Hace 70 años, el entonces joven diseñador gráfico Alex Steinweiss fue nombrado director artístico de Columbia Records. Eran los tiempos del disco de 78 revoluciones por minuto (rpm) que se vendía en austeros empaques de cartón con el nombre de la obra, compositor, intérprete y sello discográfico estampados en letras doradas al frente. Los discos de 78 rpm podían almacenar alrededor de 4 minutos de música en cada lado, de modo que las piezas que superaban esta duración se grababan en varios discos, que eran vendidos en libros con sobres encuadernados, similares a los álbumes fotográficos (de ahí que se use la palabra álbum para referirse a ellos). Los discos se mantenían lejos de los aparadores, en estantes ubicados al fondo de la trastienda, donde los dependientes los buscaban cuando un comprador los solicitaba. A Steinweiss se le atribuye una idea que cambió para siempre este paisaje: hacer portadas ilustradas para los discos.
La primera portada de Steinewiss fue para una recopilación del dúo de compositores Rodgers y Hart, con las ventas millonarias de este disco nació un negocio y nueva expresión del diseño gráfico nació. Steinweiss se mantuvo activo hasta 1973, cuando dejó el diseño para dedicarse a la pintura. Tiene en su haber 2300 portadas de discos, una fuente tipográfica (Steinwiss Scrawl) y un papel importante en el ascenso de la música popular a lo largo del siglo XX, mismo que comenzaría con la edad de oro del jazz y alcanzaría su máxima expresión con la llegada del rock.
Gracias a la idea de Steinweiss y al trabajo de muchos diseñadores que vinieron después de él, las portadas de discos dejaron de tener el único propósito de identificarlos y fueron sofisticándose para volverse parte de la obra, entablando un diálogo con la música y representando al artista y sus preocupaciones (véanse portadas clásicas como la de Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, creada por el estudio inglés Hypgnosis, o la de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de los Beatles, ideada por Peter Saville), sus fobias y filias (en la portada de London Calling, The Clash rinde homenaje a Elvis Presley, a la vez que hace patente su intención de romper, casi literalmente, al rock) y, cómo no, sus pretensiones comerciales, ligadas a la idealización de la juventud y la venta de lifestyles (la sencilla pero eficaz portada de Thriller, de Michael Jackson, uno de los discos más vendidos de la historia, o la de Like a Virgin, de Madonna).
No es exagerado decir que, durante sus años de gloria, la portada de los discos fue tanto o más importante que la música que contenían. Su preeminencia, sin embargo, estaba ligada a un formato, el del LP, cuyo empaque (también diseñado por Steinweiss) de 31 cm de ancho le otorgaba a las imágenes una visibilidad considerable. La llegada del CD, con su ancho de 12 cm (aproximadamente la cuarta parte de un LP) es un primer golpe, no fatídico, para el arte de los discos. Se pierde mucho al trasladar el diseño original de Thick as a Brick, de Jethro Tull, que incluye un periódico desplegable en formato tabloide, al librito de couché de un CD, pero mientras la venta de música está ligada a un formato físico, la portada sobrevive.
Con la llegada de la era digital, las portadas de los discos se ven en la pantalla de un iPod, reducidas a unos pocos pixeles. En 2008, el ya mencionado Peter Saville manifestó su temor por la inminente desaparición del arte de hacer portadas de discos. Pero las evidencias contradicen su pesimismo. Es cierto que las ventas de discos en versión digital, con todo y su imagen digital, crecen cada año, pero los discos siguen siendo comúnmente editados en formato de disco compacto, e incluso disco de 33 rpm, en lo que constituye un reconocimiento de su mejor calidad sonora y un rescate de las portadas grandes. Además, una buena portada sigue siendo una estupenda herramienta publicitaria, como se vio en el escándalo que rodeó el lanzamiento de My Beautiful Dark Twisted Fantasy, el más reciente disco de Kanye West, cuya portada original, que mostraba una escena sexual entre un hombre y una mujer alada, fue vetada en Estados Unidos.
Vivas las portadas hagamos un recorrido por las que son, a mi parecer, algunas de las mejores portadas del rock y el pop en la primera década de este siglo digital.
1. Radiohead, Kid A (2000)Con su cuarto disco, la banda inglesa demostró con creces que la inmensa popularidad que ganaron con su clásico OK Computer no era inmerecida. El título del disco -que alude al nombre en clave del primer clon humano- y la música, hecha con toda suerte de artilugios electrónicos, forma un todo con la portada (hecha por Stanley Donwood, el diseñador de cabecera de la banda) que muestra la imagen de una cordillera procesada por computadora.
2. The Strokes, Is This It (2001)
Después de una década en que la música electrónica y el grunge se adueñaron de las listas de popularidad, los Strokes resucitaron al rock de espíritu más libre con este disco. En la portada, hecha por Colin Lane, una mano femenina enfundada en guante de piel negro, descansa sugestivamente sobre la nalga desnuda. Simple y seductora, la portada alude al nombre de la banda (en una de sus acepciones, “stroke” significa “caricia”).
3. Spiritualized, Let it come down(2001)
El rostro esculpido de una mujer (la esposa de Don Brown, el escultor) nos mira desde la portada del cuarto disco de este exponente del “space rock”. En la edición especial, el rostro ha sido impreso en bajorrelieve, haciendo del objeto algo más deseable y memorable que el propio disco.
4. Wilco, Yankee Hotel Foxtrot (2002)
Podría argüirse que la imagen de la portada, del complejo residencial Marina City, en Chicago, ilustra a la perfección esa espíritu entre viejo (ahora le llaman retro) y moderno de la música de Wilco. Pero lo esencial es que se trata de un diseño limpio, armonioso y notable.
5. The Flaming Lips, Yoshimi Battles the Pink Robots (2002)
El décimo disco de esta banda originaria de Oklahoma fue también su primer éxito comercial. Sus temas, plenos de nostalgia psicodélica, giran en torno a la lucha de Yoshimi, una niña que es cinta negra en karate, con unos robots rosas que buscan destruir a la humanidad. George Salisbury es el responsable de ilustrar esta fantasía de comic con la pintura sencilla de un robot rosa frente a una niña de espaldas. Portada enigmática y entrañable.
6. Thom Yorke, The Eraser (2006)
Stanley Donwood diseño la portada del primer disco solista de Thom Yorke, cantante de Radiohead. El disco fue editado con un empaque de cartón desplegable, con un linograbado que muestra a un personaje vestido de negro que parece querer dirigir a las aguas del Támesis conforme devoran la torre de Londres, el edificio del Parlamento y otros edificios icónicos de la capital inglesa.
7. Beck, The Information (2006)
Con una hoja de papel milimétrico en blanco y una planilla de calcomanías diseñadas por distintos artistas, Beck fue el primero, y tal vez el último, en proponer una portada que se podía personalizar.
8. Menomena, Friend and Foe (2007)
Esta portada fue dibujada por Craig Thompson, creador de la novela gráfica Blankets. Lo intrincado de la ilustración obliga a mirarla recurrentemente, haciendo de la portada una estupenda acompañante de la escucha de este rock experimental.
9. Arcade Fire, Neon Bible (2007)
El segundo disco de la banda canadiense toma su título de la novela de John Kennedy Toole y trata de la hipocresía religiosa en tiempos de George W. Bush. La portada es una fotografía de un letrero de neón en forma de libro que la banda mandó hacer. Gracias a una impresión holográfica, las páginas parecen moverse. Simple y efectivo, este diseño de Tracy Maurice ilustra el nombre del disco de un modo identificable.
10. Animal Collective, Merriweather Post Pavillion (2009)
Merriweather Post Pavillion es el nombre de una sala de conciertos al aire libre en Maryland, diseñada por Frank Gehry. La banda quiso hacer un disco digno de ser escuchado en ese lugar. La portada del disco es una ilusión óptica, creada por el japonés Akiyoshi Kitaoka, que parece ondular cuando se le mira con detenimiento, creando la impresión de que el empaque tiene vida.
11. The Black Keys, Brothers (2010)
Este dúo de Ohio hizo una portada que se niega a ser tal. Sobre un fondo negro se lee un texto que dice “Este es un disco de los Black Keys. El nombre de este disco es Brothers”. Un regreso a los tiempos anteriores a Steinweiss, pero con el aprendizaje de siete décadas.
12. Katy Perry, Teenage Dream (2010)
Katy Perry descansa desnuda en una nube hecha de algodón de azúcar, con su nombre escrito en algo que parece jarabe. En este lugar podrían estar Circus, de Britney Spears, Candyman de Christina Aguilera, o cualquier otra que, con su exceso pop y su descarada sensualidad, nos recuerde que las portadas se inventaron para vender discos.
– Emilio Rivaud Delgado
es editor digital de Letras Libres.