Acólitos y anacolutos

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La raíz indoeuropea sem- resultó productiva en docenas de lenguas, y en español llegó a palabras tan variadas como acólito, anacoluto, anómalo, asamblea, asimilar, endecasílabo, hápax, heterónimo, homeopatía, homogéneo, samovar, sánscrito, semblanza, semejante, sencillo, sendos, siempre, simple, simultáneo, singular, soviético (Edward A. Roberts, Bárbara Pastor, Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española). La idea central es ‘uno’, las ideas afines: ‘como uno’, ‘reunido’, ‘junto’, ‘simultáneo’, ‘igual’, ‘semejante’.

Tanto acólito como anacoluto derivan del latín medieval, a partir del griego akólouthos y anakólouthos. En griego, keleuo era ‘dirigir hacia’, kéleuthos ‘camino’, ‘rumbo’, ‘viaje’ y akólouthos ‘compañero de viaje’. La letra alfa en este caso no es privativa (‘sin’, como la primera de anakólouthos), sino copulativa (‘con’, derivada de sem-): ‘el que va junto, en el mismo viaje o por el mismo camino’. Lo señala Platón (Crátilo 405 d): la letra alfa de akólouthos añade el significado ‘juntamente’, como si fuera homokólouthos (Pierre Chantraine, Dictionnaire étymologique de la langue grecque: histoire des mots).

El primer significado de akólouthos se extendió a ‘acompañante’, ‘miembro de un séquito o brigada’, ‘secuaz’, ‘seguidor’, ‘adjunto’, ‘auxiliar’, ‘servidor’. El verbo akoloutheo ‘seguir’, ‘ir con’, ‘ir tras’, se extendió a ‘secundar’, ‘obedecer’; a la aparición sucesiva de los astros en el cielo, al hilo de las palabras de un discurso o las ideas de un argumento, a la sucesión de filósofos, a seguir un razonamiento, a la congruencia gramatical, lógica, analógica o legal, a la vida congruente con la naturaleza, a las consecuencias de algo, a lo que va de acuerdo con (H.G. Liddell, R. Scott, Greek-English lexicon).

El abstracto akolouthía ‘consecuencia’ y su antónimo anakolouthía ‘inconsecuencia’ casi no pasaron a las lenguas modernas. Pasaron akólouthos, tempranamente, y anakólouthos, tardíamente. Según Joan Corominas (Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico), hay documentación mozárabe de acólito en 1192. En cambio, anacoluto entra al Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española en 1936. Sus equivalentes en inglés (anacoluthon, 1706) y francés (anacoluthe, 1751) están documentados desde el siglo XVIII, según el Oxford English Dictionary y el Dictionnaire historique de la langue française de Robert.

La Real Academia tiene en línea (www.rae.es) cuatro bases de datos lexicográficos: la edición actualizada de su diccionario; el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española, que integra todas las ediciones del diccionario desde la primera (1770) y permite observar cuándo registra por primera vez una palabra y cómo evoluciona la forma de su registro; el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA, 1975-2004) y el Corpus Diacrónico del Español (CORDE, desde los orígenes hasta 1974), que permiten localizar cualquier palabra usada en el contexto (párrafo) de miles de libros, periódicos y documentos. Hay más de 400 millones de registros consultables en línea, 25 millones originarios de México.

Los abstractos acolutia y anacolutia nunca han estado en el diccionario (ni como acolucia, acoluthia, anacolucia, anacoluthia). Ninguna de estas formas aparece tampoco en el CREA, lo cual indicaría que su vigencia actual es nula o que la amplitud del corpus todavía es insuficiente, porque en Google (el 26 de agosto de 2008) hay 384 páginas (en español, portugués e italiano) para acolutia, 583 para acoluthia (en inglés, latín, español y otros idiomas), 10 de acolucia (en español y rumano), ninguna de anacolucia, 364 de anacolutia (en portugués, gallego, español, italiano) y 4,120 de anacoluthia (sobre todo en inglés).

La Real Academia tiene un solo registro de acolutia. Está en el CORDE, y procede del Triunfo parténico (México, 1683) de Carlos de Sigüenza y Góngora; el poeta barroco, sabio novohispano (historiador, geógrafo, astrónomo, matemático), presbítero y hombre práctico, que hizo planes de fortificación y defensa de los puertos mexicanos del Golfo, que polemizó contra los sabios que anunciaban desgracias por la aparición de un cometa y no dudó en encabezar una brigada que arrostró las llamas del cabildo para salvar libros y archivos. Era, además, amigo de Sor Juana y sobrino de Luis de Góngora.

El Triunfo parténico (o sea: virginal) celebra la Inmaculada Concepción de la Virgen (nacida sin pecado original), y se refiere en este punto a las diversas interpretaciones marianas del salmo 87 (86) que alaba a Sión como madre de todos los pueblos. Una de las cuales le llama la atención por inesperada y misteriosa, pero consecuente: pues “discurriéndose con variedad de congruencias, su acolutia”… La edición original puede verse en www.cervantesvirtual.com, folio 3 recto, donde la palabra está escrita con hache: acoluthia. El CORDE usó la edición de José Rojas Garcidueñas (Editorial Xóchitl, 1945) que modernizó la ortografía y suprimió la hache.

Un año después, en su historia del Real Convento de Jesús María (Parayso occidental, 1684), escribe Sigüenza: “Pidióme la integridad y acoluthia de la historia referir primero”… El original puede verse en el mismo portal, folio 48 recto. El CORDE no incluye esta obra, ni otras tres igualmente mexicanas:

Ignacio Manuel Altamirano (“La fiesta de Guadalupe”, La República, 12 de diciembre de 1870, en Obras completas V, p. 165) cita al “famoso cura indiano don Teobaldo Ribera Guzmán” que en 1740 publicó en Madrid un alegato a favor del origen náhuatl de la advocación: “Entiendan los extremeños y europeos que el título de Guadalupe lo dio a la portentosa imagen de México el sitio donde se apareció (que en el idioma mexicano se dice Quauhtlalapan)”; pero les sonó a Guadalupe por “impericia”, de igual manera que corrompieron “tantas voces, que ni acolutia tienen con el castellano”.

Juan de Dios Fernández de Souza, Carta consolatoria a la ciudad de Guanajuato (1764), Google Books: “aunque en su decurso hallarás digresiones, que según las leyes de historia debieran excusarse, las he querido insertar en ésta por tener alguna acolutía [así, acentuada] con el héroe”…

Francisco García Figueroa (ed.), Documentos para la historia de México, 3ª serie, tomo I (1856), Google Books: “Pero para que se vea la acolutia de todo y no me quede cosa sin explicar”… “descifrar los fundamentos y acolutia de aquesta empresa”…

No parece haber mucha difusión del término en español fuera de México; y, sin embargo, su primer uso (o el de mayor circulación) está en Baltasar Gracián, que le dedica todo el capítulo 54 (“De la acolutia y trabazón de los discursos”) de su famoso libro Agudeza y arte de ingenio (1648). Extrañamente, evita la palabra en el texto, y prefiere acolucia (dos veces, ambas registradas por el CORDE), lo cual parece titubeo del que está creando un neologismo.

Hay cierta uniformidad en el concepto de anacoluto desde los griegos hasta hoy, en las lenguas modernas. Es negativo, y se limita a la incongruencia retórica o gramatical. No se extendió (como el concepto de acolutia, que es positivo) a la astronomía, la naturaleza y la vida social.

El anacoluto retórico más común es la mezcla de metáforas: Hay que fajarse los pantalones, embarcarse en el problema y coger el toro por los cuernos.

Los anacolutos gramaticales son frecuentísimos al conversar, aunque no llaman la atención (mientras no se graba y transcribe). La presencia mutua, que permite la aclaración, más la producción de gestos, pausas y entonaciones (que dan al discurso vivo una coherencia para la cual no hay tales medios por escrito), toleran los cambios repentinos de tema, de rumbo, de sujeto, de atribución, de tiempo, de número, de género, de construcción, de régimen; a pesar de las inconsecuencias gramaticales, las discontinuidades discursivas, los paréntesis que no cierran y todo lo que va dejando frases incompletas, descosidas, ambiguas, incongruentes.

El anacoluto encarnado está en Cantinflas remedando a los políticos, abogados y tecnócratas. Pero hay ejemplos ilustres en Cervantes y otros grandes escritores (buscar en Google: CVC Cervantes anacolutos).

En cambio, la acolutia tuvo aplicaciones gramaticales, retóricas, astronómicas, naturales, históricas y sociales, desde su origen clásico. Después, los bizantinos llamaron akolouthoi a un gremio especializado en cortejos fúnebres. Llamaron akólouthos a un jefe militar subalterno, y luego a un general destacado en el extranjero por el emperador, como jefe militar, político y diplomático de la zona. Llamaron Akolouthía a una famosa antología musical. Y llamaron también akolouthía a las secuencias rituales de una liturgia, al oficio divino cantado en los monasterios según las horas del día y a la serie de textos de la misa que no son fijos, sino especiales para la misa de hoy (The Oxford Dictionary of Byzantium).

Según la Enciclopedia católica (//ec.aciprensa.com), todavía hoy se llama acolutia en español a la secuencia de rezos y cantos del oficio divino y al oficio mismo. Y se llama acolitado al ministerio (orden sagrada menor) de los que ayudan al oficiante en el altar. Distingue acólitos de monaguillos. Éstos no han recibido el ministerio y pueden ser niños.

Gracián no define la acolutia, pero escoge una serie de ejemplos que celebra con frases que la van perfilando: “unión entre los asuntos, conceptos y parciales [partes]”. “En los discursos metafóricos […] consiste en ir acomodando las partes, propiedades y circunstancias del término con las del sujeto […] De esta suerte comparó […] el nacimiento de la Madre de Dios al de la Aurora, discurriendo con mucha propiedad y atribuyéndole todos los efectos: el alegrar los campos, el lucir y hermosear las flores, el fecundar las plantas y, sobre todo, anunciar el Sol.” “No basta la unión del texto, para que hagan compuestos los asuntos; es menester que digan alguna correlación entre sí, y se encadenen en alguna circunstancia o predicado universal a todos ellos.” “Todo compuesto ha de tener partes […] Todas requieren conexión y orden; porque, sin esto, no son más que […] discursos amorcillados, sin principio ni fin, y todo confusión.” Queda claro que su concepto de acolutia se refiere a la composición literaria.

En inglés, se usa akoluthic para las sensaciones que persisten segundos después de que el estímulo desapareció. En francés, se usa acolyte para la estrella menor de un par, que gira en torno a la otra, como si fuera un satélite. (La palabra satélite, que suena a acólito, que evoca un significado parecido, que viene del latín satelles, que no se sabe de dónde viene, pero empieza por sa, ¿se remontará a sem-?) Dicen que Roland Barthes usó el concepto de acolutia para la órbita amorosa. Curiosamente, en el griego moderno (según los diccionarios en línea) no se aprovecha akólouthos ‘compañero de viaje’ para el mote político fellow traveller.

Tampoco se aprovecha en español (y otras lenguas) para designar al acólito de una pareja de cómicos: el que habla únicamente para que se luzca el protagonista. En México (quizá a partir de algún Patiño), se llama patiño al acompañante que hace este papel en escena; o, por extensión, en la vida pública. Un ejemplo ilustre son los Diálogos de Platón, cuando reducen el papel de los interlocutores a meros patiños, que acompañan el discurso de Sócrates diciendo:

–Sí.

–Claro.

–Tienes razón. ~

 

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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