Introducciรณn
Hoy la India parece un gigante que despierta, un gigante cuya fuerza, largo tiempo adormecida, se ha desencadenado gracias a una economรญa liberalizada. Resulta extraรฑo recordar que tan sรณlo unos aรฑos atrรกs la India aparecรญa a los ojos de la imaginaciรณn occidental como una naciรณn pobre, atrasada y a menudo violenta, que arrastraba una economรญa socialista ineficaz y una dinastรญa polรญtica que socavaba las pretensiones democrรกticas. Incluso a finales de la dรฉcada de 1980, muchos europeos y estadounidenses inconformes con sus sociedades materialistas viajaban a la India en busca de satisfacciรณn personal a travรฉs de las tradiciones espirituales del paรญs. De pronto, empero, la clase media india, con sus doscientos millones de posibles integrantes, parece despiadadamente materialista; sus ejรฉrcitos de ingenieros y cientรญficos bien preparados podrรญan estar listos para generar una crisis de empleo en toda Europa occidental y Estados Unidos. Lejos del exotismo inherente al viejo discurso del orientalismo, India se caracteriza hoy por una occidentalizaciรณn cada vez mayor. La velocidad con que ha surgido esta nueva visiรณn de la India es apabullante; y es fรกcil desatender los supuestos ideolรณgicos que la sustentan: esas ideas que Occidente atesorรณ para sรญ mismo durante los dos siglos anteriores, cuando dominรณ el mundo, y que ahora conforman el discurso del nuevo orientalismo.
La antigua visiรณn europea de la India
El historiador griego Herodoto menciona a la India en su gran Historia. Esta primera referencia conocida a la India en la literatura occidental es breve y sumamente inexacta. Herodoto no podรญa concebir que Asia fuera mรกs grande que Europa. Ademรกs, creรญa que en la India unas hormigas extraรญan oro y producรญan asรญ el tributo que, segรบn su imaginaciรณn, los indios pagaban a Persia. Mas no se equivocaba en todo. โLas tribus de India son numerosasโ, escribรญa, โy no hablan en absoluto el mismo idiomaโ.
Alrededor del 400 a.C., un crรญtico griego de Herodoto, Ctesias de Cnido, pensaba que los indios eran sรกtiros y que el sol de la India era mรกs caliente y diez veces mรกs grande que el sol de otros lugares. Jenofonte hablaba de la fabulosa riqueza de India en Ciropedia, su novela histรณrica. Platรณn y Aristรณteles aventuraron informaciรณn a medias sobre esa tierra al este de Persia. India era, atendiendo a las menciones en la literatura occidental, una fusiรณn de hechos y fantasรญas en el imaginario europeo.
El contorno preciso de la India permaneciรณ borroso incluso para el conquistador macedonio Alejandro, quien llegรณ hasta el Punjab, en el norte, en el 326 a.C., antes de volver atrรกs exhausto y regresar a una muerte prematura en Babilonia. Sin embargo, Alejandro se las arreglรณ para acercar Oriente a Occidente mรกs que nadie en tiempos pasados. Megรกstenes, el enviado griego en la corte del gran emperador indio Chandragupta Maurya (320-297 a.C.), no tardรณ en proporcionar el primer testimonio directo sobre la India. En รฉl, Megรกstenes describรญa una sociedad donde el honor, la virtud y la sabidurรญa eran premiados por encima de todo; daba cuenta de los brahamanes y los ascetas, y pintaba un retrato idรญlico sobre la vida campesina. Sus recuentos alimentaron la fantasรญa del geรณgrafo Estrabo (64 a.C.-24 d.C.) y de Plinio, el escritor romano (24-79), quien pensaba que la India cubrรญa la tercera parte de la superficie terrestre. Estas ideas generales sobre la India โsu enorme poblaciรณn y riqueza, el sistema de castasโ tambiรฉn aparecen en la importante obra del historiador griego Arriano.
Durante los primeros siglos del Imperio romano, cuando floreciรณ el comercio entre Asia y el Mediterrรกneo, llegaron a la India mรกs viajeros. Los historiadores romanos, sin embargo, muestran pocos avances respecto de sus predecesores griegos en cuanto a su conocimiento de la regiรณn. A lo largo de la Edad Media, la India se volviรณ incluso mรกs remota, y fueron los viajeros รกrabes โAl-Beruni, en el siglo X e Ibn-Batutah en el siglo XIVโ quienes escribieron los relatos mรกs grandiosos sobre ella.
La Europa medieval fincรณ sus propios miedos y fantasรญas en ese remoto territorio; el mito y la leyenda florecieron en ausencia de informaciรณn. El culto a Alejandro Magno se fortaleciรณ con relatos imaginarios sobre las riquezas que el conquistador extrajo de la India. Se decรญa que fue ahรญ donde Santo Tomรกs predicรณ y encontrรณ conversos poco tiempo despuรฉs de la muerte de Cristo. En esa รฉpoca, la India era tambiรฉn la casa del Preste Juan, el rey cristiano increรญblemente rico que ayudarรญa a Europa a vencer de una vez por todas a los musulmanes.
Este abigarrado velo de ignorancia se levantรณ en el siglo XVI, cuando los misioneros jesuitas entraron en territorios indios que ningรบn occidental habรญa pisado y enviaron desde ahรญ reportes detallados a Europa. La apertura de la ruta marina hacia la India a finales del siglo XV atrajo a los comerciantes europeos; fueron ellos quienes estudiaron detalladamente las culturas locales con las que se encontraron. El nuevo impulso de curiosidad y aprendizaje que inspirรณ el Renacimiento y que condujo a la Ilustraciรณn llevรณ ahรญ a muchos mรกs europeos. Entre los mรกs famosos se cuentan los viajeros franceses Franรงois Bernier y Jean-Baptiste Tavernier, cuyo retrato de la India en el siglo XVII fue cuidadosamente analizado por Voltaire y otros filรณsofos ilustrados, y que ayudรณ a configurar una visiรณn europea de la India como un despotismo oriental, una visiรณn que se mantendrรญa vigente por mucho tiempo.
Los juicios sobre la India fueron mucho menos burdos antes de la รฉpoca de los imperios europeos, cuando la inferioridad de los nativos se convirtiรณ en un artรญculo de fe. Antes, los viajeros de Europa no negaban que en la India habรญan hallado una cultura mucho mรกs antigua y, en muchos sentidos, mucho mรกs sofisticada, que la suya. Voltaire, por ejemplo, a menudo invocaba las virtudes de India y China con el fin de recalcar las deficiencias de la Francia del siglo XVIII.
El siglo XIX, empero, trajo consigo actitudes radicalmente nuevas. El Imperio britรกnico culminรณ su conquista de la India y se convirtiรณ en la mayor potencia del mundo, azuzando la envidia de sus rivales europeos que se lanzaron a la creaciรณn de sus propios imperios en Asia y รfrica. Tambiรฉn fue en el siglo XIX cuando una serie de revoluciones cientรญficas, econรณmicas y polรญticas dieron a Europa occidental una nueva idea de sรญ misma. La India y, en tรฉrminos mรกs generales, Asia, se convirtiรณ en un lugar con el que el viajero occidental medรญa su propia sociedad, para encontrarla casi siempre superior; India se convirtiรณ en un telรณn de fondo gigantesco para la comprensiรณn que el viajero occidental tenรญa de su propio estado emocional, del refinamiento de su moral y de su visiรณn filosรณfica.
Hegel y Marx: la India en la historia universal
Conforme una dinรกmica Europa expandiรณ su poder y su influencia alrededor del mundo a finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX, se estableciรณ una visiรณn de las culturas asiรกticas en la que รฉstas eran inherentemente estรกticas y conservadoras. Aunque hubo una excepciรณn importante: los romรกnticos alemanes. Las religiones de la India con su cualidad panteรญsta llevaron a los alemanes a postular la unidad espiritual del mundo y a criticar la cultura francesa dominante de la Ilustraciรณn. En su reacciรณn contra el clasicismo francรฉs, el padre de los estudios sobre la India, Friedrich Schlegel, llegรณ a afirmaciones tan evidentemente exageradas como รฉsta: โTodo, sรญ todoโ, decรญa, โtiene su origen en la Indiaโ. (Citado en Raymond Schwab, The Oriental Renaissance, Columbia, 1984, p. 71).
La religiรณn y la sociedad indias interesaron tanto a Schopenhauer como a Nietzsche; y, por supuesto, Max Mueller se convirtiรณ en el indoรญsta mรกs prominente del siglo XIX en Europa. Pero la visiรณn mรกs influyente y duradera sobre India provino de Hegel, quien, como los romรกnticos y aun siendo crรญtico de ellos, desarrollรณ una concepciรณn global del espรญritu humano, aunque sin compartir su visiรณn idealizada de la India.
El sistema dialรฉctico hegeliano fue el primer intento ambicioso por describir la historia humana en su totalidad, y en รฉl se subsumรญa Asia sin demora. Segรบn Hegel, la historia universal es โesencialmente, el desarrollo de la conciencia de la libertad por parte del espรญritu, y de la consecuente realizaciรณn de dicha libertadโ (Hegel, The Philosophy of History, Dover, 1956, p. 63). โLas naciones orientales sabรญan libre a uno; los griegos y los romanos a algunos; mientras que nosotros sabemos a todos los hombres (al hombre en tanto Hombre) absolutamente libresโ (Ibid. p. 19).
La teologรญa de Hegel sentรณ un tono. Asia pasรณ a formar parte de un perรญodo incipiente del desarrollo de la libertad. El desdรฉn por su religiรณn y su cultura se volviรณ un lugar comรบn entre la elite britรกnica, reemplazando el viejo interรฉs orientalista. Ahรญ estรก, por ejemplo, James Mill en su notoria History of India. โHay un acuerdo universal sobre la maldad, el absurdo, el desvarรญo de las ceremonias sin fin en que consiste la prรกctica de la religiรณn hindรบโ (Ed. Madden, 1858, pp. 274-275). Incluso para John Stuart Mill, bien conocido por su liberalismo, la India era una sociedad atrasada que carecรญa del dinamismo de Europa y requerรญa de un perรญodo de tutelaje europeo.
Marx, el heredero e intรฉrprete creativo del sistema dialรฉctico de Hegel, llevรณ su visiรณn de la India mรกs allรก. Para Marx, la India era parte de lo que รฉl llamaba el modo asiรกtico de producciรณn, definido por la ausencia de lucha de clases y por una forma de gobierno altamente centralizada que impedรญa el cambio y la modernizaciรณn.
Marx condenaba la opresiรณn y la violencia del colonialismo britรกnico en la India. Pero otorgaba gran importancia al papel histรณrico de la burguesรญa europea en la regiรณn. Aunque consideraba temporal la presencia de esta burguesรญa, que estarรญa a punto de ser derrocada por las clases trabajadoras, no podรญa resistirse a celebrar sus logros en una prosa casi lรญrica:
La burguesรญa, en su reino de apenas cien aรฑos, ha creado mรกs fuerza productiva masiva y colosal que todas las generaciones anteriores juntas. La dominaciรณn de las fuerzas de la naturaleza por parte del hombre, la maquinaria, la aplicaciรณn de la quรญmica a la agricultura y a la industria, la navegaciรณn a vapor, los tendidos ferroviarios, los telรฉgrafos elรฉctricos, la limpieza de continentes enteros para el cultivo, la canalizaciรณn de rรญos, poblaciones enteras surgidas de la tierra โยฟquรฉ siglo anterior tuvo siquiera una intuiciรณn sobre esta fuerza productiva que yacรญa en el seno de la labor social? (Marx, The Communist Manifesto, Selected Works, vol. 1, Progress, 1969, pp. 98-137).
Segรบn lo veรญa Marx, en el curso de sus conquistas, los europeos habรญan impulsado a continentes enteros de lo que se denominaba el mundo subdesarrollado, continentes aislados durante siglos que no tenรญan noticia de Occidente ni de sus semejantes, hacia la historia, o hacia lo que Marx llamaba โhistoria universalโ:
Cuanto mรกs se acaba con el aislamiento de las diversas naciones por el perfeccionamiento progresivo de los modos de producciรณn, del comercio y de la divisiรณn del trabajo que surge espontรกneamente entre las naciones, la historia se vuelve mรกs universal. Asรญ, por ejemplo, si un inglรฉs inventa una mรกquina que deja a innumerables trabajadores sin pan en India y China, que rompe formas enteras de vida en esos paรญses, esa invenciรณn se convierte en parte de la historia universal (Marx, The German Ideology, Collected Works, Progress, vol. 5, p. 27).
De esta manera, Marx podรญa ajustar a la India en su esquema dialรฉctico como una etapa necesaria en el proceso de ascensiรณn de la conciencia y de entrada de la regiรณn a la historia universal. Marx pensaba que los burgueses europeos habรญan โlogrado maravillas que sobrepasaban por mucho las pirรกmides egipcias, los acueductos romanos, las catedrales gรณticasโ; ellos habรญan โconducido expediciones que ensombrecen todas las migraciones previas y todas las cruzadasโ. Tal vez incluso Marx ignoraba que este esfuerzo burguรฉs por modernizar el mundo producirรญa la gran ideologรญa de los dos siglos siguientes, la ideologรญa de la modernidad, de la que abrevarรญan lo mismo socialistas que capitalistas del libre mercado.
La historia: la ideologรญa de la modernidad
Durante los siglos XIX y XX, los britรกnicos afirmaron que habรญan traรญdo a India lo mejor de la modernidad โtecnologรญa, laicismo, el gobierno de la ley, la sociedad civilโ y que India habรญa sido un lugar bรกrbaro gobernado por musulmanes tirรกnicos hasta la llegada de los europeos. Lo notable de esta afirmaciรณn es que tuvo eco entre muchos indios que luchaban por la libertad y contra el rรฉgimen colonial. Estos indios denunciaban la explotaciรณn britรกnica de la India. Sin embargo, concedรญan que pese a la opresiรณn y la violencia los britรกnicos habรญan puesto, sin darse cuenta, los beneficios del mundo moderno al alcance de los indios, y que asรญ el estado-naciรณn independiente de la India entrarรญa mucho mรกs rรกpido a dicho mundo.
Para estos indios anticolonialistas, la historia de Europa ya habรญa proporcionado las pautas para entrar al mundo moderno. Las revoluciones polรญticas, econรณmicas y cientรญficas del continente en los siglos XVIII y XIX habรญan demostrado que un paรญs dependiente de la agricultura era atrasado y feudal; que debรญa industrializar su economรญa, entregarse a la ciencia y la tecnologรญa, organizarse con directrices racionales y reducir el poder de la religiรณn y las supersticiones.
Pero como parecรญan haber demostrado los ingleses y luego los estadounidenses y los franceses, un paรญs no podrรญa hacer nada de esto si no se reconstituรญa como un Estado-naciรณn con una clara identidad nacional. De su ejemplo resultaba claro que sรณlo un Estado-naciรณn relativamente homogรฉneo serรญa capaz de defenderse y convertir a seres humanos dispares en ciudadanos de una sociedad productiva y eficiente.
Durante el siglo XIX y a principios del siglo XX, gran parte de Europa intentรณ adoptar lo que se convirtiรณ en un medio de supervivencia: un Estado-naciรณn independiente y poderoso; fue un deseo que llevรณ a la reconstrucciรณn de Europa bajo lรญneas nacionalistas, y que implicรณ nuevos trazos para las fronteras y una limpieza รฉtnica brutal.
Al ver a sus maestros europeos, a muchos nativos instruidos de Asia y รfrica les pareciรณ claro que la organizaciรณn mรกs elevada del Estado-naciรณn habรญa permitido a las naciones occidentales amasar sus recursos superiores, sus inventos y su poder militar. Obligados a considerar que su herencia de una tradiciรณn antigua no habรญa sido capaz de salvarlos de la dominaciรณn de Occidente, concluyeron que ahora era tiempo de que Asia y รfrica trabajaran duro y esperaran emular el รฉxito de Occidente.
Alcanzar a Occidente: tal era la obsesiรณn de muchos, inclusive en Rusia, un Imperio y no una colonia europea, donde casi no habรญa un escritor o intelectual en el siglo XIX que no marcara su postura radical ya fuera a favor o en contra de la occidentalizaciรณn. Si Alexander Herzen e Ivan Turgenev hablaron de los beneficios de la democracia liberal y de la necesidad del raciocinio en los asuntos humanos, los eslavรณfilos โFiodor Dostoievski y, mรกs tarde, Leรณn Tolstoi, entre otrosโ declararon la superioridad moral y la sabidurรญa instintiva de la devota alma rusa. En 1868, los nuevos gobernantes Meiji de Japรณn emprendieron su propio programa
de modernizaciรณn diseรฑado para colocar al paรญs lado a lado con Europa occidental โun programa que mรกs tarde llevarรญa a Japรณn, a principios del siglo XX, a la guerra contra Rusia
y a las conquistas coloniales en Asia.
Estos esfuerzos tendientes a la modernidad occidental tuvieron un aspecto religioso, esto es, fueron impulsados por una creencia religiosa en la historia โla historia no como algo que sucediรณ en el pasado y que vale la pena recordar y conmemorar, como lo consideraban Tucรญdides y Herodoto, los primeros grandes historiadores; la historia no como una serie de acontecimientos sin relaciรณn, sino como un proceso racional, que atravesaba etapas definidas con claridad, hacia un estado mรกs elevado de progreso y desarrollo, un proceso que se mostraba en el paso occidental de la Edad Media a la Reforma y el Renacimiento y en las numerosas revoluciones, el proceso que mucha gente en el resto del mundo podrรญa duplicar si tenรญa la perspectiva y los medios adecuados.
La garantรญa contra el fracaso pa-recรญa ser el gran รฉxito de Occidente desde el siglo XIX โla รฉpoca en que la historia adquiriรณ prestigio como guรญa para comprender ese confuso nudo de motivaciones y acciones humanas que el pasado presentaba ante los ojos inexpertos; la รฉpoca en que, popularizada por intelectuales como Hegel y Marx, esta nueva interpretaciรณn teleolรณgica de la vida humana comenzรณ a predecir, incluso a planear un futuro por lo demรกs desconocido, en el que las cosas serรญan mejores de lo que eran en ese momento.
La India no era considerada parte de este movimiento de avance de la razรณn y la humanidad que habรญa alcanzado su apoteosis en la Europa del siglo XIX.
Para Hegel, los indios habรญan permanecido hundidos en un โsueรฑo mรกgico y sonรกmbuloโ. Para Marx, la India era โuna sociedad sin resistencia y sin cambioโ, marcada por una โvida indigna, estancada y vegetativaโ. รl creรญa que los europeos encauzarรญan a lugares como la India en el arroyo del progreso humano. Esta tarea de modernizaciรณn, que los colonialistas britรกnicos habรญan comenzado, no era considerada menos esencial por los gobernantes de la India postcolonial. รstos buscaban legitimidad afirmando que estaban ahรญ para completar esa tarea, para establecer, como dijo Nehru en su discurso del Dรญa de la Independencia, la โcita de la India con su destinoโ.
Sin duda, en un principio la รฉlite gobernante de la India buscรณ el camino nacionalista de la modernizaciรณn. Hace poco se le criticรณ por establecer una economรญa socialista y proteccionista, por estar mรกs cerca de la Uniรณn Soviรฉtica que de Occidente y por no tener una mayor apertura a la inversiรณn y el comercio exteriores. Pero su decisiรณn ha de ser considerada en el contexto de un paรญs que reciรฉn salรญa del colonialismo. India apenas emergรญa de mรกs de dos siglos de explotaciรณn sistemรกtica durante los cuales fue efectivamente des-industrializada. Hubiera sido polรญticamente suicida y econรณmicamente catastrรณfico para sus gobernantes dar continuidad a polรญticas de mercado libre que de hecho habรญan caracterizado al gobierno colonial y que habรญan llevado a un crecimiento promedio del 1%. Y, si uno veรญa el mundo desde Nueva Delhi durante la Guerra Frรญa, la Uniรณn Soviรฉtica parecรญa un socio menos egoรญsta y exigente que Estados Unidos.
Visiones de la India tras la Guerra Frรญa
Durante la Guerra Frรญa, cuando la asรญ llamada amenaza comunista representada por la Uniรณn Soviรฉtica y China preocupaba a las elites occidentales, la consideraciรณn de la India como un lugar pobre y atrasado que sin embargo era muy espiritual y producรญa grandes hombres como Gandhi y Nehru no cambiรณ mucho. Los jรณvenes viajeros occidentales que vagaban por la India con cabellos largos y copias del Bhagavad Gita sรณlo reforzaban los viejos clichรฉs sobre la espiritualidad india. Es ahora, y durante los รบltimos quince aรฑos, tras la caรญda del muro de Berlรญn, que ha surgido una nueva idea sobre la India: mรกs que ser la tierra de los hombres santos, es el paรญs de una clase media consumidora en ascenso.
Los filรณsofos occidentales contemporรกneos han mostrado poco interรฉs o conocimiento sobre la India. Son los periodistas occidentales que escriben para los grandes diarios y los asesores expertos quienes han proporcionado las imรกgenes mรกs influyentes de la India en Occidente. Muchos de ellos han crecido en la Europa y en los Estados Unidos de posguerra; tras vivir durante la Guerra Frรญa, han visto la caรญda de los regรญmenes comunistas en la Uniรณn Soviรฉtica y Europa oriental como una vindicaciรณn de los valores occidentales del capitalismo y la democracia liberal.
Este triunfalismo occidental posterior a la Guerra Frรญa fue expresado con destreza por el pensador estadounidense Francis Fukuyama en El fin de la historia. Como lo describiรณ el crรญtico marxista Perry Anderson recientemente, la idea esencial de Fukuyama es que, si bien puede no haber โgarantรญa de un viaje rรกpido de la humanidad desde todos los rincones del planeta hacia una democracia prรณspera y pacรญfica basada en la propiedad privada, el libre mercado y las elecciones periรณdicasโ, โestas instituciones son el tรฉrmino del desarrollo histรณricoโ.
Desde el colapso de los regรญmenes comunistas en Europa del Este en 1989, esta visiรณn casi teleolรณgica del mundo parece haber predominado entre los medios de comunicaciรณn y las elites polรญticas occidentales, tal como lo reflejan no sรณlo aquellos diarios relevantes como The Economist, The New York Times, The Wall Street Journal y The Financial Times, sino tambiรฉn los discursos de los dirigentes occidentales.
Esta ideologรญa de la globalizaciรณn, o nuevo orientalismo, cobrรณ fuerza a lo largo de los noventa y es ahora un artรญculo de fe. Dicha ideologรญa coloca la teorรญa de Marx sobre el atraso asiรกtico a la cabeza y proclama que la India y China han despertado al fin de su letargo asiรกtico con ayuda del capitalismo de libre mercado, y que ambas son gigantes econรณmicos que conducen el crecimiento mundial al convergir con el modelo europeo de la modernidad.
Como ha dicho Thomas Friedman, el renombrado periodista estadounidense, el mundo es aparentemente plano, o por lo menos estรก dejando de ser redondo. El fracaso de China para prosperar en una democracia liberal al tiempo que toma para sรญ el capitalismo de libre mercado puede causar en algรบn momento cierta exasperaciรณn. Sin embargo, China ofrece a las corporaciones de todo el mundo el tentador mercado de un billรณn de clientes, y una fuente igualmente infinita de mano de obra barata. Tambiรฉn India aparece de nuevo como una naciรณn de hormigas que extraen oro โlas hormigas, en este caso, son los trabajadores con bajos salarios, sin protecciรณn sindical, que producen las doradas ganancias de las multinacionales occidentales. Lo que ayuda a la India es su democracia formal; su proximidad con los valores occidentales aparentemente mรกs pronunciada.
La India y la modernidad
China, por supuesto, es muy distinta de la India. En el transcurso de su reciente y traumรกtica historia โla guerra civil, la revoluciรณn comunista, el Gran Salto Adelante, la Revoluciรณn Culturalโ su cultura tradicional ha sido atacada de forma continua y hasta cierto punto ha desaparecido. Este no es el caso de la India, donde el movimiento anticolonialista echรณ mano de las tradiciones indias como un recurso. Cabe decir que las elites religiosas de la India nunca fueron tan coherentes y poderosas como sus contrapartes en Europa, asรญ que nunca hubo de pasar por la secularizaciรณn al estilo europeo.
Por ello, los indios viven simultรกneamente en muchos mundos distintos, tanto viejos como nuevos, y tienen muchas identidades sobrepuestas. Lo que en Europa se ve como un signo de supersticiรณn y atraso en la India es sencillamente un esfuerzo por ajustarse a una multiplicidad de roles. Un ejemplo: hace unas semanas, un oficial veterano de la policรญa apareciรณ en un juicio con babuchas, anillo nasal y dupatta, declarรกndose a sรญ mismo un Radha, es decir, un consorte romรกntico del dios hindรบ Krishna. Acusado de โincumplir el cรณdigo de vestimenta de la policรญa y las normas de servicioโ fue obligado a presentar su renuncia voluntaria. En otro incidente, la seguridad aeroportuaria impidiรณ a un gurรบ abordar un vuelo con su bรกculo recubierto de plata. Sus seguidores, enfurecidos, montaron una violenta protesta que provocรณ una reacciรณn policรญaca brutal.
Ambos acontecimientos generaron desdรฉn y golpes de pecho en los medios indios de habla inglesa. โยฟQuรฉ hacemos con estos tontos irresponsables?โ, se preguntaban muchos. La queja mรกs grande parecรญa ser: ยฟpor quรฉ seguimos siendo atrasados? ยฟPor quรฉ no podemos comportarnos como un paรญs moderno y racional?
Esta reacciรณn era predecible. Gran parte de los medios indios de habla inglesa expresan los sueรฑos de opulencia y fortaleza nacional que alberga la clase media. Estos medios defienden el capitalismo de libre mercado, el estado laico y un ejรฉrcito con armamento nuclear. Ellos ven a la India como la mรกxima potencia del siglo XXI y tienden a avergonzarse por cualquier cosa que haga ver a los indios como una muchedumbre caรณtica y supersticiosa.
Muchos indios de clase media estรกn cautivados por estados autoritarios como Singapur, Malasia y China, que, segรบn ellos, han logrado un alto grado de disciplina y eficacia. Estos indios, que tienden a votar por el nacionalista pbj (Partido Bharatiya Janata), creen que la democracia ocasiona caos, desuniรณn y desperdicio en la India, y que impide al paรญs asumir su lugar adecuado entre la elite de naciones modernas desarrolladas.
Las lecciones histรณricas que estos indios extraen de Europa y del Lejano Oriente estรกn basadas al menos en parte en hechos. La mayorรญa de estos paรญses se han convertido en Estados-naciรณn modernos rompiendo los vรญnculos con su pasado รฉtnico y cultural e imponiendo a sus ciudadanos, por lo general de manera antidemocrรกtica, un comportamiento uniforme. La idea fundamental que define a las sociedades burguesas en la modernidad es que los seres humanos son individuos racionales en pos del sueรฑo de una vida prรณspera que se hace posible a travรฉs de numerosas posesiones y tiempo de ocio: una ambiciรณn que el gobierno y las empresas deben ayudar a cumplir.
Esta visiรณn tan exclusivamente materialista del mundo es la ideologรญa implรญcita de la clase media en la mayorรญa de los paรญses occidentales; es esta ideologรญa la que respalda los acuerdos polรญticos, econรณmicos y legales de las sociedades modernas en general. Sustentada por el capitalismo corporativo, tambiรฉn proporciona a la sociedades occidentales su carรกcter relativamente uniforme: una variedad limitada de roles pรบblicos, modos de vestir, comida y entretenimiento.
Dicha ideologรญa materialista se extiende de manera notoria conforme las sociedades se vuelven opulentas y mรกs personas disfrutan de los servicios al alcance de la clase media. Asimismo, ayuda a crear consenso polรญtico en torno a temas importantes, en especial durante รฉpocas de guerra, cuando los enemigos, reales o imaginarios, ponen en jaque la prosperidad. Esto explica en parte por quรฉ los partidos polรญticos que alguna vez estuvieron profunda y ferozmente divididos tienden a sonar cada vez mรกs parecidos, o por quรฉ David Cameron se parece a Tony Blair, y los demรณcratas de Estados Unidos son incapaces una y otra vez de distinguirse de los republicanos.
Pero la clase media en la India sigue siendo pequeรฑa, y son muchos mรกs los campesinos, los obreros y los desposeรญdos. Su ideologรญa autolegitimadora de la modernizaciรณn y la secularizaciรณn, aunque institucionalizada por el Estado y sostenida por la mayorรญa de los partidos polรญticos, debe competir con tradiciones mรกs viejas, aparentemente irracionales de ascetismo, hedonismo y devociรณn religiosa.
Como he dicho, India es radicalmente diferente en este respecto de China, donde los poderosos modernizadores, tanto comunistas como no comunistas, destruyeron sistemรกticamente las antiguas tradiciones durante los รบltimos cien aรฑos, y ayudaron al paรญs a convertirse en un imitador de patrones occidentales de trabajo y consumo mรกs empedernido que India.
Muchos mundos distintos coexisten en India, y juntos mantienen las fuerzas centralizadoras y homogeneizadoras de la modernidad bajo control. Nada demuestra esto mรกs claramente que la polรญtica india, un reino cambiante y extremadamente saturado de partidos, grupos y filiaciones. En aรฑos recientes, poderosos partidos regionales basados en castas se las arreglaron para restringir las ambiciones mรกs salvajes de los nacionalistas hindรบes. Los partidos comunistas, irrelevantes en otras partes del mundo, tienen una presencia notable hoy dรญa en India. Estos partidos trabajan como importantes grupos de presiรณn dentro del parlamento indio, desafiando y a menudo diluyendo las polรญticas del gobierno que favorecen a los mรกs acaudalados.
Esta diversidad se extiende al reino econรณmico. Recientemente se ha dado gran publicidad a la tecnologรญa de la informaciรณn y los call centres de la India, tanto en la prensa domรฉstica como en la internacional, haciรฉndolos parecer el motor de la nueva economรญa india. Pero estas empresas occidentalizadas comprenden tan sรณlo una muy pequeรฑa fracciรณn del pib del paรญs, producido en gran parte por la gente que se ocupa de satisfacer las demandas de cientos de millones
de consumidores indios. Una vez mรกs, la India es diferente de China, donde dos tercios de la economรญa estรกn relacionados con la exportaciรณn.
Los nombres comerciales extranjeros no tienen un gran lugar en la India. Las pelรญculas de Hollywood nunca han representado mรกs del cinco por ciento de la industria cinematogrรกfica india; los panatalones de mezclilla y las blusas estรกn mรกs lejos que nunca de sustituir al sari o al salwar kameez como la indumentaria favorita de las mujeres indias. McDonaldโs y Pizza Hut pueden resaltar el glamour de la elite india, pero han sido incapaces de suplantar la comida rรกpida disponible en el paรญs desde hace siglos โla samosa o, al sur, el idli; y los indios prefieren el paneer sobre el mozzarella en su pizza. Cualquiera que intente encabezar un negocio exitoso en la India, sea nativo o extranjero, debe reconocer la gran diversidad de gusto gastronรณmico, de indumentaria y entretenimiento, antes de intentar imponer una versiรณn estandarizada e internacional.
El poder del capitalismo corporativo y de la publicidad de marca, tan tangible en cualquier ciudad europea, estรก muy restringido a las cinco metrรณpolis mรกs grandes. El pequeรฑo empresario, el producto sensato, local y ecolรณgico, asรญ como la artesanรญa, todavรญa florecen en un grado notable.
Casi todos los dรญas los periรณdicos publican signos de resistencia individual a una modernidad homogeneizadora. El oficial de policรญa que portaba la indumentaria de Radha no sรณlo se remontaba a Wajid Ali Shah, el รบltimo gran gobernante de Awadh, quien tambiรฉn se vestรญa como Radha y a quien los britรกnicos acusaron de afeminado antes de derrocarlo. Con su vestido andrรณgino, รฉl tambiรฉn rechazaba la funciรณn que le exige un mundo despiadado e hiperracionalizado, y afirmaba su derecho a regresar a lo que el mundo ve como un comportamiento infantil e improductivo.
El gurรบ que se rehusaba a partir sin su bรกculo sagrado estaba reclamando su derecho a la dignidad individual de un orden mรกs alto que el provisto por la seguridad nacional de un estado que pregona sin parar una retรณrica del โterrorismoโ y que exige a sus ciudadanos vivir en constante miedo y paranoia. Hoy, la India estรก llena de esos โtontos irresponsablesโ. Ellos insinรบan que el paรญs no serรก totalmente โmodernoโ por mucho tiempo mรกs, y que esto puede ser algo muy bueno.
El nuevo orientalismo
No obstante, el impresionante crecimiento econรณmico de India en los รบltimos tiempos sin duda forma parte ahora de la mitologรญa de la globalizaciรณn en Occidente. La India pasรณ de una sociedad atrasada y estรกtica, segรบn Marx, a uno de los motores de la historia universal impulsado por la burguesรญa europea en el siglo XIX. La modernizaciรณn de
la India se ha convertido en una fuente no sรณlo de ganancias corporativas, sino de reafirmaciรณn existencial e ideolรณgica para grandes sectores de los medios de comunicaciรณn y la intelligentsia occidentales.
Esta ambiciosa reconceptualizaciรณn de la India no sรณlo ignora o suprime grandes aspectos de la historia, tambiรฉn es incapaz de lidiar con la experiencia tortuosa y a menudo trรกgica de su desarrollo moderno de. La violencia รฉtnica en Cachemira que se ha cobrado mรกs de ochenta mil vidas en los รบltimos quince aรฑos; la violencia mรกs oscura, pero no menor, en los estados del noreste; los suicidios de millones de granjeros en los รบltimos cinco aรฑos; el desplazamiento de millones de personas debido a gigantescos proyectos de ingenierรญa hidrรกulica โtodos estos desastres y problemas, que rara vez reportan con amplitud los medios de comunicaciรณn indios, pueden explicarse por referencia a la lรณgica del desarrollo segรบn se manifestรณ en la historia europea. La India estรก en camino, se dice, hacia un modo de trabajo y consumo moderno, europeo y estadounidense; y la transiciรณn probablemente serรก, como lo fue en Europa, dolorosa.
Pero la propia transiciรณn de Europa a su estado presente de estabilidad y opulencia fue mรกs que sรณlo dolorosa. Implicรณ conquistas imperiales, limpiezas รฉtnicas y muchas guerras menores, asรญ como dos grandes guerras. Al tiempo que la India y China, con sus hambrientas clases medias, se alzan sobre un mundo de recursos energรฉticos limitados, no es difรญcil imaginar que este siglo estarรก igualmente marcado por la tragedia, por la rivalidad y por guerras destructivas como las que hicieron del siglo pasado uno especialmente violento. Es por todo ello que resulta necesario examinar la ideologรญa aparentemente benigna de la modernidad europea, que constituye el nรบcleo argumentativo del nuevo orientalismo.
Durante mucho tiempo la India ha sido privada de su complejidad interna y subsumida en una narrativa histรณrica creada en gran medida por los occidentales poderosos. Escritores e intelectuales se enfrentan con el desafรญo de desarrollar un nuevo entendimiento: uno que no estรฉ basado en modelos supuestamente universales de economรญa y polรญtica, provenientes de Occidente, sino en historias y tradiciones especรญficas. No serรก fรกcil despojarse de reflejos intelectuales condicionados por dos siglos de dominaciรณn occidental en el mundo. Pero en realidad no hay tarea intelectual mรกs urgente y gratificante en la era de la globalizaciรณn que la provincializaciรณn de Occidente. ~
โ Traducciรณn de Marianela Santoveรฑa