A despecho de la moda: Depeche Mode en México

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Por aventurada que parezca esta afirmación, David Bowie desempeñó un papel decisivo en la emergencia de la segunda oleada del punk. Cierto que en la novela emblemática del punk, El buda de los suburbios de Hanif Kureishi, a la atracción que Bowie ejerce sobre el héroe se opone la fuerza magnética de un ídolo emergente del punk: Charlie Hero, trasunto de Billy Idol. Sin embargo, en el ficticio y posmoderno documental 24 hour party people de Michael Winterbottom, biografía de Tony Wilson, cuando Ian Curtis escucha en el tocacintas del automóvil de Wilson el demo que los Division han grabado, sentencia: “Sueno demasiado a David Bowie.” En Control, bioepic de Anton Corbijn, –qué curioso: el artífice de la imagen de Depeche Mode–, el casi adolescente Ian Curtis emula a Bowie cuando asiste a los conciertos.

Por ello no sorprende que un oscuro cantante con pasado delictivo y aspiraciones de aparadorista fuera invitado para tocar en un trío, justamente después de interpretar “Heroes” de Bowie en un concurso de aficionados. Queda así cifrado el destino de una banda que devendría Depeche Mode y cuyas improntas más evidentes, además del uso de los sintetizadores, son las canciones interpretadas con una gravedad vocal –no importa el intérprete: Martin Gore también acomete sus variaciones Bowie– y un estilo recitativo que propicia cierta sensación de reticencia e intimidad, como si asistiéramos a una ceremonia ritual.

Aun cuando pocos grupos posean un sonido tan inconfundible, lo cierto es que las transformaciones han cifrado la trayectoria de Depeche Mode. A la primera época –regida por la directriz de Clarke, un admirador del romanticismo de Bowie, y de John Fox, quien tras la publicación del primer album, Speak & Spell, dejó al grupo–, siguió una etapa de confusión, de la que emergerían ya con el liderazgo plenamente asumido por Martin Gore y con una clara idea del estilo hacia el que se decantarían: electrónica, pop, influencia de la música harmónica, de la sutileza de las orquestaciones minimalistas, cierto patetismo soul y una creciente orientación hacia el rock oscuro.

Una vez que el sonido Depeche se encontró orientado hacia la música de baile curiosamente amplió su rango genérico y su riqueza musical. No era sólo una banda de soul y funk expresados con una voz casi asordinada y recitativa sino también una banda abierta a explorar nuevas tendencias. Por principio los antiguos sintetizadores análogos fueron sustituidos por sintetizadores digitales que ampliaban esta gama sónica. Curiosamente, para el álbum más reciente, Sounds of the Universe, un álbum asombrosamente minimal con resabios de una electrónica retro, Depeche ha vuelto a una orientación más decididamente europeísta. La obsesión con Kraftwerk siempre latente.

Las postrimerías de los ochenta y la primera mitad de los noventa fueron los años en que Depeche Mode produjo sus mejores álbumes y se convirtió en la banda británica más importante a nivel mundial, además de convertirse en favoritos del rock de estadio y en nuevos ídolos de las masas. A Black Celebration siguió Music for the Masses, el mejor álbum de esta etapa, orientada hacia una música de baile altamente compleja y canciones oscuras. Una etapa posterior es cifrada por un sonido más violento y marcado por acentos góticos.

Y aun cuando Depeche Mode continúa explorando derroteros, lo cierto es que el prestigio del hoy trío se asienta en Violator, clásico de la historia del rock. Con una minuciosa y vanguardista producción, en el mejor estilo de los productores delirantes de la etapa sicodélica, se conjugan en este, y en Songs of Faith and Devotion, rock y electrónica en un clima celebratorio y al mismo tiempo pletórico de referencias que van de la música medieval al sonido disco, del rock indie a los presagios industriales.

Depeche Mode ha mostrado que, además de un grupo con ideas de avanzada –una de sus máximas era: no repetir un sonido, declara Gore en un video–, es también un grupo al que le cuesta encausarse y por ello probablemente el único disco valioso en los últimos años sea Sounds of the Universe, con su propuesta de enfilar hacia un sonido distinto, más atmosférico y al mismo tiempo artificial. Crítica social y veleidades metafísicas en torno a la religión, al sentido de la existencia pero también autobiografía y claves de angustia existencial son algunos de los temas mediante los que Gore ha conseguido expresar los climas de más de una generación.

Celebremos la presencia de estas deidades oscuras en tierras mexicanas, quienes a despecho de su parafernalia de sintetizadores, teclados y cables han sabido utilizar guitarras cuando era necesario y cambiar el entorno de la fiesta por cierta devoción natural, presente siempre en sus videos y en sus letras.

– José Homero

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(Minatitlán, Veracruz, 1965) es poeta, narrador, ensayista, editor, traductor, crítico literario y periodista cultural.


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