Entrevista con Alma Guillermoprieto

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La periodista mexicana Alma Guillermoprieto iba a ser bailarina, pero terminรณ siendo reportera para The New Yorker. Iba a ingresar en una prestigiosa compaรฑรญa de danza neoyorquina, pero terminรณ dando clases de danza en La Habana. Naciรณ en Latinoamรฉrica y en espaรฑol, pero terminรณ explicando Latinoamรฉrica a un pรบblico norteamericano y en inglรฉs. Esos contrastes, esa doble vida, sumados a una obsesiva fijaciรณn por el detalle, una prosa exquisita y una entrenada capacidad de asombro, han hecho de ella una de las periodistas mรกs interesantes en una y otra lengua.

En La Habana en el espejo (Mondadori, 2005), una memoir artรญstica y polรญtica, Alma Guillermoprieto relata los seis meses que pasรณ en la Cuba revolucionaria de 1970; y en Desde el paรญs de nunca jamรกs (Debate, 2011), presenta una cuidada selecciรณn de textos escritos entre 1981 y 2002, publicados principalmente en las pรกginas de The Washington Post, The New Yorker y The New York Review of Books. Selecciรณn que, como casi toda la obra de Guillermoprieto, tiene como tema principal ese gran paรญs que, a sus ojos, es Latinoamรฉrica.

La siguiente conversaciรณn tuvo lugar una soleada maรฑana de febrero en Madrid.

 

Si me permite, me gustarรญa empezar por el principio del libro, por el tรญtulo mismo. ¿Ese “paรญs de nunca jamรกs” hace referencia a aquella arcadia personal, infantil, a la que vuelve de tanto en tanto como adulta, o tiene otras connotaciones que se me escapan?

Bueno, por un lado, Amรฉrica Latina es la regiรณn con la que yo sueรฑo cuando estoy fuera, y me ha tocado estar fuera mucho; pero, por otro lado, tambiรฉn es el paรญs donde nunca jamรกs acabamos de ser nosotros mismos, donde nunca jamรกs logramos nuestras metas, donde nunca jamรกs las cosas que deberรญan ser son. Es una combinaciรณn de todo eso. Y, al mismo tiempo, yo querรญa transmitir esa sensaciรณn de intimidad que busco con los lectores al contarles un cuento. Lo que yo cuento es reporterรญa, obviamente, pero lo cuento con la intenciรณn de seducir, de mantener a los lectores en un estado grato mientras escuchan un cuento.

Da la impresiรณn de que es un tรญtulo que lleva guardรกndose durante mucho tiempo, ¿es asรญ?

No, surgiรณ inmediatamente en la confecciรณn de esta antologรญa. Y surgiรณ porque la primera antologรญa se llama Al pie de un volcรกn te escribo, y entonces este tรญtulo tiene la misma intenciรณn, la de que el libro sea una carta dirigida muy personalmente a quien lo lee.

Es muy interesante que normalmente este tipo de libros, que abarcan buena parte de la vida periodรญstica de un autor, pese a ser compilaciones, tienen un hilo conductor: hay un tema que retrata la evoluciรณn de ese autor. En el caso de esta obra, lo dice usted misma en el prรณlogo, ese tema es Cuba y Fidel Castro. En este sentido, el periodismo, dado que es una herramienta de conocimiento y entendimiento, ¿es tambiรฉn una fuente constante de desilusiรณn?

Sรญ. Ademรกs de ser lo que dices, el periodismo es tambiรฉn una forma de autobiografรญa. Inevitablemente, uno escribe sobre lo que vive. Entonces, en esa autobiografรญa mรญa siempre ha jugado un papel axial la figura de Fidel, a lo que se suma –porque estamos en Amรฉrica Latina– el enorme papel simbรณlico que ha jugado la Revoluciรณn cubana, que es un punto de referencia inevitable. Son treinta aรฑos de estar escribiendo sobre la misma regiรณn, treinta aรฑos en los que Fidel ha envejecido, yo he envejecido y Amรฉrica Latina tambiรฉn ha ido cambiando su perspectiva sobre lo que significa la Revoluciรณn cubana, salvo algunos sectores. Entonces, quiera que no, el libro es una reflexiรณn sobre Fidel; hay una trilogรญa ahรญ explรญcitamente sobre Cuba, pero, aun cuando no estoy hablando de รฉl, ahรญ estรก asomรกndose el personaje.

Siguiendo con esta idea de que el periodismo es de alguna manera autobiogrรกfico, hay una caracterรญstica personal que le permite un enfoque de ciertos aspectos de la realidad latinoamericana que de otra manera serรญa imposible: usted es latinoamericana, pero ha pasado buena parte de su vida adulta y profesional en Estados Unidos. Se nota sobre todo en los textos mรกs extensos –pienso especialmente en el reportaje sobre Sendero Luminoso publicado en 1993–, y me parece que habrรญa sido imposible que un peruano o un latinoamericano al uso escribiese una historia asรญ en ese momento. Creo que no existรญa la distancia suficiente para realizar un empeรฑo asรญ; tuvieron que pasar unos cuantos aรฑos para que autores peruanos fueran capaces de analizar la situaciรณn de una manera similar. Y sin embargo, usted lo hizo. Y creo que eso estรก directamente relacionado con esa dualidad suya, que le permite tener la empatรญa y extraรฑamiento necesarios para escribir sobre un tema asรญ.

Me parece interesante la idea porque, obviamente, el ser bilingรผe, el haber pasado parte de mi adolescencia en Estados Unidos, el escribir para un pรบblico norteamericano y el escribir en inglรฉs, en efecto, me permiten distanciarme y asombrarme. Y yo vivo en un estado de asombro permanente frente a lo que me deberรญa resultar una realidad familiar. No sรฉ bien a cuรกl de las piezas sobre el Perรบ te refieres…

A la primera que aparece en el libro, escrita poco despuรฉs de la captura de Abimael Guzmรกn, que habla de la activista Marรญa Elena Moyano, asesinada por Sendero; y de Maritza Garrido Lecca, la bailarina que alojaba a Guzmรกn en la planta alta de su casa en Lima. Si esa historia se escribiese hoy, no serรญa tan sorprendente, pero se escribiรณ en 1993, en un momento en el que en el Perรบ era imposible mantener una discusiรณn que permitiese esa mirada abarcadora y que tratase a Abimael Guzmรกn como un ser humano…

Un ser humano bastante ridรญculo, por cierto. Sรญ, creo que eso era imposible en el Perรบ en ese momento. En ese relato hay dos cosas. Por un lado imagino que tal vez habrรญa sido difรญcil hablar del muchachito con el que termina ese reportaje, que es de Sendero Luminoso y que me provoca una terrible ternura; quizรก en el Perรบ no era posible sentir ternura por un personaje asรญ. Y, por otro lado, estaba de por medio ese personaje que era Maritza Garrido Lecca, con quien yo me identificaba porque sus ejercicios de bailarina eran ejercicios que yo habรญa hecho, era imposible no ver cierto reflejo y no decir: “Pรบchica, podrรญa haber sido yo la que en un momento de demencia ideolรณgica hubiera caรญdo en esa situaciรณn.” En esa pieza se mezclan todos estos elementos: la distancia que me da el inglรฉs –no tanto el haber vivido en Estados Unidos sino el idioma mismo–, la posibilidad, con esa distancia, de reรญrme de un personaje terrorรญfico como Guzmรกn, de sentir ternura por uno de sus sรบbditos y a la vez de identificarme con ese otro personaje. Por estas razones yo quiero mucho a ese reportaje, porque me permitiรณ esa gama de emociones.

¿Ha reflexionado usted para sรญ misma respecto a esa dualidad, a esa capacidad de extraรฑamiento? Imagino que a estas alturas de su carrera es ya plenamente consciente de ello, ¿pero ha sido asรญ siempre?

No, para nada. Incluso, conforme uno se va haciendo mรกs viejo en el oficio, se hace mรกs difรญcil mantener la condiciรณn de asombro y de inocencia. Siempre. Tanto en el arte como en la reporterรญa. Ese es el gran peligro de la edad. No sรฉ, quizรก si fuera hoy a Egipto podrรญa volver a estar en esa situaciรณn primitiva de inocencia, pero la diferencia estarรญa en que, por no hablar el idioma, no tendrรญa acceso a la intimidad.

Y ese vivir en el asombro, ¿se entrena?

Sรญ, cรณmo no. Se entrena aprendiendo a ser despiadadamente observadora. Por un lado, eso uno lo trae de nacimiento, pero por otro lado es necesario fijarse en todo, y eso uno lo aprende segรบn va siendo engaรฑado. El engaรฑo es una gran lecciรณn. Y uno es engaรฑado cuando no se fija suficientemente en las cosas.

Mรกs allรก de lo que la naturaleza da y de esa lecciรณn de ser engaรฑado, ¿su obsesiรณn por el detalle le fue enseรฑada por algรบn maestro en el oficio?

Hay varias cosas. Por un lado me interesan los detalles desde siempre. A mรญ, por ejemplo, siempre me ha interesado la moda, la alta costura, y la alta costura se hace por medio de detalles, los detalles son importantรญsimos en la moda, se hace a partir de ellos. Por otro lado, yo empecรฉ mi aprendizaje como reportera despistada al lado de una fotรณgrafa, Susan Misellas, y para los fotรณgrafos realmente las conferencias de prensa no valen nada porque no hay nada que ver. Uno tiene que llegar al sitio donde hay algo que ver. Y yo no sabรญa que las conferencias de prensa podรญan ser interesantes para los periodistas, asรญ que iba con Susan adonde fuera ella, y tomaba la foto con los ojos de lo que ella veรญa a travรฉs de la lente de su cรกmara. Por otro lado, creo que siempre me pareciรณ estรบpido escribir lo que los demรกs escribรญan; entonces, para no hacer eso, me fijaba en lo que habรญa a mi alrededor.

La primera secciรณn del libro recoge una serie de textos publicados en un diario, no en revistas como ocurre con el resto. Y, pese a que hay destellos de esa fijaciรณn por los detalles y por la historia que no estรก en la portada del periรณdico, al leerlos da la sensaciรณn de que usted estuviera constreรฑida por la inmediatez que requiere el periodismo diario. ¿Se sentรญa cรณmoda en ese formato?

Bueno, lo he hecho y creo que no lo he hecho mal, puesto que empecรฉ como periodista accidental en 1978, y para el 79 ya estaba trabajando en The Washington Post, asรญ que tan mal no lo habrรฉ hecho. Sin embargo, sรฉ que mis editores enloquecรญan y pensaban que yo no sabรญa escribir porque me tenรญan que cortar la mitad del artรญculo, la mitad que no cabรญa en el formato periodรญstico –que existe por muy buenas razones.

La mitad que, seguramente, a usted le resultaba mรกs interesante, imagino…

Claro. Asรญ que la idea era que yo no sabรญa escribir. Y yo sabรญa que sรญ sabรญa escribir, pero no me habรญa percatado de que no sabรญa escribir como reportera de periรณdico. Entonces, hubo ahรญ un malentendido que felizmente se resolviรณ cuando me salรญ del periodismo diario y empecรฉ a ser reportera para The New Yorker. De alguna manera, nacรญ para escribir en el New Yorker de los aรฑos noventa. Escribรญ la primera nota, me la aceptaron y me pidieron la segunda; escribรญ la segunda y me pidieron la tercera. Y no hubo de por medio ni sufrimiento, ni reajuste. Me resultรณ lo mรกs natural del mundo.

Decรญa Chรฉjov que para escribir eran necesarios “unos buenos zapatos (no ahorrar en botas)”; yo pensรฉ en esa frase cuando en la entrevista que le hizo Juan Cruz hace ya un par de aรฑos para El Paรญs usted decรญa que en parte era periodista porque le gustaba caminar.

Asรญ es, pero no solo eso sino que yo no sabรญa manejar, asรญ que durante aรฑos y aรฑos caminรฉ, y ese caminar y mirar era lo mismo que vivir y lo mismo que reportear. Aprender a conducir fue una pรฉrdida de un instrumento de trabajo, en realidad.

¿Quรฉ es lo primero que hace cuando llega a una ciudad a reportear?

Caminar. Adonde me lleve la caminata. Tomo un taxi y le pido que me lleve a cualquier parte, tomo un bus y me bajo en donde sea, y empiezo a caminar. Camino a comprar periรณdicos, camino hasta donde tengo una entrevista, salgo de la entrevista y camino por los alrededores, camino horas enteras. Y, a partir de ahรญ, siento que voy acercรกndome.

En esa misma entrevista usted se encontraba un tanto pesimista respecto al futuro de su oficio. Decรญa ahรญ que, debido a los cambios en las costumbres lectoras y a los cambios producidos por las nuevas tecnologรญas, habรญa menos gente dispuesta a otorgarle el tiempo necesario de lectura al tipo de periodismo que usted hace. ¿Sigue creyendo lo mismo?

Bรกsicamente sรญ, aunque me encuentro un poco mรกs optimista que hace dos aรฑos, porque he ido reconociendo que la narrativa, el cuento, la historia bien contada, es una necesidad fundamental de los seres humanos. Es decir, nosotros somos la historia que nos contamos a nosotros mismos de quiรฉnes somos. Yo soy la que me cuento que soy. Entonces, tenemos necesidad de contarnos cuentos y de escuchar los cuentos que nos dicen cรณmo es el mundo. ¿Quรฉ formato van a tener esos cuentos en el futuro? No lo sรฉ. Tengo muy claro, eso sรญ, y no es la certeza mรกs agradable del mundo, que quien va a descubrir esas formas no soy yo, sino tรบ y la gente de tu edad. Y sรญ, para los de mi generaciรณn –y lo hemos dicho mil veces y es muy aburrido escucharlo–, que pensamos que รญbamos a cambiar el mundo, es desconcertante descubrir que no, que en realidad somos el fin de una historia y que la historia que estรก comenzando va mรกs o menos sin nosotros.

Quizรก tambiรฉn ocurre –respecto a su pesimismo– que los editores no estรกn ya tan dispuestos a que usted u otro reportero pase investigando los dos o tres meses que, como mรญnimo, requiere una historia de estas caracterรญsticas.

Lo que pasa es que ahรญ entra una cuestiรณn estrictamente de mercado. Es decir, el papel cuesta caro, los viajes cuestan caros, los anuncios se van perdiendo y en este momento de transiciรณn parece que nadie sabe cรณmo hacer rentable un medio. Yo creo que el Kindle, el iPad y todos los e-readers vienen a cambiar esa situaciรณn. Desde que tengo un Kindle leo muchรญsimo mรกs de lo que habรญa leรญdo en los รบltimos veinte aรฑos. Puedo leer constantemente y tengo ciento cuarenta libros en el aparato. Viajar con รฉl es una delicia. Creo que eso estรก generando un cambio. Por eso quizรก tambiรฉn soy mรกs optimista. Pese a ello, es verdad que un libro en papel es un artefacto tecnolรณgicamente perfecto, en cambio un libro o cualquier texto en formato electrรณnico es todavรญa muy primitivo, estรก por desarrollarse. Es decir, todas las cosas que uno puede hacer con un libro [de papel] –seรฑalar, escribir encima, buscar de atrรกs para adelante, buscar la ilustraciรณn que nos gusta, ir a la cita que queremos– en un libro electrรณnico es todavรญa una joda. La experiencia lectora en un aparato electrรณnico es infinitamente menos flexible, siendo que de lo que presume la tecnologรญa es de su flexibilidad. Eso cambiarรก, mejorarรก. Una laptop es una cosa de piedra con un cincel comparada con lo que seguramente va a ser la computadora del futuro. 

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(Lima, 1981) es editor y periodista.


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