Ignacio Escolar, periodista (2)

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Prefiero que me lean pirata antes de que no me lean

Ignacio Escolar lleva recorrido un camino poco ortodoxo en las lides del periodismo: músico de una banda pop que popularizó un artículo en el que pedía que pirateen sus canciones, con el tiempo pasó de periodista especializado en tecnología a influyente analista político. Recientemente publicó un libro sobre la historia de Castilla con su padre Arsenio, también periodista y actual director del diario gratuito más leído de España (20 Minutos). Apasionado militante de la libertad de compartir los contenidos digitales, en esta segunda parte de su entrevista habla de estos temas que lo apasionan tanto como la política española.

Recientemente la Unión Europea ordenó a España la devolución del cánon que los fabricantes de formatos de almacenamiento digital debían pagar como derechos de autor por potenciales copias. ¿Como militante de la libertad de los contenidos digitales te sientes orgulloso de esto?

Sí, creo que es una sentencia muy importante. Habrá que ver cómo se aplica en España, porque no es vinculante, pero va a generar unos problemas muy gordos para la SGAE (Sociedad General de Autores y Editores), por una razón: ya hay varios ayuntamientos que se están uniendo para poner una demanda reclamando que les devuelvan todo lo que han pagado de más. La SGAE, en su momento, cuando se pagó el cánon, hizo lo mismo con todas las empresas fabricantes e importadoras de CDs vírgenes en España, y quebraron muchísimas, porque la SGAE consiguió aplicar en los juzgados que el cánon que estaba entonces en vigor y que se cobraba por todo soporte óptimo para grabación –y que no se gravaba al consumidor- tenían que pagarlo los fabricantes. Eso significó el cierre de muchísimas empresas. Ahora le va a tocar a la SGAE, probablemente, tomar de esa misma medicina. Pero para mí lo más criticable del cánon es que es como poner un impuesto a la cocaína y tenerla prohibida: para lo bueno, la cocaína es legal y te cobro impuestos… Por ejemplo, el DVD un soporte bastante malo y se fastidia si lo pones muchas veces: yo que tengo un niño pequeño, sé que se fastidia cuando pone un DVD cuarenta mil veces, pero no puedo hacer una copia privada de seguridad porque está protegido por anticopia. Es decir, me cobran por un derecho que no puedo ejercer. Además, el cánon tampoco legaliza el P2P (intercambio de archivos entre particulares a través de Internet): a mí no me importaría pagar el cánon si eso de verdad acabase con la persecución del P2P y con las protecciones anticopia de los soportes. Si ese dinero fuera en compensación para que los ciudadanos pudieran ejercer su derecho.

En su momento, escribiste un artículo muy difundido, “Por favor, ¡pirateen mis canciones!”, a favor de la copia privada de las canciones del grupo que tenías, Meteosat. ¿Cómo te sentirías si empezaran a difundirse copias privadas en internet del libro que acabas de publicar junto a tu padre, La nación inventada?

Evidentemente, no me voy a enfadar. Yo no escribo el libro por las tres pesetas que me va a pagar la editorial, sino porque me apetece hacer ese trabajo y que lo lea la mayor cantidad de gente posible. Me gustaría que la editorial, que ha invertido en el libro tiempo y dinero, ganase lo bastante como para cubrir sus costes. Pero creo que va a ser inevitable que alguien lo haga y no me va a parecer mal. Tampoco lo voy a incentivar yo, porque la literatura no tiene fuentes de ingresos diferentes a la venta de libros, mientras que en la música, discográficas y creadores pueden ganar dinero a través de conciertos. Ahora mismo, las discográficas están haciendo acuerdos con los artistas mediante los cuales comparten los ingresos por merchandising y conciertos: aún pirateado, el disco acaba generando ingresos para la discográfica. Si a mí me piratean el libro, mi editorial no tendrá dinero para sacar otro autor después. En la música hay un beneficio independientemente de la piratería; en el libro, no. Pero en cualquier caso, prefiero que me lean pirata a que no me lean, sin ninguna duda.

Vargas Llosa se quejó hace poco de que en Latinoamérica no había suficiente lucha contra la piratería editorial.

El caso de Latinoamérica es distinto, porque hay editoriales completamente piratas que se lucran con el trabajo de terceros. Eso es muy diferente a que un consumidor, un lector, lea sin pagar, en la biblioteca o en internet. No es comparable. Tiene parte de razón cuando dice que no es normal que en las librerías haya libros que no pagan derechos y que son copias de otros que sí. Hay que diferenciar entre el intercambio y la piratería de libros. La piratería de libros sí es criticable y perseguible: cuando alguien se lucra con el trabajo ajeno. Cuando alguien sólo disfruta con el trabajo ajeno es otra cosa.

¿No crees que este fenómeno se da en Latinoamérica debido al coste de los libros allí?

Sí, son disparatados para el nivel adquisitivo. Los libros allí son un producto de lujo, y no debería ser así. Yo confío mucho, a lo mejor soy un poco incauto, en que internet y las tabletas acabarán bajando muchísimo el precio, porque los costes han bajado brutalmente. Y tiene mucho sentido convertir el libro de lo que es ahora, un producto minoritario y caro, en un producto mayoritario y barato. Que cuesten dos o tres euros, y no 20, un precio desmesurado en países donde el sueldo medio es muchísimo más bajo que en España.

¿Cómo ha sido trabajar junto a tu padre en la escritura del libro?

Pues ha sido interesantísimo, y creo que muy gratificante para ambas partes. Es la primera vez que lo hacemos. Cuando le dije que quería ser periodista, él me dijo que muy bien, pero que yo jamás trabajaría con él. Por si tenía alguna esperanza de que me enchufase (que no la tenía). Pero hemos cumplido los dos: ni yo he trabajado con mi padre ni él me buscó jamás un trabajo, y ahora éramos dos socios que se juntan para un trabajo común porque a los dos les apetece. Nuestra primera idea era hacer la historia de Castilla con una colección de reportajes divulgativos. En el camino nos encontramos con un ensayo, con una tesis política y de opinión: cómo se había inventado, por motivos políticos y económicos, una realidad nacional que no existía. Y cómo después se había exagerado para construir otra realidad nacional aún más inventada, que es la española. Y nos quedó ese mix entre un libro de divulgación y un libro de ensayo.

¿Has sentido alguna vez el peso de ser hijo de?

Permanentemente. Me he pasado media vida justificándome por las cosas que he hecho o no he hecho, porque parece que si eres hijo de otro periodista –de éxito, como es el caso de mi padre- todo lo que hagas se lo debes a él. Yo le debo muchísimo a mi padre, pero no que me haya enchufado en ningún trabajo, sino que gracias a tener a alguien como él en casa desde pequeño, aprendí muchísimas cosas que para otros estudiantes eran mucho más difíciles de conseguir. Tuve acceso a una información y a una formación por parte de mi padre y de mi madre –que también es periodista- que es impagable. Pero durante muchísimo tiempo, por cualquier cosa que hacía, todo el mundo decía: “Claro, este es el hijo de Arsenio, y así lo ha conseguido…”. Creo que ya a estas alturas he demostrado que soy algo más que hijo de mi padre: llevo ya quince años trabajando de periodista, he fundado un periódico nacional –en España hay muy pocos periodistas que lo hayan hecho-, en México monté ocho diarios locales, he sido director adjunto de un diario regional, he hecho documentales para televisión, he ganado varios premios con mi blog y con mis artículos… Aún así, me perseguirá siempre. Es gente que si no te ataca por eso te atacaría por otra cosa. En realidad el motivo por el que te ataca no es ése sino que no le gusta lo que dices o lo que haces…

¿Cómo has hecho para pasar de bloguero que hablaba principalmente de tecnología, que ha terminado como analista político en algunos de los principales medios del país, habiendo pasado por la dirección de dos periódicos –uno de ellos nacional- en poco menos de diez años?

Yo siempre he intentado tomar decisiones sobre mi profesión en función de unos parámetros muy diferentes a los que suele tomar la gente: jamás tuve en cuenta la seguridad laboral a la hora de firmar un contrato, tampoco tuve muy en cuenta lo que iba a ganar, y sí lo que iba a aprender y lo que me iba a divertir. Por ejemplo, el caso de mi blog es un poco eso: lo lancé primero para hablar de tecnología, que era mi tema, pero a través de determinados debates, como el del cánon, empecé a hablar de política y tecnología, y luego al final acabé hablando de política. Y ese hobbie acabó cambiándome la profesión, porque dejé de ser especialista en tecnología para convertirme en un analista político. Me empezaron a llegar ofertas de columnista, de tertuliano, de analista –cuando todavía trabajaba en Telecinco haciendo información de tecnología- precisamente por mi blog. A diferencia de lo que sucedió en este oficio durante los últimos cuarenta años, por primera vez los periodistas tenemos la capacidad de demostrar lo que podemos hacer, independientemente de que nos den una oportunidad profesional para hacerlo. Si eres bueno haciendo un blog, te va a ir bien, y vas a generar una pequeña marca y una pequeña audiencia, y vas a conseguir cosas que sin eso no conseguirías. Yo tengo clarísimo que si no llega a ser por mi blog, jamás habría dirigido Público: no es que me contratasen por ser autor de un blog, yo tenía una carrera profesional aparte de todo eso, pero la visibilidad que me dio Escolar.net ha sido fundamental.

– Feliciano Tisera

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Periodista todoterreno, ha escrito de política, economía, deportes y más. Además de Letras Libres, publicó en Clarín, ABC, 20 Minutos, y Reuters, entre otros.


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