a los cielos de Gerardo Suter
Prensado entre cielos de hielo
un corpúsculo redime su calor
sin derretir esa envoltura,
un corazón
en potencia
(minucias de una nimia era de nadie, vestigios inocentes, alas rotas, antenas sueltas; por más extraño que resuene, es el suyo viaje de ida en el reverso de un mar encapotado, a punto de soltar su furia en una tromba)
punto negro
envuelto disuelto
en manta sangrando
de cielo anhelo
altísimo
en suspenso
bajísimo
se arrastra
Y helo ahí,
cierto
de ser de cierto
ser;
y helo hielo
sombra que nombra
deslizándose furtiva,
como la que asaltó mi casa
metiéndose por el jardín:
una toma a distancia
que se acorta, se alarga, flota;
sin aparecer del todo aflora
atrapada en la entretela;
de veras quiere salir
de esos profundos
bajos fondos
en tenso bajorrelieve
Mas al voltear la inmensidad,
en uno se monta el otro yo, el convexo,
bagatela de enamorados
y ciegos que sienten
el horizonte dentro;
un sol extendido como mantel de fiesta,
como sábana de lino con tira bordada;
que se esparce sobre estuarios raros, abiertos,
un biombo natural,
un abanico al alcance
(nadie quiere hablar de semejante maravilla, “plenitud” de un tiempo lejano de visionarios, de arúspices sin nombre; de grandes hechiceros inventores de intervalos, de otros mundos, como Babilonia y sus jardines, como Babel y su confusa, tan difusa libertad)
Y recomienza una rueda constante de molino
generando, tomando, diríase arrebatando
la energía de espacios invisibles;
energía que causaría felicidad,
pero no;
vuelve a soplar,
respira ~