Subirme al famoso tรญtulo de Daniel Cosรญo Villegas es una licencia grande, lo reconozco. Pero no encontrรฉ mejor guรญa para describir un nuevo tipo de rรฉgimen: ese en el que los militares se apropian de la administraciรณn pรบblica sin tomar la jefatura de Estado.
Finaliza 2021, el tercer aรฑo de la presidencia de Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador, el aรฑo de la diversificaciรณn profesional del Ejรฉrcito mexicano, y al ver soldados incluso en la Feria Internacional del Libro me pregunto si todo tiempo pasado fue mejor.
Pero es difรญcil limpiar de manchas el ayer. Mejor enunciarlo asรญ: todo presente puede sorprendernos con un peor rostro. Ahora temo echar de menos los tiempos en que alertรกbamos de la falta de preparaciรณn policiaca de los militares metidos a tareas de seguridad pรบblica. Se extraรฑan, por asรญ decirlo, las discusiones sobre los derechos humanos y los preceptos constitucionales que se estaban violentando. O se extraรฑa que esas discusiones fueran el รบnico eje.
Hoy la sociedad mexicana constata con pasmo que no es necesario un golpe de Estado ni un horrรญfico magnicidio para que los militares gobiernen. Ya no parece requisito que los generales hagan a un lado al presidente, a los gobernadores electos o a los legisladores. Les basta con apropiarse, por la vรญa de acuerdos, de las instituciones gubernamentales.
Mรฉxico es un paรญs con una fuerza militar de 319 mil soldados y creciendo. Como en todos lados y en todos los tiempos, esta fuerza compone un agente a la vez necesario y temible para el sistema polรญtico. Durante la construcciรณn del rรฉgimen priista del siglo pasado, los generales y los licenciados encontraron un punto de equilibrio que permitiรณ separar a los lรญderes militares del juego polรญtico y de la violenta sucesiรณn presidencial. El ejรฉrcito obtuvo un status privilegiado para succionar la ubre estatal y los civiles pudieron matarse entre ellos sin batallones de por medio.
El rรฉgimen, ademรกs, se inventรณ una linda historia sobre el amor a la patria del leal, noble y sacrificado ejรฉrcito mexicano, que aquรญ no tenรญa generales orangutanes que quisieran ser llamados presidentes. Aquรญ servรญan al gobierno, perseguรญan a guerrilleros y, ya saben, lo de los estudiantes. Eran un elemento de estabilidad.
En los รบltimos 15 aรฑos, el destino de los militares comenzรณ a cambiar.
Primero para muy mal. Los obligaron a trabajar disparando a los narcotraficantes y, aunque los mandaron con fusil, los dejaron sin escudo. Ignoro si esa es la razรณn que explica la deserciรณn militar que de 2000 a 2012 llegรณ a la escandalosa cifra de 163 mil 699 en esos aรฑos, casi 40 por ciento del ejรฉrcito mexicano. Los soldados, cabos y sargentos fueron abandonados por el gobierno panista de Vicente Fox y sobreutilizados por el gobierno, tambiรฉn panista, de Felipe Calderรณn.
Los militares se las arreglaron como pudieron y como era de esperarse: usando su fuerza y su fuero, pero ademรกs construyendo distintas relaciones en el nuevo vecindario, relaciones en las que, de ser posible, llevaran las de ganar. Asรญ se comenzรณ a gestar un nuevo rostro frente al poder civil, el poder criminal, las empresas estatales y la sociedad polรญtica mexicana.
La deserciรณn, por cierto, ya es cosa del pasado. Se detuvo la sangrรญa en el periodo de Enrique Peรฑa Nieto, y entre 2018 y 2021 menos de 3 mil soldados (uno por ciento) han dejado su lugar. Y no es para menos: tienen mรกs recursos que nunca, mรกs negocios con el estado, mรกs funciones ademรกs de la ingrata tarea de perseguir criminales, y siguen contando con el status especial que los protege de la monserga democrรกtica de rendir cuentas.
El Inventario Nacional de lo Militarizado registra 10 funciones de carรกcter civil asignadas al Ejรฉrcito y mรกs de 200 tareas fuera de su รกmbito, muchas de ellas con recursos de los estados y de los municipios. Cada peso que una instancia civil compromete en un acuerdo bilateral con algรบn general es un peso que debilita las capacidades de la administraciรณn pรบblica y fortalece el mรบsculo de las fuerzas armadas.
Hoy los militares cabildean sin tapujos y venden sus servicios sin remilgos. Firman convenios con todos los gobiernos, de todos los niveles, para tareas de todo tipo. En 2020 firmaron con la Ciudad de Mรฉxico para construir un hospital, con Puebla para hacer un centro educativo, a Coahuila le cobraron recursos estatales por construir instalaciones militares, en Guanajuato, tierra de agricultores exitosos, el Ejรฉrcito recibiรณ lo correspondiente para producir plantas de reforestaciรณn. Son sรณlo unos ejemplos. La Secretarรญa de Seguridad le ha transferido 20 funciones. ยฟLes parece normal? A quienes gustan de militarizar la seguridad pรบblica, seguramente sรญ. Pero con quรฉ argumento justifican que el Conacyt haya delegado nueve funciones que le correspondรญan y que la Secretarรญa de Bienestar le haya destinado poco mรกs de dos mil 500 millones de su propio presupuesto.
Mรกs ejemplos, todos para enarcar la ceja, se pueden encontrar en el Inventario Nacional de lo Militarizado. ยฟPor quรฉ los militares construyen hospitales, abren brechas, supervisan aeropuertos, patrullan ferias de libro, administran aduanas y regentean bancos? Porque pueden. El gobierno federal no solo buscรณ militarizar la seguridad pรบblica; abriรณ la puerta para la militarizaciรณn de la administraciรณn pรบblica.
En 2019, Francisco Durand escribiรณ desde Perรบ un libro en el que reflexiona sobre la captura del Estado en Amรฉrica Latina. Durand se refiere a la concentraciรณn de poder polรญtico desconectado de la sociedad y describe las etapas a travรฉs de las cuales una amalgama grupos econรณmicos puede capturar al Estado.
No aplica su modelo para el Ejรฉrcito, pero su concepto sรญ. Bรกsicamente se trata del abuso e influencia de un grupo de poder fรกctico que no necesariamente busca la silla gubernamental; lo que importa es su influencia en los aparatos de Estado para sus intereses de gremio, ya sean, entre otros, mafias criminales, clanes polรญticos, clubes empresariales, grandes corporaciones o grupos financieros.
Hoy en Mรฉxico se ve algo asรญ. Los militares cabildean leyes, construyen hospitales, abren brechas, supervisan aeropuertos, patrullan parques y ferias de libro, administran aduanas y regentean bancos. No se trata solo de tareas administrativas en las que estรกn ayudando a Mรฉxico. En cada caso, el ejรฉrcito desplaza a los poderes territoriales sujetos a controles democrรกticos y cambia la lรณgica polรญtica y presupuestal de la zona en la que trabajan.
Adicionalmente, erosionan el servicio pรบblico. Para quรฉ formar cuadros profesionales o carrera civil, para quรฉ abrir diรกlogo con poblaciones que serรกn inundadas, si serรกn los militares los que pongan a sus ingenieros a construir las presas y serรกn los soldados los que impidan el paso a los opositores con machetes.
La militarizaciรณn mexicana no es un riesgo, no es algo que puede suceder. Es lo que estรก pasando. Es el estilo militar de gobernar.
es politรณloga y analista.