México tuvo en el siglo XVIII una confianza en su capacidad creadora que impulsó la vida intelectual, el desarrollo económico y la expansión territorial. (Una buena parte del territorio que perdió en el siglo XIX, la había adquirido en el XVIII.) Las colonias inglesas y los nuevos Estados Unidos estaban en la zona del peso, como México hoy en la zona del dólar. Y con una dependencia monetaria mayor, porque el peso circulaba en todo su territorio, más que cualquier otra moneda. Ni la libra británica, ni las libras locales, acuñadas por algunas colonias, circulaban tan ampliamente. (La corona británica, a diferencia de la española, no autorizó casas de moneda en América. La primera del continente fue la mexicana, en 1536.) Los pesos acuñados en México fueron de hecho la moneda de nuestros vecinos del norte, mientras no tuvieron la suya. Y cuando decidieron tenerla (en 1785), ¿por qué la bautizaron como dollar? Porque así se llamaba el peso (en inglés). Y ¿por qué adoptaron el famoso símbolo monetario ($)? Porque era el signo de pesos. Pero hay que retroceder de los pesos a las pesas.
El dinero empezó como trueque diferido. No es fácil que en el mismo lugar y momento coincidan los que tienen A y quieren B con los que tienen B y quieren A. Es más fácil hacer el trueque en dos pasos: primero por un producto de gran aceptación (sal, conchas, cacao) y luego por el que se desea. Entre los productos aceptados como medios de cambio, los metales se fueron imponiendo por su relativa escasez y la facilidad de conservarlos, esconderlos y transportarlos. Pero, al pagar, había que cortar pedazos y pesarlos. Por eso, se inventó la acuñación de monedas, al principio artesanal y poco exacta. Además de contarlas, había que pesarlas cada vez que cambiaban de manos. (Todavía hoy, a pesar de que los centenarios de oro son acuñados con toda exactitud por el Banco de México, los bancos no los reciben sin examinar que estén intactos, buscando pretextos para reducir su valor.)
Las monedas valían según las pesas que levantaban en el otro platillo de la balanza. De ahí la frase: “vale lo que pesa”. Según Roberts y Pastor (Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española), de la raíz indoeuropea tel– ‘levantar; sostener, pesar’ deriva el griego tálanton ‘balanza, pesa’ y, por extensión, ‘moneda’. De tálanton, a su vez, derivan talentum en latín y talento en español, como nombre de una moneda. A los tálanta se refiere la parábola de los talentos (Mateo 25, 15-28), bien o mal invertidos por el siervo que los recibe. Los medievales, al interpretarla, dieron a talentum un segundo significado: ‘dones naturales’ recibidos de Dios, y bien o mal aprovechados. Este segundo significado es hoy el primordial de talento en español y sus equivalentes en otros idiomas.
De tel- (por vía del sánscrito> malayo> portugués> español) también deriva tael ‘moneda china que circulaba en las Filipinas’.
Esto haría pensar que tálero ‘moneda’ deriva de tel-, pero no hay tal. Viene de Sankt Joachimsthal, valle montañés de Bohemia (hoy Jáchymov, en la República Checa), donde se abrió una mina de plata y se acuñaron monedas semejantes al real de ocho español, que era entonces la moneda universal. Los “reales” bohemios fueron llamados Joachimsthaler, algo así como reales del Valle de San Joaquín. El nombre acabó simplificado en thaler, que, a su vez, dio taler, daler, daller, dalder, doler, dollar, en distintas lenguas europeas. De thaler vienen tálero y dólar.
En inglés, la palabra dollar es anterior a lo que hoy llamamos dólar. En 1611, la usó Shakespeare (The tempest, 2,1); anticipando, curiosamente, un juego de palabras que se ha hecho en las crisis del peso mexicano (llamar a los dólares dolorosos):
-A dollar.
-Dolour comes to him, indeed.
Los primeros significados de dollar que da el Oxford English dictionary son los tres siguientes: nombre del thaler en inglés; nombre del peso en inglés; nombre de la unidad monetaria adoptada por los Estados Unidos. Thomas Jefferson propuso la creación de esta moneda, con sentido práctico (Notes on the establishment of a money unit, and of a coinage for the United States, 1784, que puede leerse en www.libertyfund.org). En primer lugar, recomendó el sistema decimal para simplificar los cálculos (el Imperio mexicano se sumó a esta innovación en 1865, el británico en 1971). En segundo lugar, recomendó imitar los pesos acuñados en México. ¿Por qué? Porque “es una moneda conocida, con la que todos están familiarizados, y ya circula desde el sur hasta el norte” [obsérvese que empieza por el sur]. Como “medida de valor, es más usada que las libras provincianas respectivas”. Con esta lógica, propuso que se llamara dollar, como el peso, para que se entendiera que era lo mismo y lograr la misma aceptación. En consecuencia, que tuviera el mismo contenido de plata, para igualarlo en valor. Usa como referencia el contenido de plata de los pesos mexicanos aquilatados por Isaac Newton (que estaba a cargo de la Royal Mint y sus laboratorios) en 1717.
Hay muchas especulaciones sobre el origen del signo de pesos. Florian Cajori (A history of mathematical notations, 1929) se tomó el trabajo de investigarlas, para ver si habían dejado huellas documentales en libros y manuscritos de habla inglesa y española. Sus conclusiones son las siguientes. El signo $ nace en los Estados Unidos, pero no para el dólar, sino para el peso. La palabra peso se usaba sobre todo en América, no en España, donde se prefería real de ocho o pieza de ocho. En las colonias inglesas, el peso se llamaba dollar, piece of eight, piastre o peso. En los manuscritos, aparece el nombre completo (pesos, por ejemplo, aunque el texto esté en inglés) o una abreviatura. Como piece, piastre y peso empiezan por p, la abreviatura predominante se volvió p, con superíndice s (o sea ps ). A mano, se escribía como la p, con una especie de V (empezando por la izquierda, de arriba hacia abajo, y subiendo por la derecha) que culmina con las formas redondas de la p y de la s, todo en un solo trazo. De ahí se pasó al signo conocido actualmente. Presenta imágenes de las etapas intermedias. El documento más antiguo que encuentra con el signo $ es de 1776 (naturalmente, referido al peso), en el diario (en inglés) de un federalista. No encuentra el signo en México sino hasta 1834, en las Noticias estadísticas del Estado de Chihuahua de J. A. Escudero; quizá el mismo José Agustín Escudero (1801-1862) que, según el Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, anotó la segunda edición de las Noticias históricas y estadísticas de la antigua provincia de Nuevo México, en 1849.
Sobre la persistencia del trueque y algunas formas primitivas de dinero hasta siglos recientes, hay mucha información en Fernand Braudel (Civilization and capitalism, 15th-18th century). Además, se ocupa de la importancia de la plata en el comercio mundial, y en particular del peso acuñado en México. Cree que China importó un tercio o la mitad de la plata de América entre 1527 y 1821. Dice que China tenía avidez de pesos, de los cuales llegaban como un millón al año en la famosa nao de China, que iba de Acapulco a Manila.
Sobre la importancia del peso para China, y de China para el peso, hay información notable en el Diccionario Porrúa. En 1869, cuando la República restaurada acuñó un nuevo peso, con el mismo contenido de plata, pero un diseño republicano (un gorro frigio y una balanza), se produjo la sorpresa de que no tuvo aceptación en China. Este rechazo del mercado fue tan importante que, en 1873, se volvió al diseño antiguo, mantenido hasta 1898. Todavía en 1949, México acuñó (exclusivamente para su exportación a China) 8.25 millones de pesos antiguos, con la fecha de 1898.
El primer libro publicado por el Fondo de Cultura Económica fue El dólar plata de William P. Shea, traducido por Salvador Novo en 1935. Es un estudio a favor de la plata como reserva monetaria. Señala que “China es con mucho el mayor comprador de plata del mundo”. Sus importaciones de 1926 a 1932 absorbieron “el 42% de la producción total del mundo”. Y destaca a México entre los grandes exportadores.
Sólo faltaba que China, ante la demanda insatisfecha de antiguos dólares de México, los acuñara por su cuenta, como sucedió, según el testimonio de Andrés del Castillo (“Las valiosas mexicanas”, Reforma, 19 V 02):
La isla de Timor estuvo dividida entre Portugal y Holanda. La parte portuguesa se declaró independiente en 1975, y fue invadida por Indonesia, que ya ocupaba la parte holandesa. Para resolver el conflicto, las Naciones Unidas lograron la aceptación de un plebiscito, celebrado en 1999, de donde resultó la independencia del país que hoy se llama el Timor Oriental o Timor Este. Entre los funcionarios de la ONU que organizaron la consulta popular estuvo el mexicano Andrés del Castillo Sánchez, al cual un vendedor ambulante le ofreció alguna vez mexicanas, en español, aunque hablaba tetum (la lengua nacional). Eran antiguos pesos mexicanos de plata.
Resulta que las mexicanas, como las llama la población, “fueron la principal forma de intercambio en la ex colonia portuguesa de Timor Este, hasta la década de 1950”. Todavía hoy, en los matrimonios, “la dote se negocia en pesos de plata mexicanos”. “Por este motivo, la población las atesora, en especial los padres para poder pagar la dote de sus hijas. Sin embargo, al ver las monedas con detenimiento comencé a notar algunas cosas raras. Una de ellas tenía los relieves muy desgastados. La vi con cuidado y decía: República Mexicana 1805. Es claro que eso no podía ser. Los pesos mexicanos eran tan apreciados que hasta ¡los falsificaban! Un número importante de estas mexicanas no lo son. Son falsificaciones chinas de monedas mexicanas.”
¿Cuál puede ser el próximo episodio? Que China exporte mexicanas a México, como tantas otras cosas. Pero sería mejor que el Banco de México acuñara un facsímil conmemorativo del antiguo dólar mexicano, después de hacer una investigación del mercado en China, los Estados Unidos y otros países, inclusive México. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.