Greg Dulli, en corto

Antes de su concierto en México con The Afghan Whigs, Dulli charla sobre el proceso creativo detrás de Do To the Beast.
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En un mundo perfecto, Greg Dulli sería una súper estrella. Cumple de sobra con los requisitos: postura desafiante, credenciales punk, un profundo conocimiento de la música afroamericana, sexualidad desbordada, delirio drogo, agresividad sónica y una elasticidad virtuosa que lo mismo le permite hacer un cover de Fleetwood Mac que de Bjork, todo unido por una personalidad de macho herido melancólico que recuerda a los antihéroes más entrañables del cine negro estadounidense.

Sin embargo, a sus casi 50 años el nativo de Ohio se mantiene como una figura ajena al reconocimiento popular. Greg ha sido la fuerza motora de tres proyectos esenciales: The Afghan Whigs, The Twilight Singers (concepto en el que la única constante es el mismo Dulli) y Gutter Twins (un dúo con Mark Lanegan). Tras una serie de desencuentros que derivaron en su disolución en 1997, The Afghan Whigs presentan este año Do To The Beast, álbum que se posicionó en los primeros cincuenta lugares del Billboard de Estados Unidos. Todo un logro para Dulli. Algunos  califican Do To the Beast como un regreso triunfal, pero lo cierto es que se trata de un acierto más en una carrera notable. Dulli siempre ha estado ahí. La diferencia es que el mundo ha comenzado a tomar nota. Con motivo de la primera visita a México de The Afghan Whigs (15 de noviembre, Pasagüero), Greg Dulli charló con Letras Libres sobre Do To the Beast, el sexo en el pop actual y su interés por los ritos satánicos en Matamoros.         

Gentlemeny Black Love hablan sobre el infierno amoroso y la venganza; 1965 transmite el delirio hedonista de un carnaval en Nueva Orleans; Powder Burns (con The Twilight Singers) es quizá el mejor álbum sobre la cocaína en la historia del rock. ¿De qué trata Do To the Beast?

En contraste con esas grabaciones -que se enfocaban en temas más específicos y demandaban cierta preparación-, escribí este álbum durante un periodo muy corto, lo que redundó en una obra más suelta y a tono con las experiencias cotidianas de mi vida. Creo que cuando te das esa clase de libertad lo que más aflora son sentimientos naturales. En Do To the Beast hay varias referencias a recuerdos de infancia, mitos y fantasías juveniles. En ese sentido quizá sea más nostálgico que los anteriores. Conforme envejeces, pones en perspectiva las cosas y decisiones que te han llevado al punto donde estás ahora. Durante el proceso de grabación me puse de nuevo en sintonía con música que no escuchaba desde niño. La mayor parte de lo que escribo son abstracciones. Más que construir una narrativa, lidio con motivos e imágenes. Se trata de explorar al individuo: crear un tapiz de reminiscencias para reflexionar sobre la persona. Es complicado, porque por otra parte quería un disco inmediato, para el ahora. El sonido es directo, al punto. Durante los últimos años he tenido la fortuna de viajar por el planeta. La confrontación con otras culturas fortalece tu capacidad de adaptarte y disfrutar. Eso también se refleja en las canciones.

En “Parked Outside”, la primera canción del disco, dices: “si lo han visto todo, enséñales algo nuevo”. ¿Te sientes presionado a estas alturas por mostrar algo nuevo?

Vivimos en un mundo que promete gratificaciones instantáneas las 24 horas del día. El público cree que lo ha visto todo. ¿Cómo enseñar algo fresco frente a esa expectativa? No sólo estoy pidiéndole al grupo que enseñe algo nuevo, sino que también invito a la audiencia a que lo haga. Seamos diferentes: demandemos algo más que la inmediatez. La manera de hacerlo es renaciendo, regresando a una esencia, poniéndote en contacto con la persona que eres. A eso me refiero con mostrar “algo nuevo”.

¿Cuál es la historia detrás de Matamoros?

Fue una de las últimas canciones que grabamos. La idea surgió cuando un amigo nos contó una experiencia sobrenatural que le sucedió en Tulum. Mientras vacacionaba ahí con su novia, conoció a un hombre extraño que decía ser originario de Matamoros. Tras convivir con él, ambos se sintieron enfermos y desolados, atrapados en la oscuridad.  Al regresar a su casa en Italia, revisaron las fotos del viaje y notaron que el hombre de Matamoros lucía deforme, casi como un demonio. La anécdota me recordó un reportaje que leí hace algunos años sobre unos cultos satánicos que traficaban drogas y sacrificaban mujeres en Matamoros. Todo el asunto cobró la forma de una cinta de tres minutos en mi cabeza.

Por momentos el álbum se siente como un western, a diferencia de Gentlemen o Black Love, que estarían más cercanos a un film noir.

Definitivamente, sobre todo en su primera mitad. Mi intención es que lo escuches y las canciones te lleven a un estadio entre la realidad y el sueño. La clase de mundo que visitas en una sala oscura cuando vas a ver una película, una inframundo donde vives situaciones que no encuentras en la superficie.

Hace ya más de una década, comentaste en una entrevista que para ti el rock fue una iniciación sexual, y que de adolescente solías masturbarte con más furia cuando escuchabas discos punk. ¿Qué música te provoca una erección ahora?

¿Dije eso? Puede ser, suena lo suficientemente gracioso. Falta sexo en la música. No sé si sea por miedo o porque  quizá simplemente no interese. ¡Obviamente a mí me importa! No veo cómo pueda dejar de hablar de sexo mientras lo disfrute. FKA Twigs y The Weeknd producen música sexy. También me parece que Nick Cave sigue haciendo eso bien. Un proyecto como Grinderman me resulta excitante, te sientes reconectado con todo.

¿Cómo te sientes del recibimiento que ha tenido el regreso de The Afghan Whigs? ¿Te esperabas tanto encomio?

A veces pienso que necesitas ponerte al corriente con el mundo, pero en el caso de The Afghan Whigs en verdad estoy convencido que el mundo necesitaba ponerse al corriente con nosotros. La banda se retiró cuando su desempeño en el juego estaba en un gran nivel. No puedo hacer nada respecto a cómo me perciben. Si supiera lo que le gusta a la gente sería millonario.  Me alegra que el grupo reciba el reconocimiento que merece. La audiencia de nuestros conciertos ahora es heterogénea: gente de todas las edades y razas. Eso me fascina. Me encanta estar frente a un público que nunca nos ha visto en vivo, como es el caso de México.

¿Cuál es el secreto para hacer un buen cover?

Mi filosofía al respecto: tengo que desear haber escrito la canción para poder interpretarla como si lo hubiera hecho. Si no hago mía la canción, no tiene caso.

Acaba de salir al mercado una versión remasterizada de Gentlemen, un álbum doloroso y lleno de angustia sexual. ¿Qué tan diferente eres ahora?

Si bien soy una persona distinta a la que grabó Gentlemen, conozco bien al hombre que canta en el disco. Ya no me siento así, pero aún platico con él y le guardo afecto.  Quizá sea un autoengaño, pero me gusta pensar que soy un ser en constante evolución. No creo que sea sano pensar en términos comparativos. Creo que escribí excelentes canciones cuando era joven, pero también considero que las que compuse ayer son igual de buenas. Para mí es imposible decir cuáles son mejores. No es mi papel. Lo único que puedo hacer es mantener el compromiso de sólo hacer cosas que me interesen.

¿Eres más feliz ahora?

Sí, eso creo.

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Mauricio González Lara (Ciudad de México, 1974). Escribe de negocios en el diario 24 Horas. Autor de Responsabilidad Social Empresarial (Norma, 2008). Su Twitter: @mauroforever.


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