Ilustraciรณn: LETRAS LIBRES / Manuel Monroy

La ignorancia

Un fragmento de la novela "La ignorancia", de Milan Kundera, publicada en 2000, que versa sobre el exilio checo en Parรญs y la confrontaciรณn entre memoria y realidad
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Ya en sus primeras semanas de emigrada, Irena tenรญa sueรฑos extraรฑos: se encuentra en un aviรณn que cambia de direcciรณn y aterriza en un aeropuerto desconocido; unos hombres de uniforme y armados la esperan al final de la pasarela; con la frente baรฑada en un sudor frรญo, reconoce a la policรญa checa.

En otra ocasiรณn, se pasea por una pequeรฑa ciudad de Francia cuando ve un curioso grupo de mujeres que, cada una con su jarra de cerveza en la mano, corren hacia ella, la interpelan en checo, rรญen con malintencionada cordialidad, y, horrorizada, Irena se da cuenta de que estรก en Praga, grita y se despierta.

Martin, su marido, tenรญa los mismos sueรฑos. Todas las maรฑanas se contaban el horror de su regreso al paรญs natal. Mรกs adelante, en una conversaciรณn con una amiga polaca tambiรฉn emigrada, Irena comprendiรณ que todos los emigrados tenรญan esos sueรฑos, todos sin excepciรณn; al comienzo le conmoviรณ esa fraternidad nocturna entre personas que no se conocรญan, pero despuรฉs se molestรณ un poco: ยฟcรณmo puede ser vivida colectivamente la experiencia รญntima de un sueรฑo?, ยฟdรณnde estรก, pues, su alma รบnica? Pero por quรฉ hacerse preguntas sin respuesta. De una cosa estaba segura: miles de emigrantes soรฑaban, a lo largo de la misma noche y con incontables variantes, el mismo sueรฑo. El sueรฑo de la emigraciรณn: uno de los fenรณmenos mรกs extraรฑos de la segunda mitad del siglo XX.

Esos sueรฑos-pesadilla le parecรญan mรกs misteriosos porque, al mismo tiempo, ella sufrรญa de una indomable nostalgia y vivรญa otra experiencia del todo contraria: durante el dรญa se le aparecรญan dos paisajes de su paรญs. No, no se trataba de una ensoรฑaciรณn, larga y consciente, voluntaria, sino de otra cosa: en cualquier momento, brusca y rรกpidamente, se encendรญan en su cabeza apariciones de paisajes para esfumarse poco despuรฉs. Mientras hablaba con su jefe, veรญa de pronto, como en un relรกmpago, un camino que surcaba un campo. Entre los empujones de un vagรณn de metro, en una fracciรณn de segundo surgรญa de repente ante ella un pequeรฑo paseo de un barrio arbolado de Praga. Estas imรกgenes fugaces la visitaban durante todo el dรญa para paliar la falta de su Bohemia perdida.

El mismo cineasta del subconsciente que, de dรญa, le enviaba instantรกneas del paisaje natal cual imรกgenes de felicidad, proyectaba de noche aterradores regresos a ese mismo paรญs. El dรญa se iluminaba con la belleza del paรญs abandonado; la noche, con el horror a regresar. El dรญa le mostraba el paraรญso perdido; la noche, el infierno del que habรญa huido.

8

El comunismo en Europa se extinguiรณ exactamente doscientos aรฑos despuรฉs de que se encendiera la mecha de la Revoluciรณn Francesa. Para Sylvie, la amiga parisiense de Irena, se daba ahรญ una coincidencia llena de sentido. Pero, de hecho, ยฟde quรฉ sentido? ยฟQuรฉ nombre habrรญa que dar al arco de triunfo que une estas dos majestuosas fechas? ยฟEl arco de las dos revoluciones europeas mรกs grandes? ยฟO El arco que une la mรกs Grande Revoluciรณn a la Restauraciรณn Final? Para evitar discusiones ideolรณgicas propongo, para nuestro uso particular, una interpretaciรณn mรกs modesta: la primera fecha dio a luz a un gran personaje europeo, el Emigrado (el Gran Traidor o el Gran Sufridor, segรบn se mire); la segunda retirรณ al Emigrado de la escena de la Historia de los europeos; con ello, el gran cineasta del subconsciente colectivo puso fin a una de sus producciones mรกs originales, la de los sueรฑos de emigraciรณn. Fue entonces cuando tuvo lugar, durante unos dรญas, el primer regreso de Irena a Praga.

Al principio hacรญa mucho frรญo y luego, al cabo de tres dรญas, inesperada y precozmente, llegรณ el verano. Ya no pudo ponerse su traje chaqueta, demasiado grueso. Como no se habรญa llevado nada para un clima mรกs cรกlido, fue a una tienda a comprarse un vestido de verano. El paรญs no rebosaba todavรญa de productos occidentales e Irena volviรณ a encontrar los mismos tejidos, los mismos colores, los mismos cortes que habรญa conocido en la รฉpoca comunista. Se probรณ dos o tres vestidos y se sintiรณ incรณmoda. Era difรญcil decir por quรฉ: no eran feos, no estaban mal cortados, pero le recordaban su pasado lejano, la austeridad en el vestir de su juventud, le parecieron ingenuos, provincianos, sin elegancia, propios de una maestra de pueblo. Pero tenรญa prisa. ยฟPor quรฉ, a fin de cuentas, no parecerse durante unos dรญas a una maestra de pueblo? Comprรณ el vestido por casi nada, se lo llevรณ puesto y, con el traje chaqueta de invierno en una bolsa, saliรณ a la calle, donde hacรญa un calor excesivo.

Luego, al pasar por delante de unos grandes almacenes, se encontrรณ inesperadamente ante un panel con un inmenso espejo y se quedรณ atรณnita: la que ella veรญa no era ella, era otra persona, o, mejor dicho, cuando se mirรณ mรกs detenidamente en su nuevo vestido sรญ era ella, pero viviendo otra vida, la vida que hubiera tenido si se hubiera quedado en su paรญs. Esa mujer no era antipรกtica, era incluso conmovedora, pero demasiado conmovedora, conmovedora hasta las lรกgrimas, digna de compasiรณn, pobre, dรฉbil, sometida.

Se apoderรณ de ella el mismo pรกnico de antaรฑo en sus sueรฑos de emigraciรณn: gracias a la fuerza mรกgica de un vestido se veรญa aprisionada en una vida que rechazaba y de la que no serรญa capaz de salir. ยกComo si en aquel entonces, al principio de su vida de adulta, hubiera tenido ante sรญ varias vidas posibles entre las que pudo elegir la que la habรญa llevado a Francia! ยกY como si esas vidas, apartadas y abandonadas, siguieran siempre a su disposiciรณn y la acecharan celosamente desde sus madrigueras! Una de ellas se habรญa apoderado ahora de Irena y la habรญa encerrado en su nuevo vestido como en una camisa de fuerza.

Corriรณ asustada a la casa de Gustaf (su empresa habรญa comprado un edificio en el centro de Praga, en cuya buhardilla รฉl habรญa dispuesto su vivienda) y se cambiรณ. Otra vez metida en su traje chaqueta, mirรณ por la ventana. El cielo se habรญa cubierto y los รกrboles se inclinaban con el viento. Habรญa hecho calor sรณlo unas horas. Unas horas de calor para gastarle una broma de pesadilla, para hablarle del horror del regreso.

(ยฟEra acaso un sueรฑo? ยฟSu รบltimo sueรฑo de emigrada? No, todo era real. Pero tenรญa la impresiรณn de que no habรญan desaparecido las trampas de las que hablaban aquellos sueรฑos, seguรญan allรญ, siempre a punto, acechรกndola a cada paso.)

10

Ha hojeado sus antiguas agendas de direcciones, deteniรฉndose largamente en nombres medio olvidados; luego ha reservado una sala en un restaurante. En una mesa apoyada contra la pared, al lado de las pastas saladas esperan doce botellas alineadas. En Bohemia no se bebe buen vino y no se tiene por costumbre guardar antiguas cosechas. De ahรญ que Irena se alegre tanto de haber comprado aquel viejo Burdeos: para sorprender a sus invitadas, para celebrarlo con una fiesta, para recuperar su amistad.

Ha estado a punto de estropearlo todo. Sus amigas observan incรณmodas las botellas, hasta que una de ellas, con mucho aplomo y orgullosa de su simplicidad, proclama su preferencia por la cerveza. Enardecidas por ese desparpajo, las demรกs se adhieren, y la ferviente amante de la cerveza llama al camarero.

Irena se reprocha el gesto desafortunado de la caja de Burdeos; haber puesto en evidencia tontamente lo que las separa: su larga ausencia del paรญs, sus costumbres de extranjera, su soltura. Se lo reprocha todavรญa mรกs porque le otorga una gran importancia a ese reencuentro: quiere comprender por fin si desea vivir allรญ, sentirse en casa, tener amigos. Por eso no quiere acomplejarse con esa pequeรฑa metedura de pata, incluso estรก dispuesta a considerarla como una manera simpรกtica de sincerarse; ademรกs, ยฟno es la cerveza, por la que sus invitadas han manifestado su fidelidad, la bebida de la sinceridad, el filtro que disuelve toda hipocresรญa, toda la comedia de los buenos modales, e incita a sus aficionados a orinar sin pudor y engordar con despreocupaciรณn? Sรญ, las mujeres a su alrededor son cรกlidamente gordas, no paran de hablar, derrochan buenos consejos y elogian a Gustaf, a quien todas ellas conocen.

Entretanto aparece el camarero por la puerta con diez jarras de medio litro de cerveza, cinco en cada mano, gran alarde atlรฉtico que suscita risas y aplausos. Levantan las jarras y brindan: “ยกA la salud de Irena! ยกA la salud de la hija prรณdiga!”

Irena bebe un modesto sorbo de cerveza mientras va diciรฉndose: ยฟlo habrรญan rechazado si hubiera sido Gustaf el que les ofreciera el vino? Claro que no. Al rechazarle a ella el vino, es a ella a quien rechazan, a ella tal como ha regresado despuรฉs de tantos aรฑos.

Y en esto precisamente consiste su apuesta: se fue de allรญ siendo aรบn una inocente jovencita y ahora regresa hecha una mujer madura, con una vida tras de sรญ, una vida difรญcil de la que se siente orgullosa. Quiere hacer lo que sea para que ellas la acepten con las experiencias que ha vivido en los รบltimos veinte aรฑos, con sus convicciones, con sus ideas; es tรณmalo o dรฉjalo: o consigue estar entre ellas tal como es ahora, o no se quedarรก. Ha organizado ese encuentro como punto de partida de su ofensiva. Que beban cerveza si se obstinan en ello, le da igual, lo que le importa es elegir ella misma el tema de conversaciรณn y conseguir que la escuchen.

Pero pasa el tiempo, las mujeres hablan todas a la vez y es casi imposible entablar una conversaciรณn, y menos aรบn imponerle un contenido. Irena intenta retomar delicadamente los temas que surgen y derivarlos hacia lo que quisiera decir, pero fracasa: en cuanto sus comentarios se alejan de las preocupaciones de ellas, nadie la atiende.

El camarero ha traรญdo la segunda ronda de cervezas; en la mesa sigue su primera jarra, que, ya sin espuma, queda como deshonrada al lado de la exuberante espuma de otra reciรฉn traรญda. Irena se reprocha haber perdido el gusto por la cerveza; en Francia ha aprendido a saborear la bebida con sorbos cortos y ha perdido la costumbre de tragar abundantes cantidades de lรญquido como lo exige el culto a la cerveza. Se lleva la jarra a la boca y se esfuerza por beber dos, tres tragos de golpe. En ese momento una mujer, la mayor de todas, entrada en los sesenta, apoya con ternura la mano sobre sus labios para quitarle la espuma que ha quedado allรญ. “No te esfuerces”, le dice. “ยฟPor quรฉ no tomamos vino tรบ y yo? Serรญa una tonterรญa perderse un tinto tan bueno”, y se dirige al camarero para que abra una de las botellas que permanecen intactas a lo largo de la mesa.

ย ย ย ย ย […]

11

Mientras saborea el vino, Milada dice:
ย ย ย ย ย -Nunca es fรกcil regresar, ยฟverdad?
ย ย ย ย ย -Ellas no pueden comprender que nos marchamos sin la menor esperanza de volver. Hicimos un esfuerzo por arraigarnos allรญ adonde fuimos. ยฟConoces a Skacel?
ย ย ย ย ย -ยฟEl poeta?
ย ย ย ย ย -En un cuarteto habla de la tristeza, dice que quiere construir con ella una casa y encerrarse allรญ trescientos aรฑos. ยกTrescientos aรฑos! Todos hemos visto abrirse ante nosotros un tรบnel de trescientos aรฑos.
ย ย ย ย ย -Pues sรญ, nosotros aquรญ tambiรฉn.
ย ย ย ย ย -Entonces, ยฟpor quรฉ nadie quiere saberlo?
ย ย ย ย ย -Porque rectificamos los sentimientos si los sentimientos se han equivocado. Si la Historia los ha desautorizado.
ย ย ย ย ย -Ademรกs, todo el mundo cree que nos marchamos para disfrutar de una vida mรกs fรกcil. No saben lo difรญcil que es abrirte camino en un mundo ajeno. ยฟTe das cuenta? Abandonar tu paรญs con un bebรฉ y llevar otro en el vientre. Perder a tu marido. Educar a dos hijas en la miseria…

Se calla y Milada dice: “No tiene sentido que les cuentes todo eso. Hasta hace bien poco la gente se peleaba por probar quiรฉn habรญa padecido mรกs en el antiguo rรฉgimen. Sรญ, todo el mundo querรญa ser reconocido como vรญctima. Por suerte esa carrera por saber quiรฉn ha padecido mรกs ya se ha acabado. Hoy la gente se jacta de tener รฉxito, no de padecer. Si la gente estรก dispuesta ahora a respetarte no es porque tu vida haya sido difรญcil, ยกsino porque te ve al lado de un hombre rico!”.

ย ย ย ย ย […]

En la cama, Irena da un repaso a la velada; su viejo sueรฑo de emigrada vuelve a ella una vez mรกs y se ve rodeada de mujeres, ruidosas y cordiales, que levantan sus jarras de cerveza. En el sueรฑo estรกn al servicio de la policรญa secreta y tienen orden de capturarla. Pero ยฟal servicio de quiรฉn estaban las mujeres de hoy? “Ya era hora de que volvieras”, le ha dicho su antigua compaรฑera de colegio con su macabra dentadura. Cual emisaria de los cementerios (de los cementerios de la patria), habรญa sido la encargada de llamarla al orden: de advertirla de que el tiempo apremia y de que la vida debe terminar allรญ donde empezรณ.

Despuรฉs se pone a pensar en Milada, que se ha mostrado tan maternalmente amistosa; por ella ha comprendido que a nadie le interesa ya su odisea, e Irena se dice que, por otra parte, tampoco Milada se ha interesado por ella. Y cรณmo echรกrselo en cara. ยฟPor quรฉ habrรญa de interesarse por algo que no guarda relaciรณn alguna con su propia vida? Hubiera sido un cumplido de farsante e Irena se alegra de que Milada haya sido tan amable, sin atisbo de comedia.

Su รบltimo pensamiento antes de dormirse es para Sylvie. ยกHace tanto tiempo que no la ve! ยกLa echa de menos! A Irena le gustarรญa invitarla a un cafรฉ y contarle sus รบltimos viajes por Bohemia. Hacerle comprender la dificultad del regreso. Por otra parte, fuiste tรบ, se imagina que le dice, la primera en pronunciar esas palabras: Gran Regreso. Y, ยฟsabes, Sylvie?, hoy lo he comprendido: podrรญa vivir de nuevo entre ellos, pero a condiciรณn de que todo lo que he vivido contigo, con vosotros, con los franceses, lo deposite en el altar de la patria y le prenda fuego. Veinte aรฑos de mi vida en el extranjero pasarรกn a ser puro humo durante una ceremonia sagrada. Y las mujeres cantarรกn y bailarรกn conmigo alrededor de la hoguera, levantando sus jarras de cerveza. Es el precio que hay que pagar para que me perdonen. Para que sea aceptada. Para que vuelva a ser una de ellas.~

ยฉTraducido del original francรฉs por Beatriz de Moura
ยฉMilan Kundera

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Milan Kundera โ€‹(1929-2023) fue un novelista, escritor de cuentos cortos, dramaturgo, ensayista y poeta checo.โ€‹ Desde 1975 residiรณ con su esposa en Francia, cuya ciudadanรญa adquiriรณ en 1987. Su orba mรกs conocida es La insoportable levedad del ser.


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