En los รบltimos minutos del documental El Grito, la periodista italiana Oriana Fallaci recuerda los momentos en el que se iniciรณ el tiroteo en la Plaza de las Tres Culturas, el 2 de octubre de 1968. โLos camiones se abrieron y los soldados salieron ya disparando, pero no disparando arriba, disparando hacia abajo. Los fusiles no los dirigรญan hacia arriba, los dirigรญan hacia abajoโ.
En los รบltimos 15 aรฑos varios trabajos periodรญsticos han permitido cerrar la brecha con la verdad histรณrica de lo ocurrido en Tlatelolco. Se ha puesto fin a la versiรณn presidencial que negaba a los jรณvenes la calidad de estudiantes para colocarlos como iniciadores de la provocaciรณn (minuto 5:14), pero tambiรฉn la que colocaba a los elementos del Ejรฉrcito Mexicano, disparando indiscriminadamente contra la gente en la plaza.
El anรกlisis del 68es imposible hoy sin trabajos como Parte de guerra (Editorial Aguilar), de Carlos Monsivรกis y Julio Scherer, que dieron a conocer importantes documentos personales del general Marcelino Garcรญa Barragรกn, entonces secretario de la Defensa Nacional, asรญ como 1968: Todos los culpables (Random House Mondadori), de Jacinto Rodrรญguez Munguรญa, quien trasciende los relatos subjetivos de la tragedia y las impresiones personales para reconstruir lo sucedido a partir de documentos rescatados de las galerรญas del Archivo General de la Naciรณn.
Carlos Montemayor fue, sin embargo, uno de los primeros investigadores que, a travรฉs del anรกlisis de varios documentos y del material fรญlmico liberado por el gobierno federal entre 1993 y 1998, avanzaron de manera significativa en la explicaciรณn del 2 de octubre. Primero en una serie de diez textos publicados entre agosto y octubre de 1999 en la revista Proceso, y luego en su libro Rehacer la historia (Editorial Planeta), que compila esos artรญculos, el escritor analiza los partes militares, las responsabilidades desempeรฑadas por el presidente Gustavo Dรญaz Ordaz, su secretario de Gobernaciรณn, Luis Echeverrรญa, y el jefe del Estado Mayor Presidencial, Luis Gutiรฉrrez Oropeza en una emboscada contra los elementos del Ejรฉrcito, que escalarรญa hasta una masacre de civiles de la que el gobierno mismo se enorgullecรญa (minuto 8:58).
Las memorias del ex secretario de la Defensa, Marcelino Garcรญa Barragรกn, permiten en principio establecer la existencia de una operaciรณn para detener a todos los lรญderes del movimiento estudiantil que estaban en el edificio Chihuahua la tarde del 2 de octubre. El plan era movilizar tres agrupamientos militares situados en la avenida Manuel Gonzรกlez e Insurgentes, el monumento a La Raza y la Estaciรณn Buenavista, para apoyar al Batallรณn Olimpia en las aprehensiones e impedir la huida de los dirigentes del Consejo Nacional de Huelga.
Del documento se desprende tambiรฉn que una hora despuรฉs de que comenzaron los disparos, el secretario de Defensa supo que habรญa francotiradores del Estado Mayor Presidencial apostados en algunos departamentos, armados con metralletas y con รณrdenes de disparar contra la multitud. El general Gutiรฉrrez Oropeza, jefe de esa unidad, no le habรญa informado nada.
Desde la Secretarรญa de Gobernaciรณn, Luis Echeverrรญa dio las รณrdenes necesarias para que el cineasta Servando Gonzรกlez y un asistente colocaran en varios edificios de Tlatelolco seis cรกmaras que en conjunto habrรกn filmado unas 22 horas de pelรญcula, pero de las cuales se conocen apenas unos minutos que muestran tomas hechas desde la torre de Relaciones Exteriores y el edificio del ISSSTE.
Segรบn declaraciรณn de elementos del Ejรฉrcito que participaron en el operativo de ese dรญa, la seรฑal para desplazarse a la Plaza de las Tres Culturas era una bengala lanzada al aire. La observaciรณn minuciosa de los pocos pies de pelรญcula que se han hecho pรบblicos, permite a Carlos Montemayor concluir en su libro que las bengalas tenรญan un sentido para el Ejรฉrcito y otro para los francotiradores, pues cuando las รบltimas tocan el piso (minuto 1:52) comienza a escucharse y a verse en una ventana del segundo piso del edificio Chihuahua el resplandor de la primera descarga de metralleta contra la multitud.
Asimismo, en las imรกgenes se advierte la presencia de al menos un hombre tendido, colocado como francotirador en el techo de la Iglesia de Santiago Tlatelolco, y de varios mรกs, identificados con distintivos blancos, que estuvieron en el lugar y que fueron brevemente detenidos por efectivos militares hasta que se identificaron (ver a partir del minuto 42:52 de este video). Varios elementos permiten concluir que desde ahรญ saliรณ la bala de alto calibre que hiriรณ al general Josรฉ Hernรกndez Toledo, uno de los responsables de la operaciรณn.
En su recuento de hechos, Garcรญa Barragรกn aรฑade un elemento mรกs: un diagrama con los puntos desde donde los francotiradores atacaron y que revela que los tiros no solo salieron de los edificios Chihuahua, 2 de Abril, 15 de Septiembre y el templo de Santiago (todos inmediatos a la Plaza de las Tres Culturas), sino de otros lejanos como ISSSTE, Revoluciรณn de 1910 y Molino del Rey, lo que destapa el verdadero objetivo del ataque: los agrupamientos militares, en busca de que se desbordara la violencia.
Ahรญ el libro de Jacinto Rodrรญguez aรฑade un dato importante que enriquece la reconstrucciรณn de Montemayor: la presencia de tiradores y personal del Estado Mayor Presidencial en los pisos 12 y 13 del edificio Molino del Rey, justo donde vivรญa la cuรฑada del secretario de Gobernaciรณn, Luis Echeverrรญa.
Montemayor y Rodrรญguez Munguรญa no dejan de advertir โcomo escribiรณ hace unos aรฑos Enrique Krauzeโ “la marcada inclinaciรณn de Dรญaz Ordaz a ver huellas de una conjura contra Mรฉxico en cada minucia y la mala informaciรณn con que contรณ para tomar sus decisiones”. Su fuente de noticias mรกs confiable era el secretario de Gobernaciรณn, para quien en Tlatelolco habรญa demasiado de por medio, incluida la designaciรณn presidencial.โจ
Los menos de diez minutos que conocemos de lo ocurrido en la Plaza de las Tres Culturas exoneran al Ejรฉrcito de la brutal matanza: mรกs allรก de los excesos posteriores cometidos con civiles, se ve a los soldados repeliendo la agresiรณn que viene de las partes altas e incluso se advierte cรณmo uno de ellos protege a un niรฑo con su cuerpo (minuto 9:52). Lo que hay en los otros 120 mil pies de filmaciรณn de esa tarde, asรญ como la ubicaciรณn del resto de las cรกmaras continรบa siendo un secreto que el secretario de Gobernaciรณn guardรณ para sรญ y los suyos.
Como escribiรณ Carlos Montemayor antes de morir, a lo largo de este tiempo ha sido imposible descubrir las razones de la masacre โporque en nuestro sistema polรญtico se confunde la tarea del gobernante con una especie de privilegio privadoโ. Es tiempo de que la informaciรณn de una tragedia que marcรณ al paรญs de manera tan definitiva deje de ser un patrimonio personal. Periodistas e investigadores nos han acercado a mayores certezas, pero aรบn es insuficiente; la magnitud del crimen obliga a mรกs.
Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).