…ahora el creyente
Recientemente, en una entrevista para la televisión estadounidense, Vicente Fox declaró que “los políticos deberían escuchar más la voz de Dios y menos a los sondeos”, a lo cual Craig Ferguson respondió: “Yo nunca he oído que Dios me hable, cómo es eso?”. Nuestro expresidente contestó: “No sabría decirle, pero cuando lo hace es muy claro”.
Francis Collins, el científico que dirigió el proyecto público de secuenciación del genoma humano, se declara creyente (cristiano) y el año pasado escribió un libro, The Language of God, en donde habla de su fe: “Nunca he oído que Dios me hable en voz alta”, admite, pero sí “siento que tengo un diálogo con Dios y que éste me da ideas sobre lo que tal vez quiere que haga […], como dirigir la secuenciación del genoma humano”.
El problema de la relación entre ciencia y fe es tan antiguo como la ciencia misma. La tesis del excelente libro de Amos Funkenstein, Theology and the Scientific Imagination from the Middle Ages to XVIIth Century, propone que el pensamiento racional nace de preocupaciones teológicas, tal como lo muestran, entre otros, los extensos tratados teológicos de Isaac Newton. El libro demuestra la evolución histórica que lleva a que la razón ocupe en la ciencia el lugar que tiene Dios en la teología. Así, para Collins, “la ciencia es la manera de explorar el mundo natural, y la fe, el mundo espiritual”. A diferencia de Stephen Jay Gould, quien piensa que ciencia y fe son “magisterios que no se traslapan”, Collins no separa del todo estos mundos y dice: “Sentí un impacto adicional al leer las letras del código que, pienso, Dios designó para traer a los seres humanos a este mundo”.
Esta última frase, fuera de contexto, podría parecer la de un opositor de la evolución. Pero viniendo de Collins, fiel seguidor de Darwin y ateo converso, se mitiga el sentimiento. El problema con el que me deja Collins es que, cuando critica a Richard Dawkins –ateo aguerrido– por usar el método científico para lanzar conclusiones sobre Dios, dice: “[Dios] se encuentra fuera de el mundo natural”.
¿La ciencia y la fe se traslapan, pero sólo la fe sobre la ciencia?
– Pablo Meyer
Vive en Nueva York con el corazón en México, estudió física en la UNAM y es Doctor en Biología por la Universidad Rockefeller.