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El Conacyt, Ackerman, los millones

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Es localizable en el Portal de Transparencia de la UNAM el convenio entre “el Conacyt de la 4T” –como lo rebautizó su directora, María Elena Álvarez-Buylla– y su amigo y asesor John Ackerman. Como se verá adelante, es interesante por varias razones, y viene a cuento después de que El Universal publicó una nota sobre sus costos merced a una solicitud de acceso a la información.

En estos días en que el Conacyt continúa amagando presupuestalmente a la investigación y se prepara para “refundar” al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), tiene relieve que al menos un proyecto, el de Ackerman, merezca todas las complacencias de la “Agenda del Estado”, como lo comenté aquí.

La respuesta del Conacyt señala que Ackerman “ha recibido en 2020” 5 millones 817 mil 494 pesos para el proyecto “Democracia, Culturas Políticas y Redes Sociodigitales en una Era de Transformación Social” que Ackerman dirige en la UNAM desde el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS) que también dirige Ackerman.

Como la respuesta se presta a confusión, se comentó en las redes que no se sabía si esa cantidad era un solo pago para un proyecto vigente sólo en 2020, o si se continuaría otorgando durante los cinco años que presume Ackerman, quien comentó ofendido que él no recibe “un solo peso” de esa cantidad.  

En efecto, el proyecto de Ackerman es para cinco años, como lo dice él mismo en el Plan de Trabajo 2020-2021 de su PUEDJS: “el proyecto de investigación se proyecta (sic) a 5 años de duración (sic)” con subsidio del Conacyt. De continuar el proyecto –y sí continúa– con los mismos costos de operación, en 2024 Ackerman habrá recibido 29 millones.

Que no recibe “un solo peso” de esos millones puede ser cierto, pero relativamente: ya es un defensor de los pobres que es multimillonario, gana mucho dinero y tiene muchas propiedades. Le importa más el poder que deriva de poner los millones del Conacyt y la UNAM al servicio de su facción en el MoReNa (aunque tanto el Conacyt como la UNAM prohíban el uso partidista de su presupuesto). De pasada también le importa que gracias a esos millones le paga salarios importantes a dos parientas de su esposa, que es la secretaria de la Función Pública Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, quien tiene como su marido dispensa de nepotismo: usar dinero público para favorecer parientes es una forma de privatizarlo y apropiárselo.

Bueno, pero los millones sirven también para financiar el “Proyecto” que Ackerman describió así en agosto de 2019 en el “Convenio de Asignación de Recursosentre el Conacyt y Ackerman:

El objetivo del “PROYECTO” DECONSTRUIR LA SEMÁNTICA DE LA DEMOCRACIA (NEO)LIBERAL Y SU CULTURA POLÍTICA PARA EDIFICAR UN MARCO ANALÍTICO (TEÓRICO Y METODOLÓGICO) QUE PERMITA ANALIZAR Y PLANTEAR NUEVAS NARRATIVAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA DEMODIVERSIDAD SUSTENTADA EN LA PLURALIDAD DE CULTURAS POLÍTICAS EXISTENTES EN MÉXICO. EN ESTE MARCO, EL PROYECTO PROPONE: A) DISEÑAR Y EJECUTAR UNA ENCUESTA SOBRE CULTURA POLÍTICA Y DEMOCRACIA DE CARÁCTER NACIONAL; B) INICIAR LOS TRABAJOS PARA LA EDIFICACIÓN DE UN LABORATORIO SOCIODÍGITAL [sic] DE LA DEMOCRACIA QUE PERMITA HACER INVESTIGACIÓN CON DATOS MASIVOS (BIG DATA) SOBRE EL DEBATE PÚBLICO EN REDES SOCIALES Y EN EL MUNDO VIRTUAL; C) REALIZAR UN ESTUDIO DE CASO CUALITATIVO SOBRE FORMAS DE ORGANIZACIÓN Y PARTICIPACIÓN DE DISTINTOS GRUPOS SOCIALES; Y D) REALIZAR UNA PRODUCCIÓN AUDIOVISUAL CON TRES CAPÍTULOS QUE COADYUVE A DEMOCRATIZAR LOS HALLAZGOS DE LA INVESTIGACIÓN ASÍ COMO FORMAR A LA CIUDADANÍA SOBRE VALORES DEMOCRÁTICOS Y LOS RETOS QUE TIENE SU CONSOLIDACIÓN.

Es curioso: el Conacyt invierte esos millones (y los muchos que faltan) en un proyecto científico que convierte al C. Ackerman en el responsable de formar a la ciudadanía. No menos curioso es que aún antes de hacer la “investigación” ya se anticipe que sus “hallazgos” serán a tal grado importantes que deberán ser “democratizados”. También lo es que el proyecto quiera “deconstruir” la democracia liberal para sustituirla con una “auténtica democracia libertaria y liberadora”, como dice Ackerman en el mencionado Plan de trabajo 2020-2021.

En todo caso, “el Conacyt de la 4T” le halló al proyecto tal cantidad de episteme que decidió registrarlo como uno de sus Programas Nacionales Estratégicos (PRONACES) bajo el rubro “Construcción democrática”, rubro que luego desapareció de los PRONACES, no así de su presupuesto.  

Los millones vienen de los Fondos Institucionales (FOINS) del Conacyt, que tienen exención de austeridad. Algunos (como el de Ackerman) se entregan por “asignación directa”, como lo justifica el Informe del Conacyt, (p. 77). Estas asignaciones directas, dice, se otorgan a los científicos “de trayectoria sobresaliente”. ¿Son “sobresalientes” porque saben mucha ciencia? No, lo son porque “tienen una trayectoria de incidencia social más allá de su quehacer científico, tecnológico y humanístico”, dice su definición oficial.

Así pues, en “el Conacyt de la 4T”, un científico sin “incidencia social” está en desventaja ante quien sí la tiene (por salir en la tele, por ejemplo). En sus contratos habría que advertirles a los científicos que si aspiran a un financiamiento deberán hacerse de “incidencia social” del tipo que le gusta a quien otorga las asignaciones directas.

Álvarez-Buylla es adversaria de la meritocracia (en especial la de los sobresalientes), pero como la “Construcción democrática” era el “Programa Nacional Estratégico” número 7, buscó al number one de los científicos sobresalientes con incidencia social para asignarle los millones. Es una preferencia que Álvarez-Buylla le otorgó a Ackerman desde que en noviembre de 2018 hacían juntos propaganda en favor del Supremo.

Ese amiguismo (que según el Supremo es una “lacra de la política”) le permitió a Ackerman presentar su proyecto al iniciar 2019, ser evaluado en mayo y merecer presupuesto en agosto, varios meses antes de las convocatorias, evaluaciones y resultados a los que deben someterse los mortales escasos de “incidencia social”.

Hasta ahí la “equidad epistémica” de que se ufana el Conacyt de Álvarez-Buylla. En su página web es imposible encontrar (hoy) la convocatoria que ganó Ackerman, sus evaluaciones, fechas, términos y resultados; otras, las de las ciencias duras, indican que las convocatorias se publicaron a fines de 2019 y sus resultados al iniciar 2020. Supongo que la información está “reservada” en el caso de Ackerman porque se trató de una “asignación directa” por “convocatoria cerrada”, lo que permite que el pecho sea bodega, pero equitativa. O quizá se deba a que crear “democracia liberadora” contiene “secreto industrial” y no puede hacerse público. (No se le da mucho la rendición de cuentas al Conacyt: el agonizante Instituto Nacional de Transparencia, INAI, le asestó en 2019 unDictamen de incumplimiento que le dio una calificación de 4 sobre 10 en su “Índice global”.)

Hay más transparencia en la UNAM, en cuya Plataforma de transparencia sí puede verse ese Convenio de Asignación de Recursosentre el Conacyt y Ackerman, que el 16 de agosto “autorizó la canalización de recursos” en favor del proyecto 299452 “DEMOCRACIA, CULTURAS POLITICAS Y REDES SOCIO-DIGITALES EN UNA ERA DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL”, tres meses antes de las convocatorias de los PRONACES que sí pueden verse. El Convenio no aparece en el Informe de Actividades del Conacyt Julio-Septiembre de 2019, donde debería estar registrado –supongo– bajo el rubro “Apoyos directos otorgados a través del FOINS” (p. 15), ni tampoco en los informes subsecuentes (el de octubre a diciembre no es visible). El hecho es que en la sección “Canalización de recursos” se dice que el Conacyt

En cumplimiento al Acuerdo emitido por el Comité Técnico y de Administración del mismo, y con sujeción a lo establecido en el presente Convenio, canaliza al “SUJETO DE APOYO” la cantidad total de $5,817,494.00 (CINCO MILLONES OCHOCIENTOS DIECISIETE MIL CUATROCIENTOS NOVENTA Y CUATRO PESOS 00/1 00 MN); y en los casos que aplique, equivalentes a, conforme a lo dispuesto en el Anexo Uno.

Ese Anexo Uno prueba que el Convenio sigue vigente, pues se refiere al “Desglose financiero” anual del proyecto de Ackerman: los “Rubros a financiar” incluyen pasajes y viáticos, trabajo de campo, maquinaria y software, etc., que requieren de un millón 700 mil pesos, y luego a los rubros más costosos:

474.  Asistentes de proyecto                                3,082,194.00
451.  Servicios ext. especializados                    1,171,700.00

Tres millones con los que Ackerman recibe autorización para la contratación de trece “investigadores y asistentes Conacyt” (entre ellos las parientes sobresalientes) y un millón para los “técnicos contratados por honorarios” (como dice el Informe anual del PUEDJS, p. 65).

Y bueno, en tanto que el proyecto “Democracia, Culturas Políticas y Redes Sociodigitales en una Era de Transformación Social” de Ackerman continúa guiando a México hacia “la auténtica democracia”, y en tanto que sigue empleando al mismo número de investigadores, asistentes, técnicos por honorarios y parientes honoríficos, es lógico concluir que el proyecto renovó en algún momento su vigencia y que el Conacyt ya le “ministró” los millones que corresponden al ciclo 2020-2021, el segundo de los cinco. De nuevo, no hay documentación en la página del Conacyt.

¿Cómo se hizo esa renovación? ¿Se habrá sometido al sobresaliente a una evaluación rigurosa?

Quizás no. La persona que nombró el Conacyt para evaluar el proyecto de Ackerman es Manuel Castells, autor del libro Redes de indignación y esperanza. Es “invitado de lujo” habitual de Ackerman (con gastos pagados por el Conacyt) donde dicta conferencias como “Redes, información y crisis de la democracia liberal”, en la que urgió al gobierno mexicano a legislar la “soberanía en comunicación digital” y a crear “un sistema tecnológico que elimine a los robots digitales”, llamado que ya convierte en política pública el actual gobierno.    

Pero además de encabezar la guerra contra las malditas redes, el evaluador Castells forma parte del Consejo Asesor Internacional del PUEDJS que dirige su evaluado Ackerman. Un conflicto de interés en el que ni el Conacyt ni Ackerman ni Castells parecen haber reparado, o que ignoraron por incidencia social.

Hay mucho más que decir sobre el Convenio. Lo haré más tarde. Por lo pronto reproduzco su cláusula 19:

Los compromisos asumidos en este Convenio derivan de programas de carácter público, los cuales no son patrocinados ni promovidos por partido político alguno y sus recursos provienen de los impuestos que pagan todos los contribuyentes. Está prohibido el uso del contenido de este Convenio y del “PROYECTO” con fines políticos, electorales, de lucro y otros distintos a los establecidos en las Reglas de Operación del “FONDO”. Quien haga uso indebido de los recursos de este Convenio y del “PROYECTO” deberá ser denunciado y sancionado de acuerdo con la Ley aplicable y ante la autoridad competente.

Pues sí. El “Proyecto” de Ackerman pertenece obviamente al ámbito de la propaganda gubernamental y de la pugna partidista, y es ahí donde debería funcionar, muy orondo, financiado por los muchos millones que recibe del erario el partido MoReNa, de cuyo Instituto de Formacion Política Ackerman es funcionario. Pero en vez de activar ese proyecto en el ámbito de la democracia liberal, Ackerman y Álvarez-Buylla optaron por vestirlo de académico y adjudicarle presupuesto libertario…

¿Ante qué “autoridad competente” denunciarlo? ¿Ante la Secretaría de la Función Pública? ¿Ante el Conacyt mismo? No tendría caso. Al rebautizarlo como “el Conacyt de la 4T”, su directora misma ya le otorgó “fines políticos”…

 

(Continuará… )


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