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20 personajes memorables de la televisión

 

Hay poco que agregar al título, salvo que, previsiblemente, nos faltaron muchos y otros los dejamos fuera arbitrariamente (Tony Soprano, Homero Simpson). El orden es alfabético. Déjennos los suyos en los comentarios. –Luis Reséndiz, Alonso Ruvalcaba

 

Rei Ayanami (Megumi Hayashibara, Neon Genesis Evangelion)

Pocas series tan angustiosamente adolescentes –o angustiosas y adolescentes– como Neon Genesis Evangelion. Resulta complicado acceder a ella en otra edad –complicado: no imposible– porque es pura hormona, emoción, sentimiento a flor de piel. Rei es la chica de esta adolescencia, de la adolescencia de Shinji, su protagonista; es fascinante porque es un clon: un ente –en apariencia– sin emociones, un personaje que al avanzar la trama se descubre más complejo, intrigante, misterioso: su condición de primera mujer termina por doblegar no sólo a nosotros, sino a Shinji, a su padre. Pocas veces en el anime los ojos de un personaje han tenido tanta expresividad: la mirada de Rei Ayanami se acerca en varias ocasiones a aquello que con descarada subjetividad solemos denominar como humano. –LR

http://www.youtube.com/watch?v=d1xpuWM3EdI&feature=related

 

Charles Montgomery Burns (Harry Shearer, Los Simpson, 1989-1994)

Dicen que Matt Groening basó el cuerpo del señor Burns en una mantis religiosa. Dicen que un maestro de la prepa de Groening, el señor Bailey, fue la inspiración de su carácter. Dicen que se pueden reconocer en él rasgos o anécdotas de John y David Rockefeller, de Ronald Reagan, de Howard Hughes y, obviamente, de Charles Foster Kane. Monty está estancado en el tiempo (cree que aún hay liga de negros en el beisbol profesional, por ejemplo) pero sus autores no: el señor Burns de las primeras temporadas de Los Simpson es una de las grandes creaciones de la cultura pop porque es cultura pop: es una suma referencial deliciosa y delirante. –AR

http://www.youtube.com/watch?v=0nT56OCxeQE

 

George Costanza (Jason Alexander, Seinfeld)

El más grande de los losers, especie de Woody Allen con mala suerte, gruñón, codísimo, gemelo de su creador –Larry David–, glotón e improductivo, George Costanza es, también, el personaje mejor planteado de Seinfeld. Su riqueza es verdaderamente humana quizá por el encargo al excelente actor Jason Alexander, quizá porque junto a él Jerry y Kramer tienen más de caricaturas. Interminablemente citable –“a George divided against itself cannot stand!”, “The sea was angry that day, like an old man trying to send back soup at a deli”–, George es un exceso, pero es un exceso verosímil y, quién sabe, acaso hasta entrañable. –AR

 

George Christopher (Ted Danson, Bored to Death)

Bored to Death es el epítome de lo hipster (Jason Schwartzman, la escritura, el vino, NY), y George Christopher lo es del mundo editorial de ensueño: un editor mujeriego, inmiscuido en el mundo del arte neoyorquino, fumando mota con religiosa constancia. Lo mejor de Christopher son sus ocasionales discursos (varias veces ininteligibles, casi siempre dirigidos a Jonathan) acerca de la vida y las mujeres y el alcohol y el universo literario; su impecable presencia de traje completo y bourbon en mano en las situaciones más absurdas completa el cuadro de lo ridículo que compone junto con Jonathan y Ray (el enorme Zach Galifianakis). 'Men face reality, women don't, that's why men need to drink', quizá su frase más citable  –la frase más citable de toda la serie, en realidad– resume su ideología; el discurso acerca de los vellos axilares y la fascinación que ejercen sobre él se cuenta, también, entre los mejores momentos de la televisión reciente. –LR

 

Doctor Who (William Hartnell, Patrick Troughton, Jon Pertwee, Tom Baker, Peter Davison, Colin Baker, Sylvester McCoy, Paul McGann, Christopher Eccleston, David Tennant, Matt Smith, Doctor Who)

Once encarnaciones ha tenido Doctor Who a través de más de cincuenta años de serie, un récord absoluto. No es solamente el dato de trivia lo que hace imprescindible al Doctor: lo mejor de todo es la capacidad de construir un personaje que es la suma de todos los actores y guionistas que han contribuido a crearlo. Una idea que bordea la del mito, este concepto colectivo que se va nutriendo de las ideas y sentimientos de aquellos que lo construyen de alguna u otra forma. Así, Doctor Who –con un sólido elenco de secundarios detrás y, sobre todo, el mejor equipo de guionistas de fantasía y ciencia ficción que ha habido en la televisión, con el perdón de The Twilight Zone– es el personaje con mayor número de representaciones, todas entrañables, válidas: todas un triunfo de la imaginación. –LR

 

Don Draper (Jon Hamm, Mad Men)

Jon Hamm construyó a Don Draper. O quizá fue al revés. Lo cierto es que, pese a la debacle de Mad Men, ya documentada aquí, Draper permanece como uno de los grandes performances de la televisión. Es él, claro, pero también es el entorno, su hábitat: es su oficina, son sus poquísimos amigos, son sus mujeres. También: su cigarrillo y whisky en el trabajo, su impecable traje, su mundanidad. No nos atrevemos a ser Don Draper por miedo a la autodestrucción del proceso. Pese a esto, nadie puede dejar de contemplar al misterioso Draper cuando entra en su despacho. –LR

 

Anthony Fremont (Bill Mumy, “It’s a good life”, The Twilight Zone, 1961)

Recordemos el asunto central de este episodio sensacional de la vieja Dimensión desconocida: un niño de seis años, a través de sus superpoderes mentales, ha aislado un pueblito de Ohio y lo ha convertido en una suerte de parque recreativo para la descabellada disposición de su humor: todo –el clima, el ladrido de los perros, las acciones de los adultos– ahí debe estar “bien”: todo debe conformarse a sus deseos. El pequeño Anthony es pavoroso porque todos queremos, de alguna forma, ser ese niño y que el mundo se reacomode a nuestro insulso capricho. Anthony lo logró porque Anthony es el Diablo. –AR

 

Tobias Fünke (David Cross, Arrested Development)

El primer analista terapista –certificado como analrapist en su licencia– de los Estados Unidos es también el mejor personaje de la mítica Arrested Development. Sus gags únicos, su filoso (e involuntario) sentido del humor, sus constantes e infructuosos intentos por hacer algo distinto: todo en Fünke es ridículo y exageración, ingenuidad y estupidez (inolvidable verlo pintado de azul, tomando clases de actuación con Carl Weathers, sumándose a una protesta por los derechos de los homosexuales). Tobias es la metáfora perfecta de esa perezosa clase acomodada de la queArrested Development es cómplice y bufón. –LR

 

Ari Gold (Jeremy Piven, Entourage)

Ya Abed, de Community, ha dicho de Entourage: “Damn, that show is sloppy!” Y es cierto: el programa es una chambonería, con personajes que intercambian posiciones dramáticas, metas y recursos. (Y cada temporada empeora un poco.) Pero en medio del naufragio está Ari Gold con los brazos en alto y un insulto en la punta de la lengua. Como un rey de plástico en un mundo de plástico. –AR

 

Saul Goodman (Bob Odenkirk, Breaking Bad)

Gandalla, marrullero, vivísimo: Saul Goodman podría, por su apariencia y discurso, pasar fácilmente como la típica rábula mexicana que puebla los juzgados y agencias ministeriales. Pero no: Goodman es el eficiente abogado criminal (abogado y criminal) que ayuda, asesora, conecta y saca de apuros a los fabricantes de metanfetamina de la serie. Es él quien se encarga de recoger los pedazos del caos que van dejando a su paso Walter y Jesse; es él, también, causa y consecuencia, solución y problema de la vida de Walter y la gente que lo rodea. Goodman destaca también por ser quien presenta a Mike the Cleaner, el otro gran personaje de Breaking Bad: asesino a sueldo, encargado de limpiar escenas del crimen, intimidar y otros trabajos menos agradables; al mismo tiempo, es un devoto abuelo, responsable de un par de tiernísimas escenas con su nieto. Ambos, Saul y Mike, funcionan como ejemplo perfecto de aquellos que, por supervivencia, se inmiscuyen en el crimen en cualquiera de sus vertientes. Es su negocio, y el negocio es bueno. –LR

http://www.youtube.com/watch?v=FiLvZJb7jcg

 

Jon Kavanaugh (Forest Whitaker, The shield, quinta temporada)

Oficial de asuntos internos de la policía de Los Ángeles, Jon Kavanaugh es un tipo rectísimo, decidido a desmantelar y llevar a juicio al Strike Team de Vic Mackey, un equipo extremadamente corrupto pero también extremadamente eficaz. (Nuestro corazón está con ellos.) Kavanaugh no se dobla nunca: ni por el amor de su esposa –que Mackey sabe aprovechar– ni ante el código azul ni ante el ridículo ni ante nada; mejor aún, es un adversario temible porque está más allá de su propio sufrimiento (no hay policía más triste que éste) y no tiene nada que perder; porque es endiabladamente minucioso y esa endiablada minucia fuerza al Strike Team a colocarse en la cima de su grupal inteligencia. Benditos sean los grandes antagonistas. –AR

 

Omar Little (Michael K. Williams, The wire)

Esta lista no tendría sentido si no estuviera en ella Omar Little, tal vez el personaje clave de la televisión en los últimos veinte años. En él está el más alto valor de The wire: su capacidad subversiva. También otros valores de la serie: su unanimidad impasible, su entrañabilidad, su capacidad de crear mitos (The wire crea a Omar pero Omar crea el mito de sí mismo). Todo en Omar es tensión: sexual, violenta, vengativa. La noche funesta en que salta de una balacera desde un cuarto piso y su gabardina se extiende como una capa, Omar ya no es Omar: es el hombre araña o es Darkman: es la cosa de la que están hechos los sueños. Y luego, porque así es esto, Omar se muere. –AR

 

The Man from Another Place (Twin Peaks)

Rareza entre las rarezas de David Lynch, este pequeño hombre venido de otro lado –con su discurso alrevesado y terrible, con su baile de torcida, incomprensible belleza– es una intromisión de las pesadillas reales en el mundo de las pesadillas artificiales de la televisión gringa. Cuidado con el clic: no es apto para la vigilia. –AR 

 

Abed Nadir (Danny Pudi, Community)

Abed es un truco, un recurso, de Dan Harmon y los otros escritores de Community: afectado por algún mal cerebral –¿el de Asperger acaso?–, obsesionado con la cultura pop –especialmente el cine y la televisión–, les sirve a los autores no sólo para colar referencias a series y películas sino para llevar su propia serie más allá de la ironía, a una suerte de post-metaficción: Abed, se diría, sabe que está en una serie y comenta esa serie confrontándola con otras series: metameta. Peeero: Abed no sólo es un recurso: gracias a la extrañamente dulce actuación de Pudi, el personaje, más que una computadora (que lo es, hiperpoderosa), es un joven suspendido entre la incomodidad, la superioridad, la soledad y la amistad: es el lazo de unión más sincero entre el grupo de estudio en el centro de Community. –AR

http://www.youtube.com/watch?v=TMRj-SKJ_Fs

 

Paul Pfeiffer (Josh Saviano, The Wonder Years)

No hay una serie que retrate tan puntillosamente el paso de la infancia a la adultez como Los años maravillosos. Eso es malo y bueno: se podrían ahorrar ciertos episodios (la serie fácilmente podría reducirse a la mitad, y resultaría casi benéfico) pero, al mismo tiempo, cada uno de sus momentos parece imprescindible en ese enorme cuadro que es la vida humana. En su interior hay un reparto solidísimo que complementa todas las anécdotas del protagonista: a veces a tal grado que su presencia resulta aún más necesaria que la de Kevin Arnold. Winnie Cooper, por supuesto, la mujer omnipresente (e imposible) de la vida de Kevin; el enorme Jack Arnold, padre de Kevin y síntesis de todos los padres del mundo y de la historia y, por supuesto, el fiel Paul Pfeiffer. Mejor amigo de Kevin, con gafas gruesas y frenos, esmirriado, todo en él parece verse opacado por su amigo. Pero Paul funciona como perfecto contrapunto y, al mismo tiempo, complemento a la vida de Kevin. Paul es la síntesis de todos los mejores amigos de la historia. –LR

http://www.youtube.com/watch?v=v0e4Pu8oUWo&feature=related

 

Harley Quinn (Arleen Sorkin, Batman: The Animated Series)

Habría que declarar que Batman: The Animated Series debe ser, con cierta distancia de sus equivalentes cinematográficos, la mejor adaptación que se ha hecho de Batman a medios audiovisuales. La suma de influencia vintage, estética de los cuarenta e ideas de los trabajos de Frank Miller sobre el personaje se unieron en un solo punto, del que salieron muchas de las mejores historias que sobre Batman se hayan visto (Mask of the Phantasm, por no ir más lejos) e, incluso, uno de los personajes más interesantes de la mitología del murciélago (de tal manera que dio el salto al cómic): Harley Quinn. Destaca de Harley Quinn su perverso sentido del humor, tan similar al del Guasón (aunque, digamos, más tierno, adolescente), su jovialidad y vitalidad asesinas y, claro, el amor incondicional y pervertido que profesa al propio Guasón. Harley Quinn, afortunadamente, llegó y se quedó en la mitología de Batman (ha crecido a tal grado que aparece en los videojuegos Arkham City y Arkham Asylum e, incluso, se le barajó como uno de los tres villanos principales para la secuela de Batman & Robin, Batman: Triumphant), pero no hay que olvidar su origen jamás. –LR

 

 

Sherlock (Benedict Cumberbatch, Sherlock)

El arquetipo de Conan Doyle fue revisado (saqueado, dirían algunos) por varios exponentes de la televisión de los dosmiles: Greg House, de House M.D. (tal vez el más logrado), Patrick Jane de The Mentalist,  Adrian Monk de Monk, Carl Lightman de Lie to Me. No fue hasta 2010 que la BBC decidió devolver, voluntariamente o no, a Conan Doyle lo que es de Conan Doyle. Sherlock narra el origen de la relación entre Sherlock Holmes y John Watson, sus primeras colaboraciones y el enfrentamiento con Moriarty, con una pequeña particularidad: está completamente situado en el siglo XXI. No hay el menor rastro de la Inglaterra victoriana en la que originalmente se desarrollaban los casos del detective: aquí hay laptops, smartphones –“I prefer to text”, dice Sherlock a Watson en su primer encuentro. Pero lo más importante no son todos los implementos argumentales, sino la gran interpretación que da Cumberbatch: un Sherlock que lo mismo remite al de Basil Rathbone que al House de Hugh Laurie. –LR

 

Carmela Soprano (Edie Falco, The Sopranos)

Personaje complejísimo de Los Soprano, Carmela suele ser el sostén de la casa, en muy poco diferente a la abnegada mamá del cine mexicano de los cuarenta, hasta que no lo es: entonces se convierte en la mujer más cabrona, más enfática, más hiriente de los dosmiles. También: es ladrona; también: es ingenua. Más: padece una profunda tristeza y no sabe qué diablos hacer con sus insoportables hijos y su intratable marido; y luego lo resuelve todo con una genialidad. El día que sea necesario, Carmela va a entregarle su cuerpo a un hombre que sepa amarlo; otro día, Carmela va a mandar callar (¿a mandar matar?) a ese mismo hombre. Así es ella. –AR

 

Al Swearengen (Ian McShane, Deadwood)

En una galería de personajes memorables –la odiosa rata E.B. Farnum, el temible Mr Hearst– Al Swearengen sobresale porque es un hombre de lenguaje: su arma es un idioma explosivo, una suerte de paninglés anacrónico o tal vez atemporal, que puede ir de la mentada como una de las bellas artes al humor acérrimo a la inmolación del ego con cadencia shakespeareana. David Milch, creador del personaje y de la mayoría de sus diálogos, merecería una tumba en Stradford-on-Avon. Hagámosela. –AR

http://www.youtube.com/watch?v=uqvdmjGc3cI

 

Hal (Bryan Cranston, Malcolm in the Middle)

Bryan Cranston ya está, de alguna manera, en esta lista, gracias a Walter White deBreaking Bad. Hay otro papel, uno en el que no es protagonista, que también merece honores: Hal, el padre de la totalmente disfuncional familia de Malcolm in the Middle. En cierta forma, Hal es otra cara del mismo Walter White, padre suburbano, ahogado por las deudas, los hijos, la mediocridad de la existencia. En Pero Hal no encuentra la válvula de escape a las presiones de la vida en el crimen sino en una neurosis que borda la esquizofrenia, los ataques de locura y el amor desenfrenado y sin miramientos que profesa, casi por igual, a su esposa, sus hijos y las pequeñas manías. Cranston había construido, durante siete años, uno de los más memorables secundarios de la televisión: no sabría que visitaría a este personaje, dos años después, para convertirlo en un protagónico imprescindible. –LR

 

Finalistas

Alfred Hitchcock (Alfred Hitchcock presents…), Spooky Mulder y Dana Scully (X-Files), Alf, Pat (Saturday Night Live), Thomas Magnum (Magnum, detective), el narrador (Los intocables en español).

 

 

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