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Medicina, cine y contagio

El jueves 27 de octubre la Academia Nacional de Medicina de México invitó a sus miembros a una actividad académica poco usual.  El Doctor Samuel Ponce de León responsable y organizador de la velada leyó estas palabras a sus invitados:

Gracias por aceptar la convocatoria de la Academia Nacional de Medicina de México para esta insólita actividad académica.

Si bien, es frecuente que la medicina y el cine compaginen historias, no es común que sus intereses se alineen. Hoy, con la película “Contagio” de Steven Soderbergh, veremos como la salud pública y una historia cinematográfica, convergen en una labor de difusión y educación para el público en general. El mensaje cinematográfico es particularmente persuasivo y, en ese sentido, los médicos podríamos trabajar cerca de la industria del cine para mejorar nuestros mensajes.

¿Cómo empieza una epidemia?, ¿Cómo responde la sociedad? Al transcurrir la historia de Contagio muchos de ustedes sentirán, irremediablemente, un déjà vu hacia la experiencia que México y el mundo vivió hace dos años con el brote de influenza AH1N1. La película refleja con realismo la intensidad de lo que entonces vivimos.

El miedo personal, el miedo generalizado (que se traduce en desconfianza y paranoia), las dificultades del diagnóstico, las implicaciones políticas y económicas, las consecuencias éticas de nuestras acciones, los conflictos de interés, el cuidado de nuestros seres más cercanos y el influyente impacto de medios de información -regulados y no regulados (ni validados)-, son elementos centrales en cualquier epidemia.

En un mundo de 7 mil millones, extensamente comunicado, las interacciones entre especies y la pertinaz mutabilidad de los virus, seguirán presentándonos escenarios potencialmente complicados, pero no diré más. Los invito a ver la película.

 

Doctor Samuel Ponce de León Rosales

Actualmente es Director General de los Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México S.A de C.V.  Investigador Nacional nivel III y profesor de la UNAM. Ha sido presidente de la Asociación Mexicana de Infectología y Microbiología Clínica (AMIMC), presidente del Consejo de Infectología y de la Asociación Mexicana para el Estudio de las Infecciones Noscomiales (AMEIN).  Es miembro de la Academia Nacionalde Medicina de México y de la Academia de Ciencias.

 

Y, para los que ya vieron la película, en esta entrevista el  Doctor Samuel Ponce de León Rosales responde algunas preguntas sobre la pandemia de AH1N1.

¿Cuál es la diferencia entre pandemia y epidemia?

La diferencia se refiere únicamente a la extensión de la epidemia. Una epidemia puede ocurrir en una sala de cuidados intensivos, en un grupo de hospitales, una región de país, incluso una región del continente. Pero cuando involucra varios países o varias regiones del mundo la calificamos como pandemia.   

El caso del virus AH1N1 empezó como una epidemia en México ¿en qué momento se hizo la declaración de pandemia?

La declaración la hizo la Organización Mundial de la Salud (OMS) si no mal recuerdo, el 11 de junio de 2009. Semanas después de que en México se diera la alerta de una epidemia de influenza por un virus diferente.

¿Cuándo se descubrió que esa influenza ‘diferente’ era consecuencia de un nuevo virus?

Yo diría que temprano en el curso de la epidemia, entre abril y finales de marzo, cuando los clínicos, infectólogos, neumólogos y especialistas de terapias intensivas empezaron a reconocer un cuadro clínico distinto: hombres y mujeres jóvenes que llegaban con cuadros respiratorios que evolucionaban rápidamente hacia la gravedad y que pronto llenaron los servicios de atención respiratoria de cuidados intensivos en diferentes regiones del país, destacadamente en San Luis Potosí. El Instituto de Enfermedades Respiratorias tomó nota de  estos primeros avisos y el Laboratorio Nacional de Referencia nos dijo “estoy viendo lo mismo en las cepas que están circulando. Hay un grupo de ellas que no puedo calificar con nombre y apellido”.  Días después, se enviaron muestras a Estados Unidos y Canadá como parte de un protocolo establecido por los sistemas de colaboración de la Secretaría de Salud y los sistemas de organización propuestos por la OMS. A las 72 horas, primero Canadá y después Estados Unidos, confirmaron que se trataba de un virus nuevo. Esto se supo un jueves por la mañana y en la tarde de este mismo día el entonces secretario de salud, José Ángel Córdoba Villalobos, dio el aviso de que teníamos una epidemia por un virus de influenza diferente. Se estableció una alarma epidemiológica y se giraron instrucciones para que hubiera distanciamiento social y  poder así, cortar la transmisión del virus.    

¿Cuánto tiempo había pasado entre esta declaración y el descubrimiento de los primeros casos?

Ocho días desde la corroboración del problema con el estudio clínico en hospitales que se hizo en la ciudad de México. Los avisos previos de los clínicos habían sucedido tres o cuatro semanas atrás.   

¿Detectaron al paciente índice?

No. Una semana antes de la declaratoria de Córdoba Villalobos, el Centro de Control de Enfermedades de EUA reportó a dos muchachos de California con el virus AH1N1. Ellos habían acudido tres semanas antes a una clínica que les diagnosticó una gripa no tipificable. Esta clínica, como parte de un procedimiento normal de vigilancia epidemiológica, envió muestras de este virus a Atlanta, al Centro de Control de Enfermedades, quienes encontraron y reportaron el virus AH1N1. Estos muchachos son los primeros pacientes identificados con este virus. Después se han hecho búsquedas hacia atrás en sueros que se tomaron en diferentes lugares de México y entiendo que un recién nacido en febrero de 2009 dio positivo a este virus.

En México ¿quién hace la búsqueda del paciente índice?

La Dirección General de Epidemiología del la Secretaría de Salud y las áreas correspondientes de cada estado.

¿Cuál era el número reproductivo básico/ índice de contagio (Ro) del virus AH1N1?

Fue variable, porque depende -en parte- del momento de evolución de la epidemia, pero rondó el 2. Es decir por cada enfermo, dos se contagiaban.

¿En qué momento se empezó a trabajar en la vacuna?

Desde que México dio la alerta. En ese momento la industria que fabrica vacunas se puso las pilas.  Ya sabíamos cuál era la cepa porque el caso de los 2 muchachos de EUA se había publicado y describía el virus y su comportamiento.

A nivel mundial, existe un grupo coordinado por la OMS que cada año evalúa a nivel epidemiológico lo que está ocurriendo en cuanto a circulación de virus influenza, y hace un pronóstico, de acuerdo a los reportes de diferentes laboratorios, sobre los virus que se van encontrando. Este grupo dice, por ejemplo, “para 2013 la composición que nosotros proponemos para la vacuna es con las cepas Ax, Ay y Bz”.  En ese momento empiezan a fabricarse las vacunas estacionales (que tienen que estar listas entre agosto y septiembre de cada año)  y hay una capacidad determinada (e insuficiente) para producirlas. Durante la pandemia de AH1N1 la OMS giró instrucciones para que los productores de vacunas fabricaran -de manera simultánea a la vacuna de la gripa estacional y a marchas forzadas- la vacuna en contra del virus AH1N1. Las primeras dosis se lograron en un tiempo record de 5 meses.

¿Cómo se decide a quiénes vacunar primero?

De acuerdo con protocolos establecidos por la OMS que en México se aterrizan en el Plan Nacional  de Respuesta. ¿Quiénes son los primeros a los que hay que cuidar en caso de una pandemia de alta mortalidad? Servicios de seguridad (fuerzas armadas, policía), servicios médicos (urgencias), servicios financieros, transportes y servicios generales (luz, agua, comunicaciones), Presidente y secretarios y después o idealmente de manera simultánea a los que tiene mayor riesgo de tener problemas: mujeres embarazadas, niños menores de 2 años y, dependiendo de la disponibilidad de la vacuna, se van ampliando los grupos que van a recibirla.

¿Cuál es la cadena de mando que se sigue para los temas de vigilancia epidemiológica en México?

La Dirección General de Epidemiología establece los lineamientos y da instrucciones a todas las instituciones del sector salud: IMSS, ISSSTE, Seguro Popular, Pemex, etc. El IMSS, por ejemplo, debe enviar el aviso a todas sus regiones; en cada región se debe notificar a todas las unidades y los servicios de emergencia de cada unidad deben de responder siguiendo esos lineamientos.

La cadena de mando existe, aunque no es perfectamente clara ni perfectamente organizada.  Cuando ocurrieron los primeros avisos de AH1N1 el flujo de información entre clínicos y  sistemas de vigilancia epidemiológica (cada estado de la república y cada sistema de salud cuenta con su propio sistema) no fue el óptimo.  Y esto es algo que nos pasa una y otra vez. Pasó, hace varios años, en un estado del interior de la república con una situación muy complicada de dengue, en donde no reportaban los casos. ¿Por qué? Por situaciones políticas, de economía, miedo a perder turistas…    

Además de mejorar la comunicación de los sistemas de vigilancia ¿Qué otras acciones debería contemplar México para hacer frente a una epidemia?

Mantener  una vigilancia sobre aves y cerdos porque ellos nos pueden dar un aviso inicial. También, es crucial que los médicos sean buenos diagnosticando situaciones diferentes. En el caso del virus de AH1N1 fueron los clínicos quienes dieron el anuncio de que algo, más grave, estaba sucediendo.

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