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Once inolvidables narradores

Dicen los prejuiciosos que la narración en off es un recurso de cineastas sin imaginación, que “cuentan” literariamente lo que no pueden mostrar con cinematografía de veras. Esto, claro, es un absurdo que nadie debería repetir. Hay narraciones en off que desarrollan personajes, que proponen una tensión entre el narrador y lo que ve el espectador –por ejemplo, la de Travis en Taxi driver–, que enriquecen lo que vemos, que lo ironizan, que quieren y a veces logran ser poesía… Obvio, también hay las que se equivocan en todo. Unas por buenas y otras por insoportables, he aquí diez voces en off que se quedan en la mente o en el oído como un jingle o una canción pop que no te puedes sacar de adentro.

Por buenas

1. Pacto de sangre (Double indemnity, 1944) de Billy Wilder

Esta lista podría y tal vez debería estar hecha de puro cine negro, un estilo que tan bien ha sabido aprovechar el recurso de la narración en off. El ocaso de una vida –narrada en off por un muerto–, La dama de Shangai, Detour, Traidora y mortal, Cliente muerto no paga, el primer minuto de Simplemente sangre, que parece sacado derechito de Jim Thompson… Todas son memorables. Pero la de Pacto de sangre es la más cruel, la más desencantada, la más irónica de todas. Puro Raymond Chandler. “Lo hice por dinero –le confiesa el narrador a una grabadora– y lo hice por una mujer. No conseguí el dinero. Y no conseguí a la mujer. Qué bonito, ¿no?”

 

 

2. La jetée (1962) de Chris Marker

Los auteurs de la nueva ola francesa, acaso influidos por el Pickpocket de Bresson, se sintieron fascinados por la narración en off. Jules et Jim de Truffaut, Bande à part de Godard, muchas más tienen esas voces un poco desentendidas que nos invitan por un momento a alejarnos de lo que vemos. La voz que nos habla en La jetée de Chris Marker –que no es propiamente Nouvelle Vage sino Rive Gauche– no quiere que nos alejemos: quiere unirnos para siempre al tristísimo destino de su protagonista. Y, por supuesto, lo logra:

 

http://www.youtube.com/watch?v=TRXLIIoF-gs

 

3. Naranja mecánica (A clockwork orange, 1971) de Stanley Kubrick

Mitad comedia, mitad ciencia ficción violentísima y otra mitad –sí, una tercera– estudio en narración no confiable, Naranja mecánica tiene una de las poquísimas voces absolutamente singulares de la historia del cine. (Off u on, da igual.) Nadie nunca había hablado como Alex y todos los que han intentado hacerlo después se han quedado en muy vergonzosos pañales. La voz de Alex es mordaz, lenguaraz, feraz, procaz y, faltaba más, falaz.

 

 

4. Educando a Arizona (Raising Arizona, 1987) de Joel Coen

Los Coen son acaso los autores que más consistentemente han experimentado con la voz que nos habla desde fuera de la pantalla: la mencionada Simplemente sangre, El hombre que nunca estuvo, ¿Dónde estás, hermano mío?… En El apoderado de Hudsucker, incluso, intentan un malabar virtuoso: la narración en off dentro de la pantalla. Pero el mejor de todos sus ensayos en voice-over es el de Educando a Arizona, cuya narración es divertida, conmovedora, emocionante y dialectalmente riquísima. Los primeros minutos son para la eternidad. Los últimos, también.

 

Los primeros:

 

http://www.youtube.com/watch?v=lBVesAXZPzA

 

Y los últimos:

 

http://www.youtube.com/watch?v=1gRa12XJUvs

 

5. Léolo (1992) de Jean-Claude Lauzon

En este momento es probable que pienses que la mejor voz en off de dicción poética es la que ha practicado Terrence Malick desde La delgada línea roja: susurrada, inquisidora, temblorosa por momentos. Y tal vez estés en lo cierto. Pero tal vez no, porque la voz del protagonista de Léolo –no de Malick sino de Lauzon– cumple con una altísima dosis de intensidad y la sazona con crueldad, con ironía, con ternura, con flores de baria poesía en verso francés. “La gente que sólo cree en la realidad me llama Léo Lauzon; de mí dicen que este hombre es mi padre: yo sé que no es así porque este hombre está loco. Porque sueño: yo no estoy loco.” (Por supuesto, Léolo está loco.)

 

 

6. Los excéntricos Tenenbaum (The royal Tenenbaums, 2001) de Wes Anderson

Aquí, el sermón monocorde de Alec Baldwin funciona como un puente entre Los excéntricos Tenenbaum, la película, y sus fuentes literarias, muy particularmente Salinger y la familia Glass. Es como si Baldwin de verdad te estuviera leyendo un libro en tu cuarto, antes de dormir. Una narración de una delicadeza total. (Por cierto, en 2001 también se estrenó Y tu mamá también, que tenía una muy similar narración a cargo de Daniel Giménez Cacho. No sería raro que Carlos Cuarón y Wes Anderson abrevaran de las mismas fuentes de la literatura gringa.)

 

http://www.youtube.com/watch?v=w1uA1TMnsTM

 

Por malas

7. Dunas (Dune, 1984) de David Lynch

No hay nada en la tierra más aburrido que las voces en off de Dunas. Es en serio: pura exposición de la peor clase, mareo, repetición infinita de una misma tontería circular. Por si fuera poco, Lynch decidió darle voice-over “propio” a medio elenco. ¿Cómo le hace uno para arrancarse del cerebro a Virginia Madsen y sus absurdos detalles sobre especias (perdón, sobre La Especia)? Se aceptan sugerencias:

 

 

8. Sueño de fuga (The Shawshank redemption, 1994) de Frank Darabont

Propuesta: Frank Darabont es el segundo peor director trabajando en Hollywood en este momento. (¿El primero? Adivinen.) Después de una ostentosa chambonería, una cursilería a prueba de diabéticos, una campechanería total, su gran defecto es el de la afectación: el tipo finge que está diciendo algo importante. (Lo peor es que un montón de espectadores sin experienciase lo creen.) Sueño de fuga es el colmo de ese defecto, y la voz en off dizque sabia de Morgan Freeman es tan “conmovedora”, tan pero tan de chillar que parece la financió Klínex. Approach with caution, en serio:

 

http://www.youtube.com/watch?v=YInN9mc9vXA

 

9. Felicity (1998-2002) de JJ Abrams y Matt Reeves

Antes, bastantito antes de que fueran los tipos que ahora conocemos por esos nombres, JJ Abrams y Matt Reeves crearon y produjeron Felicity, la Madre de Todos los Placeres Culpables. Felicity es capaz de destruirlo todo, incluso un truco de probada eficacia como la voz en off de quien le hace confesiones a una grabadora. (Remember Pacto de sangre.) El peor momento de la historia de Felicity es el de su corte de pelo. Pero no por el dolor que nos causó el tasajeado –que sí: ¡era tan hermosa!– sino por la delirante banalidad de sus reflexiones en off: “Una cosa es decir que vas a desprenderte de algo, otra muy distinta es hacerlo de verdad”, “Cuando entré adonde cortan el pelo, di un gran salto”, “No lo hacía por un güey o porque estuviera en una lista, lo hacía por mí”. Y así.

 

 

¿Por mala? ¿Por buena?

 

10. Blade runner (1982) de Ridley Scott

Un caso avis rara. Blade runner, para muchos una de las mejores películas de los ochenta, se vio durante diez años con la voz en off de su protagonista y se ha visto los siguientes veinte sin esa voz en off. Consecuencias del laser disc, el DVD, los torrents, youtube, el blu-ray, etc. Tal vez la decisión de si la voz en off de Deckard es un logro o un estorbo sea subjetiva y crónica: quien haya nacido en los setenta o antes y haya visto primero la versión narrada en off considerará que es imposible que la película funcione sin ella. A quien (más joven) haya nacido con el director’s cut como estándar le parecerán ridículos nuestros intentos por recuperar esa voz. Imposible decidirse. Aún:

 

 

 EXTRA

 

11. Legends of the Fall (2994) Edward Zwick.

El extraño caso de una voz en off que reinterpreta, abarata y, ultimadamente, destroza a una película. ¿Qué sería la gran épica de Zwick sin esa narración metiche y melosa? Un elegante estudio de cómo un solo hombre egoísta, torturado e inmoral acaba con su familia desde adentro hacia afuera. Probablemente incómodos con la naturaleza ambigua de Tristan Ludlow, el personaje principal, los creadores detrás de Legends of the Fall introducen una voz en off que intenta justificar cada una de las barbaridades del Adonis que interpreta Brad Pitt. Poco importa que le robe la esposa al hermano muerto, que por sus actos delictivos maten a la nieta del narrador, que su viaje por África cause la enfermedad de su padre, que su frialdad ocasione el suicidio de una mujer que lo amó toda la vida, la voz siempre está ahí para brindarle una coartada. Tristan era “como la roca contra la que sus seres más amados se impactaban”, dice el narrador desde la ultratumba, absolviendo de culpas al protagonista en una coda de una ridiculez supina.

 

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