Un lector que se perfila como fiscal especial anti copy-paste me cuenta que el pasado 13 de octubre, en el diario Reforma, el escritor Sealtiel Alatriste publicó un artículo titulado “Días de menos”, donde “después de haber consultado diversas enciclopedias” –dice el escritor– figuran párrafos como éste:
En la civilización occidental hemos conocido dos eras auténticas: la ab urbe condita (que se inicia con la fundación de Roma), y la ab incarnatione Dómini (que parte de la Encarnación del Señor), que propuso en el año 527 el monje Dionisio el Exiguo. Esta fecha se fijó el 25 de marzo (fiesta de la Anunciación y por tanto de la Encarnación) del año 753 ab urbe condita; luego se desplazó hacia el 25 de diciembre y el 1 de enero, en que se conmemora el nacimiento de Cristo. Resultaba incongruente celebrar en días distintos el nacimiento de Cristo y el principio del año, cuando se pretende que la cuenta de los años empieza con el nacimiento del Señor, pero así fue durante años.
En realidad, sólo consultó esta página, firmada por el novelista español Jesús Sánchez Adalid con el título “2006 años bajo el sol”:
En nuestra civilización occidental hemos conocido sólo dos eras auténticas: la era ab urbe condita, cuyo inicio se situaba en la fundación de Roma, y la era ab incarnatione Domini, que dio comienzo con la encarnación del Jesucristo. Esta última fue propuesta por el monje Dionisio el Exiguo en el año 527, y el papa Bonifacio IV en el año 607 la asumió para toda la Iglesia. La fecha de inicio se fijó en el 25 de marzo (fiesta de la Anunciación y por tanto de la Encarnación) del año 753 y después se desplazó hacia el 25 de diciembre y el 1 de enero, en que se conmemora el nacimiento de Cristo. Se observa pues una clara la incongruencia al celebrar en días distintos el nacimiento de Cristo y el principio del año, cuando se pretende que la cuenta de los años empieza en este acontecimiento.
Más tarde, el 27 de octubre, en el mismo diario, publicó “Mahasamadhi”, artículo en el que el escritor narra su iniciación en las más secretas disciplinas de la espiritualidad oriental profunda. Dice por ejemplo:
El mahasamadhi, o gran samadhi, es el desprendimiento –final, estático, consciente y sin violencia– del cuerpo físico de un yogui. En parapsicología recibe el nombre de paratanatosis, o sea, el abandono de este mundo mediante el poder espiritual del sujeto. El mahasamadhi sólo se produce en personas con capacidades espirituales elevadas que, gracias a la práctica constante de la meditación, conocen previamente el momento de su muerte.
Algo que está tomado de un vademecum gnóstico ubicado en geocities:
El mahasamadhi o gran samadhi, es la estática salida final de su cuerpo que realiza un yogui, dejándolo totalmente incorrupto. Dentro del mundo de la parapsicología recibe el nombre de paratanatosis: es el abandono de este mundo, sin ninguna violencia, simplemente mediante el poder mental y espiritual del sujeto. El abandono del cuerpo físico mediante el mahasamadhi, sólo se produce en personas con unas capacidades mentales y espirituales elevadas que, además, saben el momento de su muerte.
El sábado 5 de enero el artículo se titula “El verdadero Sherlock”, y dice:
Por las historias canónicas sabemos que Holmes nació el 6 de enero de 1854 (mañana cumpliría la friolera de 158 años). Su padre era un hacendado inglés y su madre descendía de una familia de pintores franceses. Tiene un hermano, Mycroft, quien, gracias a las portentosas facultades para gestionar información, trabaja anónimamente como coordinador general e informador interno de los asuntos del gobierno británico.
Algo que en realidad viene de la infaltable Wikipedia –esa clonadora de prosa mexicana– en su entrada sobre Holmes:
Ateniéndonos a los textos de Doyle, Sherlock Holmes nació el 6 de enero de 1854. Su padre era un hacendado inglés y su madre descendía de una estirpe de pintores franceses. Tiene un hermano, Mycroft, que gracias a las portentosas facultades para gestionar las ingentes cantidades de información que posee, trabaja anónimamente como coordinador general e informador interno de los asuntos del gobierno británico.
Y así sucesivamente.
Pero bueno, como dice Borges, “el plagio es una forma del escepticismo”…
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.