HipopĆ³tamo, barrilete feroz

A pesar de su probada ferocidad, con frecuencia se piensa en el hipopĆ³tamo como una bestia de graciosa figura. Covarrubias, Rubens, fray Luis de LeĆ³n y Eliot se dan cita en esta lĆŗdica estampa.
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Del hipopĆ³tamo dice el Diccionario de autoridades que es ā€œanimal ferozā€. ĀæFeroz?, Āæel gordo aletargado, el barrilete viviente, es feroz? No luce en especial quisquilloso o agresivo, menos aĆŗn feroz. ĀæPor quĆ© dice el Diccionario que es un animal feroz, id est, una ā€œfieraā€? Dice ā€œfieraā€: ā€œbruto indĆ³mito, cruel, carniceroā€. ā€œIndĆ³mitoā€ sĆ­ es, ĀæquiĆ©n ha visto un hipopĆ³tamo reducido a mascota juguetona en la domesticidad de una habitaciĆ³n? Pero no es cruel (ningĆŗn animal es cruel, esta gracia estĆ” reservada Ćŗnicamente al animal humano) y tampoco es carnicero, sino vegetariano, aunque se han sorprendido especĆ­menes, pocas veces, engullendo carroƱa y aun abandonĆ”ndose al canibalismo y la depredaciĆ³n (matar a otros animales para devorarlos).

La bestia es cabezona y la cabezota estĆ” dotada de un hocico audaz, amplio, desmesurado, tirante a lo grotesco, hocico que permanece abierto, se ignora con quĆ© propĆ³sito, casi en Ć”ngulo de ciento cincuenta grados, esto es, mĆ”s abierto que el que abre su compadre y vecino de rĆ­o, el esbelto y malhumorado cocodrilo. Los dientes del hocicote del gordo estĆ”n como disfrazados, ocultos, por eso en el cuadro de Pedro Pablo Rubens, La caza del hipopĆ³tamo, los dientes que pululan picudos deben admitirse como licencia poĆ©tica del maestro barroco.

El animal es corpulento, ocupa un honroso tercer lugar por su peso entre las bestias de lo seco, atrƔs solo de dos especies de elefantes (el africano, enorme y fiero, y el asiƔtico, menor y de mayor mansedumbre) y del potente rinoceronte blanco.

No nos engaƱemos, el hipopĆ³tamo es una de la criaturas mĆ”s agresivas que existen y a menudo es considerado el animal mĆ”s feroz de Ɓfrica. Y recordemos que, pese a su cuerpo achaparrado y a la brevedad aforĆ­stica de sus patas, el tonel corre en tierra mucho mĆ”s aprisa que el humano. Y no digamos en el agua, donde el anfibio lo hace todo (cortejo, combate, apareamiento, parto), excepto comer (en las noches abandona las aguas para engullir hierbas terrestres, pues este luchador de sumo ā€œhierba, como buey, comeā€).

El hipopĆ³tamo, obsĆ©rvalo, tiene la seriedad y falta de gracia de un sultĆ”n oriental. Lo acompaƱan sumisas, en el harĆ©n acuĆ”tico, entre cinco y treinta esposas; treinta, se dice fĆ”cil. ā€œSe crĆ­a en los grandes rĆ­os, y particularmente en el Niloā€, asegura el Diccionario. Lo de ā€œparticularmente en el Niloā€ sin ninguna razĆ³n, dado que la especie anda desperdigada por toda el Ɓfrica.

Demos fin al retrato del personaje. ā€œTiene dos uƱas hendidas como el buey; cuello, crin y espalda de caballo, y relincha como Ć©lā€ (dato imprevisto, el barril de amontillado relinchando). ā€œSu rostro es romoā€ (de paralelepĆ­pedo donde se pierden unos ojillos poco expresivos). La cola torcida y los dientes, raros. Dos de ellos planos, sin filo, como blancos corchos de botella de vino.

Y ahora elementos freudianos: ā€œse afirma que el hipopĆ³tamo pretende tener acceso a su madre, y si el padre la defiende, el lujurioso le hace rostro, y lo mata, si puedeā€. O, como tambiĆ©n lo dice el Tesoro de la lengua de Covarrubias, ā€œes el hipopĆ³tamo sĆ­mbolo de impiedad y crueldad de los hijos contra los padres, y de irreverencia, ingratitud e injusticia; por cuanto en creciendo quiere tener acceso con su madre, y si el padre se lo defiende, le hace rostro y si puede, lo mataā€. ĀæDe dĆ³nde habrĆ”n sacado este drama? Que intente ā€œtener acceso a la madreā€ pasa, este deseo abunda entre los animales, lo singular es el pundonor con que el padre ā€œhace rostroā€ al incontinente hijo, ā€œy lo mata, si puedeā€ (o sea, hay rencor en la conducta).

Ahora, hay quienes sostienen que el hipopĆ³tamo es el animal aludido bajo el nombre de Behemot en el libro de Job. Fray Luis de LeĆ³n no es de este parecer. ā€œVes ahora al Behemot, hierba como buey, comeā€.

ā€œBehemotā€, expone fray Luis de LeĆ³n, ā€œes palabra hebrea, que es como decir bestias (id est, cualquier bestia), y al juicio comĆŗn de todos sus doctores, significa el elefante, llamado asĆ­ por su desaforada grandeza, que siendo un animal vale por muchosā€.

Cualquiera dirĆ­a que el barrilete nadador, a juzgar por su figura, proviene del cerdo, cerdo hocicĆ³n. Pero no, el hipopĆ³tamo no deriva del cerdo ni tampoco del caballo, sino, aunque sea difĆ­cil creerlo, de los cetĆ”ceos, es decir, de las ballenas, de las que es pariente cercano.

Hay otro mamĆ­fero anfibio ā€“tomado de FaunologĆ­as. Aproximaciones literarias al estudio de los animales inusuales de AndrĆ©s Cota Hiriartā€“, aunque este no es exhibicionista, como nuestro hipopĆ³tamo, sino tĆ­mido, modesto, se guarece entre las hierbas que prosperan a orilla de los rĆ­os. Es elegante, no grosero y patanesco como el hipopĆ³tamo. Se trata del ciervo chino del agua (Hydropotes inermis), venado pequeƱo, con tipo de adolescente perpetuo. En vez de llevar cuernos, al animalito le crecen colmillos de unos ocho centĆ­metros, no de abajo a arriba, como al jabalĆ­, sino de arriba abajo. Los colmillos son retrĆ”ctiles, como las garras de los felinos, y los retrae al triscar la yerba que, como buey, come, y los dirige hacia adelante cuando embiste en los combates del celo.

Pero el hipo, como canta el maestro Eliot,

Descansa la panza en el fango.

Aunque nos parezca tan firme

es meramente carne y sangre.

Carne y sangre son dƩbiles y frƔgiles,

susceptibles de ataques nerviosos… ~

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(Ciudad de MƩxico, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y acadƩmico, autor de algunas de las pƔginas mƔs luminosas de la literatura mexicana.


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