Cuando uno escucha hablar de Los Kikín Fonsecas y el Gringo Castro fácilmente puede pensar que se trata de:
a) Un grupo de rock
b) Un conjunto musical que ameniza bodas
c) Un equipo de fútbol rápido
d) Un nuevo cártel michoacano
e) Un grupo de luchadores (técnicos)
f) Todas las anteriores
Pero no. Los KFGC son un colectivo de poetas y de lectura multimedia –lo que ya es bastante aventura considerando el hecho de que podrían ganar más dinero eligiendo cualquiera de las opciones anteriores– que acaba de publicar el libro No use las manos (Amarillo Editores, 2011) y que tiene, entre otras muchas cosas, la contraportada más sincera en la historia editorial del planeta:
En el fútbol, en la poesía y en la práctica de estos jugadores el error es la norma pero los aciertos (y los hay) los convierten en cracks; momentáneos, pero cracks.
El libro se divide en seis partes y su primer acierto es que los poemas no van firmados. Como colectivo, los KFGC han decidido presentar algo más que una antología y el lector debería agradecer este gesto que le otorga al libro la unidad que los usuales compendios poéticos no tienen porque al final no son más que seis o siete cosas diferentes unidas con prólogos y pegamentos.
Eso me lleva al segundo acierto. El libro no tiene prólogos, epílogos, dedicatorias, epígrafes, casi no hay títulos: los KFGC quieren a un lector adulto que saque sus propias conclusiones. Un acierto más: se nota que las conclusiones del lector tampoco los desvelan.
Los KFGC hacen énfasis en que son un grupo de poetas nacidos en los años ochenta. Esto viene a cuento porque como parte de esa generación, he visto poco a poco cómo nos hemos adueñado de una pequeña parte del mundo. Un ejemplo: en el cine hay adaptaciones de series y caricaturas que yo veía de niño. Otro: en el poemario hay poemas con videojuegos, superhéroes, supervillanos, caricaturas, fútbol.
El leitmotiv del libro deja ver que detrás de cada verso hay alguien de mi edad atorado en alguna oficina frente a su computadora. Si la hay, la lucha que ejemplifica No use las manos es una que muchos hemos padecido; consiste en unir el aletargado insecto en que nos convierte la oficina y el ávido impulso creativo al que quisiéramos volver una vez terminado el horario de trabajo.
Pero para qué decirlo si ya lo dijeron ellos:
Somos la generación
de pósters en las recámaras
y tapes rebobinados con un lápiz.
Los que miran el arte de un CD por horay media
y esperan 6 minutos de silencio
por el track oculto.
Los que recuerdan una mujer que llora a su esposo
y lee la nota de suicidio
mientras decenas de chicos encienden veladoras
y los camarógrafos de MTV buscan la mejor toma.
Quienes lidian con la cultura shuffle
los que defienden las piezas de 15 minutos
los que hacen playlists
para las 2 horas de camino a la oficina
y las 8 frente al monitor
como si fueran los mixtapes
que cuidadosamente preparaban
para la excursión del colegio.
Y sí, en la contraportada declaran saber que “de antemano vamos a perder el partido” y que “juegan por el de la honra” y para mí lo han conseguido. Su idea de la poesía se aleja de tópicos platónico-románticos (el poeta como paria, el poeta como vagabundo, el poeta como excéntrico, y lo demás) y se acerca más al verso narrativo y contemplativo de quien cuenta lo que está sucediendo afuera, desde Charlie Brown hasta Irak.
Postdata
Como ya estamos con poesía y con anuncios, la Revista Hotel está organizando un Torneo de Artes Poéticas Mixtas muy parecido a los que ha organizado el grupo Versodestierro, salvo con la diferencia de que en esta ocasión los aspirantes al trofeo tendrán que escribir allí mismo su texto. Está abierto para poetas y versificadores, así que queda claro que allí no discriminan. Aquí puede consultarse la convocatoria.
Es profesor de literatura en la Universidad de Pennsylvania, en Filadelfia.