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Al mismo tiempo que Colón finalizaba su cuarta y última expedición a América, El Bosco decidió retratar un Nuevo Mundo fantástico plagado de exotismos en El jardín de las delicias, pero sin olvidar, aunque en difícil alegoría, la devotio moderna, explicada por Kempis en la Imitación de Cristo, y mucho menos el humanismo cristiano renacentista que inspiró la poesía moralizante de La nave de los locos de Sebastian Brant y luego El elogio de la locura de Erasmo. Poco más de una década después, otro hombre, también de la región de Flandes, llegó al trono de Castilla y Aragón (1517) y del Sacro Imperio Romano Germánico (1519), no sólo a imaginar sino principalmente a gobernar un imperio que se extendía por dos continentes, en el Viejo y el Nuevo Mundo: Carlos I de España y v de Alemania.
     Nacido en Gante como Carlos de Habsburgo, el 24 de febrero de 1500, desde tierna edad se vio rodeado de un grupo de destacados preceptores, como Adriano de Utrecht (el futuro Papa Adriano vi), y el gran canciller flamenco Jean le Sauvage o Selvagio. Sauvage fue el responsable también de que el futuro Carlos V tuviera como preceptor al más grande humanista del siglo XVI, Erasmo de Rotterdam, quien dedicó en 1515 al joven príncipe la Institutio principis christiani.
     A Sauvage, muerto prematuramente en 1518, le sucedió Mercurino de Gattinara, a quien Chabod atribuye la paternidad de la idea imperial de Carlos V, inspirada en el tratado De Monarchia de Dante, con el cual intentó convencerlo de no conformarse con la conservación de los reinos y dominios hereditarios, sino tratar de conquistar otros más. Pero Menéndez Pidal y Abellán consideran el ideal imperial de Carlos V más cercano a la unidad espiritual del cristianismo, pues el emperador no pretendía ser el dominus mundi, sino el rey de la universitas christiana. Asumiendo este último papel, intentó fallidamente, y no sin acudir a la fuerza, desaparecer la Reforma protestante. Por otro lado, combatió la amenaza de los turcos en el mar Mediterráneo y algunas regiones europeas, y envió una expedición militar al norte de África para reconquistar Túnez en 1535.
     Sin embargo, los consejos de Gattinara bien pudieron dar impulso a las campañas cesaristas por la hegemonía en la Europa occidental, particularmente en contra de Francisco I, rey de Francia. En 1527, Carlos V envió a sus tropas contra el Papa Clemente VII, para consumar el tristemente célebre Sacco di Roma.
     El gobierno de Carlos V en España, luego de un inicio difícil, se tornó ante sus gobernados en genuinamente español entre 1522 y 1529, cuando el monarca nombró asesores entre los grandes del reino y contrajo nupcias con su prima hermana, Isabel de Portugal, nieta de los Reyes Católicos, quien fungió como regente del reino en las continuas ausencias de su esposo.
     Pero en las Indias occidentales la idea imperial que Carlos V proyectó fue muy diferente de la seguida en Europa. Para ello contó con una conciencia de varias voces que solicitaban correctivos para su gobierno o denunciaban el maltrato de los indios, como Las Casas desde América, o sus asesores en el Consejo de Indias.
     La administración española en el Nuevo Mundo fue madurada por Carlos V, apoyándose en la ficción jurídica de los dos reinos: el de los españoles y el de los aborígenes. El rey de España era el monarca de los indios, a quienes gobernaba según sus leyes autóctonas, siempre y cuando éstas no se opusieran al derecho natural, utilizando la jerarquía indígena de los caciques. Por ello los naturales aceptaban pagar un tributo al rey en señal de sujeción. En un deseo afirmado de protección de los más débiles (los indios), se mantuvo legalmente una separación estricta entre las dos sociedades.
     Bajo el reinado de Carlos V, además de realizarse la primera circunnavegación al globo terráqueo (Magallanes-Elcano, 1519-22), fueron conquistados los dos reinos más ricos y poderosos en América: México (1521) y Perú (1532). Pueden señalarse, a manera de momentos capitales de la legislación reguladora de la Conquista, las instrucciones dadas a Hernán Cortés en 1523, con el mandato de dilatar los ataques contra los indios cuanto fuera posible; la adjunción de dos religiosos a todas las expediciones, y la prohibición del trabajo forzado en las minas de los indios libres (1526); la supresión de los esclavos de rescate y de guerra, principal incentivo de la violencia de los conquistadores (1530-34, definitivamente en 1542); así como la radicación del derecho de autorizar las nuevas conquistas en el Consejo de Indias, de acuerdo con las Leyes Nuevas (1543), que trataron además de corregir los vicios del régimen de las encomiendas.
     Luego de una inconclusa campaña militar contra Francia, Carlos V decidió abdicar en favor de su hijo Felipe II (1556). Mientras tanto, se dirigió al monasterio de Yuste para pasar en él sus últimos años.
     Aunque Erasmo de Rotterdam abandonó la corte de Carlos V al trasladarse a España, uno de los legados culturales más importantes del emperador fue el erasmismo español y sus ulteriores manifestaciones. La estela de Erasmo, como la denomina Bataillon, en la literatura devocional, pero particularmente en la literatura profana de la época, aparece en la crítica a los libros de caballerías, en obras como el Crotalón y el Lazarillo de Tormes, y en autores tan diversos como Vives, Fernández de Oviedo, Juan Maldonado y Cristóbal de Villalón, hallándose sus últimos reflejos, varias décadas después, en Los nombres de Cristo de Fray Luis de León, e incluso en Cervantes y Quevedo.
     Continuando con la tradición heredada por los Reyes Católicos, la casa de Austria impulsó el clasicismo de inspiración italiana en el arte español, e introdujo la pintura devocional flamenca, formando así una de las colecciones de pintura europea más ricas de los siglos XVI y XVII.
     La muestra El Mundo de Carlos V: De la España Medieval al Siglo de Oro, que se exhibe en el Antiguo Colegio de San Ildefonso desde el 4 de noviembre, es un homenaje a la dinastía de los Austria en el trono español (1517-1700), aunque concentrada en el primero de los gobernantes de esta casa reinante. Las 193 piezas que la integran, de los siglos XIII al XVIII, pretenden mostrar, en palabras de su curador, el doctor Isidro Bango, el tránsito de la Edad Media al Renacimiento y el mundo moderno. –

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