Atención. Se busca. Se agradecerán informesEn Ciudad Juárez, el inicio de la primavera de 1999 consignó el rito inverso al simbolismo regenerador de la vida, propio de la fecha: se denunciaron cuatro violaciones —dos de las víctimas son niñas de nueve años.También se halló el cuerpo de una joven de 18, morena, esbelta, de cabello largo, que fue desnudada, violada, estrangulada y que se intentó incinerar con llantas —la cuadragésima mujer víctima de asesinato desde que el nuevo gobierno del pri tomó el poder, el primero de octubre de 1998. Otro esqueleto al mayor de los osarios de la historia delincuencial de México. Aquel 21 de marzo se reportó a su vez desaparecida a otra muchacha. En la Ciudad de México, cuatro días antes, un grupo de diputadas había demandado que la Secretaría de Gobernación interviniera para esclarecer los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez. Jesús Murillo Karam, subsecretario de Seguridad Pública, aceptó el compromiso. Poco después, volvía el horror a Juárez: el día 18 la joven Nancy Villalba González, de 13 años, obrera de la firma Motores Eléctricos, fue secuestrada por el conductor suplente de un vehículo en ruta de la maquiladora, que la condujo a las cercanías de Granja Santa Elena, en el kilómetro 17 de la carretera a Casas Grandes, y donde antes se ha descubierto a más de una docena de muertas. El sujeto desnudó, violó, estranguló y dejó —sin identificación alguna— por muerta a Nancy. La niña sobrevivió al ataque por un milagro, caminó kilómetros hasta un caserío y logró denunciar a su agresor, que sería identificado como Jesús Manuel Guardado Márquez, de 25 años, ex agente de la Policía Judicial. El criminal —alias El Tolteca, El Chacal o El Drácula— cayó preso por azar a finales de marzo pasado en Durango, y se le han atribuido de inmediato siete asesinatos, además de aquel intento en el que Nancy salvó la vida. A principios de abril, las autoridades vincularían a Guardado Márquez —que se confiesa violador pero niega ser homicida— con una banda de choferes violadores y asesinos —que incluiría a dos hermanos suyos de la policía municipal—, “dirigidos desde la cárcel por Sharif”, el químico de origen egipcio a quien, en 1995, se le acusó de consumar asesinatos en serie de mujeres con la pandilla Los Rebeldes. Esto se anunció en medio de un despliegue espectacular. Sin duda, era la respuesta del gobierno local al compromiso ante las diputadas del subsecretario Murillo Karam, que ofreció una “estrategia de investigación en el plazo de una semana”. El gobernador Patricio Martínez declararía a la prensa que así “terminaba una pesadilla de horror con una altísima cuota de sangre”. Y se dirigió, triunfalista, a “la industria internacional”: “Ciudad Juárez está recuperando la paz, deja atrás los días de angustia, y podemos decir que los problemas graves policiacos de inseguridad que en años pasados estaban asolando a Juárez, los estamos viendo con el fin a la vista”. Un gobierno que desdeña a su comunidad y ofrece la manía declarativa como principio … Sigue leyendo Muertas sin fin
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