Ilustraciรณn: Yurex Omaskin

H & G

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Imposible no escuchar las discusiones en aquel departamento de cuarenta metros cuadrados y paredes de galleta. Pero Huitzi no las resentรญa tanto como su hermana Gloria: las madrastras les suelen venir peor a las hijas.

–¿Llevarlos a la escuela? –gritaba la mujer–, ¿semejantes verdolagones? No, chiquito, tรบ te vienes conmigo al tianguis, ¿quiรฉn crees que va a cargar tanto bulto?

Asรญ funcionaban las cosas desde que su padre se juntรณ con esa mujer, a quien los chicos se referรญan como la pinche bruja.

–Y total, ¿para quรฉ van a la escuela? Mejor que recojan los paliacates chinos que vamos a vender el domingo.

El murmullo del papรก no se entendiรณ.

–Ay tรบ, quรฉ les va a pasar, Tultitlรกn estรก lejos, pero ya estรกn grandes y no son tan tontos.

–¿Dรณnde estรก eso? –preguntรณ Gloria a su hermano.

–En la casa de la chingada, creo. Pero vamos y volvemos sin pex.

Al dรญa siguiente, Guรญa Roji en mano, el padre le explicรณ a Huitzi cรณmo llegar al sitio donde les entregarรญan los paliacates y le dio unas monedas.

–¡No, pus no nos va a alcanzar, jefe! –rezongรณ el niรฑo.

–Sรญ, pero es todo lo que tenemos –fue la mujer quien contestรณ–. El Oreja, que es el que te va a dar los paliacates, me debe cincuenta varos, le dices que te los dรฉ y con eso se vuelven y hasta les alcanza pa un taquito de suadero; en la esquina a donde van hay un puesto, estรกn bien buenos.

Huitzi tomรณ la Guรญa Roji para guardarla en su mochila.

–No, ni madres, esta es mรญa, si me la pierdes con quรฉ me la pagas –la mujer le arrebatรณ los mapas.

El niรฑo echรณ a su padre una mirada que le reprochaba su silencio. ร‰l, como siempre, la evitรณ avergonzado. Huitzi tomรณ a su hermana de la mano y saliรณ del departamento con un portazo.

–¡Quรฉ carรกcter, ¿eh?! –se oyรณ la exasperante voz de la madrastra.

Habรญa que recorrer un largo camino para llegar a Tultitlรกn. Les tomรณ mรกs de dos horas y varias ampollas en los pies de Gloria, cuyos zapatos hace mucho habรญan dejado de quedarle. Pero al fin estaban ahรญ, frente a la direcciรณn que la mujer les habรญa escrito en un papel. Huitzi golpeรณ la puerta metรกlica. Un minuto, nada. Tocรณ de nuevo. Escucharon pasos y abriรณ un anciano que parecรญa tener ciento cuatro aรฑos.

–Diga.

–Vengo con el Oreja por los paliacates. Me manda doรฑa Tere.

El anciano entrecerrรณ los ojos. Mirรณ hacia arriba. Los entrecerrรณ de nuevo.

–No conozco a doรฑa Tere ni sรฉ nada de ningunas orejas ni paliacates.

Y cerrรณ la puerta.

Huitzi confirmรณ la direcciรณn que tenรญa apuntada. Era esa, sin duda. Mirรณ hacia las esquinas y suspirรณ.

–No hay ningรบn puesto de tacos de suadero.

Gloria llorรณ y su hermano la habrรญa seguido, pero la rabia no le provocaba lรกgrimas, sino un molesto hormigueo en la nuca. Seguro todo era un plan. Y quiรฉn sabe si solo de la pinche bruja. Tal vez su papรก tambiรฉn querรญa deshacerse de ellos.

–Orita veo cรณmo le hacemos, pero tengo que pensar –intentรณ tranquilizarla.

Se le ocurriรณ pedir limosna, pero no inspiraban tanta lรกstima como otros limosneros.

Se le ocurriรณ pedir ayuda a un policรญa de trรกnsito.

–¿O sea que ustedes vienen siendo menores sin responsable oficial?

Huitzi y Gloria se miraron sin saber quรฉ decir.

–Pssรญstรก difรญcil, pero si se cooperan con algo ya que termine el turno los remito a la delegaciรณn, ahรญ a ver quรฉ dicen…

Hutizi tomรณ a Gloria de la mano y siguiรณ andando. Y, aunque tratรณ, ya no se le ocurriรณ una idea que pareciera buena. Entonces vio que su hermana fijaba la vista en un punto determinado. Mirรณ hacia allรญ y vio un cartel con la figura de un chico rubio, descamisado y muy apuesto.

¿Quieres combertirte en un artista famoso? ¿Deseas obtener todo aquello que as soรฑado? Aquรญ, castin para comerciales, telenobelas y conjuntos musicales modernos. Contratasiรณn inmediata.

(Toca el timbre que tiene el maskin).

Huitzi y Gloria cruzaron miradas. ¡Ser artistas famosos y obtener todo lo que habรญan soรฑado! Eso parecรญa bastante mejor que volver a casa. De modo que tocaron el timbre con masking. Abriรณ una mujer que los mirรณ de arriba abajo.

–Venimos por el… a-anuncio –Huitzi tartamudeรณ y Gloria permaneciรณ con la boca abierta al ver la sonrisa que esbozรณ la mujer al escuchar eso. Era guapa, distinguida y ademรกs tenรญa muy buena dentadura.

–Hermosos querubines, pasen, pasen por favor.

Los condujo a una amplia estancia. Lo que vieron allรญ los dejรณ paralizados de emociรณn. Una gran pantalla de leds parecรญa flotar sobre una colecciรณn completรญsima de consolas para videojuegos.

–Justo estaba por terminar este mundo.

–El… Grand… Theft Au… to –murmurรณ Huitzi con los ojos secos de admirar la escena pausada en el juego que, hasta ese momento, solo habรญa tenido cerca en sueรฑos. Gloria, mientras, posaba sus dedos tรญmidos en una iPad de las varias que habรญa en la mesa.

–¿Les ofrezco algo? Tienen caritas de hambre, mis niรฑos.

Los dos afirmaron con un ademรกn. Pasaron la tarde comiendo papas fritas y pan dulce y jugando Grand Theft Auto y Candy Crush en una sala amplia y cรณmoda.

–No quiero regresar a la casa nunca mรกs –dijo Gloria. Huitzi sonriรณ.

Mรกs tarde la mujer les llevรณ un chocolate caliente. Gloria se le abrazรณ de las piernas.

–Yo tambiรฉn estoy feliz de que estรฉn aquรญ –dijo la mujer con una sonrisa ladeada. Fue lo รบltimo que los chicos vieron antes de caer en un sueรฑo profundo.

Despertaron ante un escenario muy distinto. Ni pantalla, ni Grand Theft Auto, ni mesa con iPads. Una habitaciรณn pequeรฑa, dos catres y una banca para ejercicio con una pesa grande.

–¿Dรณnde estamos? ¿Y mi juego? –dijo Gloria antes de ponerse a llorar. Huitzi intentรณ en vano abrir la puerta. Momentos despuรฉs entrรณ la mujer. Era tan… distinta. En bata, sin maquillaje y con la boca enjutada, sin la hermosa dentadura que exhibรญa el dรญa anterior.

–Ja ja, ya se divirtieron, ¿eh? Bien, ahora van a pagarme trabajando. Tรบ, escuincla, harรกs la limpieza mientras yo me encargo de poner apetecible a tu hermano. ¿Haces ejercicio? –la pregunta era para Huitzi, quien negรณ con la cabeza–. Bien, pues vas a empezar, a mรญ para estrรญper no me sirve uno tan รฑango como tรบ.

Esa, entonces, fue su vida. Gloria limpiaba toda la casa mientras Huitzi hacรญa lagartijas y sentadillas y tomaba licuados de proteรญna. Cada maรฑana la mujer se asomaba al cuarto y palpaba los bรญceps y los pectorales de Huitzi. Pero no parecรญa haber grandes progresos. Porque รฉl, tramposo, hacรญa las lagartijas con las rodillas apoyadas en el suelo y las sentadillas ayudรกndose con el borde de la cama. Ademรกs relajaba sus mรบsculos lo mรกs posible cuando ella lo tocaba. Querรญa ser un artista famoso, no un estrรญper. Imaginarse haciรฉndole un lap dance a una mujer como esa –o como su madrastra– simplemente le quitaba las ganas de vivir.

Una maรฑana la mujer entrรณ de muy mal humor. Al ver que el niรฑo seguรญa sin progresar, gritรณ:

–¡Dos meses y todavรญa pareces ostiรณn, ya estuvo bueno! ¡Te me trepas a la banca de ejercicios ya!

Huitzi mirรณ a su hermana y ella entendiรณ que se le habรญa ocurrido algo.

–Pero… yo no sรฉ cรณmo se usa eso.

–¡Flรกcido y menso tenรญas que ser! –tronรณ la boca y se dispuso a mostrarle. Se acomodรณ en la banca y en ese momento Huitzi, a travรฉs de un guiรฑo, indicรณ a Gloria lo que debรญan hacer. Cada uno tomรณ un extremo de la pesa y, librรกndola de su soporte, la dejaron caer. Se oyรณ un dรฉbil crack en el cuello de la mujer.

Huitzi y Gloria recorrieron la casa. Encontraron algo de efectivo y cargaron con varios de los dispositivos electrรณnicos que habรญan servido para seducirlos. Y, por quรฉ no, tomaron un taxi a casa. La niรฑa se durmiรณ de inmediato. Un par de cuadras antes despertรณ y, lรกgrima en ojo, preguntรณ:

–¿Y si mi papรก ya no nos quiere de vuelta?

Huitzi le seรฑalรณ algo con el dedo. Pegado en un poste, un cartel con sus caras preguntaba: “¿Los has visto?”

–Estรกn por todos lados –dijo sonriente el niรฑo.

Indescriptible la alegrรญa del padre al ver a sus hijos. Los abrazรณ casi hasta la asfixia.

–¿Y la pi… seรฑora Tere? –preguntรณ Gloria.

–Ella ya no estรก aquรญ. ¡Ni volverรก a estar nunca!

Reunidos de nuevo, padre e hijos fueron muy felices para siempre.

O al menos lo que durรณ la ganancia por la venta de las iPads. ~

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Estudiรณ en la SOGEM y desde 1996 ha publicado mรกs de 25 libros para niรฑos y jรณvenes por los que ha recibido varios premios.


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