Microseguros

Los seguros se inventaron para promediar los costos de un desastre. 
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Los seguros se inventaron para promediar los costos de un desastre. La muerte, los accidentes, los incendios, son previsibles (en general), aun no sabiendo cuándo van a ocurrir, a quién van a afectar y en qué medida. Son riesgos inciertos para cada uno, pero calculables para un conjunto grande. Eso permite administrarlos.

Además de tomar precauciones para evitarlos, se puede repartir el costo de quienes resulten afectados entre un grupo grande de afectables a lo largo del tiempo. Así, el costo excepcional de magnitud desconocida que se presenta repentinamente para un asegurado puede promediarse y reducirse a una cantidad conocida y manejable.

Promediar un costo excepcional es una práctica milenaria. Por ejemplo: Tribus en las cuales se acostumbra que todos los solteros cooperen con su trabajo para construir la choza del que se va a casar. Una idea semejante apareció entre los mercaderes chinos que perdían desastrosamente cuando su barco naufragaba. Para atenuar el desastre, inventaron compartirlo. Si eran seis, ponían en cada barco la sexta parte de lo que enviaban. Así cada barco llevaba mercancía de todos y, en caso de naufragio, le costaba la sexta parte a cada quien.

En los tiempos modernos, las cooperativas mutualistas han sido rebasadas por grandes empresas financieras. Desde el siglo XVII, hay compañías que venden seguros; primero contra incendios y luego contra esto y aquello. Pero tardaron mucho en descubrir el potencial de un servicio lanzado prácticamente en este siglo: los seguros de cobertura limitada. Los microseguros son baratos porque cubren cantidades reducidas, por ejemplo: el riesgo de no pagar oportunamente un pequeño crédito.

De hecho, los microseguros se desarrollaron como complemento de los microcréditos. Así como los créditos hipotecarios exigen un seguro sobre la casa que se va a hipotecar, las microfinancieras inventaron un seguro para el crédito que van a dar. Si, por cualquier razón, el cliente no paga, la aseguradora paga. Esto ha simplificado el "seguro" solidario que consistía en que parientes o amigos se comprometían a pagar, en caso de que el beneficiario fallara. De hecho, todos los seguros son solidarios, pero el apoyo mutuo se da ahora entre desconocidos.

La experiencia de muchos años y muchos países ha demostrado que los microcréditos se pagan puntualmente. Si una microfinanciera recupera el 90% de lo que presta, está mal administrada. Lo normal es que recupere, digamos, el 97%. A pesar de lo cual, muchos créditos no se daban por "falta de garantías". Para superar ese obstáculo que ponía la banca, hubo grupos de voluntarios que organizaron clubes de avales: personas cuya firma el banco aceptaba para avalar a campesinos que el banco no aceptaba. La creatividad de esa solución condujo a otras, como la idea de los créditos solidarios y ahora los microseguros.

El llamado "pago de marcha" para sufragar gastos funerarios existe desde el siglo XIX. (La palabra marcha quizá se refiere al séquito de los acompañantes al cementerio). Era una prestación del gobierno y las grandes empresas a la familia de un empleado fallecido. El ataúd, el café a los que van al velatorio, la carroza, el lugar en el cementerio, cuestan; y el pago puede ser un problema cuando no se tiene esa prestación. Ahora hay microseguros funerarios que cubren el costo.

Las aseguradoras tienen fama de inventar pretextos para no cumplir. Para ser justos, hay que decir que muchos asegurados no leen los contratos que firman ni los entienden, los interpretan como creen y hasta hacen trampa. Esto complica y encarece la administración de los seguros. También la encarecen los ejércitos de intermediarios que los venden. Quizá por esos costos (que se diluyen en los seguros grandes o vendidos como paquetes a conjuntos de asegurados) los microseguros tardaron en aparecer.

Para las personas de patrimonio líquido muy amplio es absurdo asegurarse contra desastres de bajo monto. Sale más barato pagarlos de su bolsa, en dado caso, que meterse en las complicaciones de cobrar un seguro. Pero la misma cantidad puede ser catastrófica para personas en circunstancias menos holgadas, y en ese caso los microseguros son una solución.

Por ejemplo: Bansefi vende un seguro de vida por un año que cuesta $100 y paga $20,000 en caso de muerte. Las tiendas Oxxo venden seguros parecidos, incluso de salud. Son montos que pueden parecer ridículos a los que no saben en qué país viven, pero utilísimos para millones de mexicanos.

(Reforma, 22 febrero 2015)

 

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(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.


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