Versión Original Rectificada

La web Madrid Versión Original del Ayuntamiento de Madrid, destinada a desmentir y rectificar noticias de prensa, se ha tenido que rectificar a sí misma en la primera semana.
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Ada Colau entró en el edificio con chanclas y una mochila de montaña. Parecía una monitora de campamento. Los periodistas la esperábamos en la entrada para el “canutazo”, la típica declaración espontánea. Venía a Aranjuez como activista, invitada por la Universidad Rey Juan Carlos para participar en una conferencia titulada “El Parlamento y la calle”. No dijo nada nuevo, aunque mucha gente pagó para escucharla. Al finalizar, en lugar de marcharse, pidió permiso para trabajar en la sala de prensa. Se sentó frente a mí, junto a tres o cuatro periodistas más, y comenzó a escribir en su pequeño portátil. Una chica de EFE se hizo una foto con ella y le pidió su número de teléfono. Algunos le dieron la enhorabuena por su labor en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Otros siguieron escribiendo la noticia sobre su charla y asomaban de vez en cuando la cabeza desde detrás de las pantallas de sus ordenadores, más como si estuvieran pintando un retrato de la activista que escribiendo.

Su naturalidad resultaba incómoda. Uno no suele escribir frente al sujeto del que escribe. Era una profesora corrigiendo el examen de un alumno frente a él. Y probablemente su intención no era esa: soy una más, soy como vosotros, tengo el icono de la flamenca como estado del WhatsApp (es cierto, yo también le pedí su teléfono), no os sintáis incómodos.

Dos años después, Ada Colau es alcaldesa de Barcelona y la nueva política de la “gente” ha irrumpido con cierta ingenuidad y adanismo en varios parlamentos. Su intento de cambiar la política está lleno de buenas intenciones, y se extiende también a la prensa. La web Madrid Versión Original del Ayuntamiento de Madrid, destinada a desmentir, rectificar o matizar noticias de la prensa, se ha tenido que rectificar a sí misma en la primera semana como consecuencia de las críticas: desde chavista hasta censora, cuando no es más que torpe. Es una pequeña crisis de reputación coherente con el proceso de aclimatación institucional de quienes, llegados desde los movimientos sociales y el 15M, están descubriendo que si intentas mejorar la democracia directa te sale la democracia representativa. Si intentas desde el poder cambiar la prensa, esta te cambia a ti. Y más en verano, esa época en la que solo hay dos noticias: la ola de calor y el enésimo Grexit.

De momento, y ante la pequeña crisis de reputación del ayuntamiento, la única función del portal parece ser desmentir las acusaciones sobre su propia función. El sueño de la burocracia superflua. La idea detrás de la web no es mala: desnuda la gestión del Ayuntamiento, muestra lo gris que es la política municipal, obliga a echar mano del boletín oficial del ayuntamiento, que no es nada sexy, y sirve para “desilusionar” a quienes esperan solo declaraciones de leche y miel desde la alcaldía: la contratación del nuevo jefe de Gabinete de Carmena, marido de su sobrina, no es porque le ha llegado la hora a la gente -como sí parece que fue el motivo de la contratación del marido de Ada Colau en Barcelona en Comú, a juzgar por la justificación de Colau-, sino que se ajusta a la legalidad según el art 21.2 de la Ley 22/2006, de 4 de julio, de Capitalidad y de Régimen Esp…y aquí ya uno pierde la atención. Si se perfila correctamente, puede incluso formar parte de un portal de transparencia de calidad. Pero tal y como es ahora, y atendiendo a la torpeza de algunas rectificaciones en la web (una confirmando mediante subterfugios la noticia criticada, otra justificando la falta de respuesta a un medio con una vieja nota de prensa), es un proyecto que debería alegrar a sus críticos. Esperanza Aguirre ha jugado sucio con ello, que es como (se) suele jugar: su uso de la palabra "mordaza" para calificar la web no parece arbitrario. Por si cuela y algún elector confunde la autoritaria ley mordaza con el inocente portal de Carmena.

Un político no debería sorprenderse de que la prensa no es un cuarto poder fiscalizador ideal. Es un sector con intereses y agenda, si bien muchas veces más marcada por la inmediatez que por aspectos más espurios. La sorpresa de Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid, al descubrir que los periodistas le preguntaban más sobre Madrid VO que sobre su nuevo plan antidesahucios es de una ingenuidad asombrosa. 

El Partido Popular lleva años achacando a un problema de comunicación su pérdida de votos. Caras nuevas como la de Pablo Casado o Andrea Levy intentan, débilmente, solucionar eso. Pero el partido más afectado por sus fallos de comunicación es quizá UPyD, dividido entre un sector que acusó a la prensa de conspiración en su contra y otro que propone una mejor relación con los medios. En las recientes primarias que enfrentaron a ambos bandos ganaron los primeros. Ya se darán cuenta los votantes, parecen pensar, de que somos la mejor opción política. La montaña y Mahoma. Es un conservadurismo muy torpe. Pero lo contrario no debería ser entrar a las salas de prensa y hacerse luego el sorprendido.

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Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).


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