos tenedores con panes, o la gracia de Chaplin que es lo mismo. Desde Godard y los Tres Chiflados hasta Los Simpsons en una escena donde la dificultad para respirar de la mamá de Marge termina por marcar el ritmo del baile, muchos han homenajeado a esta singular danza. Godard lo hizo en la escena anterior de esta lista, a través del baile de los dedos de Anna Karina (Odile). No se pierdan la entrada de los bolillos a la mesa, como si fueran los pies de una bailarina de ballet, ni los movimientos de cejas de Chaplin, ni el split final de los tenedores. Todo un espectáculo.

 

 

A Clockwork Orange (1971) de Stanley Kubrick

Singing in the Rain

 

Gene Kelly habrá quedado descalificado de la lista, pero no os preocupéis que aquí está la versión macabra de ese lindo baile bajo la lluvia. Un cosa hay que admitir: Alex DeLarge, el protagonista de Naranja Mecánica, es, al igual que Kelly, optimista, carismático y buen bailarín. Donde Kelly daría saltos en la banqueta, Alex da patadas a sus víctimas. Donde Kelly se sube a los postes y salta con paraguas en mano, Alex se sube a la mesa y destruye todo con un bate. Esta escena de destrucción y violencia es el ejemplo perfecto de cómo una canción aparentemente inocente puede tomar un significado sombrío al cambiarla de contexto. No sé si estar agradecida por la lección o enojada con Kubrick por haberme arruinado la pieza. Otros villanos del cine que gustan de bailar: Jack Nicholson en Batman, y Michael Madsen en Reservoir Dogs.

 

 

The Perks of Being a Wallflower (2012) de Stephen Chbosky

El baile de homecoming

 

El término wallflower -literalmente “flor de pared”- hace referencia a los estudiantes de preparatoria que pasan las fiestas escolares pegados a la pared mientras el resto de sus compañeros baila y socializa. (Como prueba están los binoculares que usa el amigo del geek en Sixteen Candles para ver a la gente de la pista.) Son los solitarios, los ignorados. En esta dulce escena, el tímido Charlie –un wallflower por excelencia- se pasa el miedo por la garganta y se despega de la pared del gimnasio. Paso a pasito, con un movimiento de cabeza que recuerda a un gorrión persiguiendo un pedazo de pan, Charlie se dirige al lugar más temido –y a la vez más añorado- por todos los rechazados: el centro de la pista. No importa nada más. Ahí lo esperan un par de locos que lo harán olvidar –aunque sea por los tres minutos que dura una canción- que la preparatoria puede ser el lugar más cruel del universo. La versión de Come on Eileen de Dexys Midnight Runners, con sus cambios repentinos de tempo, es perfecta para crear un baile lleno de pasos erráticos.

 

http://movieclips.com/CQvS-the-perks-of-being-a-wallflower-movie-come-on-eileen/

 

Y por si no se habían enamorado ya de la forma de girar de Hermione –perdón- Emma Watson, aquí un video donde la actriz le enseña a bailar a Jimmy Fallon:

 

http://www.youtube.com/watch?v=-iurD7sy1iA

 

The Life Aquatic with Steve Zissou (2004) de Wes Anderson

El baile de Steve Zissou

 

Hay ocasiones en que un sutil movimiento de cadera basta para transmitir las emociones de un personaje. Y quien mejor que Bill Murray, con ese traje azul brillante que enaltece sus lonjas y lo convierte en el buzo menos atlético del cine, para demostrarnos –a través de un brevísimo baile- que el mar es su pasión. El movimiento de cadera le sale natural. El problema –un problema común entre el resto de los mortales sin gracia para bailar- es qué demonios hacer con los brazos: ¿cruzarlos?, ¿moverlos en círculos?, ¿recargarlos en el cinturón? La clave de este momento está en la puesta en escena, porque nada sería igual sin el resto de los buzos. Anderson fija la cámara mientras los otros, con un semblante serio, ignoran a Murray como si esto fuera cosa de todos los días. No dudo que así lo sea…

 

Otras escenas del cine de Wes Anderson que podrían haber figurado en la lista: la familia de zorros bailando en los pasillos del supermercado enFantastic Mr. Fox y el baile que hacen Suzy y Sam en ropa interior en la playa en Moonrise Kingdom. Pero a Murray nadie le gana.

 

http://www.youtube.com/watch?v=1wMoPSsn2-8

 

Romy and Michele’s High School Reunion (1997) de David Mirkin

Bailando con Sandy

 

Han pasado diez años desde su graduación, y las peculiares Romy (Mira Sorvino) y Michelle (Lisa Kudrow) no tienen nada que presumir en su próxima reunión con sus ex compañeros de clase: ni novio, ni cuerpo de supermodelos, ni trabajo, ni cuenta de banco sustanciosa. Después de que su plan de conseguir novio, cuerpo, trabajo, y dinero fracasa, las mejores amigas deciden inventarse una vida de éxitos. Pero su plan b fracasa, y cuando parece que están a punto de revivir la tortura escolar de diez años atrás, aparece Sandy -el nerd vuelto millonario- en un helicóptero, y salva la tarde. En un desplante de cursilería noventera, el trío de inadaptados se adueña de la pista  y hace un baile interpretativo que no se puede definir con otra palabra que no sea “mágico”. La cereza en el pastel es la toma cenital giratoria de Alan Cumming postrado en el centro de la pista mientras las chicas dan vueltas alrededor de él. No imagino un soundtrack más adecuado que esta canción melosa de Cyndi Lauper.

 

Seinfeld, “The Little Kicks” (1996, Temporada 8, Episodio 4) de Larry David

Elaine Benes

 

Detrás de un buen baile ridículo, siempre hay un gesto despectivo. Elaine Benes no sólo goza de un público que desaprueba su manera de mover los pulgares; ella tiene un grupo de amigos que habla de su manera de bailar como si se tratara de una discapacidad. Mitad marioneta mal manejada, mitad sobrecargo epiléptica indicando las salidas de emergencia, los pasos de baile de Julia Louis-Dreyfus requieren de mucha habilidad para que sus colegas le pierdan el respeto, y para que dieciséis años después, el público no la pueda olvidar. Hemos visto bailes chuscos de intento de seducción como el de Anthony Michael Hall en Sixteen Candles, o el de la inolvidable Phoebe Buffay en Friends. Pero la magia de Elaine, es que ella no baila para nadie.

 

 

Girls, “All adventurous women do” (2012, Temporada 1, Episodio 3) de Lena Dunham

Dancing on my own

 

A veces parece que las mujeres (¿niñas?) de Girls no la pasan tan bien. Tienen baja autoestima, sexo (casi siempre) mediocre, trabajos que no quieren, y relaciones destructivas. Después de enterarse que tiene una enfermedad de transmisión sexual y que su ex novio resultó gay, Hannah Horvath (Lena Dunham) se sienta frente a su computadora y compone un tuit (todas las mujeres aventureras lo hacen) que le está diciendo al mundo: y qué. Con algo tan simple como un click y una canción esencialmente femenina (Dancing on my own de Robyn), podemos sentir cómo Hannah y Marnie (Allison Williams) se liberan por unos instantes, porque vaya que merecen un respiro (no que Marnie lo necesite después de la escena anterior). La progresión es perfecta: del cabeceo al movimiento de hombros al baile en la cama a soltar los brazos y mover la cadera y platicar sin dejar de moverse y perder los zapatos y tirar el abrigo hasta brincar y estrecharse en un abrazo que podría ser puramente fraternal o no (con Dunham nunca se sabe). Muchos otros bailes femeninos pudieron haber ocupado este lugar, pero cuando se trata de instantes que imitan la realidad, Lena Dunham es reina.

 

 

Zorba el Griego (1964) de Michael Cacoyannis

Sirtaki

 

Un pueblo miserable en la isla de Creta. Dos hombres que han perdido todo. Una clase de baile. La risa loca y seductora de Anthony Quinn. Las olas del Mediterráneo rompiendo contra las rocas. La música de Mikis Theodorakis que derrocha felicidad. No imagino una amistad más pura que la de dos hombres que bailan juntos mientras se juran amor. Zorba nos enseñó que el hombre debe de tener un poco de locura, y que ante las desgracias de la vida, no queda más que bailar y reír y despeinarse y volver a bailar. Sólo así se olvida el dolor.

 

https://www.youtube.com/watch?v=D7Vb-XGyb5c&feature=fvwrel

 

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