En un mundo tan diverso como el nuestro no es raro que existan tantos tipos de regรญmenes alimenticios. Los hay religiosos como el Kosher y Halal; los deportivos ricos en proteรญnas y bajos en grasas; regionales como las dietas mediterrรกneas o de South Beach; para adelgazar como la dieta de la piรฑa o de galletas all-bran, y los modernos como el veganismo crudo o el flexiteranismo. Todos ellos tienen en comรบn la idea de controlar estrictamente lo que se ingiere y como estรก producido y/o preparado.
El cambio climรกtico, tambiรฉn ha traรญdo consigo una dieta, que se concentra igualmente en mรฉtodos de producciรณn y en el control de procedencia de los alimentos. La preocupaciรณn principal para quienes procuran esta dieta es consumir solamente aquellos alimentos que se cultivan o producen en zonas prรณximas y cuyo transporte a los mercados no genere una gran cantidad de emisiones contaminantes. Los adherentes a este rรฉgimen son personas preocupadas por la sustentabilidad bioecolรณgica del planeta. Este movimiento nace de la cultura de las “emisiones cero” y tiene mucho que ver con el bioregionalismo promovido en Estados Unidos y Canadรก y con el movimiento slow food de origen italiano y ahora extendido a casi todo el mundo.
En mi mรกs reciente viaje a Vermont, visitรฉ a unos amigos que antes vivรญan en la ciudad de Nueva York y se mudaron al norte de este estado americano para vivir una vida mรกs simple, sin el ajetreo de la ciudad. Ellos han cambiado su forma de comer y cocinar para adherirse a este rรฉgimen: no solo comen lo que estรก de temporada y disfrutan de los manjares de la regiรณn, como quesos, hortalizas o setas silvestres. Tambiรฉn deshidratan, hacen conservas y mermeladas con frutas y verduras de la zona, y curan sus propias carnes y hacen algunos embutidos. De esta manera se preparan para el brutal invierno cuando la comida local fresca es escasa y la mayorรญa de lo que se encuentra en los supermercados es comida importada de Sudamรฉrica o รfrica, o comida procesada, embotellada, enlatada y producida en fabricas de la parte central de los Estados Unidos, con materias primas de la costa oeste de ese paรญs. Asรญ actรบan los comensales modernos dรญa a dรญa para tener mayor control sobre lo que consumen.
Pero ser locavor no significa comer siempre en casa y mantener una alacena para el fin del mundo. Ahora tambiรฉn hay restaurantes que se especializan justamente en este tipo de dietas. Estos restaurantes junto a los orgรกnicos, se concentran en la calidad y proveniencia de los productos utilizados mรกs que en las preparaciones. Las recetas del Chef Steven Obranovich en el Claire’s Restaurant en la pueblo de Hardwick, Vermont son eclรฉctica; no por ser un chef vegetariano no prepara guisos con carnes y aves, sino porque al tener una limitada cantidad de verduras, animales, quesos, y especias locales a su disposiciรณn, Steven debe crear comidas valiรฉndose de invenciones gastronรณmicas. En su restaurante comรญ un fondue sin un solo queso de estilo montaรฑรฉs y un risotto hecho con alforfรณn en vez de arroz.
El restaurante fue recomendado por mis anfitriones y ahรญ me di cuenta como el locavorismo, al igual que otras dietas, crea comensales que comparten los alimentos y tambiรฉn la experiencia de comer. Es por esto que no creo que el locavorismo sea solo una moda promovida por aquellos ciudadanos urbanos que ahora se han mudado de vuelta al campo, sino una verdadera bรบsqueda de acercarnos a lo que comemos y al medio ambiente que lo produce. Esa nociรณn del terroir es importantรญsima cuando hablamos de vinos, quesos, cafรฉs y tรฉs. Y es bueno que poco a poco se expanda a otras cosas que comemos.
Igualmente, notรฉ que, como muchas otras personas que tienen regรญmenes alimenticios estrictos, los locavores empiezan a desarrollar un disgusto enorme por aquello que esta fuera de su canon alimenticio o ven a las comidas de otros como carentes de algo importante. Al igual que a muchos vegetarianos les da asco el olor a sangre cocinรกndose, o para los carnรญvoros los purรฉs de verduras son solo guarniciones, o para los que llevan dietas religiosas tienen animales prohibidos o combinaciones y preparaciones desaprobadas por sus jerarcas y libros santos. A los locavores, las comidas fuera de temporada les parecen poco naturales, y seguramente llenas de pesticidas, herbicidas y preservativos para mantenerlas frescas despuรฉs de recorrer grandes distancias.
Sin embargo, lo mรกs importante de estos regรญmenes es ese sentido de unidad que crean con el comer. Estas dietas hacen que los comensales desarrollen intimas relaciones con los ingredientes, tanto animales como vegetales y que pongan mรกs atenciรณn a lo que los nutre. Finalmente estas experiencias empiezan a formar parte de nuestra cultura alimenticia y es asรญ como tantos ritos y celebraciones se concentran alrededor de una comida, un ingrediente o un platillo.
Las visitas a comunidades rurales para conocer sus prรกcticas diarias y sus maneras de hacer vida son una fuente creciente de intereacciรณn entre el mundo globalizado y los enclaves locales, en su mayorรญa rurales. Estos pueblos reciben a los visitantes y con un candor especial ofrecen los productos de su trabajo diario.
Carlos Yescas es candidato a doctor en polรญtica por la New School for Social Research. Es juez internacional catador de queso y fundador de Lactography.